domingo, 29 de octubre de 2023

Minitour por la historia de la Filosofía - Nota 1

 Esta última semana me he topado, queridos amigos, con diversos temas que hacen al discurso filosófico por lo que me pareció oportuno este minitour que les propongo. Para abordarlo, busqué en viejas enciclopedias y he aquí el resultado:

 Es necesario que, ante todo, comencemos por aclarar ciertas dificultades para poder comprender mejor el objeto de estudio de esa ciencia, su utilidad y la problemática que encie­rra. Para ello debe considerarse primeramente el concepto de filosofía, estudiando su etimología y su definición real; en segundo lugar, se debe ubicarla entre las demás ciencias, para lo cual habrá que distin­guir los diversos órdenes de conocimiento: vul­gar, científico y filosófico, y, por último, estable­cer cuáles son los principales problemas que ha tratado la filosofía, y, en consecuencia, las partes en que se divide o clasifica esta ciencia.


 Definición

La palabra filosofía está compuesta  de dos palabras de origen 
griego: filos, amigo o amante de, y sofia, sabiduría, es decir, "amante de la sabiduría". Es, pues, la ciencia de aquellos que tienden a la sa­biduría y que primeramente se llamaron "sabios", pero que luego prefirieron esta nueva denomina­ción de "filósofos", más acorde con la humildad y limitación de la sabiduría humana, pues "sabio", para los antiguos, era solamente uno, Dios, y la "sabiduría" era también una, la ciencia de Dios. 
 Escribe Cicerón en las Cuestiones Tusculanas: "Los que se dedicaban a la contemplación de la naturaleza eran considerados y llamados "sabios" (sofoi), y así se les llamó hasta Pitágoras, el cual, como escribe el discípulo de Platón, Heráclides del Ponto, varón doctísimo, vino a Fliunte (ciudad del Peloponeso) y disertó docta y elocuentemente en presencia de Leonte, príncipe de los fliuntinos; admirado éste de su ingenio y elocuencia, le preguntó qué arte profesaba, a lo cual respondió que él no sabía arte alguna, sino que era filósofo". Lo que hace el filósofo, por tanto, no es la sabiduría, sino tender a ella. En el significado de la palabra filosofía pueden hallarse dos notas esenciales del filosofar: la contemplación de la verdad o búsqueda de las causas de las cosas, y el deseo de una vida honesta, o sea, la consecución de la verdadera felicidad. Esta diversidad lo era para los antiguos y aún persiste en el concepto, según expresa Maurice Blondel: "En este concepto (el de filosofía) parecen aún implicados dos elementos distintos y solida­rios: el conocimiento especulativo de la verdad y la solución práctica y firme del problema del destino humano; en una palabra: reglas de vida y de carácter, fundadas sobre un pensamiento cierto".

 Aunque los problemas básicos de la filosofía son tan antiguos como el hombre que se los plan­tea, la filosofía como tal, es decir, como forma específica de pensamiento inconfundible con otras actividades del espíritu humano, nace en Grecia, en Mileto, ciudad de Jonia, en las colonias grie­gas del Asia Menor.

 Ahora bien, ordenar cronológicamente el pensamiento filosófico ha conducido a distinguir períodos según los cuales este pensamiento se ha ido desarrollando; así, se habla de una filoso­fía antigua, que comprende desde los siglos VI-V antes de nuestra era (a.n.e.) hasta el I de nuestra era (n.e.), o, según algunos autores, hasta el 529 de n.e., año en que se clausuran las escuelas de filosofía de Atenas; se habla de una filosofía medieval, que se des­arrolla hasta aproximadamente el siglo XVI; de una filosofía moderna, cuya vigencia alcanza has­ta comienzos del siglo XIX, y de una filosofía contemporánea, que se despliega hasta la actua­lidad. Aunque aceptable en líneas generales, esta división tiene sólo valor didáctico.


 Para acercarse del modo más adecuado al pen­samiento filosófico griego, es necesario tener pre­sente cuál fue el problema que preocupó primordialmente a los filósofos de Jonia. Toda la filo­sofía griega, por lo menos hasta Aristóteles, se nutre de un estado de ánimo fundamental que es el asombro. No un asombro circunstancial o fortuito causado por hechos aislados, sino el asom­bro fundamental y universal ante el cambiante y variado espectáculo del mundo. En efecto: la realidad exterior, que envuelve y en ocasiones presiona al hombre, es un proceso ininterrum­pido en el cual las cosas que la componen apa­recen, se alteran, crecen, desaparecen, para dar lugar a otras. En términos filosóficos, es una rea­lidad que "es" lo que "es", y al mismo tiempo "no es" lo que "es": más que algo terminado, parece ser un proceso de transformaciones cons­tantes. Nadie dudaría, por ejemplo, de que el agua de un río o del mar es precisamente agua; pero ocurre que esta agua sufre alteraciones y cambios, en cuanto el río se hiela o el calor la evapora. Ciertamente el hielo y el vapor son ambos agua; pero bajo un aspecto y con calidades tales y tan diferentes, que resulta por lo menos justificado plantearse el problema de si se trata de una sola cosa o de tres cosas diferentes. El asombro que hechos como éste causaron a los primeros filósofos griegos los llevó naturalmente a buscar una explicación, no sólo del proceso mismo del cambio, sino de la que parece ser carac­terística fundamental del mismo, a saber, que hay algo o debe haber algo permanente, estable, inmutable, que le sirve de base.

 Pero, veamos a los protagonistas:

 Tales de Mileto. La tradición atribuye a Tales de Mileto (640-546 a.n.e.) el primer plan­teamiento y la primera respuesta a la pregunta de cuál es el sustrato básico de todas las cosas, al que denominó Arché. Tales la habría resuelto afirmando que lo que "verdaderamente es", es el agua. No se sabe muy bien qué quiso decir con esto, si es que efectiva­mente lo dijo, porque la investigación histórica ha llegado a poner en tela de juicio incluso la existencia de Tales; pero cualquiera que haya sido el significado de semejante afirmación, en su dimensión filosófica ella significa que todo está hecho de agua y “la tierra descansa en el agua, como una isla”decía Tales, mientras que el agua es algo origi­nario que no se explica por ninguna otra cosa. Por lo demás, el agua cumple esa extraña condición de manifestarse en todos los procesos de cambio que sufre, permaneciendo siempre la misma; y esto es, en cierto, modo, un principio de explica­ción del espectáculo del mundo, al menos en sus aspectos principales. 
Tales de Mileto

 Anaximandro. El segundo nombre ilustre —pa­ra algunos el primero— de la filosofía jónica es Anaximandro (610-547 a.n.e.), también de Mileto. Anaximandro parece haber partido de la idea de que si lo originario, lo que "es" verdadera­mente, es una cosa real cualquiera de las que encontramos en torno nuestro, necesariamente el proceso que ella explica tendría que terminarse al­guna vez, porque ninguna de tales cosas es inago­table. Pero la terminación de tal proceso signifi­caría la destrucción y aniquilamiento del mundo; y esta idea es impensable para los griegos, for­mados en convicciones religiosas y míticas cen­tradas en la idea de un mundo que "ha sido" y "será" siempre. En consecuencia, Anaximandro propone como ente, como lo que es, lo que él llama lo Indefinido o lo Ilimitado, que no puede ser ninguna de las cosas reales existentes, todas definidas o finitas y limitadas. Precisamente estas cosas han llegado a "ser" lo que "son" en el momento en que "son", en la medida en que han conseguido diferenciarse, adquirir caracteres que las definan y distingan de todas las otras cosas; y por la misma razón vol­verán a sumirse en ese indefinido del cual han surgido, para dar lugar a nuevas cosas y asegu­rar así la continuidad de un proceso que no puede interrumpirse. En esta solución hay un elemento importante: lo Ilimitado no es ninguna sustancia o cosa real, sino que es una "idea", un concepto.
Anaximandro

 Anaxímenes. El tercer gran pensador de la es­cuela jónica es Anaxímenes (siglo VI a.n.e.), para quien lo que "es" verdaderamente es el aire. Pero, siguiendo en esto la enseñanza de su maes­tro Ánaximandro, Anaxímenes llama a este aire "indefinido"; lo cual hace sospechar que no se trata del aire común que respiramos, aunque cum­ple con una función similar. Justamente este aire, dice Anaxímenes, "mantiene la unidad del mun­do", como a nosotros mismos nos mantiene en unidad el aire que respiramos. Evidentemente, lo que mantiene nuestra unidad orgánica es el aire que respiramos; cuando dejamos de hacerlo, es decir, al morir —al exhalar el último suspiro, que es aire—, esa unidad orgánica se rompe, y el cuerpo, precisamente, se corrompe o descompo­ne. Esta idea implica la de que el mundo es algo orgánico, algo así como un ser vivo, similar al ser orgánico del hombre; y especialmente en este caso, como quiera que el hombre es el único ente capaz de penetrar los secretos del mundo, -ocupa en éste un lugar destacado: es un microcosmos, un mundo en pequeño, dentro del macrocosmos o conjunto de todas las cosas que "son". Esta concepción se ha mantenido en muchas de las llamadas filosofías orientales, y está muy próxima a la concepción del animismo primitivo, en el sen­tido de ver en todo cuanto se mueve o transforma una fuerza sobrenatural o divina; esto es lo que más tarde se llamó el alma.
Anaxímenes

 Pero para solucionar ese difícil problema del proceso o del cambio de las cosas es indispensa­ble conciliar dos ideas: una, la de que el cambio tiene un principio; otra, la de que este principio es ajeno al cambio, ya que de otro modo no podría explicarlo, sino que sería explicado también por él. Esta segunda idea no es muy clara en la escue­la jónica; pero sí lo es en el pensamiento ulte­rior, y de modo muy especial en Jenófanes.


 Jenófanes. El principio es para Jenófanes (na­cido en 536? a.n.e.) la Divinidad, cuya uni­dad alcanza un carácter espiritual por la forma en que la opone a la concepción religiosa politeís­ta vigente en su época. Esta divinidad es inmóvil, eterna, inalterable: en una palabra, no es afec­tada por ninguna de las posibles formas de cam­bio; pero al mismo tiempo intenta ser una expli­cación de este cambio, originado en ella. Esto sig­nifica que el principio del cambio y el cambio mismo aparecen separados de un modo terminan­te; y con esto se va haciendo cada vez más difícil explicar racionalmente el cambio a partir de un principio que parece ser precisamente su contrario. Esta dificultad abre el camino a los dos pensadores capitales de la filosofía presocrática: Heráclito de Éfeso y Parménides de Elea.
Jenófanes

 Heráclito. Éste filósofo griego, que vivió en los siglos VI-V a.n.e., parte de la afirma­ción categórica de lo que se halla al alcance de la experiencia inmediata de cualquiera: "todo cambia, todo deviene". En forma poética, ejem­plifica este principio en un pasaje en el que se re­fiere a las aguas del río, pasaje conocido en su versión corriente en la forma "
nunca nos bañaremos dos veces en el mismo río". Así como un río nunca es el mismo porque sus aguas corren y son siempre otras, todas las cosas del mundo cambian constantemente y nunca son las mismas. Esto se explica porque en cada cosa actúan en forma simultánea dos principios contrarios: lo jo­ven y lo viejo, lo húmedo y lo seco, lo frío y lo caliente, etcétera; el predominio de un principio sobre su contrario es lo que causa precisamente el cambio de las cosas en que actúan. El cambio es entonces él resultado de una oposición, de una lucha; y en este sentido declara Heráclito que "la discordia es padre de todas las cosas". En esto se advierte otra vez que la discordia, principio del cambio, no cambia ella misma, es decir, que por debajo del proceso de todas las transformaciones hay algo que permanece inalterable. Por otra par­te, si bien Heráclito insiste en el fluir constante de las cosas, también destaca que este fluir obe­dece a leyes, que es un proceso ordenado, regular y armónico, nociones todas que se vinculan es­trechamente con la de permanencia. Esta armo­nía es ejemplificada por Heráclito en el arco y la lira. El arco es el resultado de dos tensiones, la de la cuerda y la de la madera; si ambas ten­siones se equilibran o armonizan, la flecha está quieta; pero al soltarse la cuerda, una de las tensiones predomina sobre la otra y la flecha se mue­ve, es decir, cambia, en este caso, de lugar. En la lira, la tensión de la madera y la de las cuer­das se oponen; pero sólo si están en equilibrio —armonizadas— el instrumento suena agradable­mente. La armonía que produce la lira no es más que un caso particular de la que existe entre todas las cosas, por debajo de los procesos de cambio que sufren. Esta armonía, que en cierto modo limita los alcances de la discordia, explica que el cambio no opere al azar ni en forma brusca; por el contrario, ocurre según un plan, un orden, una razón; "todo ha sido hecho conforme a la razón". La encarnación sensible de esta razón es el fuego; por eso el mundo "es fuego siempre vivo", y como el alma del hombre está hecha de fuego ("de luz seca"), resulta mantenida la idea de que el hom­bre es parte integrante, como mundo en peque­ño, del mundo que lo rodea.
Heráclito

 Parménides. Este filósofo, que vivió en el si­glo V a.n.e., parte de la afirmación categó­rica de la constancia, permanencia e invariabilidad del ser: el "ser" es. Lo primero que se des­prende es que el "no ser" no es; por lo tanto, no puede siquiera ser pensado, ya que para que algo sea pensado necesita antes "ser". Pensar el "no ser" resulta, por lo tanto, contradictorio; y con ello se comprende por qué Parménides iden­tifica el "ser" con el pensar. Aquí aparece una nueva dualidad: el "ser" se opone al "no ser". Y esta dualidad es decisiva para las cosas, por cuanto éstas, respecto de su "ser", no tienen más que dos posibilidades: "son" o "no son". Estos tres principios se han incorporado desde Parménides a los campos de la metafísica, la ontología y la lógica, como principios fundamentales.

 Con Parménides hace crisis el problema de la explicación del cambio de las cosas. Este cambio es pensado por los griegos como un movimiento, pero en un sentido más amplio que el que se da actualmente a tal concepto. No sólo es movimien­to el de traslación o local; es también movimiento la alteración cualitativa y la alteración cuantita­tiva; y, sobre todo, es movimiento el cambio sus­tancial, según el cual las cosas "llegan a ser" o "dejan de ser". Cabe notar, de paso, que estas expresiones —"llegar a ser", "dejar de ser"—, co­rrientes en nuestro lenguaje, llevan todavía aso­ciada la idea de un movimiento. Este problema del cambio sustancial, dentro de los límites de la filosofía de Parménides, es inexplicable. En efec­to, habría que entenderlo como un tránsito del "no ser" al "ser", o del "ser" al "no ser". Pero para pensar este tránsito habría antes que pen­sar el "no ser", lo cual es imposible. En conse­cuencia, el movimiento es impensable; y por ex­tensión lógica resulta impensable en cualquiera de sus cuatro formas fundamentales. Sobre esta base, Parménides descubre las notas fundamen­tales del "ser" tal y como él lo interpreta:

 1. El "ser" no puede tener principio ni fin; es eterno.

 2. Es imposible que el "ser" se altere o se transforme en otra cosa; es inmutable.

 3. No puede haber dos "seres", porque si hu­biera dos "seres", entre ellos habría el "no ser"; pero para que haya el "no ser", el "no ser" debe "ser", lo cual es imposible; es único.

 4. Por la misma razón no es limitado, ya que si lo fuera, más allá de sus límites habría o sería el "no ser", lo cual es imposible; es infinito.

 En resumen: pensar que el ser cambia, es de­cir, pensar que existe el movimiento, es contra­dictorio. Pero ello no quiere decir que Parménides niegue la existencia del movimiento: esto cualquie­ra puede comprobarlo sin más esfuerzo que hacer uso normal de sus sentidos. Lo que ocurre es que precisamente captamos mediante los sentidos lo que cambia, lo que deviene, lo que fluye, en una palabra, lo que "es", pero impropiamente, por­que "es" y al mismo tiempo "no es". Sin embargo, lo que las cosas "son" de una vez para siempre, lo inmutable de las cosas, lo que ellas "son" real­mente, lo captamos por medio del pensar, iden­tificado, en forma expresa, con el "ser". Por eso distingue Parménides dos vías o caminos que lle­van al conocimiento de las cosas: la de la opinión, que se detiene en el "ser" aparencial de las mis­mas; y la de la verdad, que es capaz de penetrar en su última esencia. De este modo, mientras Heráclito insiste en la idea de la permanencia del cambio, Parménides separa de un modo ra­dical el cambio de lo permanente; y con esto declara insoluble el problema del movimiento, aunque no llegue a declarar inexistente el mo­vimiento mismo.
Parménides

 Zenón. Esta imposibilidad de resolver el pro­blema del movimiento es recogida e ilustrada por la escuela eleática, especialmente por Zenón (nacido hacia 490 a.n.e.), de quien se han hecho clásicas las paradojas que propone a éste respecto. Si Aquiles, dice Zenón, corre una ca­rrera con una tortuga dándole una ventaja inicial cualquiera, nunca podrá alcanzarla. Es evidente que esto no ocurre en la realidad; pero la reali­dad es materia de conocimiento sensible, y por lo mismo inseguro. El conocimiento verdadero conduce a pensar que si la distancia inicial que separa a Aquiles de la tortuga, la ventaja, está formada por infinitos puntos, y como quiera que moverse es ir de un punto a otro, Aquiles, para recorrer infinitos puntos, necesita infinito tiempo, de donde se sigue que nunca llegará adonde está la tortuga. El movimiento existe, pues, pero es contradictorio, paradójico.
Zenón

 Pitágoras. Se atribuye a Pitágoras (siglo V a.n.e.) la fundación de la escuela filosófica llamada pitagórica, que, más que una escuela, parece haber sido una asociación religiosa en la que con el tiempo se llegó incluso a adorar a su fundador como un dios. De aquí deriva el ca­rácter marcadamente práctico de la escuela, para la cual la filosofía no es asunto de pensamiento, sino primordialmente un ideal de vida. Para rea­lizar este ideal es necesario vivir una vida con­templativa o teorética, lo cual supone la nece­sidad de superar lo que se opone a ello, en primer lugar, el cuerpo, fuente de las necesidades mate­riales, llamado "tumba del alma" por los pitagó­ricos. Pero el desarrollo ulterior de la escuela la lleva a abordar problemas teóricos, especialmente el de determinar qué es lo que verdaderamente "es". Las soluciones que la filosofía jónica había dado a este problema estaban centradas en ele­mentos o entes reales, por mucho que tuvieran una proyección metafísica: el agua, el aire, la tierra, el fuego. Los pitagóricos descubren que hay otros entes, los números, que también "son", y que incluso "son" en un sentido más radical que las cosas reales, por cuanto las relaciones que se establecen entre ellos no pueden ser mo­dificadas a voluntad; en consecuencia, tienen ca­rácter de permanentes. A esta idea parece haber­los llevado la comprobación de que los tonos de la lira guardan una relación numérica con la lon­gitud de las cuerdas; de este modo, la armonía total de la lira podría ser expresada mediante re­laciones numéricas. Tal vez basados sobre el pensamiento de Heráclito, concluyeron que, de la misma manera, la transformación o el cambio de la realidad se lleva a cabo de un modo armónico y ordenado porque está regido por una relación numérica, pensable o racional. Pero por otro la­do, los números y sus relaciones, que explicarían el proceso del cambio, no cambian ellos mismos; y en esto hay una evidente similitud con el pen­samiento de Parménides. Por esta razón se con­sidera al pitagorismo como una "filosofía de con­ciliación" entre los pensamientos aparentemente opuestos de Heráclito y Parménides.
Pitágoras

 Precisamente en Parménides, como queda dicho, hace crisis el problema del movimiento, en cuan­to se lo declara insoluble. La razón de la dificul­tad es clara: se trata de explicar una realidad múltiple y móvil por medio de un principio único e inmóvil; y sobre la base de notas tan heterogé­neas parece imposible lograr que ambas cosas se concilien. Para que esta conciliación sea via­ble, es necesario asignar al principio del cambio algunas de las notas que tiene el cambio mismo; y de modo señalado, la multiplicidad y la movi­lidad.

 Esto es lo que intentan Anaxágoras, Empédocles y el atomismo, como se podrá comprobar a continuación.

Anaxágoras y Empédocles y el Atomismo. Co­mún a estas tres concepciones es la idea de que generación (llegar a ser) y corrupción (dejar de ser) son nombres que no corresponden a ningún proceso real. Lo que ocurre en realidad es un proceso de mezcla o de separación de elementos originarios, que Empédocles (490?-435 a.n.e.) llama raíces; /Anaxágoras (500-428 a.n.e.), homeomerías, y el atomismo, átomos. En esta tendencia se advierte un desarrollo de com­plejidad creciente; las raíces de Empédocles son cuatro: agua, tierra, aire, fuego; las homeome­rías son en cambio en número infinito, e infini­tamente divisibles, mientras que los átomos son también en número infinito, pero indivisibles. Mas mientras Empédocles recurre al Amor y al Odio como fuerzas míticas que operan la unión y sepa­ración —respectivamente— en que se originan las cosas, Anaxágoras atribuye esta función a un principio racional, la Inteligencia, que reúne las homeomerías en configuraciones inteligibles; gra­cias a esto, las distintas partes de las cosas y de los organismos guardan entre sí una relación ar­mónica. Los atomistas, en cambio, explican la unión y separación de los átomos sobre la base de afinidades existentes entre ellos en virtud de su composición material; de modo que las diferen­cias de cualidades que existen entre las cosas no se deben a la intervención de ningún principio superior, ni mítico ni espiritual, sino a la mayor o menor cantidad de átomos reunidos. Es ésta, podría decirse, la primera metafísica materialista de la historia.

Bien, hasta aquí esta primera entrega. No tan fácil de digerir, ¿verdad? Pero, ¡nadie dijo que lo fuera!

Seguiremos este minitour en próximas notas. Por el momento, les digo:

¡Hasta entonces!

domingo, 22 de octubre de 2023

¡Seremos cyborgs!


El 6 de septiembre de 2021, estimados amigos, escribí en la nota de este blog titulada: Robots conscientes: ¿El próximo paso de la evolución? Parte 2 de 2, lo siguiente:

Bien, para finalizar, ¡Por ahora!, nuestro recorrido por estos temas, veamos una posibilidad de supervivencia, frente a la IA y a la robótica, que encarna la frase: ¡Si no puedes vencerlos, úneteles!

Esta estrategia supone que el humano se transforme en un ser mezcla de Biología y Robótica, es decir: En un cyborg. Evidentemente, debemos comenzar por definir qué es un cyborg.

El término cyborg proviene de un acrónimo en inglés mezcla de cyber (cibernético) y organism (organismo). Es decir, estamos hablando de un organismo cibernético, en otras palabras, una criatura compuesta de elementos biológicos y dispositivos cibernéticos​ agregados con la intención de mejorar las capacidades de la parte orgánica mediante el uso de tecnología.


El término fue acuñado por Manfred E. Clynes y Nathan S. Kline en 1960 para referirse a un ser humano mejorado que podría sobrevivir en entornos extraterrestres. Llegaron a esa idea después de pensar sobre la necesidad de una relación más íntima entre los humanos y las máquinas en un momento en que empezaba a trazarse la nueva frontera representada por la exploración del espacio. Diseñador de instrumentación fisiológica y de sistemas de procesamiento de datos, Clynes era el director científico del Laboratorio de Simulación Dinámica del Rockland State Hospital, en el estado de Nueva York. El término apareció por primera vez en forma impresa, 5 meses antes, cuando Clynes y Kline presentaron por primera vez un trabajo, con la siguiente definición: «Un cyborg es esencialmente un sistema hombre-máquina en el cual los mecanismos de control de la porción humana son modificados externamente por medicamentos o dispositivos de regulación para que el ser pueda vivir en un entorno diferente al normal».

Y la creación de cyborgs dista de ser algo nuevo y ya ha comenzado hace tiempo.​ Por ejemplo, una persona a la que se le haya implantado un marcapasos podría considerarse un cyborg, puesto que le sería más difícil sobrevivir sin ese componente mecánico. Otras tecnologías médicas, como el implante coclear, que permite que un hipoacúsico oiga a través de un micrófono externo conectado a su nervio auditivo, también hacen que sus usuarios adquieran acceso a un sentido gracias a la tecnología.

Más aun, alguien dijo alguna vez: Si quieres conocer el futuro, lee la ciencia ficción. Y así, The Six Million Dollar Man, (en Argentina conocida como El hombre biónico), una película de televisión de 1973 transmitida por la red ABC, se convirtió en una serie semanal en 1974, pasando a ser un éxito internacional en más de 70 países. En ella, el actor Lee Majors interpreta al coronel de la USAF Steve Austin, un astronauta y piloto de pruebas que intenta salvar una aeronave experimental y termina estrellándose. Los médicos deben amputarle ambas piernas y el brazo derecho; además pierde la visión del ojo izquierdo. Pero la agencia gubernamental O.S.I. que trabajaba en el desarrollo de un proyecto secreto llamado Biónica, toma a Steve como sujeto de prueba y reemplaza sus miembros perdidos por partes cibernéticas que tienen un costo de seis millones de dólares (de ahí el nombre de la serie), reclutándolo para complejas misiones que solo son posibles gracias a sus nuevas habilidades y fuerza.

Sin embargo, el mayor reto para la Biónica es la conexión de chips al cerebro que potencien el funcionamiento de este y permitan al hombre igualar las prestaciones de un robot inteligente o, más importante, de un robot consciente.

¿Podrá, esto último, lograrse? Si se tuviera todo el tiempo disponible, con toda seguridad que sí. De hecho, ya hay empresas trabajando en ello, como la de Elon Musk. Pero, hay circunstancias limitantes:


1. Que aparezcan robots conscientes antes de que se logren cyborgs competitivos.

2. Que las luchas intestinas entre los humanos para ver quién se transforma en un cyborg más poderoso, o a quienes se deja fuera de la transformación, demoren la consecución de cyborgs que se encuentren en un pie de igualdad con los robots conscientes y se caiga, entonces en la circunstancia 1.

Lo cierto es que la evolución parece que mostrará un giro sorprendente en el que, por vez primera, será el hombre el que produzca el cambio… ¿O serán los robots conscientes los que diseñen el hombre del futuro?

Pues bien, la empresa de Elon Musk, Neuralink, ha informado que pronto comenzarán los ensayos clínicos en seres humanos.

Ahora, ¿qué clase de ensayos clínicos? Pues, los que conllevan la conexión de circuitos eléctricos al cerebro.

O sea, un paso necesario para convertirnos en cyborgs.

La empresa lo anunciaba recientemente, y aunque dicho proceso será largo —se estiman seis años— es un paso decisivo para el avance de su tecnología BCI (Brain-Computer Interface = Interfase cerebro-computadora). Lo importante de este proyecto no es que pueda ayudar a pacientes con algún tipo de parálisis: el objetivo final de Musk es en realidad otro muy distinto.

"Simbiosis con la IA". El magnate lleva años dejando claro que en realidad lo que quiere conseguir con Neuralink es "lograr la simbiosis con la inteligencia artificial" y "fusionar" a los humanos con la IA. Para él, el riesgo de la aparición de una inteligencia artificial general es real, pero gracias a los implantes de Neuralink los humanos no "se quedarán atrás" y no serán "mascotas" de las máquinas.

Bueno, pareciera que Elon lee mi blog. Elon y Nivi (yo), ¡un solo corazón!

Hay más BCI en desarrollo. En estos últimos años y también meses hemos visto cómo son varios los avances destacables en este campo. El gobierno de los Estados Unidos está trabajando en su propia solución, Meta también está en ello y varios avances en interfaces cerebro-máquina han logrado resultados prometedores a la hora de "leer la mente" de los pacientes. Pacientes de ELA y también pacientes con otros tipos de parálisis han logrado comunicarse o mejorar su condición con este tipo de soluciones.

No es necesario taladrar el cerebro. Aunque la solución de Neuralink es especialmente invasiva, hay proyectos que aprovechan otro tipo de solución: la empresa Synchron lleva años trabajando en una endoprótesis que se introduce en un vaso sanguíneo en la corteza motora del cerebro. Una vez allí ese elemento se despliega como una flor y sus sensores captan las señales de las neuronas. Esto ya ha permitido a varios paralíticos tuitear y enviar mensajes de texto con sus pensamientos.

Ancho de banda. Según comentario s de un exingeniero de Neuralink a Vox, la empresa trabajó en esa aproximación al problema, pero la descartaron al poco tiempo. ¿La razón? El ancho de banda. Musk lleva años insistiendo en ello, y ya en 2017 indicó que "una interfaz de gran ancho de banda con el cerebro será algo que ayude a lograr una simbiosis entre la inteligencia humana y la de las máquinas y quizá resuelva el problema del control y el de la utilidad". Con la solución que, por ejemplo, desarrolla Synchron el ancho de banda al que aspiraba Musk no era suficientemente grande.

Hay otras opciones. Hay otras empresas como Precision que han demostrado otras opciones: tienen una delgada película que cubre la superficie del cerebro con 1.024 electrodos —los mismos que el implante de Neuralink— y que ofrece señales similares. No penetra en el cerebro y ya ha sido implantada en algunos pacientes con aparente éxito. Ben Rapoport, neurocirujano que dejó Neuralink para fundar precisamente esta empresa, cree que se puede crear un BCI de alta fidelidad "sin dañar el cerebro".

Riesgos éticos. Para Rapoport, Neuralink no parece demasiado interesada en investigar alternativas menos invasivas, y aquí los riesgos de privacidad o integridad mental generados por su solución no han sido aclarados por la empresa de Elon Musk. Según este neurocirujano, no hay razones claras para seguir insistiendo en esos implantes tan invasivos, y afirma que "no sería ético utilizar una tecnología más invasiva si se puede conseguir el mismo rendimiento con métodos menos invasivos".

Brainjacking. Y además hay otros riesgos de futuro. Si estos implantes de Neuralink acaban funcionando, debemos ir preparando una regulación para evitar malos usos de la tecnología. Con dichos implantes se plantean posibilidades distópicas que permitirían a los gobiernos escanear nuestras ondas cerebrales —China ya parece estar haciéndolo—, pero también ofrecerían a futuros hackers la posibilidad de "hackear" nuestros cerebros, lo que los expertos en neuroética llaman 'brainjacking'.

Pero, veamos la parte buena, ¿se imaginan nuestro cerebro conectado a un chip de computadora que amplíe sus potencialidades enormemente?

Los dejo paladeando esa idea, ¡Hasta la próxima!

domingo, 15 de octubre de 2023

El cometa de Halley

 

Les cuento, queridos amigos, que huroneando en mi biblioteca di con un libro del inefable Isaac Asimov que yo comprara en la ya lejana década de 1980.

 Como algunos de ustedes sabrán, Asimov nació en Petrovichi, Smoliensk, en 1920, de manera que era de origen ruso y murió en Nueva York en 1992.

 Asimov destacó especialmente en el género de la ciencia-ficción y en la divulgación científica.

 Era de familia judía y fue el primogénito del matrimonio formado por Judah Asimov y Anna Rachel Berman. Algunos biógrafos fijan erróneamente su nacimiento el día 4 de octubre de 1919, sin reparar en el hecho de que su madre modificó esta fecha con el propósito de que el pequeño Isaac pudiese ingresar en la enseñanza pública un año antes del que le correspondía por su edad.

 A comienzos de 1923, la familia Asimov abandonó la recién creada Unión Soviética para trasladarse a los Estados Unidos de América. Instalados, en un principio, en el barrio neoyorquino de Brooklyn (habitado en su mayor parte por ciudadanos hebreos), los Asimov salieron adelante en su nuevo país merced a la tienda de dulces regentada por el cabeza de familia, negocio que poco a poco fue prosperando y mudando de ubicación.

 Bien, como les digo, di con su libro, titulado “X representa lo desconocido” y en él encontré un capítulo dedicado a los cometas en general y al cometa Halley en particular. Juzgué oportuno compartirlo con ustedes más allá de algunos conceptos matemáticos que se pueden saltear si uno no los saborea. Los dejo, entonces, en compañía de Isaac:

 
Isaac Asimov

Nos acercamos al momento en que el cometa de Halley, como suele decirse ahora, el cometa Halley, volverá a aparecer en el cielo. Debido a la posición relativa del cometa y la Tierra cuando pasó aquél, su aparición no será muy espectacular; pero creo que, a pesar de ello, merece un ensayo.

 El cometa Halley es, por muchas razones, el más famoso de todos.

 Ha estado apareciendo sobre el cielo de la Tierra cada setenta y cinco o setenta y seis años, durante un período de tiempo indefinido, pero con toda certeza desde 467 a.n.e., en que fue registrado y descrito por primera vez. Designemos esta aparición como la nº 1.

(a.n.e. = antes de nuestra era)

 No todas las apariciones posteriores fueron registradas. Por ejemplo, la nº 2 (391 a.n.e) y la nº 3 (315 a.n.e. están en blanco.

 La primera aparición notable fue la nº 7 (11 a.n.e.), pues es posible que Jesús de Nazaret naciese en aquel tiempo o poco después. Por consiguiente, alguien ha sugerido que fue el cometa Halley el que dio origen a la tradición de la «Estrella de Belén».

Los cometas fueron considerados, generalmente, como prenuncios de desastres, y, cuando aparecía uno en el cielo, todo el mundo estaba seguro de que algo terrible iba a suceder. Y no se veían defraudados, porque siempre ocurría algo terrible| Desde luego, siempre ocurre algo terrible, aunque no haya ningún cometa en el cielo, pero nadie prestaba atención a esto. Prestársela habría sido algo racional, y, ¿quién quiere ser racional?

La clase de desastre augurado por un cometa solía ser la muerte de algún caudillo reinante (aunque, habida cuenta del carácter y de las virtudes de la mayoría de los caudillos, sigue siendo un misterio por qué se consideraba aquello tan desastroso).

Así, en el Julio César de Shakespeare, Calpurnia advierte a César de los malos presagios del cielo, y le dice:

 Si muere un pordiosero, no hay cometas;

el cielo brilla cuando muere un príncipe.

 En el año 837 de nuestra Era, Ludovico Pío gobernaba el Imperio franco. Era un emperador bien intencionado, pero incompetente por completo, cuyo reinado fue un desastre, a pesar de ser hijo de Carlomagno. Tenía entonces cincuenta y ocho años de edad, y llevaba reinando veinticinco. Dado el promedio de vida de aquella época, nadie se habría sorprendido en caso de fallecer entonces de muerte natural.

 Sin embargo, aquel año hizo su aparición nº 18 el cometa Halley, y todo el mundo creyó que la muerte de Ludovico era inminente. En realidad, murió al cabo de cuatro años, pero esto fue considerado como una confirmación del presagio del cometa.

 La aparición nº 21 se produjo en 1066, precisamente cuando Guillermo de Normandía se preparaba para invadir Inglaterra y Harold de Wessex se disponía a rechazar la invasión. Era una situación en la que el cometa no podía perder. Sería desastre para un bando o para el otro. Como todos sabemos, el desastre fue para Harold, que murió en la batalla de Hastings Guillermo conquistó Inglaterra y estableció un linaje de monarcas que ha permanecido desde entonces en el trono, por lo cual el cometa no fue ningún desastre para él ni para su estirpe.

 La aparición nº 26 se produjo en 1456, y el cometa Halley demostró su habilidad de predecir retrospectivamente. Los turcos otomanos habían tomado Constantinopla en 1453, y esto fue tal vez considerado como una catástrofe que amenazaba toda la cristiandad (aunque, por aquel entonces, Constantinopla no era más que una sombra de lo que había sido antaño y su pérdida sólo tenía un valor simbólico).

No obstante, la caída de Constantinopla no pareció un desastre oficial hasta que apareció el cometa. Entonces se surgió el pánico, y se produjo un incesante toque de campanas y rezo de oraciones.

La siguiente aparición, la n.* 27 se produjo en 1532 cuando, por primera vez, fue saludado por algo más que gritos de pánico. Un astrólogo italiano, Girolamo Fracastoro (1483-1553) y un astrónomo austríaco, Peter Apiano (1495-1552) advirtieron que la cola del cometa apuntaba en dirección contraria al Sol. Cuando pasó por delante de éste, la cola cambió de dirección, pero siguió apuntando en dirección contraria al Sol. Fue la primera observación científica que consta en relación con los cometas.

 La aparición n. 29 se produjo en 1682 y fue observada por un joven astrónomo inglés, Edmund Halley (1656-1742). Halley, que era buen amigo de Isaac Newton (1642-1727), estaba empeñado en persuadir a éste de que escribiese un libro que sistematizase sus nociones. Cuando la Real Academia se mostró reacia a publicar el volumen —el libro científico más grande que jamás se había escrito—, sólo porque era probable que causase controversias, Halley lo publicó por su cuenta en 1687. (Se dio el caso de que había heredado dinero en 1684, al morir su padre asesinado.)

 El libro de Newton contenía, entre otras cosas, su ley de la gravitación universal, que explicaba los movimientos de los planetas alrededor del Sol y los de los satélites alrededor de los planetas.

¿No podía explicar también el movimiento de los cometas, y sus aparentemente imprevisibles y erráticas apariciones, y eliminar de una vez y para siempre los irracionales pánicos engendrados por tales apariciones?

Halley siguió cuidadosamente el curso tomado en el cielo por el cometa de 1682, y lo comparó con los seguidos por otros cometas, según las informaciones que se habían conservado. En 1705 había establecido el curso de unas dos docenas de cometas, y le llamó la atención el hecho de que los de 1456, 1532, 1607 y 1682 hubiesen seguido aproximadamente el mismo curso y aparecido a intervalos de unos setenta y cinco años.

 Por primera vez, a alguien se le ocurrió pensar que los diferentes cometas podían ser, en realidad, distintas apariciones periódicas del mismo cometa. Halley sugirió esto con referencia a aquellos cometas: que era uno solo y seguía una órbita fija alrededor del Sol y que volvería a aparecer en 1758.

 Aunque Halley vivió hasta la avanzada edad de ochenta y seis años, no pudo ver si su predicción era confirmada o no, y tuvo que soportar bromas muy pesadas por parte de aquellos que pensaban que tratar de predecir la llegada de los cometas era una pretensión risible. Como ejemplo, el escritor satírico Jonathan Swift incluyó unas cuantas bromas crueles sobre este tema en la tercera parte de Los viajes de Gulliver.

Pero Halley tenía razón. El día de Navidad de 1758, pudo verse un cometa que se acercaba y, a primeros de 1759, resplandeció sobre el cielo de la Tierra. A partir de entonces fue conocido como el cometa de Halley, o el cometa Halley, y ésta fue su aparición nº 30.

 La aparición nº 31 se produjo en 1835. Fue el año en que nació Samuel Langhorn Clemens (Mark Twain). Al final de su vida, cuando los desastres familiares le habían quebrantado y sumido en la depresión y la amargura, dijo repetidamente que había venido al mundo con el cometa, y se marcharía con él. Acertó. El cometa resplandecía en el cielo cuando él nació y volvió a resplandecer, en su aparición nº 32, cuando murió, en 1910.

 Podríais pensar que, una vez establecida la órbita de al menos algunos cometas, y demostrado que sus apariciones son respuesta automática a las exactas predicciones de la ley la gravedad, los cometas fueron considerados generalmente con serenidad, con admiración y no con miedo.

Pero no fue así. Resultó que los astrónomos pensaron que el cometa Halley se acercaría lo bastante a la Tierra para que Ésta pasase a través de su cola, e inmediatamente un número increíble de almas sencillas puso el grito en el cielo creyendo que la Tierra sería destruida. Al menos — insistían— los gases nocivos de la cola del cometa envenenarían la atmósfera terrestre.

 Y había gases nocivos en la cola del cometa, pero ésta era tan tenue, que un millón de kilómetros cúbicos de su cola contenían menos gases de los que brotan del tubo de escape de un automóvil que pasa por la calle.

Sin embargo, era inútil tratar de explicarlo, porque con ello se apelaba a aquella vieja y horrible condición de racionalidad. Además, los malos vientos soplan bien para algunos. Muchos truhanes emprendedores ganaron bonitas sumas vendiendo a los peatones «píldoras contra el cometa», diciéndoles que les protegería contra todos los efectos perniciosos del cometa. En cierto modo no hubo engaño, pues los que compraron las píldoras no sufrieron daño alguno a causa del cometa. (Naturalmente, tampoco lo sufrieron los que no lo hicieron.)

Ahora se acerca la aparición n. 33, y estoy completamente convencido de que, antes de que llegue el cometa, se producirán las acostumbradas predicciones de que California será engullida por el  mar, por lo cual muchas personas buscarán tierras más altas.

Si un cometa, como el de Halley, gira alrededor del Sol obedeciendo la ley de la gravedad y completando una órbita cada setenta y cinco o setenta y seis años (*), ¿por qué es sólo visible durante un corto período de aquel tiempo? Los planetas, en cambio, son visibles en todas sus órbitas.

(*) Hay algunas variaciones en el intervalo de regreso, porque la influencia de las atracciones planetarias al pasar los cometas puede reducir o acelerar la velocidad de sus movimientos y, de este modo, variar un tanto sus órbitas. Hay ocasiones en que una mayor aproximación de un cometa a un planeta —en particular a Júpiter— puede cambiar radicalmente la órbita de aquél.

En primer lugar, los planetas viajan alrededor del Sol en órbitas elípticas, casi circulares, de poca excentricidad. Esto significa que su distancia del Sol (y también de la Tierra) no varía demasiado al moverse a lo largo de sus órbitas. Si son visibles en parte de su órbita, lo serán también en toda ella.

En cambio, un cometa como el Halley se mueve en una elipse de gran excentricidad, casi en forma de cigarro. En un extremo de su órbita, está muy cerca del sol (y de la Tierra), mientras que en el otro está, ciertamente, muy lejos. Como  es un cuerpo pequeño, incluso un excelente telescopio sólo lo descubrirá cuando esté en aquella parte de la órbita más próxima al Sol («perihelio»). Fuera de esta región se pierde completamente de vista.

Más aún, un cometa es un pequeño cuerpo helado que, al acercarse al Sol, se calienta. El hielo de la superficie se evapora, soltando un polvo fino que estaba atrapado en aquél. Por consiguiente, el pequeño cometa está rodeado de un gran volumen de polvo brumoso que brilla a la luz del Sol, y el viento solar barre este polvo formando una larga cola. Lo visible es, más que el propio cometa, este polvo, y sólo aparece cuando el cometa está cerca del perihelio. Al apartarse el cometa del Sol, se hiela de nuevo. El halo de polvo desaparece, y sólo queda un pequeño cuerpo sólido, totalmente invisible. (Un cometa que haya gastado todos o la mayor parte de sus gases en apariciones previas puede haber quedado reducido a un núcleo rocoso, y ser muy poco visible incluso en el perihelio.)

 Por último, cualquier objeto en órbita se mueve más rápidamente cuanto más cerca está del cuerpo alrededor del cual gira. Por esta razón, un cometa se mueve con mucha más rapidez cuando está cerca del Sol y es visible, que cuando está lejos y no lo es. Esto significa que permanece cerca del Sol (y visible) por muy poco tiempo, y lejos del Sol (e invisible) por un largo tiempo.

 Por todas estas razones, el cometa Halley es perceptible a simple vista sólo durante una pequeña porción de su órbita de setenta y cinco años.

En su perihelio, el cometa Halley está a sólo 87.700.000 km del Sol. En este momento está más cerca del Sol que el planeta Venus. En su «afelio», cuando está más lejos del Sol, halla a 5.280.000.000 km de éste, mucho más lejos que el planeta Neptuno. En tales condiciones, ¿cómo comparar la dimensión de una órbita cometaria con las de otros objetos que giran alrededor del Sol? Una simple enumeración de las distancias no es bastante, ya que éstas varían muchísimo en el caso de los cometas.

Podemos considerar las áreas encerradas por las órbitas. Entonces tendremos una noción de tamaño relativo, con independencia de la excentricidad.

Así, el área encerrada por la órbita de la Luna al girar ésta alrededor de la Tierra es de unos 456.000.000.000 km2 y, para evitar los ceros, diremos que tal magnitud es igual a «1 área orbital lunar», o «AOL».

El satélite con área orbital más grande es J-IX, el satélite más externo de Júpiter. Su área orbital es de 59,5 AOL, o sea, unas 99.000 veces mayor que la de Fobos. Hay, pues, diferencias de cinco órdenes de magnitud entre los satélites.

Pero, ¿qué puede decirse acerca de las áreas orbitales planetarias?

La más pequeña conocida es la de Mercurio. Su órbita delimita un área de casi exactamente 23.000 AOL, lo cual significa que el área orbital planetaria es 386 veces mayor que la del satélite más grande. Está claro que la AOL no es una unidad conveniente para las áreas orbitales planetarias.

La Tierra describe una órbita cuya área es igual a unos 70.000.000.000.000.000 km2, de manera que un área orbital terrestre (AOT) es igual a poco más de 150.000 AOL.

Si empleamos el AOT como unidad, podemos fijar sin grandes dificultades las áreas orbitales de todos los planetas. Serían éstas:

Planeta              AOT

Mercurio           0,15

Venus                 0,52

Tierra                 1,00

Marte                 2,32

Júpiter               27,0

Saturno             91,0

Urano                368

Neptuno            900

Plutón                1.560

 Esto está bastante claro. Las áreas orbitales son, esencialmente, los cuadrados de las distancias relativas a que están los planetas del Sol.

Ahora bien, podemos abordar los cometas desde la misma base, teniendo en cuenta las excentricidades orbitales, que son demasiado grandes para prescindir de ellas en el caso de los cometas. Consideremos, por ejemplo, el cometa Encke, que, de todos los conocidos, es el que tiene la órbita más pequeña.

En su perihelio, el cometa Encke está a sólo 50.600.000 km del Sol, bastante más cerca de éste que Mercurio en su distancia media. En el afelio está a 612.000.000 km del Sol, casi tan lejos de éste como Júpiter. Si calculamos el área orbital del cometa Encke, resulta ser de 2,61 AOT.

Dicho en otras palabras: el cometa Encke tiene un área orbital sólo ligeramente mayor que la de Marte. Aunque puede llegar a estar casi tan lejos del Sol como Júpiter, su órbita tiene la forma de un cigarro grueso en comparación con la circular de Júpiter, de modo que el área orbital del cometa Encke es sólo una décima parte de la de Júpiter.

 ¿Y qué podríamos decir del cometa Halley, que llega a estar tan cerca del Sol como Venus en un extremo de su órbita y más lejos que Neptuno en el otro?

Su área orbital resulta ser de 82,2 AOT, casi como la de Saturno.

Comparemos ahora las elipses. Toda elipse tiene un diámetro más largo, el «eje mayor», que va desde el perihelio al afelio pasando por el centro de la elipse. Tiene también el diámetro más corto, el «eje menor», que pasa por el centro en ángulo recto con el eje mayor.

El eje mayor del cometa Halley tiene una longitud de 5.367.800.000 km, o sea, 8,1 veces más largo que el del cometa Encke (que tiene sólo 662.600.000 km). El eje menor del cometa Halley es de 1.368.800.000 km, o sea, 3,9 veces más largo que el del cometa Encke (que tiene 352.000.000 de km de longitud).

Adviértase que el eje mayor del cometa Halley es 39 veces más largo que su eje menor, mientras que el cometa Encke tiene un eje mayor que es sólo 1,88 veces más largo que el eje menor. Las proporciones de la órbita del primero son las de una elipse más alargada —un cigarro más largo y más delgado— que la del cometa Encke. Ésta es otra manera de decir que el cometa Halley tiene una excentricidad orbital mayor que la del cometa Encke. La excentricidad orbital del cometa Encke es de 0,847, mientras que la del cometa Halley es de 0,967.

Aunque el cometa Halley tiene una órbita que se estira hasta más allá de Neptuno, y a pesar de que necesita setenta y cinco años para girar alrededor del Sol, puede decirse que es un «cometa de período corto». Relativamente hablando, se acerca mucho al Sol y gira rápidamente a su alrededor.

Hay cometas que están mucho más lejos del Sol que el cometa Halley; cometas que están a distancias de un año luz o más del Sol y tardan un millón de años o más en completar una órbita. Todavía no hemos visto estos cometas tan lejanos, pero los astrónomos están razonablemente seguros de que existen.

 Desde luego, ahora sabemos de un cometa que, sin contarse entre estos tan lejanos, tiene, ciertamente, una órbita mucho más grande que la del cometa Halley.

 Es el cometa Kohoutek, el 1973-f. 1973 indica el año de su aparición y la letra “f” indica que fue el sexto detectado en dicho año. Puede que se trate del “cometa que fracasó”, porque nunca llegó a ser tan brillante como se esperaba.

 El cometa Kohoutek había sido observado acercándose (por Kohoutek), mientras estaba todavía más allá de Júpiter, lo cual indicaba que era un cometa grande, Hasta entonces no se había visto ningún otro a tal distancia.

 Si la composición del cometa Kohoutek hubiese sido similar a la del Halley —en su mayor parte material helado—, habría formado una enorme nebulosidad que se habría alargado en una cola formidable y mucho más brillante que la del cometa Halley. Desgraciadamente, el cometa Kohoutek resultó bastante rocoso, de modo que, al acercarse al perihelio, no había demasiado hielo presente para evaporarse y producir mucho fulgor. Por esta razón, el cometa Kohoutek resultó lamentablemente opaco en relación con su tamaño.

Sin embargo, era un cometa notable por su enorme órbita, la más grande de cualquier objeto conocido y observado en el sistema solar.

Cuando está más cerca del Sol, se encuentra a una distancia de tan sólo 37.600.000 km, o sea, más cerca del astro rey que Mercurio. Sin embargo, se aleja a una distancia de aprorimadamente 1/18 de año luz en el afelio, o sea, 75 veces más lejos que Plutón cuando este se encuentra a la mayor distancia del Sol.

 El eje menor, por ejemplo, tiene una longitud de 6.578.000.000 km, lo cual representa una distancia imponente. Significa que la elipse descrita por el movimiento del cometa Kohoutek alrededor del Sol es más ancha, en su grado máximo, que la órbita de Urano.

Pero este eje menor parece corto en comparación con la todavía más grande longitud del eje mayor, que es de 538.200.000.000 km.

El eje mayor de la elipse que dibuja la órbita del cometa Kohoutek es 81,8 veces más largo que el del Halley, mientras que el eje menor de aquél es sólo unas cinco veces más largo que el de éste. Esto evidencia que la excentricidad orbital del cometa Kohoutek es mucho más grande que la del Halley. La excentricidad orbital del cometa Kohoutek es de 0,99993, mucho mayor que la medida en cualquier otro cuerpo del sistema solar.

Se plantea otra pregunta: ¿Cuál es el área orbital del cometa Kohoutek? Respuesta: Aproximadamente 120.000 AOT o sea, unas 77 veces el área orbital de Plutón. Realmente enorme… pero, representa solo una pequeña fracción de las áreas orbitales de los cometas verdaderamente lejanos que giran alrededor del Sol a distancias de años luz.

Y: ¿Cuánto tiempo tarda el cometa Kohoutek en efectuar una órbita? Ateniéndonos a la tercera ley de Kepler, encontramos que el cometa Kohoutek visita el espacio próximo al Sol una vez cada 216.500 años.

Lo cual explica por qué se sorprendieron los astrónomos de la opacidad del cometa Kohoutek. No podían guiarse por el igualmente lamentable espectáculo de su anterior aparición, ya que, esta sólo los primitivos neandertahles pudieron observarla.

Y cuando aparezca la próxima vez, ¡quién sabe si habrá algún ser humano para verlo o, en caso de que lo haya, ¡si se habrán conservado documentos del año 1973!

Pero imaginemos que hay en el cometa Kohoutek seres vivas y lo bastante inteligentes como para darse cuenta de que hay una estrella en el cielo mucho más brillante que las otras y que, sin embargo, no es más que una estrella.

Durante muchos miles de años seguiría siendo «sólo una estrella», sin que se alterase su brillo de un modo perceptible. Y entonces llegaría un tiempo en que los astrónomos especializados en cometas podrían advertir que la estrella parecería aumentar ligeramente, muy ligeramente, su brillo. Éste aumento de resplandor continuaría. Empezaría a parecer que el aumento seguiría un ritmo ligeramente acelerado.

 En definitiva, la estrella llegaría a parecer un pequeño globo resplandeciente en el cielo, que se dilataría enormemente hasta convertirse en una llamarada de un calor y una luz inverosímiles.

Si imaginamos que aquellos seres vivos sobrevivieran, advertirían que aquella bola de luz y de calor alcanzaría un máximo, se encogería después rápidamente y seguiría encogiéndose con más y más lentitud, hasta convertirse de nuevo en una estrella brillante. La estrella palidecería durante cien mil años; después cobraría, lentamente, nuevo brillo durante otros cien mil años, hasta que, una vez más, volvería a producirse aquella loca llamarada de luz y calor.

 Si cualquiera de vosotros quiere escribir un cuento de ciencia-ficción situado en un planeta con una órbita semejante, será bien recibido.

Bien, hasta aquí el artículo de Asimov. Espero que haya sido del gusto de ustedes y bueno, me despido… ¡Ah!, no quisiera olvidarme de aclarar que el Halley volverá a hacer su aparición en 2061, de modo que los convoco para que nos reunamos todos para recibirlo.

 Deseo agregar que la última aparición del Halley fue en 1986, Asimov no lo menciona porque su libro es anterior.

¿Y hubo hechos importantes anunciados por él ese año, Martín?

Pues, juzguen ustedes:

La Selección Argentina gana en México su segundo Mundial de Fútbol, con Diego Maradona como figura excluyente. El presidente Raúl Alfonsín propone trasladar la Capital Federal a Viedma. Se produce una explosión nuclear en la planta de Chernóbil, Ucrania.

Y ahora sí, ¡Hasta la próxima!

domingo, 8 de octubre de 2023

¿Por qué yo soy yo?

  Preguntas como la del título de esta nota, queridos amigos, fueron las que me llevaron a perfilar una hipótesis acerca de qué es la consciencia y de cómo la adquirimos. Ya he adelantado algo al respecto en una nota anterior. Quisiera ahora redondear los conceptos y dejar firmemente establecida la dicha hipótesis.
  Para comenzar, digamos que el cerebro humano es, básicamente, una red neuronal. Bien es cierto que, además de las neuronas, el cerebro dispone de otras células como la glía. Sin embargo, las responsables de las funciones cognitivas son las neuronas.
Red neuronal artificial
  Ahora bien, ¿Qué se necesita para que yo, sea yo?
  Claramente, se necesita una red neuronal, pero también se necesita tener conocimientos, los que proveen los sentidos, inicialmente. Estos nos dicen lo que es caliente, frío, brillante, oscuro, suave, áspero, etc. Más tarde, en la vida del individuo, se adquieren conocimientos más sofisticados como los filosóficos, por ejemplo. En otras palabras, se necesita, además de la red neuronal, una base de datos.
Red neuronal humana
  He aquí por qué un bebé recién nacido necesita el amparo y la protección de sus mayores: Tiene una red neuronal, ¡pero no tiene una base de datos que la alimente! Solo con el paso del tiempo irá consiguiéndola, primero con sus sentidos, luego por sus mayores, luego la escuela, luego los libros ¡y siempre la vida!
  ¿Y entonces, Martín?
  Entonces, cuando su base de datos es robusta, emerge una personalidad. He aquí, también, por qué la personalidad de un adolescente es lábil. ¡Su base de datos todavía está en formación!
  He aquí, también, por qué la personalidad de un anciano es terca y dura. Porque, para bien o para mal, su base de datos está muy completa y no duda en sus asertos.
  Pero, volvamos al título de esta nota y al bebé recién nacido. 
  Supongamos que el tal bebé nace en la familia García, tiene una infancia normal, va a la escuela y luego a la universidad, donde estudia Ingeniería Industrial.
  Pero, ahora supongamos que la familia García sufre aprietos económicos y lo da en adopción de recién nacido. Lo adopta la familia Pérez. Se trata, como se puede ver, del mismo bebé, o sea, la misma red neuronal. Sin embargo, ahora la base de datos se llena de otra manera y el bebé, que antes devenía en un ingeniero, ahora puede ser, digamos, un cura.
  Conclusión: Nadie nace con un destino prefijado, sino que este se va construyendo de acuerdo a las circunstancias que le toca vivir.
  Un visionario José Ortega y Gasset cuando dijo: Yo soy yo y mis circunstancias.
  Resumiendo, la red neuronal nos permite el razonamiento y la base de datos define nuestra personalidad. 
  Desde luego que, mi razonamiento está influenciado por mi personalidad, es decir por mi base de datos, es decir, por las circunstancias que he vivido.
  O sea que, yo soy yo por la familia en que nací, por la escuela a la que fui y, en general, por las experiencias que he vivido, pero, de haber tenido otra familia, y otras circunstancias de vida, aún con la misma red neuronal, sería otra persona.
  A modo de ejemplo de lo que termino de decir, me gustaría contarles una historia verídica que conocí en una película americana que la relataba. Se trata de un sicópata americano que atravesó todo Estados Unidos, de este a oeste, matando y violando a quien se le cruzaba. Finalmente, fue apresado en Los Ángeles y, como son los americanos, sometido a estudio por psiquiatras. A preguntas tales como ¿Por qué la mataste?, respondía cosas como ¡Porque si!
  Ahora bien, al estudiar su vida se supo que era hijo de una prostituta que vivía y atendía en un motor-home, muchas veces con él presente y no solo presente, sino que muchas veces era golpeado por los clientes al querer proteger a su madre de los "ataques" que estos le propinaban. 
  Esa fue una fortísima experiencia de vida del niño que provocó que se blindara contra todo sentimiento y se transformara en un ser frío como una roca. Un sicópata. Sin embargo el hecho que le doliera que "atacaran" a su madre, demuestra que no nació así, se transformó en ello cuando su base de datos incorporó esta terrible realidad. Su personalidad quedó definida por ella.
  ¿Y la consciencia Martín?
  Bueno, para entender qué es lo que llamamos consciencia, debemos tener en claro que cada órgano del cuerpo tiene una función específica, el corazón bombea sangre, el riñón la filtra y así siguiendo. 
  ¿Y cuál es la función primordial del cerebro?
  Su función primordial es eslabonar recuerdos grabados en la base de datos para explicar los nuevos sucesos que ocurren en la vida. Es decir, ¡pensar!
  Por supuesto que el cerebro tiene otras funciones, pero esta es la principal. Y resulta que también es capaz de pensar acerca de si mismo y, además, cuando le llega la sensación de haberse quemado, por ejemplo, es él quien se ha quemado y, al reflexionar sobre si mismo surge, inevitablemente, la frase ME he quemado, YO me quemé. Y así vemos que ejerciendo su función propia, inevitablemente, el cerebro fabrica la entidad YO. Y es ese autopercibirse como YO lo que llamamos consciencia. Que, por otra parte no es privativa de los humanos ya que otros animales también la tienen. 
   ¿Qué se necesita para ser consciente? Claramente, un cerebro.
  Y no resisto aquí recordar la anécdota de la gorila Koko que ya les contara en una nota anterior. 
  Koko, que murió en el 2018, era famosa por haber aprendido una forma simplificada del Lenguaje de Señas Americano (ASL). Falleció mientras dormía en su reserva californiana a los 46 años. Un talento e inteligencia casi tan grandes como el afecto que demostró por los humanos.
  De hecho, ese talento para comunicarse intrigó durante mucho tiempo a los investigadores, quienes han debatido sobre los límites de las habilidades de Koko para comprender los símbolos en términos de lenguaje complejo. Eso sí, pocos dudan de que fue capaz de unir las palabras de manera efectiva para transmitir sus deseos, sus penas y posiblemente incluso su sentido del humor.
  Como ejemplo de sus capacidades, les cuento que cuando murió el gato que era su compañero, le dijo a su entrenadora: Gato, lloro, lo lamento, Koko, amor...
  Si eso no es un signo de consciencia, díganme ustedes qué es.
  Les dejo aquí un enlace a un video donde se la ve a Koko jugando con su amigo gato y luego llorando cuando le comunican que ha muerto.


  Obviamente, nuestra sensación de consciencia es más intensa que la de los demás animales porque contamos con un cerebro más poderoso, pero eso no quita que los restantes animales con cerebro tengan algún grado de consciencia. A los efectos de comparación, digamos que el peso promedio de un cerebro humano es de 1500 gramos, el de un gorila (que junto al orangután es quien nos sigue) es de 450 gramos y el de un conejo 12 gramos.
  ¿Y podrá haber, Martín, robots dotados de IA que lleguen a ser conscientes?
  ¡Ciertamente! De hecho ya algunas IA muestran signos de una incipiente consciencia. Vale la pena recordar que no es lo mismo inteligencia (capacidad de resolver problemas) que consciencia (autopercepción).
  Desde luego, hay otras hipótesis como, por ejemplo, la que sostiene que la consciencia es una manifestación de un alma insuflada por Dios al momento de la concepción, pero eso,... eso será motivo de otra nota.
  Por lo pronto me despido.
  ¡Hasta la próxima!




domingo, 1 de octubre de 2023

Novedades en la Ciencia y en la Tecnología

Bien, estimados amigos, comencemos con una muy prometedora noticia:

A pesar de permanentes esfuerzos, los investigadores no han podido desarrollar aún una forma segura y efectiva de tratar la enfermedad de Alzheimer (EA) utilizando productos farmacéuticos, de modo que también se recurre a métodos no farmacéuticos. Un nuevo estudio ha demostrado el potencial terapéutico de la terapia lumínica, o fototerapia, en el tratamiento de la EA, mostrando resultados prometedores en ratones, que se espera que puedan ser igual de efectivos en humanos.

Un estudio encontró que la terapia de luz durante el sueño podría ayudar al sistema linfático del cerebro a eliminar las proteínas beta-amiloides asociadas con la enfermedad de Alzheimer.

Este nuevo estudio encontró que la terapia de luz aplicada a los ratones durante el sueño profundo aumentó la capacidad del cerebro para eliminar la proteína beta-amiloide. Se trata de una proteína tóxica cuya acumulación en el cerebro forma placas entre las neuronas, interrumpiendo la función celular y favoreciendo así el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer. El hallazgo puede conducir a un tratamiento no farmacológico y no invasivo para la afección.

Esta terapia no farmacéutica emplea luces rojas y del infrarrojo cercano para estimular el cuerpo a curarse. Hay evidencia que sugiere que causa un aumento en el metabolismo y la microcirculación en el cerebro, además de revertir el estrés oxidativo y la inflamación. También hay evidencia de que la terapia lumínica puede estimular el sistema linfático del cerebro para eliminar desechos y toxinas.

Ahora bien, la meninge, membrana que cubre y protege el cerebro y la médula espinal, posee un sistema vascular linfático. Se ha demostrado que estos vasos linfáticos meníngeos, o VLM, eliminan la beta-amiloide.

Debido a que se descubrió que el sistema linfático del cerebro se activó durante el sueño, los investigadores probaron el efecto de la terapia lumínica durante la vigilia y el sueño no REM (profundo). Inyectaron beta-amiloide en el hipocampo – el área del cerebro preocupada por la memoria y el aprendizaje – de los ratones después de destruir sus VLM usando un láser. Se aplicó la terapia a los ratones una vez al día durante siete días usando un LED y se encontró que, durante el sueño, produjo una mayor reducción en la beta-amiloide. Se llega así a la conclusión de que la terapia estimuló la evacuación la beta-amiloide del hipocampo de manera más efectiva durante el sueño que durante la vigilia.

“En nuestros resultados, descubrimos que la terapia lumínica promueve la restauración de las funciones linfáticas después de una lesión de los VLM y que es más efectiva si se usa durante el sueño profundo frente a la vigilia” dijeron los investigadores.

Dicen que este tratamiento no farmacéutico y no invasivo podría usarse en personas con EA y otras afecciones que involucran el sistema linfático del cerebro.

“Dado que la terapia farmacológica de la EA no ha demostrado efectividad o seguridad, la terapia lumínica como enfoque no invasivo y seguro tiene altas perspectivas de implementación en la práctica clínica para el tratamiento de enfermedades cerebrales con trastornos linfáticos, como la EA, la enfermedad de Parkinson, el glioma, lesión cerebral traumática, hemorragias intracraneales” dijeron los investigadores.

El estudio fue publicado en la revista Fronteras de Optoelectronics.



Bien, en segundo lugar, tenemos reflexiones sobre la ética del cableado del tejido cerebral humano en las computadoras. Es decir, qué pensar del conexionado de neuronas y chips de computadora. En notas anteriores he manifestado mi opinión de que, para poder competir con los futuros robots asistidos por inteligencia artificial, debemos transformarnos en cyborgs, es decir cyber organisms, es decir organismos cibernéticos que estén formados por partes biológicas y partes electrónicas.

Dicho sea de paso, en la muy interesante serie sueca Humans, que luego se vendió a EE.UU. y se publicó con el nombre Real Humans, se llama a los organismos mezcla de robots y humanos hubots que, obviamente proviene de Humans + Robots. Se las recomiendo.

Veamos de qué se trata:

Cortical Labs tiene módulos informáticos prototipados construidos alrededor de células cerebrales humanas, y está buscando comercializar esta inteligencia de aprendizaje híbrida

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Cuando se toma 800.000 células cerebrales humanas, se las conecta a un chip híbrido informático-biológico y se demuestra que puede aprender más rápido que las redes neuronales, surgen preguntas.

Cortical Labs es una empresa australiana que realiza un trabajo alucinante que entreteje el tejido cerebral humano, cultivado a partir de células madre, con electrónica de silicio, donde las neuronas pueden hablar con los componentes de la computadora usando las mismas señales eléctricas que envían y reciben en el cuerpo, y exhiben comportamientos de aprendizaje al volver a cablearse constantemente, conexiones crecientes y cada vez más reducidas, como lo hacen en el cuerpo humano, cuando aprendemos.

La compañía dice que sus "neuronas humanas criadas en una simulación ... crecen, aprenden y se adaptan como nosotros." Que consumen mucho menos poder, y parecen aprender mucho más rápido, y generalizan el conocimiento aprendido de manera más efectiva, que los componentes básicos de las supercomputadoras de aprendizaje de refuerzo de hoy, mientras muestran "más intuición, perspicacia y creatividad."

Las neuronas vivas se vuelven a cablear continuamente sobre el sustrato de silicio, formando, fortaleciendo y debilitando las conexiones en respuesta a los estímulos.

De hecho, la compañía llegó al escenario mundial en 2022 con un artículo titulado "Las neuronas in vitro aprenden y exhiben sensibilidad cuando se encarnan en un mundo de juego simulado."

Sentencia – la capacidad de experimentar sensaciones o sentimientos – en este caso se refería a la aparente preferencia de las neuronas por la estimulación eléctrica ordenada y predecible cuando se conecta a un chip de computadora, a diferencia de la estimulación aleatoria e impredecible.

El equipo cortical utilizó efectivamente esta preferencia como un esquema de recompensa-castigo mientras alimentaba la información de las células sobre un videojuego – Pong – y les permitía mover la paleta, y descubrió que tanto las células cerebrales humanas como las de ratón podían descubrir rápidamente cómo funcionaba el juego, manteniendo la pelota en juego significativamente más tiempo después de solo 20 minutos en el sistema. Las neuronas humanas, quizás como era de esperar, mostraron una tasa de aprendizaje significativamente mayor que las del ratón.

https://www.youtube.com/watch?v=k0zzJx95J0Q
Explicador

Un momento emocionante para la ciencia y una revolución potencial en la informática, pero el concepto de sensibilidad implica que hay una entidad allí experimentando algo. Esto plantea preguntas éticas; ¿Tiene una colección de células cerebrales humanas, cultivadas en una placa de Petri, bañadas en líquido cefalorraquídeo y alimentadas con una imagen eléctrica de un mundo simulado, derechos morales?

Si finalmente le das control sobre un cuerpo robótico, dándole así una imagen eléctrica similar del mundo real a la que nos dan nuestros sentidos ¿cómo se llama esa cosa? Y a medida que la compañía se mueve para comercializar esta tecnología, ¿está todo el asunto remotamente bien?

Si bien la compañía claramente se ha inclinado ante toda la idea de sensibilidad en parte de su publicidad, Cortical Labs puso fin a la idea de que estas cosas podrían ser conscientes o conscientes de sí mismas, y construir un marco ético en su trabajo en esta etapa temprana. Como tal, se ha asociado con algunos de sus primeros críticos más vocales y presentó un estudio de encuadre para comenzar a iluminar el camino a seguir, planteando la idea de que estos chips de computadora vivos tienen mucho potencial para hacer el bien moral.

Neuronas humanas que crecen en un chip de silicio de Cortical Labs

https://www.youtube.com/watch?v=neV3aZtTgVM
Visitando el laboratorio Cortical

Fuente: Laboratorios corticales

Ahora bien, uno se pregunta, ¿Estas neuronas, conectadas a un circuito electrónico serán conscientes? Y cuando las implantemos en un robot, ¿habremos creado un ser consciente? ¿Y cuando las implantemos en un humano, ¿tendremos, finalmente, un cyborg?

Las respuestas no están claras, todavía, pero el tema ya dejó de ser patrimonio de la ciencia ficción para estar presente en los laboratorios.


Por último, tenemos la terapia génica dirigida que ayuda a caminar nuevamente a ratones completamente paralizados.


Los investigadores han demostrado en ratones una nueva terapia génica que puede regenerar los nervios dañados para que los ratones paralizados vuelvan a caminar.

Una lesión completa de la médula espinal resulta, trágicamente, en la parálisis total de todas las extremidades y músculos debajo del sitio de la lesión. Pero ahora, los científicos de EPFL han demostrado en ratones una nueva terapia génica que puede regenerar los nervios y restaurar la capacidad de caminar.

La médula espinal es, para usar un término tecnológico anticuado, la supercarretera de información del cuerpo. Los mensajes entre el cerebro y cualquier otra parte del cuerpo recorren el grueso conjunto de nervios allí a velocidades increíblemente rápidas. Como tal, el daño a este conducto puede ser debilitante, dejando a los pacientes sin sensación o movilidad en las áreas afectadas.

Como era de esperar, encontrar nuevas formas de reparar estas lesiones es un área clave de investigación, con estudios recientes que encuentran cierto éxito usando implantes, evitar el área lesionada, trasplantes de células nerviosas, y proteínas, moléculas o compuestos que ayudan a estimular la regeneración nerviosa. El equipo de EPFL había logrado regenerar fibras nerviosas mediante terapia génica, pero tuvo un éxito limitado.

“Hace cinco años, demostramos que las fibras nerviosas se pueden regenerar luego de lesiones anatómicamente completas de la médula espinal”, dijo Mark Anderson, autor principal del estudio. “Pero también nos dimos cuenta de que esto no era suficiente para restaurar la función motora, ya que las nuevas fibras no se conectaron a los lugares correctos en el otro lado de la lesión”

Para solucionar el problema, los investigadores estudiaron los procesos de reparación natural que tienen lugar después de una lesión parcial de la médula espinal. Utilizando una técnica llamada secuenciación de ARN nuclear unicelular, el equipo identificó los axones específicos que deben repararse para restaurar la función motora, y cómo pueden encontrar el objetivo correcto al otro lado de la lesión.

A partir de este análisis, los investigadores desarrollaron una nueva terapia génica para aumentar la reconexión de los nervios. La terapia activa los programas de crecimiento en ciertas neuronas para regenerar las fibras nerviosas clave, regula las ciertas proteínas que ayudan a las neuronas a crecer a través del tejido dañado, y moléculas agregadas que guían esos nervios regeneradores a sus objetivos en el otro lado.

En pruebas en ratones con lesiones completas de la médula espinal, el equipo descubrió que los animales tratados recuperaron la capacidad de caminar en cuestión de meses, terminando con una marcha similar a la de los ratones que se habían recuperado de una lesión parcial.

Si bien aún queda mucho trabajo por hacer antes de que este tipo de terapia se pueda aplicar a los humanos, el equipo dice que marca un paso clave hacia ese objetivo final.

“Esperamos que nuestra terapia génica actúe sinérgicamente con nuestros otros procedimientos que involucran la estimulación eléctrica de la médula espinal” dijo Grégoire Courtine, autor principal del estudio. “Creemos que una solución completa para tratar la lesión de la médula espinal requerirá ambos enfoques – terapia génica para volver a crecer las fibras nerviosas relevantes, y estimulación espinal para maximizar la capacidad de estas fibras y la médula espinal debajo de la lesión para producir movimiento”

La investigación fue publicada en la revista Ciencias. El equipo describe el trabajo en el video a continuación.

https://www.youtube.com/watch?v=mtPcWBXjOgk

La regeneración a través de lesiones completas de la médula espinal revierte la parálisis en ratones

Fuente: EPFL

Conjeturas, hipótesis, teorías.

La especulación o conjetura, es una forma filosófica de pensar para ganar conocimiento yendo más allá de la experiencia o práctica tradicion...