domingo, 22 de octubre de 2023

¡Seremos cyborgs!


El 6 de septiembre de 2021, estimados amigos, escribí en la nota de este blog titulada: Robots conscientes: ¿El próximo paso de la evolución? Parte 2 de 2, lo siguiente:

Bien, para finalizar, ¡Por ahora!, nuestro recorrido por estos temas, veamos una posibilidad de supervivencia, frente a la IA y a la robótica, que encarna la frase: ¡Si no puedes vencerlos, úneteles!

Esta estrategia supone que el humano se transforme en un ser mezcla de Biología y Robótica, es decir: En un cyborg. Evidentemente, debemos comenzar por definir qué es un cyborg.

El término cyborg proviene de un acrónimo en inglés mezcla de cyber (cibernético) y organism (organismo). Es decir, estamos hablando de un organismo cibernético, en otras palabras, una criatura compuesta de elementos biológicos y dispositivos cibernéticos​ agregados con la intención de mejorar las capacidades de la parte orgánica mediante el uso de tecnología.


El término fue acuñado por Manfred E. Clynes y Nathan S. Kline en 1960 para referirse a un ser humano mejorado que podría sobrevivir en entornos extraterrestres. Llegaron a esa idea después de pensar sobre la necesidad de una relación más íntima entre los humanos y las máquinas en un momento en que empezaba a trazarse la nueva frontera representada por la exploración del espacio. Diseñador de instrumentación fisiológica y de sistemas de procesamiento de datos, Clynes era el director científico del Laboratorio de Simulación Dinámica del Rockland State Hospital, en el estado de Nueva York. El término apareció por primera vez en forma impresa, 5 meses antes, cuando Clynes y Kline presentaron por primera vez un trabajo, con la siguiente definición: «Un cyborg es esencialmente un sistema hombre-máquina en el cual los mecanismos de control de la porción humana son modificados externamente por medicamentos o dispositivos de regulación para que el ser pueda vivir en un entorno diferente al normal».

Y la creación de cyborgs dista de ser algo nuevo y ya ha comenzado hace tiempo.​ Por ejemplo, una persona a la que se le haya implantado un marcapasos podría considerarse un cyborg, puesto que le sería más difícil sobrevivir sin ese componente mecánico. Otras tecnologías médicas, como el implante coclear, que permite que un hipoacúsico oiga a través de un micrófono externo conectado a su nervio auditivo, también hacen que sus usuarios adquieran acceso a un sentido gracias a la tecnología.

Más aun, alguien dijo alguna vez: Si quieres conocer el futuro, lee la ciencia ficción. Y así, The Six Million Dollar Man, (en Argentina conocida como El hombre biónico), una película de televisión de 1973 transmitida por la red ABC, se convirtió en una serie semanal en 1974, pasando a ser un éxito internacional en más de 70 países. En ella, el actor Lee Majors interpreta al coronel de la USAF Steve Austin, un astronauta y piloto de pruebas que intenta salvar una aeronave experimental y termina estrellándose. Los médicos deben amputarle ambas piernas y el brazo derecho; además pierde la visión del ojo izquierdo. Pero la agencia gubernamental O.S.I. que trabajaba en el desarrollo de un proyecto secreto llamado Biónica, toma a Steve como sujeto de prueba y reemplaza sus miembros perdidos por partes cibernéticas que tienen un costo de seis millones de dólares (de ahí el nombre de la serie), reclutándolo para complejas misiones que solo son posibles gracias a sus nuevas habilidades y fuerza.

Sin embargo, el mayor reto para la Biónica es la conexión de chips al cerebro que potencien el funcionamiento de este y permitan al hombre igualar las prestaciones de un robot inteligente o, más importante, de un robot consciente.

¿Podrá, esto último, lograrse? Si se tuviera todo el tiempo disponible, con toda seguridad que sí. De hecho, ya hay empresas trabajando en ello, como la de Elon Musk. Pero, hay circunstancias limitantes:


1. Que aparezcan robots conscientes antes de que se logren cyborgs competitivos.

2. Que las luchas intestinas entre los humanos para ver quién se transforma en un cyborg más poderoso, o a quienes se deja fuera de la transformación, demoren la consecución de cyborgs que se encuentren en un pie de igualdad con los robots conscientes y se caiga, entonces en la circunstancia 1.

Lo cierto es que la evolución parece que mostrará un giro sorprendente en el que, por vez primera, será el hombre el que produzca el cambio… ¿O serán los robots conscientes los que diseñen el hombre del futuro?

Pues bien, la empresa de Elon Musk, Neuralink, ha informado que pronto comenzarán los ensayos clínicos en seres humanos.

Ahora, ¿qué clase de ensayos clínicos? Pues, los que conllevan la conexión de circuitos eléctricos al cerebro.

O sea, un paso necesario para convertirnos en cyborgs.

La empresa lo anunciaba recientemente, y aunque dicho proceso será largo —se estiman seis años— es un paso decisivo para el avance de su tecnología BCI (Brain-Computer Interface = Interfase cerebro-computadora). Lo importante de este proyecto no es que pueda ayudar a pacientes con algún tipo de parálisis: el objetivo final de Musk es en realidad otro muy distinto.

"Simbiosis con la IA". El magnate lleva años dejando claro que en realidad lo que quiere conseguir con Neuralink es "lograr la simbiosis con la inteligencia artificial" y "fusionar" a los humanos con la IA. Para él, el riesgo de la aparición de una inteligencia artificial general es real, pero gracias a los implantes de Neuralink los humanos no "se quedarán atrás" y no serán "mascotas" de las máquinas.

Bueno, pareciera que Elon lee mi blog. Elon y Nivi (yo), ¡un solo corazón!

Hay más BCI en desarrollo. En estos últimos años y también meses hemos visto cómo son varios los avances destacables en este campo. El gobierno de los Estados Unidos está trabajando en su propia solución, Meta también está en ello y varios avances en interfaces cerebro-máquina han logrado resultados prometedores a la hora de "leer la mente" de los pacientes. Pacientes de ELA y también pacientes con otros tipos de parálisis han logrado comunicarse o mejorar su condición con este tipo de soluciones.

No es necesario taladrar el cerebro. Aunque la solución de Neuralink es especialmente invasiva, hay proyectos que aprovechan otro tipo de solución: la empresa Synchron lleva años trabajando en una endoprótesis que se introduce en un vaso sanguíneo en la corteza motora del cerebro. Una vez allí ese elemento se despliega como una flor y sus sensores captan las señales de las neuronas. Esto ya ha permitido a varios paralíticos tuitear y enviar mensajes de texto con sus pensamientos.

Ancho de banda. Según comentario s de un exingeniero de Neuralink a Vox, la empresa trabajó en esa aproximación al problema, pero la descartaron al poco tiempo. ¿La razón? El ancho de banda. Musk lleva años insistiendo en ello, y ya en 2017 indicó que "una interfaz de gran ancho de banda con el cerebro será algo que ayude a lograr una simbiosis entre la inteligencia humana y la de las máquinas y quizá resuelva el problema del control y el de la utilidad". Con la solución que, por ejemplo, desarrolla Synchron el ancho de banda al que aspiraba Musk no era suficientemente grande.

Hay otras opciones. Hay otras empresas como Precision que han demostrado otras opciones: tienen una delgada película que cubre la superficie del cerebro con 1.024 electrodos —los mismos que el implante de Neuralink— y que ofrece señales similares. No penetra en el cerebro y ya ha sido implantada en algunos pacientes con aparente éxito. Ben Rapoport, neurocirujano que dejó Neuralink para fundar precisamente esta empresa, cree que se puede crear un BCI de alta fidelidad "sin dañar el cerebro".

Riesgos éticos. Para Rapoport, Neuralink no parece demasiado interesada en investigar alternativas menos invasivas, y aquí los riesgos de privacidad o integridad mental generados por su solución no han sido aclarados por la empresa de Elon Musk. Según este neurocirujano, no hay razones claras para seguir insistiendo en esos implantes tan invasivos, y afirma que "no sería ético utilizar una tecnología más invasiva si se puede conseguir el mismo rendimiento con métodos menos invasivos".

Brainjacking. Y además hay otros riesgos de futuro. Si estos implantes de Neuralink acaban funcionando, debemos ir preparando una regulación para evitar malos usos de la tecnología. Con dichos implantes se plantean posibilidades distópicas que permitirían a los gobiernos escanear nuestras ondas cerebrales —China ya parece estar haciéndolo—, pero también ofrecerían a futuros hackers la posibilidad de "hackear" nuestros cerebros, lo que los expertos en neuroética llaman 'brainjacking'.

Pero, veamos la parte buena, ¿se imaginan nuestro cerebro conectado a un chip de computadora que amplíe sus potencialidades enormemente?

Los dejo paladeando esa idea, ¡Hasta la próxima!

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