domingo, 8 de octubre de 2023

¿Por qué yo soy yo?

  Preguntas como la del título de esta nota, queridos amigos, fueron las que me llevaron a perfilar una hipótesis acerca de qué es la consciencia y de cómo la adquirimos. Ya he adelantado algo al respecto en una nota anterior. Quisiera ahora redondear los conceptos y dejar firmemente establecida la dicha hipótesis.
  Para comenzar, digamos que el cerebro humano es, básicamente, una red neuronal. Bien es cierto que, además de las neuronas, el cerebro dispone de otras células como la glía. Sin embargo, las responsables de las funciones cognitivas son las neuronas.
Red neuronal artificial
  Ahora bien, ¿Qué se necesita para que yo, sea yo?
  Claramente, se necesita una red neuronal, pero también se necesita tener conocimientos, los que proveen los sentidos, inicialmente. Estos nos dicen lo que es caliente, frío, brillante, oscuro, suave, áspero, etc. Más tarde, en la vida del individuo, se adquieren conocimientos más sofisticados como los filosóficos, por ejemplo. En otras palabras, se necesita, además de la red neuronal, una base de datos.
Red neuronal humana
  He aquí por qué un bebé recién nacido necesita el amparo y la protección de sus mayores: Tiene una red neuronal, ¡pero no tiene una base de datos que la alimente! Solo con el paso del tiempo irá consiguiéndola, primero con sus sentidos, luego por sus mayores, luego la escuela, luego los libros ¡y siempre la vida!
  ¿Y entonces, Martín?
  Entonces, cuando su base de datos es robusta, emerge una personalidad. He aquí, también, por qué la personalidad de un adolescente es lábil. ¡Su base de datos todavía está en formación!
  He aquí, también, por qué la personalidad de un anciano es terca y dura. Porque, para bien o para mal, su base de datos está muy completa y no duda en sus asertos.
  Pero, volvamos al título de esta nota y al bebé recién nacido. 
  Supongamos que el tal bebé nace en la familia García, tiene una infancia normal, va a la escuela y luego a la universidad, donde estudia Ingeniería Industrial.
  Pero, ahora supongamos que la familia García sufre aprietos económicos y lo da en adopción de recién nacido. Lo adopta la familia Pérez. Se trata, como se puede ver, del mismo bebé, o sea, la misma red neuronal. Sin embargo, ahora la base de datos se llena de otra manera y el bebé, que antes devenía en un ingeniero, ahora puede ser, digamos, un cura.
  Conclusión: Nadie nace con un destino prefijado, sino que este se va construyendo de acuerdo a las circunstancias que le toca vivir.
  Un visionario José Ortega y Gasset cuando dijo: Yo soy yo y mis circunstancias.
  Resumiendo, la red neuronal nos permite el razonamiento y la base de datos define nuestra personalidad. 
  Desde luego que, mi razonamiento está influenciado por mi personalidad, es decir por mi base de datos, es decir, por las circunstancias que he vivido.
  O sea que, yo soy yo por la familia en que nací, por la escuela a la que fui y, en general, por las experiencias que he vivido, pero, de haber tenido otra familia, y otras circunstancias de vida, aún con la misma red neuronal, sería otra persona.
  A modo de ejemplo de lo que termino de decir, me gustaría contarles una historia verídica que conocí en una película americana que la relataba. Se trata de un sicópata americano que atravesó todo Estados Unidos, de este a oeste, matando y violando a quien se le cruzaba. Finalmente, fue apresado en Los Ángeles y, como son los americanos, sometido a estudio por psiquiatras. A preguntas tales como ¿Por qué la mataste?, respondía cosas como ¡Porque si!
  Ahora bien, al estudiar su vida se supo que era hijo de una prostituta que vivía y atendía en un motor-home, muchas veces con él presente y no solo presente, sino que muchas veces era golpeado por los clientes al querer proteger a su madre de los "ataques" que estos le propinaban. 
  Esa fue una fortísima experiencia de vida del niño que provocó que se blindara contra todo sentimiento y se transformara en un ser frío como una roca. Un sicópata. Sin embargo el hecho que le doliera que "atacaran" a su madre, demuestra que no nació así, se transformó en ello cuando su base de datos incorporó esta terrible realidad. Su personalidad quedó definida por ella.
  ¿Y la consciencia Martín?
  Bueno, para entender qué es lo que llamamos consciencia, debemos tener en claro que cada órgano del cuerpo tiene una función específica, el corazón bombea sangre, el riñón la filtra y así siguiendo. 
  ¿Y cuál es la función primordial del cerebro?
  Su función primordial es eslabonar recuerdos grabados en la base de datos para explicar los nuevos sucesos que ocurren en la vida. Es decir, ¡pensar!
  Por supuesto que el cerebro tiene otras funciones, pero esta es la principal. Y resulta que también es capaz de pensar acerca de si mismo y, además, cuando le llega la sensación de haberse quemado, por ejemplo, es él quien se ha quemado y, al reflexionar sobre si mismo surge, inevitablemente, la frase ME he quemado, YO me quemé. Y así vemos que ejerciendo su función propia, inevitablemente, el cerebro fabrica la entidad YO. Y es ese autopercibirse como YO lo que llamamos consciencia. Que, por otra parte no es privativa de los humanos ya que otros animales también la tienen. 
   ¿Qué se necesita para ser consciente? Claramente, un cerebro.
  Y no resisto aquí recordar la anécdota de la gorila Koko que ya les contara en una nota anterior. 
  Koko, que murió en el 2018, era famosa por haber aprendido una forma simplificada del Lenguaje de Señas Americano (ASL). Falleció mientras dormía en su reserva californiana a los 46 años. Un talento e inteligencia casi tan grandes como el afecto que demostró por los humanos.
  De hecho, ese talento para comunicarse intrigó durante mucho tiempo a los investigadores, quienes han debatido sobre los límites de las habilidades de Koko para comprender los símbolos en términos de lenguaje complejo. Eso sí, pocos dudan de que fue capaz de unir las palabras de manera efectiva para transmitir sus deseos, sus penas y posiblemente incluso su sentido del humor.
  Como ejemplo de sus capacidades, les cuento que cuando murió el gato que era su compañero, le dijo a su entrenadora: Gato, lloro, lo lamento, Koko, amor...
  Si eso no es un signo de consciencia, díganme ustedes qué es.
  Les dejo aquí un enlace a un video donde se la ve a Koko jugando con su amigo gato y luego llorando cuando le comunican que ha muerto.


  Obviamente, nuestra sensación de consciencia es más intensa que la de los demás animales porque contamos con un cerebro más poderoso, pero eso no quita que los restantes animales con cerebro tengan algún grado de consciencia. A los efectos de comparación, digamos que el peso promedio de un cerebro humano es de 1500 gramos, el de un gorila (que junto al orangután es quien nos sigue) es de 450 gramos y el de un conejo 12 gramos.
  ¿Y podrá haber, Martín, robots dotados de IA que lleguen a ser conscientes?
  ¡Ciertamente! De hecho ya algunas IA muestran signos de una incipiente consciencia. Vale la pena recordar que no es lo mismo inteligencia (capacidad de resolver problemas) que consciencia (autopercepción).
  Desde luego, hay otras hipótesis como, por ejemplo, la que sostiene que la consciencia es una manifestación de un alma insuflada por Dios al momento de la concepción, pero eso,... eso será motivo de otra nota.
  Por lo pronto me despido.
  ¡Hasta la próxima!




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