domingo, 28 de noviembre de 2021

Novissima verba

Escribir un cuento es como armar un rompecabezas, uno va acoplando piezas por sus formas, colores o figuras, de modo de lograr una armonía que las englobe a todas.

¡Y siempre me gustó armar rompecabezas!

Así pues, inevitablemente, me llegó el momento de escribir cuentos y este, que hoy comparto con ustedes, fue el primero. Ojalá lo disfruten ustedes, al leerlo, tanto como yo al escribirlo.




Atendí el celular para escuchar la voz de mi amigo Horacio que, con un cierto tono de ansiedad, me decía:

–Martín, recordás, desde luego, nuestras charlas del mes pasado…

–¡Claro! El origen del Universo, Dios, el significado de la vida, ¡No son temas como para olvidar! ¿No?

–Bueno, pues, tengo nueva evidencia para considerar. Sería importante que nos juntemos. ¿Cuándo podés venir a casa?

Quedamos para ese fin de semana, después de cena, y Horacio, misteriosamente colgó, sin aclarar más nada.

Hacía un mes atrás, aproximadamente, habíamos disfrutado de una excursión de pesca en la que, al amparo de la noche, habíamos discutido de todo lo divino y lo humano. Sin embargo, los temas se fueron decantando hacia las cuestiones esenciales que han preocupado al hombre desde que éste tiene uso de razón.

El seco racionalismo de Horacio no se acoplaba muy bien con mi visión religiosa de la vida pero, a pesar de nuestras obvias diferencias, llevamos la conversación con mucha altura. Cierto es que, como es dable esperar con semejantes temas, no pudimos llegar a un acuerdo final, lo que no restó un ápice a lo interesante y sustancioso de la charla y nos hizo más soportable el escaso éxito que tuvimos en la pesca.

Pero, en su llamada había dicho que tenía nueva evidencia para considerar, ¿Qué sería? Realmente había logrado despertar mi curiosidad, de modo que esperé con gran interés el día fijado para nuestro encuentro.


–Sentate Martín, ¿Un whiskey?

Sentado en un cómodo sillón del escritorio de mi amigo, acepté la oferta acotando:

–Con dos hielos, please.

Mi amigo preparó las copas y se sentó enfrente mío.

–Bueno Horacio, pasemos al tema que nos importa, ¿Qué novedad me tenés preparada sobre lo que ya charlamos?

Horacio se tomó algunos segundos como para ordenar sus pensamientos y finalmente dijo:

–Permitime Martín que, para arribar al punto que me interesa, comience con un pequeño racconto histórico. Recordás a Demócrito, por supuesto.

Si bien mi amigo Horacio era mecánico dental y yo escribano, ambos teníamos una sólida formación en ciencias, adquirida en la ya lejana época de nuestro colegio secundario, que no habíamos descuidado, sino que habíamos acrecentado con los años transformándonos en interesados seguidores del desarrollo científico de nuestro tiempo.

–¡Por supuesto! Que sepamos, fue uno de los primeros defensores de la teoría del atomismo.

–¡Efectivamente! Él fue uno de los primeros en vislumbrar que la materia no es algo continuo, sino discontinuo, alternando espacios llenos con espacios vacíos y que, por lo tanto, no podríamos subdividir indefinidamente. Toda subdivisión de la materia tiene un fin cuando llegamos a ciertas partículas últimas, indivisibles, que él bautizó átomos.

–Así es, una pena que su prestigioso coetáneo Aristóteles opinara lo contrario, es decir que la materia sí es continua, y que su opinión prevaleciera de tal modo que tuviéramos que esperar casi dos mil años para retomar la fecunda idea de Demócrito.

–¡Ciertamente! Pero, lo que quiero destacar es el tema de que lo que parecía continuo fue cambiado de categoría a discontinuo.

Aquí mi amigo hizo una pausa para que encendiéramos unos cigarros con un delicioso aroma chocolatado que extrajo de una hermosa pieza de ebanistería oriental. Deleitados por el humo y el licor, continuamos nuestra charla.

–Bien, saltamos en el tiempo ahora hasta el año 1901 en el que otro científico, el alemán Max Planck hizo lo mismo que había realizado Demócrito, pero ahora con la energía. Es decir, nos hizo ver que ésta tampoco es un “fluido” continuo, como hasta entonces se creía, sino que también discurre por saltos. Está “atomizada”, hay lo que llamaríamos “granos” de energía, que él bautizó cuantos de energía.

–Y por lo cual se lo considera el fundador de la Mecánica Cuántica, –acoté–.

–Así es. Pero, de nuevo, lo que quiero destacar es el tema de que lo que parecía continuo fue cambiado de categoría a discontinuo.

–Está bien pero, ¿Adónde querés llegar?

–¡Tranquilo, tranquilo que a eso voy! Nos queda una última parada en nuestro viaje y es a fines del siglo XX y comienzos del XXI. La Física teórica había elaborado, durante el siglo XX dos teorías fundamentales: La Relatividad y la Mecánica Cuántica. Ahora bien, el Santo Grial de la Física es hallar una teoría única que lo explique todo y, por ello, los físicos se empeñaron en el intento de unir la Relatividad con la Mecánica Cuántica en una sola teoría.

–Cosa que ha demostrado ser más esquiva de lo que se podría haber pensado.

–Sí, pero ya a fines del siglo XX aparecieron posibles soluciones al problema que llevan los curiosos títulos de Teoría de Cuerdas y Gravedad Cuántica de Bucles. Y es de esta última de la que quiero hablarte, Martín.

Presintiendo que llegábamos al núcleo de la argumentación, me arrellané en mi sillón dispuesto a prestar la mayor atención posible.

–La Gravedad Cuántica de Bucles que, aclarémoslo, todavía está en elaboración, derriba los dos últimos bastiones de la “continuidad”, el espacio y el tiempo. Nuestra percepción de ellos nos lleva a pensar que ambos son continuos, que no hay “granos” de espacio o de tiempo. Sin embargo, la Gravedad Cuántica de Bucles nos dice que sí son discontinuos. Al igual que lo acontecido con la materia y la energía el espacio es “poroso”, está compuesto de granos de espacio, de átomos de espacio o, si preferís, de cuantos de espacio. Y lo mismo pasa con el tiempo que semeja un segundero de reloj que avanza dando saltos entre un tiempo y un no-tiempo, tic, tac.

–Pues sí, algo había leído sobre ello. Y, ¿A qué conclusión te ha llevado todo esto?

–Bien, el punto importante es que si todo es discontinuo, la materia, la energía, el espacio, el tiempo, si todo presenta dos estados de ser y no ser…

–Perdón la interrupción, pero eso me recuerda lo que ya postulaba la escuela eleática de Parménides y Zenón hace dos mil trescientos años, aproximadamente.

–ja, ja, ja. Una prueba más de que nihil novum sub sole. También un recordatorio de que siempre volvemos a abrevar de la antigüedad clásica. Tal vez vivimos un nuevo neoclasicismo. Pero, volviendo a lo que decía, si todo tiene dos estados de ser y no ser, entonces, todo es representable numéricamente por el sistema binario, compuesto de ceros y unos. Uno para el ser y cero para el no ser. Y si todo es representable numéricamente, todo es computable, es decir, todo es representable en una computadora.

–Pero, entonces…

–Sí, mi querido amigo, entonces vos, yo, todo este universo podría ser una simulación corriendo dentro de una computadora. Algo que, por cierto, ya ha adelantado la ciencia ficción.

–Y, entonces, el programador…

–El programador, ¿Sería Dios?

–¡Si! Dios o un aventajado alumno de una universidad de una civilización alienígena que ha realizado un trabajo práctico con nosotros y nos sigue desde su pantalla holográfica interactuando ocasionalmente con su creación…

–…lo que suena sospechosamente parecido a los milagros que refieren cientos de humanos…

–¡Vaya! ¡Una idea alucinante!

–Sí, que conduce, además, a otra conclusión que, curiosamente, la pintó maravillosamente no un científico, sino un poeta: el mejicano Amado Nervo en su poema Novissima verba. Tomá, aquí tenés una copia, leelo.

Y Horacio me alcanzó una hoja con el siguiente poema:


NOVISSIMA VERBA

Yo no sé si la muerte pondrá un sello
de nobleza mayor a esto que escribo;
si tendré el privilegio de que exclamen:
“Murió después de haberlo escrito...”
“Se formó un cabezal para su sueño
postrer con este libro...”

Pero, muerto o viviente, soy fantasma,
¡Somos fantasmas nada más, amigo!
El alma universal que nos anima,
en los cuerpos encarna de a continuo
para sentirse y escucharse en ellos,
y son las existencias el efímero
“aquí estoy”, las materializaciones
fugaces, el furtivo
disfraz de lo que vive tras la sombra,
de Aquello que se emboza en el abismo,
de Aquello que resume el universo,
de lo Inefable, de lo que es, ha sido
y por siempre será...

Mi buen hermano,
oye con atención esto que digo,
y que no te conturbe: ¡Dios sí existe!
...¡Nosotros somos los que no existimos!


Yo había leído en voz alta y, al terminar, ambos quedamos en silencio, como paladeando las palabras del vate. Al cabo de un cierto tiempo, como necesitando convencerse, mi amigo dijo:

–Somos el efímero “aquí estoy”, una materialización fugaz de Aquello que vive tras las sombras,…

–…de aquello que resume el Universo. –Completé–. ¡Impresionante! ¿Cuándo escribió esto Amado Nervo?

–En 1909. –Contestó mi amigo–. ¿Y querés que hagamos la idea más loca aún?

Sin esperar respuesta Horacio agregó:

–Ese Dios, o alumno aventajado, como vos decís, bien podría pertenecer a otro Universo simulado por otro Dios, u otro alumno aventajado, colocado más arriba en la escala de “dioses”.

–Y acaso no es eso, Horacio, lo que Borges pinta en su poema Ajedrez cuando, hablando de las piezas dice:

………………..

No saben que la mano señalada
Del jugador gobierna su destino,
No saben que un rigor adamantino
Sujeta su albedrío y su jornada.

Pero también el jugador es prisionero
(la sentencia es de Omar) de otro tablero
De negras noches y de blancos días.

Dios mueve al jugador y éste, la pieza,
¿Qué dios detrás de Dios la trama empieza
De polvo y tiempo y sueño y agonías?

Estimulados mutuamente por este contrapunto, nuestras mentes volaban a mil kilómetros por hora.


–¡Y que bello –dije– que no sean sólo científicos los que nos anuncian estas cosas! Que estos profetas provengan de cualquier actividad hu-mana, ¿No te parece?

–Y que nos recuerden que la novissima verba no es novissima y data de mucho tiempo atrás.

Motivado por las citas de famosos que veníamos haciendo recordé un pensamiento de Francis Bacon:

“Solomon saith: There is no new thing upon the earth. So that, as Plato had an imagination that all knowledge was but remembrance; so Solomon giveth his sentence that all novelty is but oblivion.”

domingo, 21 de noviembre de 2021

Acerca del alto costo de la venganza.

Hammurabi, el sexto rey de Babilonia reinó desde 1792, antes de nuestra era, hasta 1750 a.n.e. llevando el Imperio Babilónico al cenit de su gloria.​ Ascendió al trono después de la abdicación de su padre y extendió el control de Babilonia sobre la Mesopotamia tras vencer en varias guerras contra los reinos vecinos. Aunque su imperio controlaba toda la Mesopotamia en el momento de su muerte, sus sucesores fueron incapaces de mantenerlo.

Más allá de esto, Hammurabi es conocido por el conjunto de leyes llamadas Código de Hammurabi,​ uno de los primeros códigos de leyes escritos de la Historia, que actualmente se conserva en el Museo del Louvre de París. Estas leyes fueron inscritas en una estela de piedra de 2,4 m de altura, encontrada en Persia en 1901 pero de procedencia desconocida.

En la parte superior de la estela que sirve de soporte al código hay un relieve que representa al rey Hammurabi recibiendo las leyes de un dios, Šamaš o Marduk,​ y el prefacio afirma que Hammurabi fue elegido por los dioses de su pueblo para traerle las leyes. Esto, obviamente, ha conducido a que se establezcan ciertos paralelismos entre este código babilónico y las leyes dadas a 
Moisés para los antiguos hebreos, aunque es cierto que presentan marcadas diferencias, tanto en sus métodos como en su forma de entrega, señaladas por numerosos estudiosos a lo largo de los años.

El código de Hammurabi contiene doscientas ochenta y dos leyes escritas por escribas en doce tabletas. A diferencia de leyes anteriores, en este código están escritas en acadio, el idioma diario en Babilonia, para que pudiera ser leído por cualquier persona alfabetizada.​ El código tiene una estructura específica y estipula un castigo para cada transgresión de la ley. Es también uno de los más tempranos ejemplos del principio de presunción de inocencia, pues sugiere que el acusado o el acusador tienen la oportunidad de aportar pruebas. Los castigos descritos son muy duros para los estándares modernos, pues muchos implican la pena de muerte, la desfiguración y la filosofía del ojo por ojo, la Ley del Talión.​



Código de Hammurabi: En él se encuentra una de las versiones más antiguas de la ley del talión.

Ley del talión (en latín, lex talionis) es la denominación tradicional de un principio jurídico de justicia retributiva en el que la norma imponía un castigo que se identificaba con el crimen cometido, obteniéndose la reciprocidad. El término “talión” deriva de la palabra latina talis o tale que significa “idéntico” o “semejante” (de donde deriva la palabra castellana “tal”), de modo que no se refiere a una pena equivalente sino a una pena idéntica. La expresión más conocida de la ley del talión es el pasaje bíblico “ojo por ojo, diente por diente”, Éxodo 21:24.

Históricamente, constituye el primer intento por establecer una proporcionalidad entre el daño recibido en un crimen y el daño producido en el castigo; configurando, sin duda, el primer intento de poner límite a la venganza, que era la regla que se aplicaba hasta entonces. La mayor parte de los ordenamientos jurídicos en África y Eurasia se han basado en la ley de talión, especialmente en Europa en la Edad Antigua y en la Edad Media. Posteriormente, y a través de diversos pensadores, se vivió una superación de este concepto. En la actualidad existen ordenamientos jurídicos que parcialmente incluyen la ley del talión, especialmente la sharia, en vigor en ciertos países islámicos.

A guisa de ejemplo de la gran claridad con que se estipulan las penas y castigos en el Código de Hammurabi podemos mencionar:

· la Ley 195 que establecía que si un hijo había golpeado a su padre, se le cortarían las manos;

· la 196 que si un hombre libre vaciaba el ojo de un hijo de otro hombre libre, se vaciaría su ojo en retorno;

· la Ley 197 que si quebraba un hueso de un hombre, se quebraría el hueso del agresor;

· las leyes 229 a 233 establecían castigos equivalentes al daño causado que debía sufrir el arquitecto cuyas construcciones se derrumbaran.

· Las penas menores consistían en la reparación del daño devolviendo materias primas tales como plata, trigo, vino, etc.

· En los casos en que no existía daño físico, se buscaba una forma de compensación física, de modo tal, por ejemplo, que al autor de un robo se le cortaba la mano.

En la ley mosaica (recogida en el Antiguo Testamento, entre el II y el I milenio a. C.), la ley del talión aparece, tal como dijéramos más arriba, en el Éxodo 21:23-25 ​y también en el Levítico 24:18-20​ y en el Deuteronomio 19:21. Este principio seguirá vigente para el judaísmo hasta la época talmúdica, cuando los rabinos determinaron que la pena se transformaría en un resarcimiento económico.

El cristianismo lo deja sin efecto a raíz del sermón de la montaña, en el que Jesús instruye a sus seguidores para que se dirijan a Dios Padre diciendo: Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, instaurando así la filosofía del perdón. Y en un pasaje más extenso:

Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen; (...) como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos. Porque si amáis a los que os aman, ¿Qué mérito tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿Qué mérito tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo. Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿Qué mérito tenéis? Porque también los pecadores prestan a los pecadores, para recibir otro tanto. Amad, pues, a vuestros enemigos y haced bien y prestad no esperando de ello nada (...) Sed, pues, misericordiosos.

La Ley de las XII Tablas (Roma Antigua, siglo V a.n.e.) muestra en la tabla VIII una curiosa combinación entre normas inspiradas en la ley del talión y normas correspondientes a sistemas jurídicos menos primitivos. Esta mezcla suele ser atribuida al momento de transición jurídica en que surge el primer cuerpo legal de Roma.

En el Derecho germánico, el espíritu de la ley del talión se manifestaba en la venganza de sangre que significaba que, cuando un miembro de una determinada familia moría o era dañado por causa de algún individuo, el resto de los miembros de la familia de la víctima podían devolver la agresión, de forma que no se los consideraba culpables si mataban o dañaban a aquel que mató o dañó a su familiar.

Diríamos, entonces, que la ley del Talión representó un paso adelante en el sistema jurídico imperante hasta ese momento y que su fin específico era terminar con la venganza indiscriminada. Aquella en la que un miembro de la familia de los impares, 1, digamos, asesinaba a un miembro de la familia de los pares, 2, digamos. Esto ocasionaba que 4, de los pares, asesinara, a su vez a 1. Pero, entonces 3, de la familia de los impares mataba a 4 y 6 mataba a 3 y 5 a 6… Esto, no solo sangraba a la familia de los pares y de los impares sino, también, a la sociedad a la que pertenecían que veía así disminuido su potencial frente a otras sociedades. Había que acabar con esa sangría sin fin y la Ley del Talión marcó un primer paso en esa dirección. Un ojo por un ojo, pero no más; un diente por un diente, pero no más. Es decir, se fijaba un límite a las represalias que la parte ofendida podía tomar. En resumen, se comprendió que el odio solo engendra más odio en una cadena sin fin. Luego: La venganza indiscrimada no es el camino.

Sin embargo, el hombre, que presuntuosamente se llama a si mismo homo sapiens, (hombre sabio), no da muestras, en la práctica, de merecer dicho calificativo. Veamos con un ejemplo concreto porqué decimos esto. Téngase en cuenta que no se trata de EL ejemplo, sino de UN ejemplo. De los muchos que se podría elegir y que trascienden nacionalidades y épocas.


Es el año 1972, estamos en Múnich, Alemania Federal (en esa época Alemania continuaba dividida en dos partes como resultado de la Segunda Guerra Mundial: Alemania Federal y Alemania Democrática). Desde el 26 de agosto al 11 de septiembre se desarrollaron los vigésimos Juegos Olímpicos de la era moderna. Fue un evento multideportivo internacional en el que participaron 7134 atletas de 121 países, compitiendo en 23 deportes y 195 especialidades.

Sin embargo, esta fiesta del deporte, que según la impronta de la antigua Grecia se celebra cada olimpiada, es decir, cada período de 4 años, fue absurdamente enturbiada por un brutal acto de violencia. El 5 de septiembre, terroristas palestinos asesinaron primero a dos atletas israelíes y tomaron a otros nueve como rehenes, reclamando la liberación de más de un centenar de presos palestinos. Tras un frustrado intento de rescate, se desató una masacre en la que acabaron muertos los nueve rehenes israelíes y un oficial de la policía de Alemania Federal, así como cinco de los ocho terroristas. Los tres secuestradores que sobrevivieron fueron detenidos, pero liberados tan solo 53 días después, tras el secuestro de un avión de Lufthansa. La inesperada capitulación de Alemania a las demandas terroristas ha levantado desde entonces la sospecha de que ese secuestro fuese simplemente un montaje organizado con el fin de proteger al país del riesgo de más represalias en el futuro.

Increíblemente, a pesar de lo ocurrido, los Juegos siguieron con total normalidad, después de una breve suspensión de tan solo veinticuatro horas. Algunos atletas abandonaron la villa olímpica de Múnich.

Poco después del atentado, la primera ministra Golda Meir creó el “Comité X”, un pequeño grupo de funcionarios del gobierno que tenía la tarea de estudiar cuál sería la respuesta israelí. La propia Meir y su ministro de Defensa, Moshé Dayán, estaban al frente del mismo. También nombró al general Aharon Yariv como su consejero en la lucha contra el terrorismo; y Yariv, junto con el director del Mosad (Instituto de Inteligencia y Operaciones Especiales), Zvi Zamir, desempeñaría un papel principal en la dirección de la operación. El comité concluyó que, Israel respondería a los asesinatos organizando la operación Cólera de Dios, con el objetivo de castigar colectivamente a todos los responsables de la masacre. Sus objetivos incluían a militantes del grupo terrorista palestino Septiembre Negro y a aquellos miembros de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) acusados por Israel de estar involucrados. La operación fue autorizada por Golda Meir en el otoño de 1972 y pudo haber continuado durante 20 años.

El primer encargo que el comité encomendó a la inteligencia israelí consistió en la preparación de una lista de objetivos en la que figurasen todos aquellos individuos involucrados en los sucesos de Múnich. Esto se llevó a cabo con la ayuda de espías infiltrados en la OLP que trabajaban para el Mosad y con información proporcionada por agencias europeas aliadas.​ Aunque se desconoce el contenido de la lista completa, algunos informes señalan que el número final de objetivos era de entre 20 y 35, incluyendo tanto miembros de Septiembre Negro como de la OLP.​ Una vez que se completó la tarea, se le encargó al Mosad que localizase a los individuos y los exterminara.

De esta forma, unidades de agentes israelíes mataron a docenas de palestinos y árabes en varias regiones de Europa, incluyendo el asesinato por error de un camarero en Lillehammer, Noruega, de nombre Ahmed Bouchiki. Además, se lanzó un ataque militar adicional en el interior de Líbano destinado a eliminar importantes objetivos palestinos. Esta serie de muertes espoleó actos de represalia por parte de Septiembre Negro contra miembros e intereses del gobierno israelí en todo el mundo. También se desencadenaron críticas a Israel relativas a los objetivos seleccionados, a las tácticas de asesinato empleadas y a la efectividad de la operación. Debido al carácter secreto de las acciones, algunos detalles no se pueden verificar más que a partir de una única fuente, entre las que se incluye el relato de un israelí que afirma haber dirigido uno de los comandos.

La operación se exhibió en una película del canal estadounidense HBO en 1986 y en el film Múnich de Steven Spielberg (2005).

Septiembre Negro no logró realizar otro atentado de la magnitud de la matanza de Múnich, aunque intentó realizar varios ataques contra Israel y capturar rehenes.

De manera similar a la campaña del Mosad, docenas de cartas bomba fueron enviadas desde Ámsterdam a oficinas diplomáticas de Israel en todo el mundo durante septiembre y octubre de 1972, matando al Consejero de Agricultura de Israel en el Reino Unido, Ami Shachori.

El 28 de diciembre de 1972, cuatro activistas de Septiembre Negro asaltaron la embajada hebrea en Bangkok, tomando doce rehenes. Aunque sus exigencias no se satisficieron, las negociaciones consiguieron la liberación de todos los rehenes y se les proporcionó a los terroristas un pasaje seguro hacia El Cairo.

Por otro lado, Septiembre Negro planeó un atentado al enterarse de que la primera ministra Golda Meir viajaría a Roma para entrevistarse con el papa Pablo VI en enero de 1973. Varios lanzadores de misiles Strela 2 fueron introducidas en Italia y situadas alrededor del Aeropuerto de Fiumicino cuando el avión de Meir se estaba aproximando. El ataque fue frustrado en el último minuto por agentes del Mosad en el aeropuerto, que lograron detener a todos los equipos de los lanzadores antes de la llegada del avión.

Además de las acciones mencionadas, dos israelíes sospechosos de ser agentes de inteligencia fueron tiroteados y asesinados, así como un funcionario hebreo en Washington. En primer lugar, Baruch Cohen, un agente del Mosad en Madrid, murió el 23 de enero de 1973 a manos de un joven contacto palestino.​ Tras esta acción, Vittorio Olivares, un empleado italiano de El Al, sospechoso a los ojos de Septiembre Negro, fue asesinado en Roma en abril de 1973. Un tercer hombre, Col. Yosef Alon, agregado militar de Israel en los Estados Unidos, fue asesinado el 1 de julio de 1973 en Chevy Chase, Maryland.

Septiembre Negro organizó otros ataques contra Israel tan sólo de forma indirecta, incluyendo la toma de rehenes occidentales en la embajada de Arabia Saudita en Jartum, pero el grupo fue disuelto oficialmente por Fatah en diciembre de 1974.


Desde luego que un ataque como el que efectuó Septiembre Negro despierta la ira de los allegados a las víctimas y hay que ser muy ecuánime para no caer en el odio. Es por eso que la venganza es lo primero en lo que se piensa. Al respecto es esclarecedor el comentario de Aaron Klein, autor del libro Striking Back ("Contragolpeando"), del 2005. Afirma Klein que basó este libro en gran medida en entrevistas con agentes claves del Mosad involucrados en las misiones de represalia. La operación se montó no sólo para castigar a los culpables de Múnich, escribe Klein. "Había un segundo objetivo: Cualquier militante de la OLP que estuviese muerto era igualmente bueno". Klein cita a una veterana fuente de la inteligencia: "Nuestra sangre estaba hirviendo. Cuando había información incriminando a alguien, no nos deteníamos a examinarla con lupa".



Y, como vemos, 1 mató a 2, 4 mató a 1, 3 mató a 4 y así siguiendo. Y es el día de hoy que el conflicto entre Israel y Palestina no se soluciona. Es decir, el “hombre sabio” no aprende las lecciones de la Historia. ¡A nivel teórico sí! Y se pregona que “la violencia engendra la violencia”. Y se escriben libros con sistemas jurídicos muy avanzados que dejan la Ley del Talión como un recuerdo del pasado. Sin embargo, a la hora de practicar estos conceptos la “especie inteligente” se muestra tal y como era en el Paleolítico.

¿Será que la violencia es el camino natural para desenvolvernos en este mundo, que hemos querido disimular con construcciones teóricas que solo son adornos, florituras para disimular la verdadera naturaleza salvaje del hombre? ¿Será que la moral, la ética, los ideales de libertad, igualdad, fraternidad son solo para los libros y en la vida real solo rige la única ley ante la que el hombre se doblega: La Ley del más fuerte? Al respecto, resuena en mis oídos el pensamiento de Demócrito de Abdera, del que habláramos en una nota anterior, cuando nos dijo: El derecho del más fuerte es fundado en la Naturaleza; pero viene limitado por el orden del Estado, de cuya consistencia depende toda nuestra bienandanza e infortunio. Lo que nos está diciendo Demócrito es que el derecho del más fuerte está en la propia naturaleza del hombre, como lo está en la del gorila, chimpancé, etc. que se organizan detrás del macho alfa, o sea del más fuerte. Es decir, el derecho del más fuerte está latente en cualquier grupo o sociedad y solo un estado CONSISTENTE logrará sofocarlo y, en su lugar, ejercer una justicia que vaya más allá del odio y de la fuerza.

¿Y qué significa consistente? La respuesta se encuentra en la vieja frase que establece que: La ley, para su efectivo cumplimiento, debe estar respaldada por un poder de policía que lo permita.

Si no logramos que sea así, si vamos a llevarnos por el odio, dejémonos de eufemismos y no nos llamemos más Homo Sapiens. Quizás Tiranohomo Rex sería más apropiado o, como yo mismo he propuesto: Homo Predator.



Y, antes de finalizar esta reflexión, quiero solicitar que nadie la rebaje a un libelo antisemita o antipalestino. Este no es un problema de Israel o de Palestina. Este es un problema del hombre, más allá de nacionalidades, religiones o etnias. Y ejemplos como el que hemos analizado aquí los podemos encontrar en cualquier punto del globo y en cualquier época.



¿No será tiempo, ahora que cada vez somos más sobre la faz de la Tierra, de reflexionar seriamente sobre estos temas y tratar de encontrar una solución superadora al odio?









domingo, 14 de noviembre de 2021

Punto de encuentro T1 – Ep1

 

Hace ya muchas lunas, escribí este relato para unos amigos a quienes les interesaba el tema que trata. Lo concebí como si yo fuera el presentador de un programa de televisión periódico que expone el tema del día a su audiencia. Los episodios son unitarios y hoy, les entrego el primero:


¡Buenas noches, queridos amigos de Punto de Encuentro!

Nos encontramos nuevamente, en el marco de nuestro programa, para charlar hoy de dos personas, Ian Stevenson y Erik Weisz, que, hacia el final de sus vidas, concibieron una idea que, por su similitud, los transformó, inmediatamente, en habitantes de Punto de Encuentro.

Comencemos por Stevenson (1918-2007). 
Fue un psiquiatra de profesión y uno muy destacado, por cierto. En 1957, a la edad de 38 años, fue nombrado Director de Psiquiatría en la Universidad de Virginia. Sin embargo, llegado que fue a Charlottesville, concentró sus esfuerzos en lo paranormal, concretamente en la reencarnación. Desde luego, esto no era algo que los administradores de la universidad esperaran de la cabeza de su programa de salud mental. Pero en 1968, Chester Carlson, el rico inventor del proceso de copia Xerox, que sabía de los intereses de Stevenson en la reencarnación por su esposa espiritualista, cayó muerto de un ataque al corazón en un cine de Manhattan, dejando un millón de dólares a la UVA con la condición de que se utilizará para financiar las investigaciones paranormales de Stevenson. Ese dinero habilitó a este para dedicarse full time al estudio de la mente de los muertos y, en las siguientes cuatro décadas, sus descubrimientos como parapsicólogo sirvieron para influir en más de unos pocos escépticos y para dirigir a sus ruborizados acólitos a compararlo con los Darwin y Galileo.

La principal baza de Stevenson fueron sus meticulosos estudios de recuerdos, en niños, de vidas anteriores. Consideremos uno de los numerosos casos que investigó: En Sri Lanka, una niñita un día escuchó a su madre mencionar el nombre de una ciudad, Kataragama, en la que la niña nunca había estado. La pequeña informó a la madre que ella se había ahogado allí cuando su “tonto” (retrasado mental) hermano la empujó en el río, que tenía un padre calvo llamado “Herath” que vendía flores en un mercado cerca de la estupa budista, que vivía en una casa que tenía una ventana de cristal en el techo (un tragaluz), perros en el patio trasero que se hallaban atados y se alimentaban de carne, que la casa estaba al lado de un templo hindú grande, fuera del cual las personas rompían cocos en el suelo. Stevenson fue capaz de confirmar que había, de hecho, un vendedor de flores en Kataragama que dirigía un puesto cerca de la estupa budista cuya hija, de dos años de edad, se había ahogado en el río mientras jugaba con su hermano con problemas mentales. El hombre vivía en una casa donde los vecinos tiraban carne a los perros atados en su patio trasero y se hallaba al lado del templo principal donde los devotos practicaban un ritual religioso de romper los cocos en el suelo. Sin embargo, la niña refirió algunos items mal. Por ejemplo, el padre de la chica muerta no era calvo (pero su abuelo y su tío si lo eran) y su nombre no era “Herath” -que era el nombre del primo de la chica muerta. Por lo demás, 27 de las 30 idiosincráticas y verificables afirmaciones que hizo, resistieron. Las dos familias nunca se conocieron, ni tenían amigos, compañeros de trabajo u otros conocidos en común, por lo que, si se lo toma todo a su valor nominal, los detalles no podrían haber sido adquiridos de cualquier manera obvia.

Este caso de Sri Lanka es uno de los aproximadamente 3.000 informes de casos de "vidas pasadas" que Stevenson investigó en todo el mundo. Más a menudo que no, Stevenson pudo identificar una figura real que vivió alguna vez, basado únicamente en las declaraciones dadas por el niño. Algunos casos eran mucho más fuertes que otros. Hay que destacar aquí los esfuerzos exhaustivos de Stevenson para refutar la hipótesis paranormal. Él fue el primer crítico, y uno muy duro, de su propio trabajo.

Ahora bien, ¿Por qué los científicos no están tomando más en serio los datos de Stevenson? Los datos no “encajan” dentro de nuestro modelo de trabajo materialista de la ciencia del cerebro, sin duda. Pero, ¿Nuestra negativa a incluso mirar sus hallazgos, sin hablar de debatirlos, emana de nuestro temor de equivocarnos? El deseo de no creer, dijo una vez Stevenson, puede influir tan fuertemente como el deseo de creer. ¡Vaya frase!

La obra magna de Stevenson, publicada en 1997, fue un trabajo de 2.268 páginas y dos volúmenes titulada Reencarnación y Biología (Reincarnation and Biology) que podrán bajar de Internet, si lo desean.


Pero, permítanme ahora presentarles al otro “invitado” de esta noche, Erik Weisz. Se trata de alguien mucho más conocido y popular que Stevenson. Incluso Hollywood llevó su vida al cine en una recordada película con Tony Curtis y Janet Leigh. Me estoy refiriendo, claro, a Harry Houdini (1874 – 1926), “El gran Houdini” como rezaban las marquesinas.

Para aquellos de ustedes que no lo conozcan, se trató de un estupendo ilusionista, cuya sombra sobrevuela el ilusionismo de hoy en día.

Uno de los escapes clásicos que se asocian con Houdini es “la metamorfosis” que, tanto en su época como en el futuro, inspiraría múltiples variantes. El ilusionista era atado e introducido dentro de un saco y, a su vez, dentro de un baúl; todo ello era atado y sujeto con candados. Entonces una ayudante subía encima del baúl, levantaba una cortina y 3, 2, 1… al instante siguiente la cortina bajaba mostrando a Houdini liberado en el lugar que ocupaba la ayudante.

Entonces se abría el baúl y se desataban todas las cuerdas del saco para mostrar a la asistente dentro de la caja: Ambos se habían intercambiado o metamorfoseado con el mejor arte de la magia. Este número sigue siendo espectacular hoy en día cuando se ejecuta con destreza y habilidad. Se cree que Houdini ejecutó este número más de diez mil veces en toda su carrera.

La ayudante de Houdini (1874-1926) en la metamorfosis solía ser Beatrice Rahner (1876-1943), una joven morena, de pequeña estatura, que acabaría enamorando al mago. Se convertiría pronto en Bess, su mujer, en 1894. Bess le acompañaría durante el resto de su vida, pero nunca llegaron a tener hijos.

Las habilidades de Houdini para liberarse de ataduras con cuerdas, cadenas con candados y otras situaciones complicadas encantaban al público. Hizo un largo viaje por Europa, de cuatro años, cosechando grandes éxitos y aumentando así su propia leyenda. De esa época le viene el sobrenombre de «rey de las esposas», que utilizaría durante largo tiempo.

Lo que solía hacer Houdini era presentarse en una ciudad ante el jefe de la policía local, o en la prisión, junto a un grupo de periodistas. Proponía su reto, que era publicado en los periódicos y comentado en la ciudad. Luego el mago era encerrado, atado o encadenado. Cuando conseguía liberarse, su hazaña obtenía nueva promoción en la prensa. En cierto modo fue un precursor de la autopromoción o publicidad: Aumentaba y mejoraba la imagen y percepción de sus hazañas tanto antes como después de haberlas realizado, alcanzando cotas cada vez más altas.

A veces ofrecía ser examinado desnudo y que probaran en él nuevos candados, grilletes, esposas o dispositivos fabricados por la gente del lugar. Marineros, fabricantes de cuerdas, sacos y todo tipo de materiales intentaron retenerle sin éxito. Uno de los más graves accidentes que sufrió, que casi le costó la vida, fue al intentar escapar de un gran tanque de cerveza.

Se suele considerar a Houdini el mejor escapista de todos los tiempos y también precursor de muchas de las hazañas y retos de este tipo. Escapó de cuerdas, cadenas, camisas de fuerza, todo tipo de esposas, barriles, cajas, baúles, bidones, bolsas, sacos, ataúdes, jaulas y habitaciones cerradas. También se dice que escapó de «un monstruo marino», probablemente un calamar gigante o ballena, de cuyas tripas consiguió salir airoso. El público que le veía deseaba a la vez que triunfara y que fallara; la sensación de peligro inminente era poderosa en cada uno de sus números.

La última parte de su carrera la dedicó a una faceta muy especial: Ser el azote de los espiritistas. Los millones de muertos de la Primera Guerra Mundial, así como los avances en las ciencias, la electricidad y el cambio de siglo habían producido un resurgimiento de lo paranormal: Eran cuestiones poco entendidas todavía, pero misteriosas y fascinantes para el gran público, que había perdido recientemente a muchos de sus seres queridos. En salones de espectáculos médiums y espiritistas hacían su negocio «contactando» con el más allá.

Houdini nunca había creído en el espiritismo y se mostró especialmente irritado cuando una médium intentó contactar con el espíritu de su querida madre, fallecida años antes. Cuando la médium transcribió el «mensaje literal» que había recibido, Houdini reveló que difícilmente podía ser en verdad su madre: El mensaje estaba en inglés, mientras que su madre solamente hablaba una mezcla de alemán, húngaro e yidish; una cruz encabezaba el mensaje, pero su familia era judía. Indignado, juró entonces convertirse en un cruzado contra el espiritismo.

Obviamente médiums y espiritistas usaban trucos que difícilmente escaparían al escrutinio de un ilusionista como él. Armado con sus conocimientos, y a veces con disfraces, se presentaba en reuniones para desenmascarar los fraudes. Publicó artículos en la revista Scientific American, declaró contra el espiritismo ante el Congreso y dejó en ridículo a los creyentes de lo paranormal. Ofreció premios a quien demostrara tener habilidades sobrenaturales, pero nunca fueron otorgados a nadie, pues siempre descubría los engaños.


Pues bien, mis queridos amigos, se preguntarán ustedes cuál puede ser el punto de encuentro de estas dos notables personalidades. Déjenme relatárselo. Comencemos con Houdini.

Tras muchos años luchando contra lo paranormal, el ilusionista había diseñado un reto definitivo aprovechando su propia muerte. Ideó un código secreto que compartió con su esposa, consistente en diez palabras que solo los dos conocían. Advirtió a su mujer que, si existía alguna forma de comunicarse desde el más allá, él sin duda lo haría y usaría esas palabras, de modo que Bess pudiera tener la certeza de que el contacto era genuino.

Por su parte, Ian Stevenson, alrededor de 1970, compró e instaló una cerradura de combinación en un archivador de la División de Estudios de la Percepción. Basó la combinación en un recurso mnemotécnico que sólo él conocía, posiblemente una palabra o una frase.

Una colega, Emily Williams Kelly, contó a The New York Times: "Lo que dijo es que, si se podía comunicar desde el más allá, lo haría y daría la combinación”.

¡He aquí nuestro punto de encuentro, amigos! ¡Ambos idearon la misma prueba para engañar a la muerte…!

¿Qué? ¿Qué cuál fue el resultado de tales pruebas?

Pues, veamos: Diversos espiritistas aseguraron haber entrado en contacto con el espíritu de Houdini, especialmente uno llamado Arthur Ford, aunque Bess nunca recibió el código secreto. Llegaron a publicar historias falseando incluso el testimonio de Bess para hacer creer que había aceptado que el código había sido revelado, pero nunca fue así.

Al cabo de diez años de la muerte de Harry, su mujer celebró una última sesión, sin éxito. Apagó entonces una vela que simbólicamente había mantenido encendida junto a la fotografía de Houdini. «Diez años son suficientes para esperar por cualquier hombre», dijo. Desde entonces, es tradición entre los ilusionistas celebrar sesiones en las que se invoca al espíritu de Houdini cada 31 de octubre.

En cuanto a Ian Stevenson, el Times informa que el armario archivador continúa cerrado.


Soy Martín Ignacio NIEVA y esto fue: Punto de Encuentro.

¡Hasta nuestro próximo episodio!


domingo, 7 de noviembre de 2021

¿Nos encaminamos hacia un mundo distópico? Conclusión.

 

Quedamos, en la nota anterior, en redondear el tema de las distopías extrayendo algunas conclusiones acerca de qué las produce y cuáles son sus rasgos distintivos.

En cuanto a lo primero, o sea, qué las produce, podemos distinguir dos causas fundamentales, una bienintencionada y la otra, no.

1.- La bienintencionada pretende poner orden ante un creciente número de humanos que, si tuvieran plena libertad, generarían un desorden tremendo. Piénsese, por ejemplo, en los 1.500.000.000 de habitantes que tiene China. Un político, honesto y bienintencionado, podría pensar que el desorden sería inevitable si dejara hacer a cada uno libremente.

Por otra parte, nuestro político podría coincidir con los siguientes dos pensamientos del historiador romano del siglo I antes de nuestra era, Cayo Salustio Crispo, que nos dijo:

“Son pocos los que prefieren la libertad, la mayoría prefiere un amo justo”

Y también:

“Con la concordia, crece lo más pequeño, con la discordia se arruina lo más grande”

Si son pocos los que prefieren la libertad, ¿A qué otorgársela, indiscriminadamente, a todo el mundo? Y, si son pocos los que prefieren la libertad, ¿Qué hacer con el resto (quizás el 85% que dice Orwell)? Pues a ellos hay que criarlos en una concordia producto de un esquema impuesto por la fuerza, que les dé la “papilla” predigerida por el sistema. ¡Que no piensen! ¡Que solo discurran por la vida sobre los rieles que ha dispuesto el sistema! ¡Que no tengan que planificar su vida, ya lo estará por el Gran Hermano!

¿Y con los pocos que prefieren la libertad? Pues, con ellos se alimentará el 2% de la élite gobernante y el 13% de los ejecutores de órdenes.

Como vemos, esta línea de pensamiento lleva derecho a la distopía. Lo que sí cabe preguntarse es si el 85% que entrega su vida para que la conduzca otro no estará tranquilo y satisfecho con ello… La pregunta es válida porque, además de lo que dice Salustio, el moralista y pensador francés Michel de Montaigne agrega:

…estoy convencido que es más fácil y más satisfactorio seguir que conducir…

También viene al caso la respuesta de Voltaire sobre por qué la abundancia de dictadores si la gente dice preferir la democracia. Contestó el francés:

la verdadera razón se encuentra en que raramente los hombres son dignos de gobernarse por sí mismos

…y, entonces necesitan del Gran Hermano que los guíe…


2.- La causa malintencionada sería la del político que quiere acumular poder para satisfacer una necesidad interior, para satisfacer su megalomanía. Al respecto, cabe la anécdota de una escena de la película Bugsy en la que Warren Beatty le comenta a un compañero de viaje: “El poder es más adictivo que el sexo”. Esa es la causa de que muchos líderes pretendan quedarse indefinidamente en su posición de tales.



En cuanto a las características de la distopía, las hemos ido viendo con las obras de los profetas, pero, las podemos resumir así:

1.- Se divide la población en estamentos claramente diferenciados. Orwell los reseña muy bien:

1.1.- Una clase baja, encargada de producir según las instrucciones del partido y nada más. A cambio, reciben un subsidio que garantice su supervivencia, pero no su crecimiento y desarrollo. El yo debe dejar lugar al nosotros. Pero, no con un sentido de solidaridad para con el otro, sino, con el sentido de que no debe haber individualidades que se destaquen en la clase baja.

Al respecto, podemos agregar que, al contrario de lo que piensa la gente, los regímenes totalitarios no lamentan para nada que la gente capacitada abandone el país regido por ellos. Es al revés, ¡Les viene muy bien que se vayan los capacitados, los que piensan, y que solo queden los que dependen de los subsidios del Estado y que acatan sus leyes como corderitos!

1.2.- La clase alta, la élite gobernante, encargada de la conducción, y

1.3.- La clase intermedia, encargada de hacer cumplir el programa que dicte el Partido. Y, como hemos visto, inclusive esta clase intermedia no tiene asegurado el futuro con el advenimiento de la robótica que amenaza con transformarse en el brazo ejecutor de la élite gobernante.

2.- El relato. Debe haber un credo que profese toda la población. No se debe dejar que la clase baja piense por sí misma, se le debe dar un relato que cubra todos sus interrogantes. Y esto debe hacerse desde la infancia. Por ejemplo, vemos a continuación la foto de dos páginas del libro de las primeras lecturas, para niños de primaria, entronizado en las escuelas durante la dictadura peronista de 1946 – 1955. En ella, como es dable esperar, se ensalza la figura del “Gran Hermano”:


Y ahora veamos unas palabras pronunciadas por Juan Perón en un discurso pronunciado por él, el día 2 de Julio de 1952, ante los altos funcionarios de la Administración Nacional.

Lo primero que la Nación debe tener es una doctrina. Nada se puede hacer con colectividades inorgánicas y la doctrina es el punto de partida de la organización de una colectividad. En el gobierno, la doctrina debe ser para nosotros el punto de partida para toda la organización. Cuando los hombres no están adoctrinados es mejor no juntarlos; nuestra tarea es una tarea de equipos.

La doctrina nacional puede ser discutida, pero debe ser aplicada porque algo tenemos que hacer. Discutirla para perfeccionarla, pero aplicarla, porque el que no aplica una doctrina que se ha creado para la Nación está procediendo en contra de la Nación. Una doctrina es indispensable para que todos sepamos qué es lo que tenemos que hacer, cualquiera sea el puesto que en suerte nos ha tocado desempeñar en la colectividad argentina.


En esto, señores, una doctrina nacional es tan fundamental en el Estado, en la Nación, como fundamentales son el alma y el pensamiento en un hombre. ¿Adónde va un hombre que no tenga sentimientos ni pensamientos? ¿Y adónde iría una Nación que no tuviese un pensamiento y un sentimiento comunes?

……………………………………..

En cuanto al Estado, ese concepto se estrecha mucho más: No puede haber un funcionario de ninguna categoría ni un empleado destinado al servicio de la Nación que no piense estrechamente dentro de la doctrina nacional, porque él es el ejecutor directo de esa doctrina. En otro ciudadano de otra actividad quizá no sea tan pecaminoso que hiera a la doctrina, o aún, que esté en contra del dictado de la doctrina, pero un funcionario o un empleado público que es el ejecutor directo por mandato IMPLÍCITO de la CONSTITUCIÓN y de la CIUDADANÍA, no puede estar fuera de eso.

Se desprende de la lectura de este discurso cuál es el origen de la así llamada “grieta” que separa la sociedad, bajo regímenes totalitarios, en ellos y nosotros. Claramente proviene de las palabras: El que no aplica una doctrina que se ha creado para la Nación está procediendo en contra de la Nación. Que es una forma de decir que el que no piense como nosotros, está en contra de nosotros. Esto separó a los argentinos de aquella época en peronistas y antiperonistas y, como dijo el mismo Perón: Al amigo, todo; al enemigo, ni justicia.

3.- La clase intermedia debe velar por la ortodoxia del pensamiento de la población, reprimiendo y reeducando a quienes ignoren los preceptos de la doctrina, inclusive utilizando métodos cruentos.

Es así que, prácticamente, no hay régimen totalitario sin presos políticos. ¿Quiénes son ellos? Los que han cometido la falta de pensar diferente a lo que dicta la doctrina del Gran Hermano.

Y tal como hemos dicho en notas anteriores, hoy en día aumentan permanentemente los medios por los cuales se puede rastrear a cada persona individual para saber lo que hace, lo que gusta, lo que odia, etc. y lograr así manipularlos como hacia Pol en el cuento de Casciari.

Y, por si esto fuera poco, el Gran Hermano contará con una insobornable y poderosa fuerza represiva provista por la robótica.


Bien, con esto finalizamos nuestro recorrido por los profetas del Moderno Testamento y del contenido del que ellos nos advierten. Por el momento, dejamos el tema. Seguramente volveremos a él en el futuro dada su tremenda importancia para todos nosotros.





 

 

 

 

 

Conjeturas, hipótesis, teorías.

La especulación o conjetura, es una forma filosófica de pensar para ganar conocimiento yendo más allá de la experiencia o práctica tradicion...