domingo, 7 de noviembre de 2021

¿Nos encaminamos hacia un mundo distópico? Conclusión.

 

Quedamos, en la nota anterior, en redondear el tema de las distopías extrayendo algunas conclusiones acerca de qué las produce y cuáles son sus rasgos distintivos.

En cuanto a lo primero, o sea, qué las produce, podemos distinguir dos causas fundamentales, una bienintencionada y la otra, no.

1.- La bienintencionada pretende poner orden ante un creciente número de humanos que, si tuvieran plena libertad, generarían un desorden tremendo. Piénsese, por ejemplo, en los 1.500.000.000 de habitantes que tiene China. Un político, honesto y bienintencionado, podría pensar que el desorden sería inevitable si dejara hacer a cada uno libremente.

Por otra parte, nuestro político podría coincidir con los siguientes dos pensamientos del historiador romano del siglo I antes de nuestra era, Cayo Salustio Crispo, que nos dijo:

“Son pocos los que prefieren la libertad, la mayoría prefiere un amo justo”

Y también:

“Con la concordia, crece lo más pequeño, con la discordia se arruina lo más grande”

Si son pocos los que prefieren la libertad, ¿A qué otorgársela, indiscriminadamente, a todo el mundo? Y, si son pocos los que prefieren la libertad, ¿Qué hacer con el resto (quizás el 85% que dice Orwell)? Pues a ellos hay que criarlos en una concordia producto de un esquema impuesto por la fuerza, que les dé la “papilla” predigerida por el sistema. ¡Que no piensen! ¡Que solo discurran por la vida sobre los rieles que ha dispuesto el sistema! ¡Que no tengan que planificar su vida, ya lo estará por el Gran Hermano!

¿Y con los pocos que prefieren la libertad? Pues, con ellos se alimentará el 2% de la élite gobernante y el 13% de los ejecutores de órdenes.

Como vemos, esta línea de pensamiento lleva derecho a la distopía. Lo que sí cabe preguntarse es si el 85% que entrega su vida para que la conduzca otro no estará tranquilo y satisfecho con ello… La pregunta es válida porque, además de lo que dice Salustio, el moralista y pensador francés Michel de Montaigne agrega:

…estoy convencido que es más fácil y más satisfactorio seguir que conducir…

También viene al caso la respuesta de Voltaire sobre por qué la abundancia de dictadores si la gente dice preferir la democracia. Contestó el francés:

la verdadera razón se encuentra en que raramente los hombres son dignos de gobernarse por sí mismos

…y, entonces necesitan del Gran Hermano que los guíe…


2.- La causa malintencionada sería la del político que quiere acumular poder para satisfacer una necesidad interior, para satisfacer su megalomanía. Al respecto, cabe la anécdota de una escena de la película Bugsy en la que Warren Beatty le comenta a un compañero de viaje: “El poder es más adictivo que el sexo”. Esa es la causa de que muchos líderes pretendan quedarse indefinidamente en su posición de tales.



En cuanto a las características de la distopía, las hemos ido viendo con las obras de los profetas, pero, las podemos resumir así:

1.- Se divide la población en estamentos claramente diferenciados. Orwell los reseña muy bien:

1.1.- Una clase baja, encargada de producir según las instrucciones del partido y nada más. A cambio, reciben un subsidio que garantice su supervivencia, pero no su crecimiento y desarrollo. El yo debe dejar lugar al nosotros. Pero, no con un sentido de solidaridad para con el otro, sino, con el sentido de que no debe haber individualidades que se destaquen en la clase baja.

Al respecto, podemos agregar que, al contrario de lo que piensa la gente, los regímenes totalitarios no lamentan para nada que la gente capacitada abandone el país regido por ellos. Es al revés, ¡Les viene muy bien que se vayan los capacitados, los que piensan, y que solo queden los que dependen de los subsidios del Estado y que acatan sus leyes como corderitos!

1.2.- La clase alta, la élite gobernante, encargada de la conducción, y

1.3.- La clase intermedia, encargada de hacer cumplir el programa que dicte el Partido. Y, como hemos visto, inclusive esta clase intermedia no tiene asegurado el futuro con el advenimiento de la robótica que amenaza con transformarse en el brazo ejecutor de la élite gobernante.

2.- El relato. Debe haber un credo que profese toda la población. No se debe dejar que la clase baja piense por sí misma, se le debe dar un relato que cubra todos sus interrogantes. Y esto debe hacerse desde la infancia. Por ejemplo, vemos a continuación la foto de dos páginas del libro de las primeras lecturas, para niños de primaria, entronizado en las escuelas durante la dictadura peronista de 1946 – 1955. En ella, como es dable esperar, se ensalza la figura del “Gran Hermano”:


Y ahora veamos unas palabras pronunciadas por Juan Perón en un discurso pronunciado por él, el día 2 de Julio de 1952, ante los altos funcionarios de la Administración Nacional.

Lo primero que la Nación debe tener es una doctrina. Nada se puede hacer con colectividades inorgánicas y la doctrina es el punto de partida de la organización de una colectividad. En el gobierno, la doctrina debe ser para nosotros el punto de partida para toda la organización. Cuando los hombres no están adoctrinados es mejor no juntarlos; nuestra tarea es una tarea de equipos.

La doctrina nacional puede ser discutida, pero debe ser aplicada porque algo tenemos que hacer. Discutirla para perfeccionarla, pero aplicarla, porque el que no aplica una doctrina que se ha creado para la Nación está procediendo en contra de la Nación. Una doctrina es indispensable para que todos sepamos qué es lo que tenemos que hacer, cualquiera sea el puesto que en suerte nos ha tocado desempeñar en la colectividad argentina.


En esto, señores, una doctrina nacional es tan fundamental en el Estado, en la Nación, como fundamentales son el alma y el pensamiento en un hombre. ¿Adónde va un hombre que no tenga sentimientos ni pensamientos? ¿Y adónde iría una Nación que no tuviese un pensamiento y un sentimiento comunes?

……………………………………..

En cuanto al Estado, ese concepto se estrecha mucho más: No puede haber un funcionario de ninguna categoría ni un empleado destinado al servicio de la Nación que no piense estrechamente dentro de la doctrina nacional, porque él es el ejecutor directo de esa doctrina. En otro ciudadano de otra actividad quizá no sea tan pecaminoso que hiera a la doctrina, o aún, que esté en contra del dictado de la doctrina, pero un funcionario o un empleado público que es el ejecutor directo por mandato IMPLÍCITO de la CONSTITUCIÓN y de la CIUDADANÍA, no puede estar fuera de eso.

Se desprende de la lectura de este discurso cuál es el origen de la así llamada “grieta” que separa la sociedad, bajo regímenes totalitarios, en ellos y nosotros. Claramente proviene de las palabras: El que no aplica una doctrina que se ha creado para la Nación está procediendo en contra de la Nación. Que es una forma de decir que el que no piense como nosotros, está en contra de nosotros. Esto separó a los argentinos de aquella época en peronistas y antiperonistas y, como dijo el mismo Perón: Al amigo, todo; al enemigo, ni justicia.

3.- La clase intermedia debe velar por la ortodoxia del pensamiento de la población, reprimiendo y reeducando a quienes ignoren los preceptos de la doctrina, inclusive utilizando métodos cruentos.

Es así que, prácticamente, no hay régimen totalitario sin presos políticos. ¿Quiénes son ellos? Los que han cometido la falta de pensar diferente a lo que dicta la doctrina del Gran Hermano.

Y tal como hemos dicho en notas anteriores, hoy en día aumentan permanentemente los medios por los cuales se puede rastrear a cada persona individual para saber lo que hace, lo que gusta, lo que odia, etc. y lograr así manipularlos como hacia Pol en el cuento de Casciari.

Y, por si esto fuera poco, el Gran Hermano contará con una insobornable y poderosa fuerza represiva provista por la robótica.


Bien, con esto finalizamos nuestro recorrido por los profetas del Moderno Testamento y del contenido del que ellos nos advierten. Por el momento, dejamos el tema. Seguramente volveremos a él en el futuro dada su tremenda importancia para todos nosotros.





 

 

 

 

 

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