domingo, 29 de septiembre de 2024

Del odio entre clanes

En 1945, el general Dwight D. Eisenhower, comandante supremo de los aliados en la Segunda Guerra Mundial, al encontrar a las víctimas de los campos de exterminio, ordenó que se tomaran todas las fotografías posibles, y que el pueblo alemán de las aldeas circundantes fuera conducido a través de los campamentos e incluso enterrara a los muertos. Proféticamente anticipó que: En el futuro habrá quien negará que esto sucedió.

El siguiente muy interesante video toca este tema y, como podrán comprobar, se encuentra muy relacionado con el contenido de mi ensayo De conductores y conducidos, que les recomiendo leer, si no lo han hecho.

Está claro que los fantasmas contra los cuales debe luchar todo conductor son la megalomanía, el mesianismo, la ambición desmesurada de poder, que lo llevan a creer que solo él es quien podrá salvar a su grey y lo transforman en un tirano. Pero, como no podría ser de otra manera, también el conducido tiene fantasmas y el más peligroso de ellos es la autoinhibición para pensar, la entrega absoluta al relato que elabora el líder y el cese de sus funciones cognitivas. Esto, que parece una monstruosidad a la que nadie aspiraría, tiene su gran atractivo en el hecho de que el conducido se ve liberado de la necesidad que conlleva el vivir, o sea, tener que pensar, analizar, evaluar, informarse, tomar decisiones... No, el conducido se entrega al relato que le "baja" el conductor y ¡Ya está! Su vida está arreglada y no tiene más de que preocuparse. Es así como se ciega a ver los desmanes que el tirano realiza: ¡Su ídolo no es de barro! ¡No puede serlo! ¡Nadie le hará creer que su conductor es un corrupto! De lo contrario su mundo se derrumbaría y quedaría desnudo frente a sus errores, frente al tiempo desperdiciado siguiendo una mentira. 

A tanto llega la entrega del seguidor al líder que, como ya he relatado en De Conductores y Conducidos, el cadáver de un sicópata asesino como Stalin, que mandó a la muerte a alrededor de veinte millones de rusos, fue despedido por filas y filas de dolientes rusos que asistieron a dar el último adiós "al padrecito".

Así pues, podrán ver en este video la referencia a un nazi que, preguntado por el Holocausto, lo niega y dice que son puras invenciones de los judíos. 

Al respecto, hay varias notas en este blog que hablan de estos temas, pero quisiera recomendarles una, en particular, del 28 de noviembre de 2022, titulada Una perla en un cubo de arena, que pinta claramente lo que estoy diciendo del conductor y el conducido. Los invito a leerla.

¿Y por qué odio entre clanes, Martín?

Porque, como ya hemos puntualizado en notas anteriores, desde el Paleolítico el hombre ha estructurado su vida social en clanes, de los cuales, actualmente, la familia es el más obvio, pero no el único. Piénsese, por ejemplo, en el clan de los hinchas de un club de fútbol, que tienen en menos a los hinchas del club rival y viceversa o los clanes de las nacionalidades, que tienen en menos a los que están del otro lado de la frontera y viceversa, o de las religiones, por ejemplo, los musulmanes que tienen en menos a los cristianos y viceversa o de los veganos, que tienen en menos a los carnívoros y viceversa etc., etc., etc.

El odio surge cuando establecemos que "mi" clan es mejor que el "tuyo", es superior, es incomparable. Así, por ejemplo, el clan de los nazis, en la Alemania de las décadas de 1930 y 1940, veía a los judíos, a los homosexuales, a los gitanos, a los pordioseros, como untermenschen, es decir: Subhombres, infrahumanos. Y, claramente, matar a un infrahumano no era nada de lo que arrepentirse...

Pero, se puede encontrar el odio de clanes incluso en lugares que a priori uno pensaría que no lo albergan como, por ejemplo, la Biblia. Veamos el siguiente pasaje del Antiguo Testamento:

Levítico 20:13, “Si alguno se ayuntare con varón como con mujer, abominación hicieron; ambos han de ser muertos; sobre ellos será su sangre”.

En otras palabras, a los homosexuales HAY que matarlos y quienes lo hagan no serán culpables de asesinato...

Bien, ¡Y de qué trata esta nota, Martín?

Pues, trata de este tema controversial, conocerán en ella al Dr. Bernd Wollschlaege, alemán de nacimiento, judío por adopción. Hijo de un militar nazi de la Segunda Guerra Mundial, el Dr. Wollschlaege habla en una cena homenaje que le brinda la Congregación Hebrea Old Westbury. Nos relatará su vida y lo que él considera que es lo que se debería hacer para evitar el odio.


¿Es posible el mundo mejor que plantea el Dr. Wollschlaege? Quizás lo sea, pero lo que si es cierto es que la lucha es permanente y, en más de una ocasión, triunfa el homo predator.

 https://www.youtube.com/watch?v=l6XiHiT-AJ0

  Bien, me despedido, pero, no sin antes recordarles que: Si tienen un hijo, sobrino, nieto, o ustedes mismos a quien tienen que agasajar, qué mejor que regalarle mi libro de El Ajedrez de la B a la Q, Tomo I (no se demoren que ya viene el Tomo II), que podrán encontrar en Mi Librería:

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domingo, 22 de septiembre de 2024

Insectos, mamíferos, robots.

 ¡Hola queridos amigos!

La nota de hoy es, engañosamente, corta. En realidad, disfrutarla por completo lleva como dos horas.

He pensado oportuno aportar, a su agudo entendimiento de ustedes, tres documentales de Deutsche Welle que, a no dudarlo, los atraparán.

¿Y de qué tratan Martín?

Bueno, en el primero de ellos podrán informarse de la asombrosa inteligencia de los abejorros, las avispas y otros insectos. 

Verán que lo que llamamos inteligencia no es privativo de nosotros los humanos, lo que tiene repercusiones en el tema de la inteligencia artificial.

Helo aquí:

https://www.youtube.com/watch?v=58cHRv_yvDU

El segundo video está destinado a elucidar ¿Qué distingue a los humanos de los animales? Es decir, por qué hemos tenido tanto éxito en dominar el planeta y en imponer nuestra civilización sobre todas las otras formas de vida.

¿Qué nos hace diferentes como para lograr esos éxitos?

Debo confesar que no me satisface totalmente la respuesta a la que arriban los investigadores en el video. No la descarto, pero creo que no es única. Será interesante ver qué opinan ustedes.

Y, como bonus adicional, nos mostrarán toda una serie de habilidades que poseen los animales que será muy interesante conocer.

Helo aquí:

https://www.youtube.com/watch?v=wTdysSqWEm4

Y, por último, tenemos un tema sobre el que ya hay que ir pensando pues no pasará mucho tiempo antes de que nos enfrentemos a lo que trata este video. O sea: ¿Podrán los seres humanos amar a los robots con IA? Interesante pregunta, n’est-ce pas.

Helo aquí:

https://www.youtube.com/watch?v=MMAvjs46tnY&t=69s

 Bien, me despedido, pero, no sin antes recordarles que: Si tienen un hijo, sobrino, nieto, o ustedes mismos a quien tienen que agasajar, qué mejor que regalarle mi libro de El Ajedrez de la B a la Q, Tomo I (no se demoren que ya viene el Tomo II), que podrán encontrar en Mi Librería:

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domingo, 15 de septiembre de 2024

¿Se cumplirá el sueño de Gilgamesh?

Ya hemos hablado en este foro, estimados amigos, de Raymond Kurzweil. Fue el 8 de julio del presente año en la nota titulada Conjeturas, hipótesis, teorías. Ray Kurzweil, futurista y experto en inteligencia artificial, ha capturado recientemente la atención global con una declaración impactante: Los humanos podrían alcanzar la inmortalidad en 2030. Pero, ¿en qué se basa semejante afirmación?

Antes de ir a ello, primero recordemos quién es Ray Kurzweil.

Raymond Kurzweil (Queens, Nueva York, 12 de febrero de 1948) es un inventor estadounidense, además de músico, empresario, escritor y científico especializado en Ciencias de la Computación e inteligencia artificial. Desde 2012 es director de Ingeniería en Google.

Experto tecnólogo de sistemas y de inteligencia artificial, es actualmente presidente de la empresa informática Kurzweil Technologies, que se dedica a elaborar dispositivos electrónicos de conversación máquina-humano y aplicaciones para personas con discapacidad y canciller e impulsor de la Universidad de la Singularidad de Silicon Valley. ​

Y no es un recién llegado al mundo de las predicciones tecnológicas. Este renombrado científico ha sido galardonado con el prestigioso National Medal of Technology y es miembro del National Inventors Hall of Fame. 

¿Un ejemplo visual de su genio? Fue él quien creó el primer escáner para ordenador y el primer sintetizador texto-a-voz que, combinados, se erigían en la primera máquina lectora de documentos impresos para ciegos.

Respecto a sus predicciones, su historial habla por sí solo. Antes del año 2000, predijo que un ordenador derrotaría al campeón mundial de ajedrez. Y así sucedió con Deep Blue de IBM que derrotó al entonces Campeón Mundial Garry Kaspárov.

También auguró que, para 2009, predominarían los ordenadores portátiles de diversas formas y tamaños y que, en 2010, la mayoría de la población estaría conectada de forma inalámbrica a una red de información. Si echamos un vistazo a la historia de nuestros smartphones, es evidente que Kurzweil no estaba errado.

Cuando alguien con un historial tan acertado apunta hacia la inmortalidad humana, cuando menos hay que escuchar.

https://www.youtube.com/watch?v=r9fcjUUVM00

Según el video viral en YouTube, que puedes ver arriba, Kurzweil resalta que, para 2030, la nanotecnología permitirá a los seres humanos curar enfermedades mediante pequeños robots o nanobots.

Los nanobots son robots nanoscópicos o lo que es lo mismo un robot que tiene un tamaño nanométrico. Pero... ¿Qué tamaño es ese? 1 nanómetro (unidad de longitud) corresponde a una mil millonésima parte de un metro. O sea, si tomamos un metro y lo dividimos en mil millones de partes iguales (!!), cada una de ellas es un nanómetro. Los nanobots son de ese tamaño. El sufijo Nano significa enano y es todavía más pequeño que micro. 

Estos nanobots podrán reparar nuestros cuerpos. ¿El resultado? Nos volveríamos inmunes a las enfermedades, al envejecimiento e, incluso, a la muerte. Serían capaces de reprogramar nuestro ADN y permitir la regeneración celular.

Este panorama futurista podría llevarnos a pensar en películas de ciencia ficción donde simplemente los humanos no tienen por qué preocuparse por la enfermedad y Kurzweil sostiene que esta es una posibilidad real en el horizonte.

No obstante, como todo pronóstico, existen escepticismo y dudas. Algunos creen que, si bien la tecnología avanza, la inmortalidad es un desafío demasiado grande. Otros, inspirados por avances en empresas innovadoras como Neuralink de Elon Musk, ven la visión de Kurzweil como un siguiente paso lógico.

Así, Kurzweil no está solo en su visión. El Dr. Ian Pearson, otro conocido futurólogo, pone la fecha algo más lejos, marcando 2050 como el año de la inmortalidad, pero con una salvedad: Solo los ricos y famosos podrán acceder inicialmente a esta cura de la muerte. 

¿Estaremos en las puertas de un nuevo amanecer tecnológico que redefinirá nuestra existencia? Solo el tiempo lo dirá. Lo que es seguro es que el viaje promete ser fascinante.

Ahora bien, se preguntarán ustedes, queridos amigos, por qué vuelvo a presentar a Ray. Pues, porque, en el corto lapso transcurrido entre la nota mencionada más arriba y esta, han aparecido novedades que apoyan la hipótesis de Kurzweil. Realmente, la velocidad con que avanza la Ciencia es sorprendente. Veamos:

Científicos de la Universidad Johns Hopkins, en Estados Unidos, han conseguido tatuar una célula sin dañarla, usando nanotecnología.

Este nanotatuaje celular puede tener multitud de aplicaciones, desde convertir a la célula en un sensor, a usarla para detectar cuándo se origina una enfermedad, antes de que contagie al órgano completo.

La técnica tiene mucho mérito porque estamos hablando de colocar un tatuaje a un ente vivo que apenas mide unas micras, cientos de veces más pequeño que el grosor de un pelo.

Un nanotatuaje celular para salvar vidas

Según se explica, los tatuajes de las células están construidos con oro. Se usa este metal por su alta conductividad, y su capacidad para evitar la pérdida y distorsión de la señal.

"Si imaginamos hacia dónde se dirige todo esto en el futuro, nos gustaría disponer de sensores para supervisar y controlar a distancia el estado de las células individuales y el entorno que las rodea en tiempo real", explica David Gracias, autor del estudio.

"Si dispusiéramos de tecnologías para rastrear la salud de células aisladas, quizá podríamos diagnosticar y tratar enfermedades mucho antes y no esperar a que todo el órgano esté dañado".

Esta es la razón principal de estos nanotatuajes: Rastrear la salud de células individuales que forman parte de un órgano. En las pruebas se han usado células que pertenecen al cerebro de una rata.

Pero pueden tener otras aplicaciones como biosensores de diferentes tipos.

Para tatuar las células, los nanopuntos y nanocables de oro se colocaron sobre una oblea de silicio antes de transferirlos a un hidrogel de alginato biocompatible, que los investigadores fijaron al tejido cerebral de la rata. 

Las nanoestructuras se ajustaron a la forma de las células y permanecieron adheridas durante 16 horas, incluso cuando se movieron. Además, no dañaron la célula.

El objetivo ahora de este nanotatuaje celular es que permanezca más tiempo en la célula, y conectarlo para que empiece a recopilar los primeros datos.

O sea, en un todo de acuerdo con lo que predice Kurzweil. Pero, hay más:

Desarrollan nanorobots para reparar aneurismas en el cerebro

Son 20 veces más pequeños que una célula sanguínea y se controlan de forma remota.

En su interior hay un pequeño imán, para guiarlos y una cápsula con un fármaco.

Aproximadamente un 5% de la población del planeta tiene un aneurisma cerebral, pero pocos llegan a producir síntomas o consecuencias. El verdadero problema comienza cuando la ruptura de la arteria provoca una hemorragia cerebral. Ahora, un nuevo estudio ha utilizado robots más pequeños que la mayoría de las bacterias para administrar medicamentos directamente en el lugar de un aneurisma cerebral, previniendo un derrame cerebral.

Hasta ahora, la nueva tecnología se ha probado solo en conejos, pero con más estudios, podría convertirse en una alternativa a los stents que se utilizan actualmente para estabilizar los aneurismas en pacientes humanos.

Esta tecnología sería capaz de detener el sangrado causado por un aneurisma, en el que la pared de una arteria se debilita y se hincha. Los resultados se han publicado en Small y han sido liderados por Qi Zhou, experto en ingeniería bioinspirada en la Universidad de Edimburgo.

“Nuestros nanorobots magnéticos controlados a distancia proporcionan una forma más precisa y segura de cerrar rápidamente los aneurismas cerebrales sin utilizar implantes – explica Zhou en un comunicado -. También pueden mitigar la laboriosa tarea de los cirujanos de introducir un microcatéter largo y delgado a través de redes complejas de vasos sanguíneos".

Los aneurismas se pueden formar en cualquier arteria del cuerpo. Cuando se forman en el cerebro, pueden estallar y provocar un derrame cerebral. Para idear una nueva solución para estos eventos peligrosos, Zhou y sus colegas desarrollaron nanorobots que miden solo 295 nanómetros de diámetro. A modo de comparación, un virus típico tiene unos 100 nanómetros de ancho y la mayoría de las bacterias miden en el rango de los 1.000 nanómetros.

Cada pequeño robot consta de un núcleo magnético, un agente coagulante llamado trombina que trata el aneurisma y un revestimiento que se derrite cuando se calienta ligeramente para liberar el medicamento. “Usando un campo magnético, los nanorobots pueden ser guiados hasta el aneurisma - añade Zhou -. Luego se utiliza calor concentrado para derretir el recubrimiento, liberar el fármaco y bloquear el aneurisma de la circulación sanguínea”.

Este calor se aplica con un campo magnético alterno, que esencialmente crea fricción alterando la alineación de las partículas expuestas al campo. La temperatura se mantiene por debajo de los 50 grados Celsius para que no dañe el tejido corporal. La idea es que los cirujanos cardiovasculares puedan liberar estos nanorobots en el torrente sanguíneo, hacia el aneurisma, utilizando un microcatéter. Esto evitaría que tengan que introducirse demasiado profundamente en los vasos finos del cerebro.

El equipo de Zhou evaluó primero la biocompatibilidad de los nanorobots en células humanas en placas de laboratorio. Un material biocompatible se puede introducir en tejidos vivos sin causar daño o efectos secundarios no deseados. También realizaron estudios preliminares con animales, tratando a tres conejos por aneurismas inducidos artificialmente en las arterias carótidas, que alimentan el cerebro y la cabeza.

“Descubrimos que los nanorobots podían ser guiados con éxito hasta el aneurisma en un entorno de intervención clínica y estabilizar un coágulo para luego bloquearlo por completo”, afirma Zhou.

Durante un período de seguimiento de dos semanas, los tres conejos se mantuvieron sanos, con coágulos estables que bloqueaban sus aneurismas. Estos coágulos no bloquean el suministro de sangre al cerebro, sino que cierran el punto débil del vaso para que no reviente.

De cara al futuro, la tecnología deberá probarse en animales más grandes que imiten mejor al cuerpo humano, concluye el estudio. También se deberá probar la seguridad y eficacia de los nanorobots en estudios a más largo plazo, para ver cómo afecta al cerebro después de un tiempo. En las pruebas con conejos, los aneurismas se encontraban a poca profundidad, por lo que el equipo también tendrá que mejorar el sistema de control magnético para guiar mejor a los robots hacia los aneurismas que se encuentran en las profundidades del cerebro.

 

¿Acaso no es esto de lo que habla Kurzweil, amigos? ¡Y en apenas dos meses!

¡Se viene la inmortalidad! ¡Y con ella se viene el rejuvenecimiento! Ni Gilgamesh, el legendario rey sumerio de Uruk que perseguía la inmortalidad, habría soñado con tanto.

¿No les parece maravilloso, queridos amigos?

A todo esto, les comento que muchas veces he recibido como respuesta a la pregunta:

-        ¿Te gustaría ser inmortal?

-        Nooo, ¿Para qué? ¡No creo que lo soportaría!

Me gustaría saber si, enfrentados a la posibilidad concreta de serlo, seguirían diciendo que no o se apresurarían a aceptar. Y ni hablar si la oferta viene acompañada del rejuvenecimiento.

Bien, queridos amigos, realmente sería una pena que la Parca llegue primero y nos perdamos esta magnífica posibilidad por tan poco tiempo. Como decimos los españoles: ¡Que no, que no!

Pero, no me iré, mentes curiosas, sin antes dejarles un video sobre la historia de Gilgamesh, narrada por Raquel de la Morena. Hela aquí:

https://www.youtube.com/watch?v=X8et2iqvrIY

Bien, me despedido, pero, no sin antes recordarles que: Si tienen un hijo, sobrino, nieto, o ustedes mismos a quien tienen que agasajar, qué mejor que regalarle mi libro de El Ajedrez de la B a la Q, Tomo I (no se demoren que ya viene el Tomo II), que podrán encontrar en Mi Librería:

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domingo, 8 de septiembre de 2024

La paradoja de Newcomb

 Se designa como paradoja, queridos amigos, a la figura retórica que consiste en la utilización de expresiones que envuelven una contradicción.

Ustedes, ávidos lectores de Policromía de Ideas, seguramente recuerdan la nota Gödel, Escher y Bach, en la que viéramos la conocida paradoja del cretense Epiménides que reza de la siguiente guisa:

Todos los cretenses mienten.

Ahora bien, si todos los cretenses mienten, él, como cretense, está mintiendo, luego lo que dijo es mentira, pero, si es mentira, significa que los cretenses no mienten, dicen la verdad; pero, si dicen la verdad, entonces es cierto que todos los cretenses mienten y volvemos al punto de partida sin haber aclarado las cosas. He ahí una paradoja.

Esto nos lleva a William Newcomb (1927 – 1999), un físico teórico americano, profesor en el Laboratorio Lawrence Livermore de la Universidad de California, sobrino bisnieto del astrónomo Simon Newcomb; un polímata canadiense del siglo XIX.

Pues bien, en 1960, mientras analizaba el conocido "dilema del prisionero", Newcomb dio forma a la que luego pasó a ser conocida como “paradoja de Newcomb”. Curiosamente, Newcomb nunca escribió acerca de ella, pero, unos años más tarde, llegó a oídos del conocido filósofo estadounidense Robert Nozick. Admirado por ella, Nozick la hizo pública en 1969, con la anuencia de Newcomb. "Es un problema hermoso. Ojalá fuera mío", acotó.

¿Y, en qué consiste la tal paradoja, Martín?

Pues, veámosla:

Supongamos una mesa sobre la que hay dos cajas cerradas:

1.- la caja A que contiene US$1.000 y

2.- la caja B que puede contener US$1.000.000 o nada.

Se nos ofrecen dos opciones:

1.- llevarnos sólo la caja B o

2.- llevarnos las dos cajas.

Nos quedaremos con todo lo que haya en la/s caja/s que escojamos y el objetivo es llevarnos la mayor cantidad de dinero.

Antes de tomar la decisión, debes tener en cuenta que todo esto fue ideado por un ser supremo cuya capacidad de predicción es perfecta.

Él ya pronosticó qué haríamos.

Si predijo que tomaríamos ambas cajas, dejó la B vacía.

Si predijo que escogeríamos sólo la B, guardó en ella el millón de dólares.

Obviamente, no sabemos lo que predijo.

Entonces, ¿Qué hacer? ¿Nos llevamos las dos cajas o sólo una? Recordemos que el objetivo es llevarnos la mayor cantidad de dinero posible.

Y resulta que este engañosamente simple problema está lejos de ser de fácil solución. Y así, las encuestas muestran que el público reacciona de la siguiente forma: Más o menos la mitad está convencida de que la opción 1 es la correcta y la 2, absurda; y la opinión de la otra mitad es igual de contundente, pero al revés.

De hecho, fue por esa dicotomía que Nozick decidió publicarla.

El tema es que hay dos soluciones posibles, pero, llevan a decisiones diferentes:

Argumentos a favor de tomar sólo la caja B.

Si tomamos lo que hay en ambas cajas, el ser supremo lo habrá predicho y no habrá puesto el millón de dólares en la caja B, y, por lo tanto, obtendremos US$1.000.

Si tomamos solamente la caja B, el ser lo predijo así que al abrirla encontrarás US$1.000.000.

Por lo tanto, lo lógico es optar por tomar solo una caja.

Argumentos a favor de escoger las dos cajas.

El ser supremo ya hizo su predicción; el millón de dólares ya está o ya no está en la caja B. Esto es un hecho y, entonces, el dinero no se va a esfumar dependiendo de nuestra elección, pues una decisión en el presente no cambia una tomada en el pasado.

Si el ser ya puso el millón en la caja B y tomamos ambas, obtendremos US$1.001.000, mil más que si tomáramos una sola caja.

Si el ser no puso el millón en la caja B y escogemos ambas, al menos nos quedaremos con US$1.000, en vez de nada.

En conclusión.

No es sorprendente si, a pesar de haber leído las razones de quienes escogieron la opción distinta a la tuya, te sigue pareciendo irracional.

Eso ha venido pasando incluso desde antes de que Nozick popularizara la paradoja.

"He planteado este problema a un gran número de personas, tanto amigos como estudiantes en clase", escribió el filósofo.

"Para casi todo el mundo es perfectamente claro y obvio lo que se debe hacer. La dificultad es que estas personas parecen dividirse casi por igual sobre el problema, y ​​un gran número piensa que la mitad opuesta simplemente está siendo tonta".

Sin embargo, subrayó, "dados dos argumentos opuestos tan convincentes, no basta con conformarse con la creencia de que uno sabe qué hacer. Ni basta con repetir uno de los argumentos en voz muy alta y lentamente".

Agregó que era necesario "desarmar el argumento opuesto; explicar por qué no se sostiene, mostrándole el debido respeto".

Muchos han intentado hacerlo; varios están convencidos de que lo lograron.

Pero la paradoja de Newcomb sigue siendo un rompecabezas espinoso y tremendamente controvertido, con ramificaciones en la teoría de la decisión, la economía, la psicología filosófica y la ciencia política.

Nozick esperaba que la publicación del problema pudiera “dar con una solución que me permitiera dejar de volver, periódicamente, a él”.

Pero hasta ahora, a pesar de que se ha estudiado, discutido y escrito profusamente sobre esta paradoja, no se ha llegado al consenso que le habría restaurado su paz mental.

Ustedes, queridos amigos, ¿Por qué opción se inclinan?

Bien, hasta aquí nuestro amigo Newcomb.


Sin embargo, no quisiera finalizar esta nota sin cumplir con el expreso pedido de mi presentadora de la semana pasada: Blanche Monnier. ¿La recuerdan? Aquí va su foto para ayudar a ello.

Concretamente, Blanche me pidió que contara su historia. ¡Su triste historia!

¡Lo haré! Y contaré para ello con el auxilio del excelente canal de Youtube, Mystery Scoop, que ha preparado un magnífico informe.

Es como decimos nosotros los brasileros: Não há fim para a maldade humana.

Se puede cambiar los subtítulos al español yendo abajo a la derecha a Configuración (la florcita redonda) - Subtítulos - Traducir automáticamente - Español

https://www.youtube.com/watch?v=3Dn-GvPGt4o

Es verdaderamente increíble lo que le sucedió a Blanche. Una vida que asomaba estupenda, destruida por quien más debió cuidarla.

Pero, Policromía de Ideas no ha olvidado a Blanche y sirva este recuerdo para rescatarla de las sombras.

¡Vaya nuestro saludo y cariño, Blanche, a través del tiempo y la muerte!

Bien, me despedido, pero, no sin antes recordarles que: Si tienen un hijo, sobrino, nieto, o ustedes mismos a quien tienen que agasajar, qué mejor que regalarle mi libro de El Ajedrez de la B a la Q, Tomo I (no se demoren que ya viene el Tomo II), que podrán encontrar en Mi Librería:

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domingo, 1 de septiembre de 2024

Las piezas de la evolución

Con motivo del lanzamiento del libro 'Las piezas de la evolución' de Neil Shubin (Pinolia, 2024), les traigo, estimados amigos, un interesante extracto de su primer capítulo, donde la ciencia y la historia se entrelazan para revelar los secretos de la vida en la Tierra.

Fósil de un pez. Foto: Istock

La evolución es una historia compleja y fascinante que ha intrigado a científicos y pensadores durante siglos. Ya hemos visto, en notas anteriores parte de su origen y desarrollo. Desde los primeros días de la paleontología, los investigadores han explorado rincones remotos del planeta en busca de pistas que expliquen cómo la vida en la Tierra ha cambiado de formas tan asombrosas a lo largo del tiempo. Gracias a estos esfuerzos, hoy en día contamos con una comprensión más clara de los procesos que llevaron a los peces a desarrollar extremidades y caminar sobre la tierra, a los reptiles a convertirse en majestuosas aves, y a los primates a evolucionar en seres humanos capaces de reflexionar sobre su propia existencia.

El conocimiento acumulado por los paleontólogos, combinado con los avances en la tecnología del ADN, ha permitido que por primera vez podamos responder preguntas fundamentales sobre nuestra propia historia evolutiva. ¿Cómo han ocurrido estos cambios tan trascendentales? ¿Es la vida en la Tierra producto de una serie de eventos fortuitos o existe un patrón más profundo que guía la evolución?

En su libro Las piezas de la evolución, el renombrado paleontólogo Neil Shubin nos invita a embarcarnos en un viaje a través de los siglos para desentrañar estos misterios. Con un estilo  que combina rigor científico con una narrativa accesible, Shubin explora los grandes hitos evolutivos que han moldeado la diversidad biológica que conocemos hoy. Desde su célebre descubrimiento del Tiktaalik roseae, un fósil que ofrece una ventana única a la transición de la vida del agua a la tierra, hasta las preguntas más fundamentales sobre el origen de las especies, Shubin ofrece una perspectiva fresca y emocionante sobre la historia de la vida en nuestro planeta.

A continuación, un extracto del primer capítulo de Las piezas de la evolución, escrito por Neil Shubin y publicado por Pinolia.

Cinco palabras

Algunas personas encuentran el propósito de su vida en un laboratorio o sobre el terreno. Yo encontré el mío en la diapositiva de una presentación. Cuando era estudiante de posgrado, asistí a una clase impartida por un científico veterano sobre los grandes éxitos de la historia de la vida. Era un curso breve, una especie de cita rápida con los grandes enigmas de la evolución. El tema de debate de cada semana era una transformación evolutiva diferente. En una de las primeras sesiones, el profesor mostró un corto de dibujos animados que mostraba lo que sabíamos entonces, en 1986, sobre la transición de los peces a los animales terrestres. En la parte superior del dibujo había un pez y en la inferior un anfibio fósil primitivo. Una flecha señalaba del pez al anfibio. Lo que me llamó la atención fue la flecha, no el pez. Miré la figura y me rasqué la cabeza. Peces caminando por tierra: ¿Cómo podía ocurrir? Parecía un enigma científico de primera clase al que dedicarme. Fue amor a primera vista. Así empezaron cuatro décadas de expediciones a los dos polos y a varios continentes, a la caza de fósiles que demostraran cómo se produjo este acontecimiento. 

Sin embargo, cuando intentaba explicar mi búsqueda a mis familiares y amigos, a menudo recibía miradas compasivas y secas preguntas. Transformar un pez en un animal terrestre significaba desarrollar un nuevo tipo de esqueleto, con extremidades para caminar en lugar de aletas para nadar. Además, tuvo que surgir una nueva forma de respirar, con pulmones en lugar de branquias. También tuvieron que cambiar la alimentación y la reproducción: comer y poner huevos en el agua es muy diferente de lo que ocurre en tierra. Prácticamente todos los sistemas del cuerpo tendrían que transformarse al mismo tiempo. ¿De qué serviría tener extremidades para caminar en tierra si el animal no podía respirar, alimentarse o reproducirse? Vivir en tierra requiere no solo un cambio, sino la interacción de cientos de ellos. Esta dificultad es válida para cada una de los miles de transiciones de la historia de la vida, desde los orígenes del vuelo y la marcha bípeda hasta los orígenes de los cuerpos y la vida misma. Mi búsqueda parecía condenada al fracaso desde el principio.

La solución a este dilema se encuentra en una famosa cita de la dramaturga Lillian Hellman. Al describir su vida —desde su inclusión en la lista negra del Comité de Actividades Antiamericanas de la Cámara de Representantes durante la década de 1950 hasta su duro estilo de vida— dijo una vez: «Nada, por supuesto, empieza en el momento en que crees que empieza». Con esa frase describió, por casualidad, uno de los conceptos más poderosos de la historia de la vida, que explica el origen de casi todos los órganos, tejidos y fragmentos de ADN de todas las criaturas del planeta Tierra.

Las semillas de esta idea en biología comenzaron como consecuencia del trabajo de una de las figuras más autodestructivas de toda la ciencia, que siendo fiel a su estilo, cambió el campo al equivocarse. 

Para comprender el significado de los recientes descubrimientos sobre el genoma, debemos remontarnos a una época anterior de exploración. La Inglaterra victoriana fue un crisol de ideas y descubrimientos perdurables. Saber que las ideas sobre cómo funciona el ADN en la historia de la vida fueron desarrolladas en una época en la que la gente ni siquiera sabía que existían los genes tiene algo de poético. 

George Jackson Mivart (1827-1900) nació en Londres en una familia fervientemente evangélica. Su padre había ascendido de mayordomo a propietario de uno de los principales hoteles de la ciudad. La posición de Mivart padre dio a su hijo la oportunidad de alcanzar la posición social de un caballero y le concedió el privilegio de realizar la carrera de su elección. Al igual que su contemporáneo Charles Darwin, Mivart era un apasionado por la naturaleza. De niño coleccionaba insectos, plantas y minerales, a menudo tomaba muchas notas de campo e ideaba esquemas de clasificación. Mivart parecía destinado a dedicarse a la historia natural. 

Entonces intervino el tema dominante de su vida personal: la lucha con la autoridad. En su preadolescencia, Mivart se sintió cada vez más incómodo con la fe anglicana de su familia. Para gran consternación de sus padres, se convirtió al catolicismo romano. Este paso, audaz para un joven de dieciséis años, tuvo consecuencias imprevistas. Su recién descubierta lealtad a la Iglesia Católica le impidió asistir a Oxford o Cambridge, ya que el acceso a las universidades inglesas estaba vetado a los católicos en aquella época. Al no poder matricularse en un programa de historia natural, eligió la única opción que le quedaba: estudiar Derecho en el Inns of Court, donde la religión no era un obstáculo. Mivart se hizo abogado.

No está claro si Mivart ejerció alguna vez la abogacía, pero la historia natural siguió siendo su pasión. Aprovechando su condición de caballero, entró en la alta sociedad científica, donde entabló relaciones con figuras clave de la época, sobre todo con Thomas Henry Huxley (1825-95), que pronto se convertiría en un destacado defensor de las ideas de Darwin en la esfera pública. Huxley era un consumado anatomista comparativo por derecho propio y había reunido a un grupo de entusiastas aprendices. Mivart se hizo gran amigo del hombre, trabajó en su laboratorio e incluso participó en algunas de sus reuniones familiares. Bajo la tutela de Huxley, Mivart produjo algunos trabajos esenciales, aunque, sobre todo, descriptivos, acerca de la anatomía comparada de los primates. Estas descripciones detalladas del esqueleto siguen siendo útiles hoy en día. Cuando Darwin publicó su primera edición de El origen de las especies en 1859, Mivart se consideraba partidario de la nueva idea de Darwin, probablemente influido del fervor de Huxley. 

Thomas H. Huxley. 

Sin embargo, y como había ocurrido con la fe anglicana de su juventud, Mivart empezó a dudar sobre las ideas de Darwin y desarrolló objeciones intelectuales a la idea darwiniana del cambio gradual. Empezó a manifestar sus ideas en público, primero con suavidad y luego con más fuerza. Con pruebas que apoyaban su desacuerdo, redactó una respuesta a El origen de las especies. Si le quedaban amigos entre sus antiguos colegas del mundo de la historia natural, acabó de perderlos con el simple cambio de una palabra del título de Darwin: La génesis de las especies (On the Genesis of Species). 

Como si eso no fuera suficiente, Mivart empezó a criticar a la Iglesia católica. Escribió varias publicaciones eclesiásticas donde señalaba que el nacimiento virginal y la infalibilidad de la doctrina eclesiástica eran tan inverosímiles como las ideas de Darwin. Con la publicación de La génesis de las especies, Mivart fue prácticamente excomulgado de la ciencia. Sus escritos llevaron a la Iglesia católica a excomulgarle seis semanas antes de su muerte en 1900. 

El desafío de Mivart a Darwin refleja las encarnizadas luchas intelectuales de la Inglaterra victoriana y al mismo tiempo articula un escollo que mucha gente sigue teniendo con Darwin. Mivart abrió su ataque refiriéndose a sí mismo en tercera persona, utilizando un lenguaje destinado a establecer su credibilidad como una persona de mente abierta: «En un principio, no estaba dispuesto a rechazar la fascinante teoría de Darwin». 

Mivart empieza a exponer sus argumentos con un capítulo sustancial en el que esboza lo que considera el defecto fatal de Darwin, llamándolo «la incompetencia de la selección natural para dar cuenta de las etapas incipientes de las estructuras útiles». El título es un poco como un trabalenguas, pero resume una cuestión crucial: Darwin concebía la evolución como una sucesión de estados intermedios e incontables de una especie a otra. Para que la evolución funcionara, cada uno de esos estados intermedios tenía que ser adaptativo y aumentar la capacidad del individuo para prosperar. Para Mivart, estas etapas intermedias no parecían plausibles. Pongamos por ejemplo el origen del vuelo. ¿Qué utilidad podría tener una fase temprana en el origen de unas alas? El fallecido paleontólogo Stephen Jay Gould llamó a esta cuestión el «problema del porcentaje del 2 % de un ala»: una diminuta ala primitiva en un ancestro de ave no sirve para nada. En algún momento estas alas podrían llegar a ser lo suficientemente grandes como para que un animal pudiese planear con ellas, pero un ala diminuta no puede utilizarse para ningún tipo de vuelo propulsado. 

Mivart ofreció un caso tras otro en los que las etapas intermedias parecían inverosímiles. Los peces planos tienen dos ojos en un lado del cuerpo, las jirafas poseen los cuellos largos, algunas ballenas tienen barbas, varios insectos imitan la corteza de los árboles y así sucesivamente. ¿Qué utilidad podría tener un leve desplazamiento fraccionado de los ojos, el alargamiento del cuello o una sutil variación de coloración? ¿Qué tal una mandíbula con solo una astilla de barbas para alimentar a toda una ballena? La evolución, al parecer, consistía en innumerables callejones sin salida entre los estados finales de cualquier transición importante. 

Mivart fue uno de los primeros científicos en llamar la atención sobre el hecho de que en las grandes transiciones evolutivas no cambia un solo órgano, sino todo un conjunto de características corporales. ¿De qué serviría desarrollar extremidades para caminar sobre la tierra si una criatura no tuviera pulmones para respirar aire? Otro ejemplo: el origen del vuelo de las aves. El vuelo motorizado requiere muchos inventos diferentes: alas, plumas, huesos huecos, metabolismos elevados. Sería inútil que una criatura con huesos tan toscos como los de un elefante o un metabolismo tan lento como el de una salamandra desarrollara alas. Si para cualquier gran transformación es necesario que cambien cuerpos enteros y que cambien simultáneamente muchas características, ¿Cómo es posible que las grandes transiciones se produzcan de forma gradual? 

Mivart fue uno de los primeros científicos en llamar la atención sobre el hecho de que en las grandes transiciones evolutivas no cambia un solo órgano, sino todo un conjunto de características corporales

En el siglo y medio transcurrido desde la publicación de las ideas de Mivart, han sido la piedra angular de muchas críticas a la evolución. En su momento, sin embargo, también sirvieron para catalizar una de las grandes ideas de Darwin. 

Darwin vio en Mivart un crítico importante. Mientras que la primera edición de El origen de las especies fue en 1859; el libro del caballero inglés apareció en 1871. En la sexta edición definitiva de El origen de las especies, publicada en 1872, Darwin añadió un nuevo capítulo para responder a sus críticos, entre ellos Mivart. 

Fiel a las convenciones del debate victoriano, Darwin comenzó diciendo: «Un distinguido zoólogo, el Sr. St. George Mivart, ha recopilado recientemente todas las objeciones que otros y yo hemos presentado contra la teoría de la selección natural, tal como la propuse junto con el Sr. Wallace, y las ha ilustrado con admirable arte y fuerza». Y continuó: «Cuando se reúnen así, forman un conjunto formidable». 

Luego acalló la crítica de Mivart con una sola frase, seguida de copiosos ejemplos propios. «Todas las objeciones del Sr. Mivart serán, o han sido, consideradas en el presente volumen. El único punto nuevo que parece haber impresionado a muchos lectores es: “Que la selección natural es incompetente para explicar las etapas incipientes de las estructuras útiles”. Este tema está íntimamente relacionado con el de la gradación de los caracteres, a menudo acompañada de un cambio de función». 

Es difícil sobrestimar la importancia que estas cinco últimas palabras han tenido para la ciencia. Contienen las semillas de una nueva forma de ver las grandes transiciones en la historia de la vida. 

¿Cómo es posible? Como de costumbre, los peces aportan nuevas perspectivas.

Charles Darwin fotografiado hacia 1868.

Un soplo de aire fresco

Cuando Napoleón Bonaparte invadió Egipto en 1798, trajo con su ejército algo más que barcos, soldados y armas. Viéndose a sí mismo como un científico, quería transformar a Egipto para controlar el Nilo, mejorar su nivel de vida y comprender su historia cultural y natural. En su equipo figuraban algunos de los principales ingenieros y científicos franceses. Entre ellos se encontraba Étienne Geoffroy Saint-Hilaire (1772-1844). 

A los veintiséis años, Saint-Hilaire era un prodigio de la ciencia. Era catedrático de zoología en el Museo de Historia Natural de París y estaba destinado a convertirse en uno de los más grandes anatomistas de todos los tiempos. Ya a los veinte años era popular por sus descripciones anatómicas de mamíferos y peces. En el séquito de Napoleón tuvo la estimulante tarea de diseccionar, analizar y dar nombre a muchas de las especies que los equipos de Napoleón encontraban en los uadis, oasis y ríos de Egipto. Uno de ellos era un pez del que el director del museo de París dijo más tarde que justificaba toda la excursión egipcia de Napoleón. Por supuesto, Jean-François Champollion, que descifró los jeroglíficos egipcios utilizando la Piedra Rosetta, probablemente se opuso a esa descripción. 

Con sus escamas, aletas y cola, la criatura parecía un pez normal por fuera. En la época de Saint-Hilaire, las descripciones anatómicas exigían unas disecciones muy minuciosas, a menudo con la ayuda de un equipo de artistas que plasmaban cada detalle importante en unas litografías preciosas, a menudo coloreadas. La parte superior del cráneo tenía dos agujeros en la parte trasera, cerca del hombro. Eso ya era extraño de por sí, pero la verdadera sorpresa estaba en el esófago. Normalmente, trazar el esófago en la disección de un pez es un asunto bastante anodino, ya que se trata de un simple tubo que va de la boca al estómago. Pero este era diferente: tenía un saco de aire a cada lado.

Este tipo de saco era conocido por la ciencia de la época. Se habían descrito vejigas natatorias en diversos peces; incluso Goethe, el poeta y filósofo alemán, se refirió a ellas en una ocasión. Presentes tanto en especies oceánicas como de agua dulce, estas bolsas se llenan de aire y luego se desinflan, ofreciendo una capacidad de flotar neutra cuando un pez navega a diferentes profundidades de agua. Como un submarino que expulsa aire al grito de «¡sumérgete, sumérgete, sumérgete!», la concentración de aire de la vejiga natatoria cambia, de forma que el animal es capaz de desplazarse a distintas profundidades y presiones de agua. 

Al seguir diseccionando se llevaron otra sorpresa: estos sacos aéreos estaban conectados al esófago a través de un pequeño conducto. Ese pequeño conducto, una diminuta conexión entre el saco aéreo y el esófago, tuvo un gran impacto en el pensamiento de Saint-Hilaire. 

Observar a estos peces en libertad no hizo sino confirmar lo que Saint-Hilaire dedujo de su anatomía. Aspiraban aire por los orificios de la parte posterior de la cabeza. Incluso, mostraban una forma de succión de aire sincronizada con grandes cohortes de ellos resoplando al unísono. Los grupos de estos peces bufadores, conocidos como bichires, solían emitir otros sonidos, como golpes o gemidos, con el aire que inhalaban, con el objetivo de aparearse. 

Estos peces hacían otra cosa inesperada. Respiraban aire. Los sacos estaban llenos de vasos sanguíneos, lo que demostraba que los peces utilizaban este sistema para llevar oxígeno a su torrente sanguíneo. Y, lo que es más importante, respiraban a través de los orificios de la parte superior de la cabeza, llenando los sacos de aire mientras sus cuerpos permanecían en el agua. 

Se trataba de un pez que tenía branquias y un órgano que le permitía respirar aire. Ni que decir tiene que este pez se convirtió en una causa célebre. Unas décadas después del descubrimiento egipcio, un equipo austriaco fue enviado a una expedición para explorar el Amazonas con motivo de la boda de una princesa austriaca. El equipo recolectó varios insectos, ranas y plantas: nuevas especies a las que dar nombre en honor de la familia real. Entre los descubrimientos había un nuevo pez que, como cualquier otro, tenía branquias y aletas. Pero en su interior también tenía unas inconfundibles tuberías vasculares: no era un simple saco de aire, sino un órgano cargado de lóbulos, riego sanguíneo y tejidos característicos de unos pulmones auténticamente humanos. Se trataba de una criatura que tendía un puente entre dos grandes formas de vida: los peces y los anfibios. Para captar la confusión, los exploradores le dieron el nombre de Lepidosiren paradoxa, que en latín significa «salamandra de escamas paradójicas». 

Llámelos como quiera —peces, anfibios o algo intermedio—, estas criaturas tenían aletas y branquias para vivir en el agua, pero también pulmones para respirar aire. Y no se trataba de un caso aislado. En 1860, se descubrió otro pez con pulmones en Queensland (Australia).

Este pez también tenía una dentadura muy característica. En forma de cuchillo plano, esos dientes ya se habían encontrado en el registro fósil de una especie extinguida hacía mucho tiempo: un animal llamado Ceratodus hallado en rocas de más de 200 millones de años. La conclusión era clara: los peces pulmonados que respiraban aire eran globales y llevaban cientos de millones de años viviendo en la Tierra. 

Una observación aberrante puede cambiar nuestra forma de ver el mundo. Los pulmones y las vejigas natatorias de los peces dieron lugar a una generación de científicos interesados en explorar la historia de la vida observando tanto los fósiles como los seres vivos. Los fósiles muestran cómo era la vida en un pasado remoto y los seres vivos revelan cómo funcionan las estructuras anatómicas y cómo se desarrollan los órganos desde el huevo hasta el adulto. Como veremos, se trata de un método muy eficaz. 

Fósil de pez Priscacara de la Formación Green River, Wyoming, EE.UU.

La relación entre los estudios de fósiles y los embriones fue un fructífero campo de investigación para los científicos naturales que siguieron a Darwin. Bashford Dean (1867-1928) tuvo una distinción poco habitual en los círculos académicos: es la única persona que ha ocupado un cargo de conservador tanto en el Museo Metropolitano de Arte como, justo enfrente de Central Park, en el Museo Americano de Historia Natural. Tenía dos pasiones en la vida: los peces fósiles y las armaduras de combate. Fundó la colección y las exposiciones de armaduras del Met, e hizo lo mismo con la colección de peces del Museo de Historia Natural. Como corresponde a una persona con tales intereses, era un individuo estrafalario. Diseñó su propia armadura y llegó a lucirla por las calles de Manhattan. 

La relación entre los estudios de fósiles y los embriones fue un fructífero campo de investigación para los científicos naturales que siguieron a Darwin

Cuando no estaba vistiendo mallas medievales, Bashford Dean estudiaba peces antiguos. Creía que en algún lugar de la transformación del embrión de huevo a adulto estaban las respuestas a los misterios de la historia y al mecanismo de descendencia de los peces actuales a partir de especies ancestrales. Comparando embriones de peces con fósiles y repasando los trabajos de los laboratorios de anatomía de la época, Dean vio que los pulmones y las vejigas natatorias tenían en esencia el mismo aspecto durante el desarrollo. 

Ambos órganos brotan del tubo digestivo y ambos forman sacos de aire. La principal diferencia es que las vejigas natatorias se desarrollan en la parte superior de la trompa, cerca de la columna vertebral, mientras que los pulmones brotan de la parte inferior, es decir, del vientre. A partir de estos datos, Dean argumentó que las vejigas natatorias y los pulmones eran versiones diferentes de un mismo órgano, formadas en el mismo proceso de desarrollo. De hecho, prácticamente todos los peces, salvo los tiburones, tienen algún tipo de bolsa de aire. Como muchas ideas científicas, la comparativa de Dean tiene una larga historia. Sus antecedentes se remontan a los trabajos de los anatomistas alemanes del siglo XIX.

Bien, hasta aquí el extracto del primer capítulo del libro de Shubin. 

Me despedido, pero, no sin antes recordarles que: Si tienen un hijo, sobrino, nieto, o ustedes mismos a quien tienen que agasajar, qué mejor que regalarle mi libro de El Ajedrez de la B a la Q, Tomo I (no se demoren que ya viene el Tomo II), que podrán encontrar en Mi Librería:


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Ahora si, queridos amigos, llegados a este punto, me despido con un sonoro:

¡Hasta la próxima!




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