Ya
hemos hablado en este foro, estimados amigos, de Raymond Kurzweil. Fue el 8 de
julio del presente año en la nota titulada Conjeturas, hipótesis, teorías. Ray
Kurzweil, futurista y experto en inteligencia artificial, ha capturado recientemente
la atención global con una declaración impactante: Los humanos podrían
alcanzar la inmortalidad en 2030. Pero, ¿en qué se basa semejante afirmación?
Antes
de ir a ello, primero recordemos quién es Ray Kurzweil.
Raymond Kurzweil (Queens, Nueva York, 12 de febrero de 1948) es un inventor estadounidense, además de músico, empresario, escritor y científico especializado en Ciencias de la Computación e inteligencia artificial. Desde 2012 es director de Ingeniería en Google.
Experto tecnólogo de
sistemas y de inteligencia artificial, es actualmente presidente de la
empresa informática Kurzweil Technologies, que se dedica a elaborar
dispositivos electrónicos de conversación máquina-humano y aplicaciones para personas
con discapacidad y canciller e impulsor de la Universidad de la
Singularidad de Silicon Valley.
Y
no es un recién llegado al mundo de las predicciones tecnológicas. Este
renombrado científico ha sido galardonado con el prestigioso National Medal of
Technology y es miembro del National Inventors Hall of Fame.
¿Un
ejemplo visual de su genio? Fue él quien creó el primer escáner para
ordenador y el primer sintetizador texto-a-voz que, combinados, se erigían
en la primera máquina lectora de documentos impresos para ciegos.
Respecto
a sus predicciones, su historial habla por sí solo. Antes del año 2000, predijo
que un ordenador derrotaría al campeón mundial de ajedrez. Y así sucedió con Deep
Blue de IBM que derrotó al entonces Campeón Mundial Garry Kaspárov.
También
auguró que, para 2009, predominarían los ordenadores portátiles de diversas
formas y tamaños y que, en 2010, la mayoría de la población estaría conectada
de forma inalámbrica a una red de información. Si echamos un vistazo a la historia
de nuestros smartphones, es evidente que Kurzweil no estaba errado.
Cuando
alguien con un historial tan acertado apunta hacia la inmortalidad humana, cuando
menos hay que escuchar.
https://www.youtube.com/watch?v=r9fcjUUVM00
Según
el video viral en YouTube, que puedes ver arriba, Kurzweil resalta que, para
2030, la nanotecnología permitirá a los seres humanos curar enfermedades
mediante pequeños robots o nanobots.
Los
nanobots son robots nanoscópicos o lo que es lo mismo un robot que tiene un
tamaño nanométrico. Pero... ¿Qué tamaño es ese? 1 nanómetro (unidad de
longitud) corresponde a una mil millonésima parte de un metro. O sea, si
tomamos un metro y lo dividimos en mil millones de partes iguales (!!), cada
una de ellas es un nanómetro. Los nanobots son de ese tamaño. El sufijo Nano
significa enano y es todavía más pequeño que micro.
Estos
nanobots podrán reparar nuestros cuerpos. ¿El resultado? Nos volveríamos inmunes
a las enfermedades, al envejecimiento e, incluso, a la muerte. Serían capaces
de reprogramar nuestro ADN y permitir la regeneración celular.
Este
panorama futurista podría llevarnos a pensar en películas de ciencia
ficción donde simplemente los humanos no tienen por qué preocuparse por la
enfermedad y Kurzweil sostiene que esta es una posibilidad real en el
horizonte.
No
obstante, como todo pronóstico, existen escepticismo y dudas. Algunos
creen que, si bien la tecnología avanza, la inmortalidad es un desafío
demasiado grande. Otros, inspirados por avances en empresas innovadoras
como Neuralink de Elon Musk, ven la visión de Kurzweil como un siguiente
paso lógico.
Así,
Kurzweil no está solo en su visión. El Dr. Ian Pearson, otro conocido
futurólogo, pone la fecha algo más lejos, marcando 2050 como el año de la
inmortalidad, pero con una salvedad: Solo los ricos y famosos podrán acceder
inicialmente a esta cura de la muerte.
¿Estaremos
en las puertas de un nuevo amanecer tecnológico que redefinirá nuestra
existencia? Solo el tiempo lo dirá. Lo que es seguro es que el viaje
promete ser fascinante.
Ahora bien, se preguntarán ustedes, queridos amigos, por qué vuelvo a presentar a Ray. Pues, porque, en el corto lapso transcurrido entre la nota mencionada más arriba y esta, han aparecido novedades que apoyan la hipótesis de Kurzweil. Realmente, la velocidad con que avanza la Ciencia es sorprendente. Veamos:
Científicos
de la Universidad Johns Hopkins, en Estados Unidos, han conseguido tatuar
una célula sin dañarla, usando nanotecnología.
Este
nanotatuaje celular puede tener multitud de aplicaciones, desde convertir a
la célula en un sensor, a usarla para detectar cuándo se origina
una enfermedad, antes de que contagie al órgano completo.
La
técnica tiene mucho mérito porque estamos hablando de colocar un
tatuaje a un ente vivo que apenas mide unas micras, cientos de veces más
pequeño que el grosor de un pelo.
Un
nanotatuaje celular para salvar vidas
Según
se explica, los tatuajes de las células están construidos con oro. Se usa
este metal por su alta conductividad, y su capacidad para evitar la pérdida y
distorsión de la señal.
"Si
imaginamos hacia dónde se dirige todo esto en el futuro, nos gustaría disponer
de sensores para supervisar y controlar a distancia el estado de las células
individuales y el entorno que las rodea en tiempo real", explica David
Gracias, autor del estudio.
"Si
dispusiéramos de tecnologías para rastrear la salud de células aisladas, quizá
podríamos diagnosticar y tratar enfermedades mucho antes y no esperar a que
todo el órgano esté dañado".
Esta
es la razón principal de estos nanotatuajes: Rastrear la salud de células
individuales que forman parte de un órgano. En las pruebas se han usado células
que pertenecen al cerebro de una rata.
Pero
pueden tener otras aplicaciones como biosensores de diferentes tipos.
Para
tatuar las células, los nanopuntos y nanocables de oro se colocaron sobre una
oblea de silicio antes de transferirlos a un hidrogel de alginato
biocompatible, que los investigadores fijaron al tejido cerebral de la
rata.
Las
nanoestructuras se ajustaron a la forma de las células y
permanecieron adheridas durante 16 horas, incluso cuando se movieron. Además,
no dañaron la célula.
El
objetivo ahora de este nanotatuaje celular es que permanezca más
tiempo en la célula, y conectarlo para que empiece a recopilar los primeros
datos.
O
sea, en un todo de acuerdo con lo que predice Kurzweil. Pero, hay más:
Desarrollan nanorobots para reparar aneurismas en el cerebro
Son
20 veces más pequeños que una célula sanguínea y se controlan de forma remota.
En
su interior hay un pequeño imán, para guiarlos y una cápsula con un fármaco.
Aproximadamente
un 5% de la población del planeta tiene un aneurisma cerebral, pero
pocos llegan a producir síntomas o consecuencias. El verdadero problema
comienza cuando la ruptura de la arteria provoca una hemorragia cerebral.
Ahora, un nuevo estudio ha utilizado robots más pequeños que la mayoría de las
bacterias para administrar medicamentos directamente en el lugar de un
aneurisma cerebral, previniendo un derrame cerebral.
Hasta
ahora, la nueva tecnología se ha probado solo en conejos, pero con más
estudios, podría convertirse en una alternativa a los stents que se
utilizan actualmente para estabilizar los aneurismas en pacientes humanos.
Esta
tecnología sería capaz de detener el sangrado causado por un aneurisma, en
el que la pared de una arteria se debilita y se hincha. Los resultados se
han publicado en Small y han sido liderados por Qi Zhou, experto en
ingeniería bioinspirada en la Universidad de Edimburgo.
“Nuestros nanorobots
magnéticos controlados a distancia proporcionan una forma más precisa y
segura de cerrar rápidamente los aneurismas cerebrales sin utilizar implantes –
explica Zhou en un comunicado -. También pueden mitigar la laboriosa
tarea de los cirujanos de introducir un microcatéter largo y delgado a través
de redes complejas de vasos sanguíneos".
Los
aneurismas se pueden formar en cualquier arteria del cuerpo. Cuando se forman
en el cerebro, pueden estallar y provocar un derrame cerebral. Para idear una
nueva solución para estos eventos peligrosos, Zhou y sus colegas desarrollaron
nanorobots que miden solo 295 nanómetros de diámetro. A modo de
comparación, un virus típico tiene unos 100 nanómetros de ancho y la
mayoría de las bacterias miden en el rango de los 1.000 nanómetros.
Cada
pequeño robot consta de un núcleo magnético, un agente coagulante llamado
trombina que trata el aneurisma y un revestimiento que se derrite cuando se
calienta ligeramente para liberar el medicamento. “Usando un campo
magnético, los nanorobots pueden ser guiados hasta el aneurisma - añade
Zhou -. Luego se utiliza calor concentrado para derretir el recubrimiento,
liberar el fármaco y bloquear el aneurisma de la circulación sanguínea”.
Este
calor se aplica con un campo magnético alterno, que esencialmente crea fricción
alterando la alineación de las partículas expuestas al campo. La temperatura se
mantiene por debajo de los 50 grados Celsius para que no dañe el tejido
corporal. La idea es que los cirujanos cardiovasculares puedan liberar
estos nanorobots en el torrente sanguíneo, hacia el aneurisma, utilizando un
microcatéter. Esto evitaría que tengan que introducirse demasiado
profundamente en los vasos finos del cerebro.
El
equipo de Zhou evaluó primero la biocompatibilidad de los nanorobots en células
humanas en placas de laboratorio. Un material biocompatible se puede introducir
en tejidos vivos sin causar daño o efectos secundarios no deseados. También
realizaron estudios preliminares con animales, tratando a tres conejos por
aneurismas inducidos artificialmente en las arterias carótidas, que alimentan
el cerebro y la cabeza.
“Descubrimos
que los nanorobots podían ser guiados con éxito hasta el aneurisma en un
entorno de intervención clínica y estabilizar un coágulo para luego bloquearlo
por completo”, afirma Zhou.
Durante
un período de seguimiento de dos semanas, los tres conejos se mantuvieron
sanos, con coágulos estables que bloqueaban sus aneurismas. Estos coágulos no
bloquean el suministro de sangre al cerebro, sino que cierran el punto débil
del vaso para que no reviente.
De
cara al futuro, la tecnología deberá probarse en animales más grandes que
imiten mejor al cuerpo humano, concluye el estudio. También se deberá probar
la seguridad y eficacia de los nanorobots en estudios a más largo plazo,
para ver cómo afecta al cerebro después de un tiempo. En las pruebas con
conejos, los aneurismas se encontraban a poca profundidad, por lo que el equipo
también tendrá que mejorar el sistema de control magnético para guiar mejor a
los robots hacia los aneurismas que se encuentran en las profundidades del
cerebro.
¿Acaso
no es esto de lo que habla Kurzweil, amigos? ¡Y en apenas dos meses!
¡Se viene la inmortalidad! ¡Y con ella se viene el rejuvenecimiento! Ni Gilgamesh, el legendario rey sumerio de Uruk que perseguía la inmortalidad, habría soñado con tanto.
¿No
les parece maravilloso, queridos amigos?
A
todo esto, les comento que muchas veces he recibido como respuesta a la
pregunta:
-
¿Te
gustaría ser inmortal?
-
Nooo,
¿Para qué? ¡No creo que lo soportaría!
Me
gustaría saber si, enfrentados a la posibilidad concreta de serlo, seguirían
diciendo que no o se apresurarían a aceptar. Y ni hablar si la oferta viene acompañada
del rejuvenecimiento.
Bien,
queridos amigos, realmente sería una pena que la Parca llegue primero y nos
perdamos esta magnífica posibilidad por tan poco tiempo. Como decimos los
españoles: ¡Que no, que no!
Pero, no me iré, mentes curiosas, sin antes dejarles un video sobre la historia de Gilgamesh, narrada por Raquel de la Morena. Hela aquí:
https://www.youtube.com/watch?v=X8et2iqvrIY
Avenida España 1927 – Mendoza – Argentina.
Celular: +54 9 261 6321054
E-mail: consultas@milibreria.net
Web: www.milibreria.net
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