Así es, queridos amigos, nos ocuparemos en esta nota de los aspectos mundanos de la antigua Roma y, más precisamente, de Pompeya.
Una Pompeya que me cautivó cuando la visité y que, me
pareció más viva y vibrante hoy que en el año 79 cuando fue sepultada por seis
metros de lava y cenizas expelidas por el cercano volcán Vesubio cuya imponente
figura se yergue aún hoy sobre la tranquila bahía de Nápoles.
Y, hablando de aquel aciago acontecimiento, digamos
que tradicionalmente se fijó el 24 de agosto del 79 como el día en que se
inició la erupción. ¿De dónde surge esta fecha? Pues, de cartas de Plinio el Joven al historiador Cornelio Tácito en las que menciona dicha fecha.
Como ustedes podrán apreciar en el link que les dejo a
continuación, hoy se pone en duda la fecha del 24 de agosto y se la retrasa al
24 de octubre. Surge entonces la pregunta de cómo pudo establecer una fecha
equivocada un testigo presencial, culto y preparado como el abogado Plinio que,
además, y para que la fecha se grabara a fuego en su memoria, perdió en el
evento a su tío y tutor Plinio el Viejo.
La respuesta a este interrogante hay que hallarla,
seguramente, en la buena cantidad de copistas y traductores que manipularon las
dichas cartas a lo largo de la Historia y que, seguramente, confundieron las
fechas.
Vean ustedes el video del que les hablaba más arriba:
https://www.youtube.com/watch?v=OmFZtFuQ5jQ
Ahora bien, antes de abocarnos al tema central de esta nota, quisiera brindarles una pequeña semblanza de Plinio el Viejo, que he mencionado más arriba.
Gayo o Cayo Plinio Segundo (Comum, c. 23-Estabia, 25 de octubre de 79) fue un escritor y militar romano del siglo I, conocido por el nombre de Plinio el Viejo para diferenciarlo de su sobrino e hijo adoptivo Plinio el Joven. Perteneció al orden ecuestre y ejerció cargos administrativos y financieros en la Galia y en Hispania. Hizo estudios e investigaciones en fenómenos naturales, etnográficos y geográficos recopilados en su obra Historia natural, siendo modelo enciclopédico de muchos conocimientos hasta mediados del siglo XVII cuando sus estudios fueron sustituidos por investigaciones basadas en el método científico y el empirismo moderno. Su obra fue usada por muchos exploradores occidentales de los siglos XVI y XVII.
Pues bien, el emperador Vespasiano le nombró prefecto de la flota romana en Miseno que, como ustedes pueden ver, se encontraba en el extremo noroeste del golfo de Nápoles, a salvo de la erupción del Vesubio.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgiRli3J0NIz6o9rFhon7LaotW8eT2hGswsavgSRjYh0pmVLt0mSE-vHm_rvgUvz0aVyNIEqxz6K9rTi2QnV0OdkSnspVlVkpmqnV7Y23glN78t9heZHaMtM5fdlgwujHo0LUzyic444mPcBg1hzBgrQ99YxgQB9RgfuQuH9KH6XGJnhvVYgeoZnSOg4PCP/w617-h333/organoide.png)
La erupción fue descrita por su sobrino Plinio el Joven, de ahí que en vulcanología se haya denominado «erupción pliniana» a la erupción violenta de un volcán liberando gases en una columna eruptiva que puede alcanzar decenas de kilómetros. Como dije, el relato de sus últimas horas es contado en una carta que su sobrino y heredero, Plinio el Joven, dirige, 27 años después de los hechos, a Tácito También envió, a otro corresponsal, un informe sobre los escritos y el modo de vida de su tío:
Comenzaba a trabajar al salir el día.... No leía nada sin hacer un resumen porque decía que no había libro, por malo que fuese, que no contuviera algún valor. Estando en casa, sólo excluía la hora del baño para estudiar. Cuando viajaba, y había sido descargado de otras obligaciones, se consagraba únicamente al estudio. En una palabra, consideraba como perdido el tiempo que no podía dedicar al estudio.
Y quiero rescatar del texto de Plinio el Joven la frase que atribuye a su tío de que: No hay libro malo del que no se pueda sacar algo bueno.
Bueno, ahora sí, vamos a lo que enuncia el título de esta nota. Para ello, haré uso de un artículo publicado por la Redacción de BBC News el 16 junio 2024. Getty images.
Los dejo con él y nos encontramos de nuevo a su término.
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No es ningún secreto que los
antiguos romanos disfrutaban de sus banquetes.
Es fácil imaginárselos
voluptuosamente recostados en divanes, vestidos con sencillas pero elegantes
togas, en lujosos salones o jardines, mientras les sirven toda clase de
delicias.
Manjares extravagantes como
loros, pavos reales, avestruces o flamencos, así como faisán, mariscos, venado
o jabalí, y los eternos favoritos: higos carnosos.
Con un imperio que llegó a
extenderse desde Gran Bretaña hasta Bagdad, y un fino sentido del placer, las
exquisiteces venían de todas partes, así como los condimentos para aliñarlas:
pimienta y azúcar de India, comino de Etiopía, zumaque de Siria...
Todo acompañado por ríos de vino,
bebido en copas de plata de dos asas, mientras se escucha una lira o un poema
de fondo, acróbatas hacen malabares, y algún leopardo se pasea por ahí.
Pero veladas como esas eran un
lujo que sólo se podían dar la élite, algo que no te sorprenderá.
Lo que sí es más curioso es que el hecho de comer en casa también era un lujo, como cuenta la historiadora Mary Beard en la serie de la BBC "Being Roman".
Es más, a pesar de rumores de que
el emperador Claudio iba a bares en su juventud y Nerón se escapaba de su
palacio para visitarlos, se consideraba que salir a comer fuera del hogar
era de mal gusto, algo que hacía la clase baja.
Y lo hacía porque, en realidad,
era una necesidad: muchos romanos no tenían las instalaciones para preparar y
cocinar alimentos, o estaban demasiado ocupados para hacer comida en casa.
Así que, para el pueblo romano,
los bares y restaurantes eran parte esencial de la vida cotidiana.
Sin la posibilidad de invitar a
sus amigos a casa, como lo hacían los ricos, eran además los lugares en los que
podían socializar, jugar y hasta coquetear y quizás conocer el amor.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiZObGzmsItAQVgSkgn1FIjMhNUOwyAhGbJ8uqlPOZ9ygIkCo7ppgxnsAhNCAzP8Y-GB_2rw03DAZXwnv4OVprLlMiA3PpX9u_jhQXiZ2NJQAcXwHKIgWKJOtmKsmmhGwy4BfsxV-RjMqRlp8ySCb1rgJ0oby0tmvp46kYnEAgpW314VBJdiNzUErDVZ2yX/w551-h394/organoide.png)
Eso explica que, en Pompeya, esa
ciudad cuyo futuro se suspendió el 24 de octubre de 79 d.C., se hayan
encontrado bajo las cenizas del Vesubio más de 160 bares.
Y nuevas investigaciones han
descubierto cada vez más sobre cómo eran y cuáles fueron los platos favoritos
del pompeyano común.
Una piedra en el camino
Antes de ir a Pompeya,
detengámonos un momento en Isernia, una ciudad a medio camino entre Roma y
Nápoles, donde se encontró una estela que da una idea de la picardía de algunos
de esos establecimientos.
Pretende ser una lápida que
conmemora a dos taberneros, pero su leyenda ha hecho que muchos expertos
sospechen que más bien era un anuncio para promocionar su mesón.
Empieza declarando:
"Calidius Eroticus hizo [este monumento], mientras aún estaba vivo, para
él y para Fanniae Voluptas".
"Calidius Eroticus significa
sexo realmente caliente", aclara Beard. Y Voluptas significa placer.
Así que, según la estela, se
llamaban así como el señor Sexo y la señora Placer.
Para la historiadora, esos
probablemente no eran sus nombres reales "sino una especie de nombres
comerciales, pero nos dicen algo sobre la cultura de los mesones".
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjjyHvhgIV65gTo-hxLEar8F2hGnnQu5-sWTD5NWIvrx-i3bdevEouFzMwQnYz1cpDMC6Nl6mZQ1gOhjAHYXdo7C4NtZ3TucbJqmfoKo3vj3UfMBy2buvItpzLn9KC5PeVJRXTnt3AlTbzTygbPPZfUGn6xcLrCXB_o6lqycGGarIqoNXgJHA590c4Xsp3p/w551-h314/organoide.png)
En la parte inferior, la escena
esculpida de un hombre con una capa de viajero y una mula, que le está
entregando dinero a presumiblemente Erótico, ilustra un corto diálogo de
"la vida en el bar".
Dice así...
Cliente: "Posadero. Vamos
a hacer la cuenta".
Posadero: "Tienes un
sextario de vino ahí, que es un as (moneda romana). El pan, un as. Y las
salsas, 2 ases".
Cliente: "Está bien"
Posadero: "Por la chica,
son 8 ases".
Cliente: "Eso también
está bien".
Posadero: "Y heno para la
mula: 2 ases".
Cliente: "¡Esa maldita
mula será mi ruina!".
Ahí lo tienes: ¡Un chiste
milenario!
Aunque no te haya robado ni una
sonrisa, lo grabado en la piedra nos deja vislumbrar la animada cultura de las
tabernas en la Antigua Roma.
Patricios y plebeyos
Algo que la escena cómica deja
entrever es un vínculo entre las hospederías y la prostitución.
"Posiblemente existía",
señala Allison Emmerson de la American Academy en Roma: "Los autores de la
élite romana hablaron de ese vínculo: ir a comer al bar y tal vez contratar a
una trabajadora sexual".
Sin embargo, advierte, "eso
estaba en la categoría de 'cosas que hacen las personas de bajo estatus',
por lo que despierta sospechas".
Claire Holleran, historiadora de
la Antigüedad en la Universidad de Exeter, concuerda con que hay que tratar
esos retratos de los bares con una pizca de sal.
La mayor parte de nuestra
información escrita proviene de autores de clase muy alta.
Sus prejuicios sobre los hábitos
de sus inferiores sociales, o disgusto hacia los ricos que se rebajaban a hacer
cosas como ir a comer o beber en lugares públicos por diversión, podían
colorear su visión.
No obstante, cada vez contamos
con más información para comprobar si lo que contaron compagina con la
evidencia arqueológica.
Descubrimientos recientes en
Pompeya muestran que esos plebeyos de los que hablaban tenían una amplia gama
de opciones.
Había desde comida rápida para
llevar hasta comedores privados que imitaban el estilo de vida de los ricos y
famosos.
Los lugares más pequeños tenían
espacio solo para estar de pie, mientras que otros ofrecían una experiencia más
relajada con mesas y taburetes. Algunos de los establecimientos incluso tenían
sofás para recostarse.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEguWLo9Swm3RMtGVxtsFsHEnloRRCVPpfrwEgm94bRxjPCtKNetgHtpnCPPHHirjoTa8X5I49uAgRq4DSzVaHw7kRC1KwrwfXGOlBriKwHzlOtS6HCnVmV95yklDi1gnGha80dZ6IkNZvBL71gSNAmEOq6NDdfdeskZ6oZjj2Cyhw_oad4AYQB1yviLGHuc/w570-h321/organoide.png)
Los bares solían estar ubicados
en las esquinas o en concurridas calles principales.
La que bordea el barrio de los
teatros de Pompeya, por ejemplo, tenía al menos 13 locales, todos compitiendo
por conseguir clientes.
Muchos tenían un mostrador de
servicio que daba a la calle, lo que permitía atender a los clientes sobre la
marcha.
Los estudios de los bares en
Pompeya muestran que alrededor del 80% de ellos tenían instalaciones para
cocinar.
A menudo estaban en el mostrador
o en el umbral del lugar, para dejar salir el humo y, al tiempo, tentar a los
transeúntes con el aroma de la comida.
"Si nos fijamos en
escritores de élite de los siglos I y II como Horace, Martial o Juvenile, todos
usan adjetivos similares para describir estos bares de barrio: 'grasientos,
oscuros y lúgubres' y 'calientes y sucios'", indica Hollerman.
Y agrega que "probablemente
había algo de verdad" en lo que reportaron.
Eso se debía a que, "según
revela la mayor parte de nuestra evidencia, mucha de la comida caliente
que se vendía era grasosa, derivados del cerdo, como salchichas, albóndigas y
callos.
"Como puedes imaginar, al
cocinarlos o calentarlos, llenarían de humo y grasa el lugar".
El filósofo y médico Galeano
llegó hasta a afirmar que "se sabía que la carne humana sabía a cerdo
porque a veces los posaderos la servían en lugar de cerdo, y nadie notaba la
diferencia", relata la historiadora.
"No creo que eso sea
necesariamente cierto, pero te dice algo sobre la reputación que tenían los
posaderos".
Pan y vino
No todo era cerdo, sin embargo.
Análisis de restos fecales
revelaron otros alimentos que se servían en los bares romanos, entre ellos
aceitunas, nueces, frutas y cordero.
“Una dieta completa”, subraya
Emmerson.
Los bares ciertamente tenían
acceso a muchos productos frescos, y se utilizaban bodegas locales.
Para algunos artículos, hacían un
esfuerzo adicional; por ejemplo, importaban granos de pimienta, una señal de
que no era sólo cuestión de sustento, sino también de sabor.
Y, por supuesto, había pan y
vino.
Eso es lo que consumió el cliente
de Eroticus, ¿recuerdas?
El pan era un alimento básico de
la dieta romana y gracias a las numerosas representaciones y restos
carbonizados, sabemos mucho de él.
Aquí hay dos de muchas imágenes:
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg_aLMTE2uDFr8S95_ZIey0Z3TQnN8etqdxlswEmRTFacKuLNG3c82kE1YnxT2d7BDadU3DPqeemGgDwAn9c99ULhbVnioA-wyLLmz9bWnqvQTk68EeWCZcbO19z80K_vSRfVeExhns3AsXykr5CHukTW7L_fbpRi_tz3ob9hQHWuw-ZZ0WpqJXNQhIMqOC/w454-h565/organoide.png)
Un panadero y sus clientes en un mosaico recuperado de las ruinas de Pompeya. (Colección del Museo Arqueológico Nacional de Nápoles).
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjbpo3j4o4HWfBfGeOl8-e6BulM1hxaKHCj1fe4kVI6EAbu4o2QCEoIEUWNfZqLTEvX4Tf3lWHSlE-w6vSjUbS084uOAv3LW4AawRb372kVS99qGdIy-Vw55LBlgb3MXqOk_5Ae0vvVbFkARBpGOla77NkEFb3mdsAZ6VrFBiNmGpsKjyiyZNJ62-C1iOS1/w513-h327/organoide.png)
Pan carbonizado, de la panadería de Modesto, Pompeya.
El pan era el principal plato
alimenticio de los más pobres... pero también era popular entre los ricos.
Y, como nos dejó saber el chiste
de Eroticus, solía comerse con acompañamientos.
La palabra latina utilizada en la
inscripción es pulmentarium, que se puede traducir como salsa,
condimentos o cualquier cosa que se come con pan.
Según la literatura antigua,
el pulmentarium podía elaborarse con una amplia variedad de
ingredientes, y ser dulce o salado.
Séneca señaló, por ejemplo:
"Si tengo pan, uso higos como condimento", mientras que Plinio
prefería manzanas y peras hervidas en vino.
También se podía acompañar con
quesos, o sencillamente con sal, combinada con "adiciones fragantes".
Ahora, si lo que querías era una
noche de copas y diversión, los frescos en los bares muestran escenas de
personas jugando juegos de mesa, acusándose unos a otros de hacer trampa, y
hasta de un propietario diciéndole a dos hombres: "Si quieren pelear, ¡se
salen de aquí!".
Todo lo anterior, pasado con
vino, por supuesto, casi siempre tinto.
Era mucho más fuerte que el que
bebemos hoy, por lo que se diluía con agua, a veces demasiado para el gusto de
algunos, como atestiguan grafitis quejándose.
Se servía frío o caliente, y a
menudo se condimentaba con ingredientes como pimienta, miel o comino, o
cualquier mezcla que reclamaran los clientes exigentes.
Analizando cuidadosamente todo en
un bar hallado recientemente, cuenta Sophie Hay del Parque Arqueológico de
Pompeya, se toparon con algo inusual.
"Encontramos los restos
carbonizados de habas, con una tacita al lado. A primera vista, suena un poco a
misterio, pero una vez desentrañado, supimos que le añadían habas al vino para
mejora el sabor".
¿Y la carta de precios?
Pues los de la Taberna de Hedones
de Pompeya quedaron congelados en un graffiti encontrado en la entrada:
“Hedone dice:
"Aquí una persona puede
beber por un as.
"Si das dos, beberás mejor;
"Si das cuatro, beberás
Falernian (un vino de culto de la época)'”.
Así de sencillo, ayer como hoy,
recibes lo que pagas.
Frutas y nueces en un fresco de la Casa de Julia Felix, Pompeya.
Bueno, hasta aquí la simpática e interesante nota de BBC. Pero, no quisiera finalizar sin agregar otro video que les muestre la casa de un rico en Pompeya. La casa de los Vettii.
¡Disfrútenla!
https://www.youtube.com/watch?v=21APPghvhbE
Avenida España 1927 – Mendoza – Argentina.
Celular: +54 9 261 6321054
E-mail: consultas@milibreria.net
Web: www.milibreria.net
Ahora si, queridos amigos, llegados a este punto, me despido con un sonoro:
¡Hasta la próxima!
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