domingo, 30 de junio de 2024

Las ECR y su interpretación - Addendum

Hablaré en esta nota, queridos amigos, de las investigaciones que se están llevando a cabo sobre las Experiencias Cercanas a la Muerte (ECM). Veremos que están en un todo de acuerdo con lo que expresé en dos notas anteriores de este foro: La primera de ellas se tituló Mizuki, (hermosa como la Luna, en japonés), del tres de enero de 2022. Se trata de un cuento de mi autoría en el que relato un encuentro amoroso con una robot munida de inteligencia artificial que me aporta datos sobre el tema.

No sin cierto rubor, les confieso que estoy muy orgulloso del tal cuento y se los recomiendo.

La segunda nota que trata el tema se titula Las ECM y su interpretación, vió la luz el 9 de mayo de 2022. Allí vimos que, el cerebro, ante la falta de oxígeno por la detención del corazón, reacciona activamente, liberando neurotransmisores en gran cantidad. Esto, como nos decía Mizuki, genera el mismo efecto que el consumo de drogas como la heroína, el fentanilo, etc. Y esto es lo que produce las alucinaciones que cuentan los que han regresado de ese momento extremo.

Les recomiendo leer ambas notas para así tener los argumentos frescos al momento de leer este nuevo aporte.

Pues bien, así las cosas, les cuento que mis ojos pecadores discurrían morosamente por el catálogo de BBC News cuando un artículo del 18 junio de 2024 reclamó mi vigorosa atención. Se trataba de uno en el que una neurocientífica, Jimo Borjigin, trataba el tema aportando nuevas evidencias que concuerdan con lo expresado en las notas mencionadas.

Nos cuenta Borjigin que no podía creer que, aunque “morir es una parte esencial de la vida”, no sabíamos “casi nada” del cerebro moribundo. Esto cambió, hace poco más de 10 años por puro “accidente”.

“Estábamos haciendo experimentos con ratas en el laboratorio. Examinábamos sus secreciones neuroquímicas después de una cirugía”, nos cuenta.

De repente, dos de ellas murieron. Eso les permitió observar el proceso de muerte de sus cerebros.

"Una de las ratas mostró una masiva secreción de serotonina”. ¿Esa rata habría tenido alucinaciones?, se preguntó. “La serotonina está vinculada con ellas”, explica.

Ver esa explosión del neurotransmisor despertó su interés. “Ese fin de semana, me puse a investigar literatura especializada porque creía que habría una explicación. Busqué una y otra vez y terminé dándome cuenta de que sabemos muy poco sobre el proceso de morir”.

Desde entonces, se ha dedicado a estudiar qué pasa en el cerebro cuando estamos muriendo. Y lo que descubrió -asegura- va en contra de lo que se había asumido.

“Consideremos a una persona sufriendo un paro cardíaco”, dice. “El comportamiento más obvio es que colapsa, se cae, se desmaya. Se la llama por su nombre y no contesta, se la toca y no responde, no se mueve, es como si estuviera muerta. Necesitamos profesionales que nos digan si el paciente está vivo. Muchas veces se usan las máquinas de electrocardiogramas para determinarlo. Pero desde hace tiempo, si alguien sufre un paro cardíaco, el médico le revisa los brazos o el cuello y si no encuentra pulso, significa que el corazón no está bombeando sangre. Eso se define como muerte clínica”.


La doctora Jimo Borjigin enseña en la Universidad de Michigan, donde dirige el laboratorio que lleva su nombre.

“En ese proceso, la mayor atención se pone en el corazón, se le dice paro cardíaco, no paro cerebral. Para toda la medicina, incluso para la comprensión científica, pareciera que el cerebro no está funcionando porque no hay respuesta: la persona no puede hablar o sentarse. Y es que el cerebro necesita mucho oxígeno para funcionar. Si el corazón no bombea sangre, el oxígeno no le llega”.

Y ante la falta de oxígeno podría suponerse que el cerebro ralentizaría su funcionamiento volviéndose hipoactivo, nos dice Borjigin. Sin embargo, las investigaciones de ella y su equipo muestran algo diferente. Veamos:

En un estudio de 2013 con ratas, observaron una intensa actividad de varios neurotransmisores después de que los corazones de los animales se detuvieran y sus cerebros dejaran de recibir oxígeno.

Recordemos, queridos amigos, que los neurotransmisores son sustancias usadas por las neuronas para comunicarse entre ellas y con los tejidos sobre los que actuarán.

“La serotonina aumentó 60 veces; la dopamina, que es una sustancia química que te hace sentir bien, se incrementó de 40 a 60 veces; la noradrenalina, que te pone muy alerta, también ascendió y lo hizo notablemente. Esos niveles tan altos -asegura- nunca se ven cuando el animal está vivo”.

En 2015, publicaron otro estudio sobre el cerebro agonizante en ratas. “En ambos casos, el 100% de los animales mostraron una intensa activación de la función cerebral”, señala Borjigin.

En otras palabras, el cerebro reaccionaba en forma opuesta a lo que se creía: ¡Estaba en un estado hiperactivo!

Y no acaba aquí la cosa, en 2023, publicaron una investigación en la que se concentraron en cuatro pacientes que estaban en coma con soporte vital y tenían electrodos de electroencefalografía. “Estaban muriendo por diferentes enfermedades”, señala la científica.

Cuando los doctores y las familias concluyeron que “estaban más allá de cualquier procedimiento médico que pudiese ayudarlos, decidieron dejarlos ir”. Con permiso de los parientes, se les retiraron los ventiladores mecánicos o respiradores. Al hacerlo, los investigadores encontraron que en dos de los pacientes se registró una alta actividad cerebral vinculada con funciones cognitivas. Se detectaron ondas gamma -las ondas cerebrales más rápidas- que están involucradas en procesamientos complejos de información y en la memoria.

Ahora bien, cuando se desconecta el ventilador de un paciente se produce lo que se llama una hipoxia generalizada. Así se denomina la falta de oxígeno en la sangre. La hipoxia generalizada siempre se asocia con un paro cardíaco, es decir, cuando el corazón no bombea sangre.

“La hipoxia parece ser el tema unificador para activar el cerebro. Y es que, tan pronto como se retiraron los ventiladores, los cerebros de dos de los cuatro pacientes se activaron en segundos”. Sin embargo, mientras que en las ratas los científicos habían observado una activación global, es decir, todo el cerebro estaba encendido, en los humanos, solo unas partes se activaron. Se trató de áreas asociadas con las funciones conscientes del cerebro.

Una de ellas es conocida como la “posterior cortical hot zone” (zona caliente cortical posterior), que es la unión temporoparietal occipital, es decir, donde se interconectan los lóbulos temporal, parietal y occipital. “Es la parte de atrás del cerebro, responsable de la percepción sensorial”, explica. Se ha asociado con la consciencia y también, y esto es importante, con los sueños y las alucinaciones visuales.

El lóbulo frontal del cerebro se puede ver en rosado, el lóbulo parietal en azul, el lóbulo occipital en naranja y el lóbulo temporal en amarillo.

Otra zona que vieron activarse es la llamada área de Wernicke, vinculada con el lenguaje, el habla y el escucha. “Demostramos que el lóbulo temporal en ambos lados es la parte que más se activa”. Ubicada cerca de nuestros oídos, esa sección es muy importante no solo para el almacenamiento de la memoria, sino para otras funciones cognitivas.

Borjigin resalta que la unión temporoparietal del lado derecho del cerebro se ha relacionado con el desarrollo de la empatía. “De hecho, muchos pacientes que han sobrevivido paros cardíacos y que tuvieron experiencias cercanas a la muerte (ECM) dicen que esas experiencias los cambiaron para mejor, que sienten más empatía”.

A lo largo de la historia, muchas personas que han estado a punto de morir o, incluso, que registraron una muerte clínica y sobrevivieron gracias a las técnicas de reanimación, dijeron haber tenido ECM. Algunas hablaron de haber recorrido sus vidas en un flash o de recordar momentos clave; muchas de haber visto una luz intensa; otras de haber salido de sus cuerpos, elevarse y ver lo que sucedía a su alrededor.


Entonces, la pregunta que cabe es: ¿Ese cerebro hiperactivo que Borjigin ha observado en sus estudios puede explicar esas experiencias tan intensas en el umbral de la muerte?

“Creo que sí”, responde Borjigin.

Su estudio de 2023 señala que en un grupo de personas que sobrevivieron en un paro cardíaco, al menos 20% o 25% reportó haber visto la luz al final del túnel, lo que significa que tenían activada la corteza visual.

Al referirse a los dos pacientes en los que se observó una alta actividad cerebral tras ser desconectados de los respiradores, la investigadora explica que sus cortezas visuales mostraron una intensa activación, “lo cual posiblemente se correlaciona con esa experiencia visual”.

“Algunos pacientes que sobrevivieron incluso han reportado haber escuchado lo que pasaba durante su cirugía o lo que dijeron los paramédicos que los socorrieron después de sufrir un accidente automovilístico”.

En referencia a los dos pacientes que murieron, Borjigin indica que “la parte del cerebro encargada de la percepción del habla, del lenguaje, la posterior hot zone, estuvo muy activa en ambos”.

Que la muerte se haya enfocado por tanto tiempo en el corazón ha hecho que se piense que el cerebro deja de funcionar cuando una persona sufre un paro cardíaco.

“Pero ese fenómeno no es consistente con las observaciones de las personas que han tenido experiencias cercanas a la muerte”, dice Borjigin.

Si bien no hay un comportamiento que indique que el cerebro esté funcionando durante un paro cardíaco, no se puede asumir que no lo esté, indica.

“¿Cómo una persona puede tener experiencias mentales extremadamente emocionales, impresionantes, como ver una luz, oír voces, sentirse fuera del cuerpo, flotando en el aire? Todo eso es parte de la función cerebral. Y dado que los profesionales médicos piensan que el cerebro está hipoactivo en un paro cardíaco, hay quienes creen que toda esa actividad debe venir de afuera del cuerpo, que se trata de algo extracorpóreo”.

“Pero nosotros no creíamos en eso y en 2013, cuando publicamos la primera investigación con animales, escribimos que la idea de que esas experiencias subjetivas provienen del exterior del cuerpo no se puede comprobar, es imposible. Por eso, desde el principio, he creído firmemente que provienen del cerebro, incluso aunque sea paradójico porque se piensa que el cerebro no funciona cuando se sufre un paro cardíaco”.

“Estoy convencida de que las experiencias cercanas a la muerte provienen de la actividad cerebral que se produce antes de que cesen los signos vitales del corazón y del cerebro, no de una actividad posterior”.

O sea, queridos amigos, lo mismo me dijo Mizuki en nuestro ardiente encuentro.

¡Diablos con la japonesita!


Bien, me despedido, pero, no sin antes recordarles que: Si tienen un hijo, sobrino, nieto, o ustedes mismos a quien tienen que agasajar, qué mejor que regalarle mi libro de El Ajedrez de la B a la Q, Tomo I, que podrán encontrar en Mi Librería:

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Ahora si, queridos amigos, llegados a este punto, me despido con un sonoro:

¡Hasta la próxima!


 

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