domingo, 30 de abril de 2023

Rosalind Franklin

 El 21 de febrero de 2022 publiqué, en este blog, una nota sobre Mileva Maric, la que fuera la primera esposa de Albert Einstein. Sostenía en ella que, probablemente, fuera una de las tantas mujeres de la historia que han sido invisibilizadas por oportunistas que se quedaron con sus méritos de ellas.

Una lectora, Olga Stahlschmidt, comentó, en aquella oportunidad, que era el caso de muchas mujeres entre las que se encontraba, ella decía, Rosalind Franklin.

Pues bien, estimados amigos, precisamente es de Rosalind Franklin de quien quiero hablarles hoy.

Y para ello, debemos remontarnos al siglo XIX, cuando Gregor Johann Mendel (1822-1884), un fraile agustino católico y naturalista, formuló, por medio de los trabajos que llevó a cabo con diversa variedad de arvejas, las hoy llamadas leyes de Mendel que dieron origen a la herencia genética. Los primeros trabajos en genética fueron realizados por Mendel. Inicialmente efectuó cruces de semillas y observó que sucedía con los descendientes de dichos cruces.

Gregor Mendel

De todo ello quedó claro que había una transmisión, una herencia de caracteres de los ancestros a los descendientes. Sin embargo, no se sabía aún cuál era el vehículo a través del cual se manifestaba la herencia. Cuál era el eslabón orgánico que permitía la herencia.

El siguiente paso se dio en a comienzos del siglo XX, y fue Thomas Hunt Morgan quien lo dio. Comenzó a usar una especie de mosca, la Drosophila Melanogaster, en la Universidad de Columbia en 1910 en un laboratorio conocido como "la sala de las moscas". Él y sus colaboradores (incluso los famosos genetistas A.H. Sturtevant, Calvin Bridges, y H. J. Muller), comenzaron experimentos utilizando botellas de leche para criar moscas y lupas para observarlas. Las lupas fueron reemplazadas más tarde por microscopios de disección. Gracias a estas moscas pequeñas e inofensivas, Morgan y sus colaboradores dilucidaron muchos de los principios básicos de la herencia.

Thomas Hunt Morgan

Las contribuciones científicas más importantes de Morgan fueron en el campo de la Genética. Fue galardonado con el Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1933 por la demostración de que los cromosomas son portadores de los genes y, por lo tanto, de la herencia.

De modo que, en la primera mitad del siglo XX ya se había descubierto que los cromosomas, y sus eslabones constituyentes, los genes, eran los portadores de la herencia.

¡Pero, faltaba algo por descubrir!

¡Cómo eran los cromosomas! ¡Cómo era su estructura! ¡Como estaban construidos!

Y así llegamos a mediados del siglo XX en que había varios científicos abocados a responder estos interrogantes.

Por un lado se encontraba el trío del inglés Francis Crick, el americano James Watson y el neozelandés Maurice Wilkins; por otro lado Rosalind Franklin, trabajando en solitario y por último el dos veces premio Nobel, Linus Pauling.

Respecto de este último, recuerdo haber estudiado la materia Química General, en la facultad, por “el Pauling”, como llamábamos al libro de texto de su autoría.

  Linus Carl Pauling (1901-1994) fue un ingeniero químico, bioquímico y activista estadounidense. Él mismo se consideraba cristalógrafo, biólogo molecular e investigador médico. Fue uno de los primeros químicos cuánticos, y recibió el Premio Nobel de Química en 1954, por su trabajo en el que describía los enlaces químicos. Pauling es, hasta ahora, una de las pocas personas que han recibido el Premio Nobel en más de una ocasión, y las dos veces de manera individual,​ ya que también recibió el Premio Nobel de la Paz en 1962, por su campaña contra las pruebas nucleares terrestres y el Premio Lenin de la Paz en 1969 por su activismo y defensa de los Derechos Humanos.

Linus Pauling

Y ya que estoy hablando de Pauling, me agrada recordar una anécdota suya. Él vivió hasta los 93 años, siendo que le diagnosticaron cáncer a los sesenta y algo, y siempre decía que se debía a su importante consumo de vitamina C (consumía de 18 a 20 gramos por día). Recuerdo que una amiga mía, al conocer esta historia, me dijo: No sé para que tomaba tanto porque, el organismo elimina por la orina todo lo que le des por encima de la necesidad diaria. Y teniendo en cuenta que, la dicha necesidad diaria está alrededor de 0,1 gramos, se ve claro que eliminaba la mayor parte de lo que consumía. Sin embargo, este razonamiento peca de simplista, teniendo en cuanta que hablamos de un premio Nobel de Química que, seguramente, estaba al tanto de dicha aritmética. Y entonces, ¿Qué buscaba Pauling? Lo que buscaba, ingiriendo esa cantidad exorbitante de vitamina era garantizar que la cantidad de ella en su sangre fuera siempre el máximo.

¡Y parece que tan equivocado no estaba!

Pero, volvamos a Rosalind Franklin, que es el motivo de esta nota. La científica nació en 1920 y murió a los 37 años debido a un cáncer de ovario.

Rosalind Franklin

Resultó ser que, en 1953 James Watson y Francis Crick publicaron en la revista Nature un artículo que marcó un hito en el tema de la estructura del ADN. Dieron, finalmente con cómo era la dicha estructura: Se trataba de la hoy famosa doble hélice del ADN. Dicho descubrimiento les valió, en 1962, a Watson, Crick y Wilkins el premio Nobel de Medicina “por sus descubrimientos sobre la estructura molecular de los ácidos nucleicos y su importancia para la transferencia de información en la materia viva”.

Dicho sea de paso, se adelantaron por muy poco a Pauling que se encontraba por el mismo camino.

Sin embargo, en la trastienda de esa hazaña científica, hubo una historia de espionaje, suspenso y ocultamiento de los méritos de una mujer. Watson y Crick no mencionaron explícitamente que, para hacer su trabajo de 1953, se habían basado en los datos de los trabajos de la científica Rosalind Franklin.

Hoy en día, y también en la revista Nature, se ha publicado un artículo con pruebas que demuestran que Rosalind Franklin fue una codescubridora de la estructura del ADNen pie de igualdad con los científicos James Watson, Francis Crick y Maurice Wilkins.

Watson y Crick

En su discurso en la ceremonia del Nobel, Watson tampoco reconoció que Franklin (que había fallecido cuatro años antes) también había contribuido para ese gran logro.

Durante las últimas cinco décadas, de a poco la historia de Franklin empezó a salir a la luz.

El artículo de Nature, firmado por Matthew Cobb, de la Universidad de Manchester, en el Reino Unido, y Nathaniel Comfort, de la Universidad Johns Hopkins de los Estados Unidos, aportó pruebas que cambian la leyenda que se ha construido sobre el descubrimiento de la estructura de ADN.

La leyenda cuenta que el momento clave del hallazgo fue cuando le mostraron a Watson una imagen de rayos X del ADN que era del laboratorio de Franklin. Ella no había dado el permiso para que le muestren la imagen ni sus datos a Watson, ni tampoco tuvo conocimiento del hecho.

La imagen es conocida como la “Fotografía 51”, y se considera “la piedra filosofal de la biología molecular”, escribieron Cobb y Comfort. “Se ha convertido en el emblema tanto del logro de Franklin como de su maltrato”, opinaron. La leyenda cuenta que la científica era quien tenía la foto. Pero se contó que la mujer había sido incapaz de interpretar la imagen y descifrar sus propios datos.

Fotografía 51

Los investigadores Cobb y Comfort visitaron el archivo de Franklin en el Churchill College de Cambridge, en el Reino Unido, y encontraron un borrador de un artículo para la prensa que hasta ahora no había sido estudiado. Lo escribió la periodista Joan Bruce quien había consultado a Franklin. Iba a estar destinado para la revista Time, pero no llegó a ser publicado.

También en el archivo dieron con una carta que uno de los colegas de Franklin escribió a Crick. En conjunto, esos documentos demuestran que Franklin sí había comprendido la estructura del ADN.

En un diálogo con la prensa, el doctor Cobb, quien es investigador en zoología y divulgador científico, afirmó: “Consideramos que Franklin fue integrante con pie de igualdad del cuarteto de científicos que resolvieron la doble hélice del ADN”.

Desde esa visión, Cobb mencionó: “Queremos decir que Franklin no era ni una tonta testaruda que no entendía sus propios datos, como la visión que se presenta en el libro La doble hélice, que fue escrito por Watson”.

La doble hélice

“Tampoco consideramos que haya sido la heroína olvidada a la que le robaron sus datos. Por el contrario, los datos de la científica contribuyeron de forma esencial al descubrimiento”, dijo Cobb. Aclaró: “Este hallazgo no fue una carrera despiadada y emocionante por el secreto de la vida como ahora se lo percibe”.

Otro hecho que generalmente se pasa por alto es que, en 1953, además de la publicación del paper de Watson y Crick, Franklin publicó un trabajo en la misma revista sobre el tema. También en junio de ese año, la Royal Society hizo una presentación del hallazgo y lo mostraba como el resultado de un esfuerzo conjunto, recordaron Cobb y Comfort.

El doctor en física Diego Lamas, investigador del Conicet y de la Universidad Nacional de San Martín, en la Argentina, y experto en cristalografía quien ha realizado diferentes actividades públicas para visibilizar las contribuciones de Franklin, afirmó: “Es interesante que se hayan publicado más pruebas que demuestran que la científica fue coautora del descubrimiento en igualdad de condiciones con los otros los tres científicos. Hubo un artículo de 1974 que también fue en esa dirección”.

“En su artículo de 1953, Watson y Crick admiten al final que usaron información de Franklin. Pero, por supuesto, no dicen que tuvieron acceso a un borrador del artículo que ella estaba escribiendo sobre sus investigaciones con su estudiante Gosling”, subrayó.

Para el científico argentino, hay que resaltar que “hoy no sólo se cumplen los 70 años del artículo de Watson y Crick. También se cumplen 70 años de la publicación del artículo de Rosalind y Raymond Gosling. Precisamente fue el artículo que contiene la famosa Foto 51 y que se publicó el mismo día y en la misma edición. Fue el tercer trabajo de esa trilogía de Nature sobre el ADN en 1953. Pero luego las contribuciones de Franklin fueron opacadas”.

Franklin podría haber tenido méritos para ganar dos premios Nobel, según Lamas. “Porque además de trabajar en la estructura del ADN, aplicó la cristalografía de rayos X para determinar estructuras de virus de interés para la agricultura. Aaron Klug fue un químico y bioquímico británico, que continuó los trabajos de Rosalind y fue galardonado con el Premio Nobel de Química en 1982″.

También Franklin desarrolló trabajos sobre estructuras de carbono porosos que sirvió para hacer máscaras antigás. “Hizo trabajos brillantes —opinó el doctor Lamas.

Y hasta aquí mi recuerdo de Rosalind Franklin. Y, como dije más arriba, mi recuerdo de Linus Pauling que, a punto estuvo de lograr su tercer premio Nobel. Espero que haya sido del interés de todos ustedes.

                              ¡¡¡BOLETÍN 159!!!

La dirección electrónica desde donde podrán bajar el nuevo número del Boletín de Novedades en la Ciencia y en la Tecnología, el 159.

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 Recuerden que, la manera de operar es copiando el enlace y pegándolo en la ranura de direcciones, luego Enter.

El número 159 del Boletín trae artículos muy interesantes, como:

ARQUITECTURA - Impresionante pabellón en espiral para exhibir la experiencia checa en vidrio

BEBIDAS - Monjes alemanes crean la primera cerveza en polvo del mundo

BIOLOGÍA - Células madre humanas utilizadas para crear un nuevo tipo de implante neural biohíbrido

BIOLOGÍA - La técnica del bebé con tres padres podría crear bebés con riesgo de enfermedad grave

BIOLOGÍA - Predicen que los humanos conseguirán la inmortalidad en 8 años

INTELIGENCIA ARTIFICIAL - GPT-5 asusta: La IA podría superar este mismo año a los humanos

...y muchos más. ¡Disfrútenlo y hasta la próxima!

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