Les comento, estimados amigos, que muchos de ustedes me han solicitado que escriba esta nota. De modo que motoricé una búsqueda sobre qué es lo que se sabe acerca del tema y, lentamente, fui dando forma al siguiente informe.
Resultó, por momentos, un poco técnico, pero no había otra forma de hacerlo de otro modo y ser, a la vez, lo más preciso posible.
Espero, con él, haber cumplido con las demandas que me hicieron y deseo que capte su atención de ustedes por el interés que les genere.
Helo aquí:
El 20 de noviembre de 1791, durante una epidemia de fiebre (que no se sabe exactamente de qué fue), Wolfgang Amadeus Mozart enfermó inesperadamente - desarrollando una fiebre alta, dolor de cabeza, sudores, y una severa hinchazón con dolor en sus manos y piernas. Por el 14to. día de su enfermedad, su hinchazón había empeorado a la magnitud de que su cuerpo entero había adquirido proporciones enormes. Con la hinchazón vino la náusea y el vómito, la diarrea, un salpullido persistente y un abominable hedor qué emanaba de su cuerpo para saludar a sus visitantes. Un cambio súbito en el carácter lo llevó a desterrar a su querido canario de su habitación de enfermo, totalmente irritado.
Sólo quince días después del ataque de la enfermedad,
el 5 diciembre, el gran músico sufrió una convulsión, cayó en un coma y murió. Tenía
35 años.
La causa de su muerte se consignó como
“fiebre miliar severa”, lo que implicaba, en esa época, cualquier enfermedad
que se manifestara en la forma de fiebre y salpullido, aun cuando sus
obituarios mencionaron “hidropesía del corazón” lo que se refería al edema
El entierro se llevó a cabo dos días
después en la Catedral de St. Stephen, dónde Mozart se había casado su esposa
Constanze sólo nueve años antes. Nunca se llevó a cabo una autopsia de su cuerpo,
aunque Eduard Guldener von Lobes, el médico que lo examinó, no encontró ninguna
evidencia de juego sucio. Contrariamente a la (romántica) creencia popular,
Mozart no tuvo el entierro de un pobre. Su viuda había pagado un entierro de
tercera clase que, aunque ciertamente el más barato, era el más común en Vienna.
Los funerales de primera clase eran sólo para los aristócratas y la realeza, el
resto de la sociedad los recibía de segunda o tercera clase. Estos sólo
diferían en la ceremonia de la iglesia, la elección de campanas y música y el
número de portaféretros. Por el otro lado, el funeral de los indigentes era
provisto, sin cargo, por la parroquia.
Lejos de ser ignorado, una multitud de entusiastas
y admiradores del gran compositor se presentó en Wälscher Platz y St. Stephen
para dar sus últimos respetos a uno de los más grandes genios de la música
clásica.
Y todavía, más de 200 años después de su muerte, la causa del fallecimiento de Mozart sigue siendo un misterio. Durante más de dos siglos historiadores, antropólogos, musicólogos y doctores han debatido este misterio en libros, periódicos y conferencias –y la solución todavía los elude. Entretanto, el público, revuelto por la imaginación romántica, se pregunta: Mozart ¿Fue asesinado, o fue la enfermedad la que lo mató?
¿Por qué la Muerte de Mozart Permanece un
Misterio?
El obstáculo más grande que enfrentaron los investigadores para poder determinar la causa de la muerte de Mozart fue que no tuvieron un cadáver para examinar. Incluso restos corporales muy viejos pueden dar pistas acerca de las aflicciones o imposiciones que causaron la muerte. Desgraciadamente, al cuerpo de Mozart nunca se le practicó la autopsia por su médico, y gracias a su entierro de tercera clase, exhumación y subsecuente fosa común, sus restos ahora también se encuentran perdidos para los investigadores modernos.
Esto no habría sido tanto el problema si el
médico de Mozart hubiera sido más completo en sus investigaciones.
Desgraciadamente, todo lo que los investigadores tienen para trabajar son los
varios testimonios de sus doctores y de aquéllos que lo vieron morir. Esto ha enfrentado
a los investigadores con dos problemas obvios:
1.- La diferencia en las normas médicas y en la terminología.
En la época de Mozart, las normas médicas eran comparativamente primitivas –el equipo común en la medicina moderna, como los estetoscopios y termómetros, no se introdujo hasta el siglo XIX. No había ninguna manera objetiva de medir los signos vitales de una persona, ni tampoco se podía supervisar el corazón y los pulmones de un paciente clara o fácilmente. (Y si el paciente estuviera tan hinchado y hediondo como Mozart en sus últimos días, probablemente tampoco se querría apretar la oreja contra su pecho). Así, las observaciones de los síntomas de un paciente eran subjetivas y no estandarizadas.
La terminología médica y las teorías de la enfermedad
también eran sumamente diferentes de lo que se acepta en la práctica médica de
hoy, tornando difícil seguir el curso de la discusión médica para alguien que no
tiene ningún conocimiento de la historia de la medicina. Por consiguiente, los
diagnósticos de desórdenes hechos en el pasado pueden ser totalmente inexactos
hoy, e incluso podrían referirse en total a enfermedades completamente diferentes.
También, como se ha señalado, incluso cuando estos médicos tempranos hacían un
diagnóstico que todavía se aplica hoy, podrían haber incluido bajo el nombre de
una sola enfermedad varias enfermedades similares entre si, pero que ahora son
consideradas totalmente diferentes. La navaja de Occam fue usada a menudo al
evaluar una enfermedad. También conocida como la ley de la parsimonia, animaba a los médicos a que atribuyeran
todos los síntomas y señales observados a un solo desorden o enfermedad, en
lugar de a varias concurrentes. Esto se complica más aun por el hecho de que
estos médicos tempranos eran mayormente incapaces de diferenciar entre los síntomas
de la enfermedad y los efectos adversos del tratamiento.
2.- Testimonios
contradictorios.
La parte mayor de los registros médicos disponibles para aquéllos que investigan la muerte de Mozart se encuentran en la forma de testimonios originados en familiares y amigos que no eran conocedores de la ciencia médica, a quienes sólo se entrevistó años después del fallecimiento de Mozart. Degradados por la memoria vacilante y por la dramatización, estos testimonios presentan cuadros contradictorios de los últimos días de Mozart.
Según Sophie, la hermana de Constanze, las
cataplasmas frías que el médico Dr. Closset había puesto en la cabeza ardiente
de Mozart lo dejaron inconsciente justo hasta el momento de su muerte, y el
último movimiento de Mozart fue un esfuerzo por expresar vocalmente los pasajes
del tambor del Requiem que estaba escribiendo.
La propia Constanze, sin embargo, mantuvo
que simplemente antes de que la muerte lo superara, Mozart le había dicho, yo me moriré... Ah, ahora te dejaré desprovista
para, y seguidamente había vomitado y se había muerto.
Por otro lado, el amigo de Mozart, Benito
Schack dijo que Mozart había pedido que le trajeran a su cama la partitura del
Requiem, y que él, Mozart y otros pocos lo habían cantado hasta las primeras barras
del Lacrimosa, después de lo cual Mozart estalló en unas súbitas lágrimas –lo que
implicaría que Mozart había terminado el Lacrimosa, cosa que la mayoría de las
fuentes mantiene que él nunca completó realmente.
El hijo de Mozart, Karl, que contaba con siete
años en el momento de la muerte de Mozart, refirió que unos días antes de que él se muriera, su cuerpo entero se hinchó tanto
que el paciente era incapaz de hacer el más pequeño movimiento; más aun, había
un hedor que reflejaba una desintegración interna que, después de la muerte, aumentó
a tal magnitud que una autopsia era imposible.
No se sabe cuánto de estos testimonios es
incorrupto, pero por lo menos todas las partes están de acuerdo en una cosa: Que
Mozart había sufrido una severa hinchazón en sus manos y pies que progresó a todo
su cuerpo, que él había sufrido dolor y había sido seguidamente incapaz de movimiento.
Las especulaciones sobre la causa de su muerte.
1.- Asesinato
Dado que Mozart fue nada menos que un fenómeno musical, es natural que surjan románticas especulaciones de asesinato por rivales dementes, celosos. El propio Mozart alimentó estos rumores de asesinato diciéndole a Constanze en 1789 que sólo estoy muy consciente [de que] mi fin no tardará mucho; ¡con seguridad, alguien me ha envenenado!' Seis meses antes de su muerte, se sabe que confió a una fuente que alguien me ha dado acqua toffana y ha calculado el tiempo preciso de mi muerte. El acqua toffana, cuya fórmula original se debe a una napolitana llamada Tofana, es un líquido incoloro e insípido que contiene arsénico. En el siglo XVII se vendía como cosmético a las mujeres italianas con la leyenda de que era “una substancia milagrosa que emanaba de la tumba de San Nicolás de Bari”; muchas de ellas, sin embargo, la compraban con el propósito de acelerar su viudez.
El hijo de Mozart, Karl, también ofreció el
testimonio corroborativo siguiente: ... el cadáver no se puso tieso y frío, sino
que, como era el caso con Papa Ganganelli y aquéllos que se mueren envenenados
por las plantas, permaneció suave y elástico.
Las hipótesis de asesinato, que van desde
las vagamente creíbles a las claramente ridículas, hace mucho tiempo que se han
descartado, ante la ausencia de evidencias; sin embargo, en mor de la discusión,
son incluidas en este artículo. Las teorías más populares apuntan a:
Antonio Salieri
Para la mayoría de las personas, Salieri era el perpetrador perfecto. Éra el Kapellmeister de la corte de compositores del momento y estaba en una posición de poder. En sus años tardíos, hundido en la locura, habría confesado, según se alega, que envenenó a Mozart. De hecho, fue informado que la propia Constanze habría vociferado, a cualquiera que quisiera escuchar, que Salieri había conspirado para matar a su esposo. Sin embargo, hay quien considera que los testimonios de Constanze no son confiables ya que se dice que contaba coloridas historias a sus audiencias concernientes a la vida de Mozart (algunas de las cuales habrían sido fabricadas o exageradas), y que inventó trágicas historias con la esperanza de recibir una pensión del Emperador José II.
Este rumor fue motorizado por el escritor
ruso Aleksandr Pushkin (1799 - 1837), quién en 1830 escribió una obra corta
llamada Mozart y Salieri en la que la envidia y el resentimiento llevan
a Salieri a asesinar a su rival. Envidia porque obviamente Mozart era más
dotado y resentimiento porque sus logros y talento iban en desacuerdo con su
conducta infantil. De acuerdo a la obra, Salieri siente que es injusto que el
sagrado don del genio inmortal parezca ser otorgado arbitrariamente, en lugar
de ser la recompensa de una vida de afán y devoción.
Peter Shaffer incorporó después este tema
en su obra Amadeus que resultó una película galardonada –aunque en esta
versión, Salieri conduce a Mozart a su muerte saboteando su carrera y
provocándolo entonces a terminar el Requiem aun cuando Mozart estaba evidentemente
enfermo.
Sin embargo, Ignaz Moscheles que fue alumno
de Beethoven y Salieri y que visitó a Salieri en 1823, refiere que su maestro
le dijo ... puedo asegurarle, bajo mi
palabra de honor, que no hay verdad en ese rumor absurdo: usted sabe, que se
supone que yo envenené a Mozart. De hecho, el Dr Guldener von Lobes, que
examinó el cuerpo de Mozart, no encontró ninguna evidencia de juego sucio. Las
dos enfermeras que cuidaron a Salieri continuamente desde invierno de 1823
también testificaron que sólo ellas y los médicos habían visto a Salieri, y que
el paciente nunca confesó que hubiera envenenado a Mozart.
A pesar de la supuesta envidia y
resentimiento, no hay ningún motivo claro acerca de por qué Salieri debe
compelerse a matar a Mozart. Después de todo, era Salieri, y no Mozart, el músico
principal de Emperador José II. Era Salieri quien tenía un sueldo más alto, mayor
riqueza, y una reputación casi equivalente a la de Mozart. Adicionalmente,
contrario al rumor promovido por Amadeus, la música de Salieri
(aunque ningún trabajo de genio) no fue el enredo abominable que se retrató en
la obra, sino que era de hecho bastante buena. Además, la relación entre los
dos compositores en el momento de la muerte de Mozart había sido amable, y uno
de los estudiantes de Salieri mantuvo que Salieri no albergaba rencor contra Mozart, que lo eclipsó.
Franz Hofdemel
Es ampliamente conocido que Mozart siempre fue un notorio mujeriego. Mantuvo relación durante un tiempo con su prima antes de seguir a Aloysia –quién, de repente, un día se tornó fría con él– y después se casó con su hermana Constanze. Tan se alzaron rumores de que Mozart había ido un poco demasiado lejos con Magdalena Hofdemel, a quien solía visitar en su casa, cosa que evidentemente nunca hizo con otros estudiantes, de 23 años de edad y esposa de su hermano de logia masónica Franz Hofdemel. De hecho, Ludwig van Beethoven alegó que los dos tuvieron una aventura amorosa, y de ahí en más él se había negado a ejecutar en su presencia porque había existido una intimidad demasiado grande entre ella y Mozart.
Un argumento surgió aparentemente en la
casa de Hofdemel el día después del entierro de Mozart, cuando un visitante entró
en la casa y encontró a Magdalena yaciendo en un mar de su propia sangre, con su
cara, brazos y cuello tajeados. Franz, que había cortado su propia garganta con
la misma navaja de afeitar, fue hallado en el cuarto vecino. Magdalena que
estaba en el quinto mes de embarazo fue reavivada después y dio a luz a un
muchacho. Y dado que lo había nombrado según Mozart y su marido, se empezaron a
extender los rumores de que Magdalena había sido la amante de Mozart, y que el
niño del que había estado embarazada era de éste. Según se alega, Franz había
averiguado sobre el asunto y había envenenado a Mozart antes de intentar matar
a Magdalena y cometer el suicidio.
Los Francmasones y los judíos, y casi todos los demás
Cuando todo el resto falla, culpe a los Francmasones y a los judíos.
Mozart se volvió un francmasón en 1784 y
había escrito varios trabajos para la organización. Se rumoreó que los
francmasones mataron a Mozart después de que él escribió La Flauta Mágica, ya que la ópera desafiaba sus doctrinas o descubría
sus rituales confidenciales. Erich Ludendorff, un general alemán de la Primera
Guerra Mundial, llevó las cosas un paso más allá metiendo a los judíos en el
cuadro, exigiendo que ellos habían conspirado con los masones para envenenar a
Mozart. Esta imputación tenía sus raíces casi ciertamente en el prejuicio antisemita.
Matilde, la esposa de Ludendorff, que era
una neurosiquiatra, sugirió que los conspiradores eran los judíos, los francmasones
y los católicos. (Y uno que pensaba que la especulación de Erich Ludendorff era
improbable).
El propio Mozart
Interesantemente también, hay aquéllos que creen que Mozart padecía sífilis y que, mientras se trataba con mercurio, calculó mal la dosis y por consiguiente se mató. Y tal como se mofó el Dr. Faith Fitzgerald, Y claro, Mozart se murió de sífilis, así como de todo lo demás, porque todo gran hombre muere de sífilis.
Por qué se han descartado las teorías del envenenamiento
Las historias sobre Mozart siendo envenenado pueden parecer atractivas, pero desgraciadamente no explican sus síntomas. Es más, el envenenamiento con arsénico y mercurio tienen su propio juego de síntomas que, ¡ay!, realmente no se ve aquí.
Si realmente Mozart hubiera sido envenenado
con arsénico, de hecho, habría padecido náuseas, vómitos, diarrea y coma como han
descripto los testigos; sin embargo, también habría experimentado ardor de garganta,
dificultad para tragar, dolor abdominal, hipotensión, cyanosis, una condición
en la que la superficie de la piel se torna azulada, debido a la inadecuada
cantidad de oxígeno en la sangre, dificultad para respirar, delirio,
anormalidades sensomotoras, y eritroderma, intenso y ampliamente difundido
enrojecimiento de la piel proveniente de la dilatación de los vasos sanguíneos,
frecuentemente precedido o asociado con una exfoliación. Todo lo cual estuvo
ausente aquí.
Igualmente, si la muerte de Mozart hubiera
sido a causa de envenenamiento con mercurio, los observadores también deberían
haber notado pérdida de memoria, salivación excesiva, hipersensibilidad emocional,
olvido, timidez y delirio. Su escritura también debería haber mostrado temblores
que son la señal más común de envenenamiento con mercurio. Considerando todo esto,
es mucho más probable que Mozart haya sufrido una dolencia de otra clase que,
que haya sido envenenado por un rival celoso.
Accidente
Sorprendentemente, un par de investigadores ha roto la norma de atribuir la muerte de Mozart a un asesinato o a dolencias extrañas, anunciando que Mozart murió de complicaciones que surgieron de accidentes.
El primero en promover esta historia fue el
antropólogo francés Pierre-Francoise Puech que reclama haber identificado
positivamente un cráneo del Mozarteum de Salzburgo como perteneciente a Mozart.
Puech atrajo la atención sobre una fractura en el cráneo, exigiendo que se debió
a una de las muchas caídas de Mozart en 1791 y que habría causado la magulladura
crónica que eventualmente puso a Mozart en coma y luego lo mató. Se supone que
el cráneo fue rescatado por un sepulturero de nombre Joseph Rothmayer durante la
reorganización de la tumba del compositor y que después éste lo dio al
Mozarteum de Salzburgo. Tres años después, el médico americano Niles E. Drake
concurrió con la teoría de Puech en un artículo que se publicó en el periódico
BioScience. Esta teoría ayudaría de hecho a explicar por qué Mozart estaba
deprimido y aturdido no mucho antes de su muerte.
El problema obvio con esta teoría es que no
hay todavía ningún acuerdo general acerca de si el cráneo realmente perteneció
a Mozart. Según se alega, Rothmayer envolvió un alambre alrededor del cuello
del cadáver de Mozart antes de enterrarlo y, gracias a él, recuperó el cráneo
diez años después, cuando fue exhumado. La investigación ha concluido que el cráneo
perteneció a un varón alemán del Sur, de 20-40 años de edad, que sufrió una
anormalidad de desarrollo llamada sinopsis prematura de la sutura metópica
(PSMS en inglés). Esta anormalidad se caracteriza por el hecho de que el hueso
de la frente se desarrolla en dos mitades y la falla de la sutura metópica de
cerrarse después del nacimiento. Esto redunda en un rostro ancho y un cráneo
pequeño, anormalmente formado. Como los retratos de Mozart lo pintan con una frente
recta, vertical, nariz bulbosa y pómulos, labio superior y arcos superciliares prominentes,
se supuso que el cráneo perteneció de hecho a él. Una investigación extensa que
involucra la superposición de una fotografía del cráneo con en los retratos de
Mozart pintados entre 1778 y 1788, indica conformidad con todas las proporciones
de la cabeza.
Sin embargo, el Profesor TJ Murray,
neurólogo de Nova Scotia, que fundó la Sociedad Dalhousie para la Historia de
Medicina, niega que el cráneo sea el de Mozart como se ve en los retratos.
Walter Brauneis, archivero de la Oficina para la Preservación de Monumentos
Históricos en Austria, emprendió, para llevar a cabo su propia investigación,
la localización de los archivos médicos oficiales acerca de la muerte de
Mozart. Sorprendentemente, encontró la descripción del cuerpo por un doctor que
menciona que Mozart tenía sólo siete dientes que permanecían en su boca (¡El
resto se había podrido o caído!) Cuando el cráneo del Mozarteum fue reexaminado
se encontró que tenía cuatro dientes más de los que consignaba el doctor. Los
partidarios de Puech especularon que, probablemente, el doctor contó sólo los
dientes saludables.
La única manera de estar seguro acerca de
de quién es el cráneo sería realizar un análisis de ADN en él;
desgraciadamente, todos los hijos de Mozart murieron sin hijos.
Enfermedad
La Sociedad Dalhousie para la Historia de la Medicina llevó a cabo un simposio titulado La Medicina en la Edad de Mozart en 1991, 200 años después de la muerte de Mozart. El simposio, organizado por el Dr. Edward Carl Abbott (médico distinguido, cardiólogo y endocrionólogo) congregó un equipo multidisciplinario que incluía historiadores, antropólogos, especialistas médicos de varios campos y epidemiólogos para discutir el misterio de la muerte de Mozart, y para estudiar el perfil de la enfermedad en la segunda mitad del siglo XIX. El libro del simposio, Mozart y la Medicina se publicó como una edición especial del Informe Dalhousie.
Nueve años después, la Universidad de Maryland
llevó a cabo el más inusual postmortem en la historia de la medicina –con la
peculiaridad de que el cadáver a ser examinado está perdido. A diferencia de las
autopsias normales, esta Universidad sostiene conferencias anuales de patología
clínica histórica dónde se invita a un médico para diagnosticar misteriosas enfermedades
de figuras históricas. La figura histórica durante ese año fue Mozart.
Está claro para los médicos que Mozart se
murió de una enfermedad de alguna clase. Se han propuesto muchas posibles
enfermedades de grados variables de plausibilidad, que van desde la fiebre
tifoidea hasta la tuberculosis, la sífilis, la hepatitis. Sin embargo, la enfermedad
en cuestión no es directamente transmisible de persona a persona –si hubiera
sido muy infecciosa, entonces probablemente Sophie se habría contagiado, e
incluso más Constanze que se había arrastrado a la cama con su marido esperando
contagiarse su enfermedad y morir con él. Por otro lado, tiene que ser capaz de
causar una epidemia –una contradicción más que interesante.
Las posibilidades que médicos, historiadores
y músicos han especulado en durante los años incluyen:
Uremia
La hermana menor de Constanze, Sophie, pasó mucho tiempo cuidando a Mozart durante sus últimos días ya que, por ese tiempo, éste era incapaz de moverse. Durante ese tiempo tuvo lugar entre ellos un intercambio interesante cuando, alentado por Sophie que le dijo que fuera valiente, que no moriría, Mozart contestó, Por qué, ya tengo el sabor de la muerte en mi lengua.
Asumiendo que Mozart estaba lúcido y que no
abrigaba ilusiones paranoicas en el momento, esto podría indicar, como han
sugerido algunos médicos, que Mozart padecía de uremia. Investigadores que
pertenecen a esta escuela de pensamiento han resaltado dos cosas que apuntan en
esa dirección:
1.- Una descripción del padre de Mozart, Leopold
Mozart, de una enfermedad que Mozart sufrió algún día en 1784: ... él transpiró tan profusamente que su
ropa estaba empapada... tuvo un violento ataque de cólico que acabó cada vez en
un violento vómito, y
2.- La oreja malformada de Mozart, razonando
que desde que las orejas y los riñones se desarrollan en aproximadamente el
mismo momento en el embrión humano, entonces una oreja malformada implicaría también
problemas del riñón.
Uremia es un término flojamente dado a una
cornucopia de síntomas y anormalidades físicas que surgen de fallas del riñón
para eliminar los productos nitrogenados de desecho normalmente excretados en
la orina. Sus efectos tóxicos afectan casi todos los órganos humanos, manifestándose
en la forma de hinchazón de los tobillos (edema), náusea, vómitos,
convulsiones, coma y –finalmente– la muerte; lo que explicaría los síntomas de
Mozart al final de sus días. La “muerte” que él saboreó en su lengua habría sido
causada por la acumulación de productos de desecho en su boca, causando respiración
sucia.
Sin embargo, Mozart no ha sido descrito
como anémico (la anemia siempre está presente en los casos de uremia porque los
altos niveles de urea en la sangre acortan el tiempo de vida de los glóbulos rojos),
ni tampoco sufrió comezón y paroxismos histéricos que son otros síntomas comunes
de la uremia. Además, aunque la falla renal puede causar edema sin la
respiración, es una enfermedad epidémica escasamente asociada con la fiebre, el
salpullido, hinchazón de los miembros y preservación del raciocinio. Mozart
tampoco fue conocido para tener una historia de trastorno renal. Y, contrariamente
a la progresión típica de la uremia, su coma tampoco fue prolongado, y tuvo una
salud razonablemente buena hasta poco antes su muerte. Quizás, si él hubiera
nacido doscientos años después, las pruebas podrían haber indicado un aumento
en la tensión arterial y una elevación en ciertos componentes de la sangre como
la urea, el ácido úrico y la creatinina; sin embargo, dado que Mozart nació en
una edad oscura de la medicina, sólo puede especularse sobre la química de su
sangre.
Purpura Henoch-Schönlein
El Dr. Peter J Davies autor del libro Mozart personalmente: Su Carácter y Salud, cree firmemente que Mozart se murió de una enfermedad de hipersensibilidad llamado Purpura Henoch-Schönlein (HSP). Nombrada así por los doctores Lucas Schönlein y Edward Henoch que la identificaron en el siglo XIX. El HSP es causado por una respuesta anormal del sistema inmunológico, que desencadena una vasculitis hipersensible y una respuesta inflamatoria en los vasos sanguíneos. Esta enfermedad afecta los capilares en la piel y frecuentemente los riñones también, produciendo un salpullido en la piel, dolor abdominal, diarrea, deposiciones sangrientas y artritis, las articulaciones más frecuentemente afectadas son aquéllas de los tobillos y las rodillas. Davies defiende que es esta enfermedad la que Mozart contrajo en 1784 y que resultó en la falla del riñón al final de sus días. Agravado por el sangrado, se supone que Mozart desarrolló una hemorragia cerebral y murió de neumonia, que normalmente se desarrolla cuando el paciente ya está moribundo.
El problema con esta teoría es que, a pesar
de las alegaciones de Dr. Davies, no explica la mitad de los síntomas de Mozart
realmente –o por qué Mozart no exhibió alguno de los síntomas principales. En
primer lugar, nadie ha mencionado nunca manchas purpúreas en el cuerpo de
Mozart que es un obsequio para el muerto en esta enfermedad. Luego está el
factor de prevalencia –aunque esta enfermedad se observa más frecuentemente en
los muchachos que en las muchachas, la edad de ataque es normalmente antes de
los 21 años (asociado principalmente con los niños) que hace improbable que
Mozart lo desarrollara a los 35. Y aun si Mozart tuvo HSP, habría sido
improbable, incluso en una edad primitiva de la medicina, que presentara una
falla renal aguda o crónica y mucho menos que muriera de la enfermedad. Aun cuando
Mozart así y todo desarrollara esta enfermedad, las epidemias de HSP no ocurren
y él debe de haber estado mentalmente enfermo al final de sus días.
Endocarditis Infecciosa
Otra teoría que ha sido descartada, pero fue popular, durante un tiempo, es que Mozart se murió de endocarditis infecciosa, que es una inflamación de las superficies interiores del corazón y de las válvulas del corazón causada normalmente por una infección bacteriana. Esta hipótesis explicaría la fiebre de Mozart y lesiones de la piel, las manos y pies hinchados, su raciocinio conservado hasta la muerte –y la fatalidad de la enfermedad. Por otro lado, el edema se habría producido por una falla cardíaca causada por daño valvular y ciertamente se habría acompañado por una reducción de la respiración. ¡Además, endocarditis infecciosa raramente se asocia con el síndrome nefrítico y ciertamente no es una enfermedad epidémica!
Fiebre reumática
Hasta los años noventa, la explicación más creíble –y más satisfactoria– para la muerte de Mozart era que él se murió de fiebre reumática. El diagnóstico fue establecido por vez primera por el Dr. Eduard Guldener von Lobes que describió que Mozart sucumbió a una epidemia de enfermedad reumática e inflamatoria y murió de un depósito en el cerebro. El Dr. Faith T Fitzgerald que fue el médico visitante de la sexta conferencia de patología clínica de la Universidad de California llegó a la misma conclusión luego de descartar varias enfermedades como la enfermedad del hígado (Mozart no padeció ninguna ictericia). Entre los profesionales que apoyaron su diagnóstico estaba Neal Zaslaw que es profesor de música de la Universidad de Cornell y renombrado estudioso de Mozart.
En el momento que Mozart cayó enfermo, se
dijo que una epidemia similar su enfermedad había plagado Viena. Esta
enfermedad, identificada por algunos médicos como fiebre reumática, es causada
por una bacteria llamado Estreptococcus pyogenes
que también está asociado con otras enfermedades como la infección de garganta a
estreptococos y la fasciitis gangrenosa (el síndrome urémico hemolítico). Activado
por la invasión bacteriana, el cuerpo del huesped produce anticuerpos que, si
bien ayudan a limpiar las bacterias, ocasionalmente atacan el propio corazón
del huesped, piel, cuyunturas y cerebro en un fenómeno conocido como reacción
cruzada. Aunque el noventa por ciento de casos de fiebre reumática se resuelven
en 12 semanas más o menos, pueden ocurrir repeticiones, debilitando cada vez más
el corazón y otras áreas afectadas.
Los investigadores han citado una carta fechada
atrás en 1784 en la que Leopold Mozart describió a su hijo como padeciendo fiebre reumática aguda y una carta de 1790,
escrita por el propio Mozart, en la que declaró, mi cabeza está cubierta con vendas debido a los dolores reumáticos.
Si estas declaraciones son indicativas de fiebre reumática, esto podría significar
que eran repeticiones de la enfermedad que había sufrido atrás en 1763 cuando
él cayó enfermo y estuvo muy grave...
finalmente el problema se estableció en sus pies dónde se quejó de dolores y así
de lo demás... él no podía estar de pie sobre sus pies ni podía mover sus dedos
de los pies o rodillas... durante cuatro noches no pudo dormir.
De hecho, muchos de los síntomas de Mozart
corresponden a las manifestaciones de la fiebre reumática, y parecen satisfacer
el criterio de Jones para el diagnóstico clínico de esta enfermedad. Tenía la
fiebre y el salpullido que son señales comunes de la enfermedad, así como la
inflamación de las extremidades. Otra posible señal reveladora de la enfermedad
es la inusual irritabilidad de Mozart –qué lo llevó a desterrar a su querido
canario de su cuarto de enfermo– qué implica una perturbación neurológica
causada por el corea. Fitzgerald señaló que la hinchazón se habría provenido del
debilitando del corazón de Mozart que habría causado una retención de fluidos –y
concluyó finalmente que Mozart se murió de deficiencia cardíaca congestiva.
Sin embargo, para alguien que según se
alega había sufrido repetidos episodios de la enfermedad, Mozart tenía una
salud excelente. Aquí es donde reside la contradicción: La enfermedad reumática
aguda no tiene una proporción de mortalidad sustancial (en el siglo XIX, cuando
la fiebre reumática asoló América y Gran Bretaña, sólo del 1 al 5% de aquéllos
afectados murieron de la enfermedad –y éstos fueron aquéllos que realmente se
encontraban lo bastante mal como para requerir hospitalización); la muerte
normalmente es causada por la forma crónica de la fiebre reumática después de
años y años de daño del corazón. Es más, si hubiera sido fiebre reumática la
que afectó a Mozart, habría sido en su forma crónica que afecta el corazón, ya
que la forma aguda principalmente afecta a los niños, causando predominantemente
artritis y no se repite. Los investigadores ya han defendido que Mozart sufrió
repetidos ataques de la enfermedad. Sin embargo, las condiciones artríticas y
cardíacas de la enfermedad están inversamente relacionadas –la enfermedad o
ataca el corazón y ligeramente afecta las coyunturas, o ataques las coyunturas
y ligeramente afecta el corazón. Desde que las quejas de la enfermedad de la niñez
de Mozart se centran sobre el dolor de las coyunturas, entonces debe inferirse que
no debería haber sufrido después problemas del corazón. Más aún, si Mozart se
murió de enfermedad congestiva del corazón, debería haber exhibido señales de
desorden respiratorio durante las manifestaciones más tempranas de la
enfermedad, así como daño en su salud debido a un corazón débil, mucho antes de
que se muriera.
¿Chuletas de cerdo...?
En 2001, las especulaciones sobre la naturaleza de la enfermedad que mató a Mozart tomaron un giro abrupto cuando el especialista en enfermedades infecciosas Dr. Jan V Hirschmann sostuvo que la muerte de Mozart se debió a -chuletas de cerdo. Hirschmann, del Centro Médico Puget de los Legítimos Asuntos de los Veteranos de la Universidad de Washington en Seattle que discutió este asunto en el periódico Archivos de Medicina Interna, puntualizó que él cree tener una pista significativa en una carta, fechada 7-8 octubre de 1791, de Mozart a su esposa:
¿...Qué
es lo que huelo? ¡Vaya, aquí está Don Primus con las chuletas de cerdo! ¡Che gusto! ¡Ahora estoy comiendo a tu salud! Están dando
las once...
La comida favorita de Mozart siempre había
sido la carne de cerdo. En este caso, pueden haber sido sus cortes favoritos de
carne de cerdo los que lo mataron –o más bien, lo que había en ellos.
La enfermedad llamada triquinosis, causada
por un gusano parasitario llamado Trichinella
y difundida por la carne cruda, inadecuadamente cocinada, no se descubrió hasta
1860 cuando en una mujer que se murió de una misteriosa enfermedad con síntomas
similares a los de Mozart –fiebre, debilidad, anorexia, estreñimiento e insoportable
dolor muscular– se encontró un número grande de retorcidos gusanos en sus
músculos. Cuando el patólogo, Friedrich von Zenker, descubrió que otros en la
posada dónde ella trabajó habían desarrollado una enfermedad similar (incluso el
carnicero que había preparado la carne para la comida de Navidad a la que ella
había asistido), puso bajo examen el jamón y las salchichas del cerdo sacrificado
para las festividades –y encontró los mismos gusanos en el tejido muscular.
Cuando Zenker dio la carne corrompida a los animales, encontró los gusanos en
su tubo digestivo.
El período de la incubación para la triquinosis
normalmente es de entre ocho y 15 días, aunque puede tomar hasta 50 días para
los gusanos empiecen a causar estragos. Liberadas de sus quistes por los jugos
digestivos del estómago del huesped, las larvas viajan al intestino delgado e
invaden la capa del epitelio columnar dónde mudan cuatro veces antes de
madurar. Cinco días después del apareamiento las hembras dan a luz larvas vivas
que penetran la pared intestinal, entran en el sistema linfático y se mueven
vía el torrente sanguíneo a las áreas de implantación –a saber, tejido, aunque
sólo pueden sobrevivir en músculo de esqueleto dónde forman los quistes. Los síntomas
típicos incluyen dolor muscular y de las coyunturas, fiebre alta, debilidad, náusea
y vómito, diarrea, hinchazón de la cara, dolor de cabeza, fatiga e hinchazón generalizada
debido al goteo de fluido de los vasos dañados en el tejido circundante –todos
de los cuales reflejan los síntomas de Mozart en su agonía. El paciente típicamente
conserva el raciocinio, aunque, en las fases finales de la enfermedad puede
desarrollar ataques, accesos, encefalitis y coma; la muerte normalmente ocurre
dentro de la segunda o tercera semana de la enfermedad de pulmonía o de
complicaciones neurológicas o cardíacas. Aunque la muerte es rara en nuestra época
dónde una batería de drogas puede restaurar a una persona la salud en 5-6
semanas, en el tiempo de Mozart la enfermedad habría sido fatal. Mató el m 18%
de las 153 personas que fueron infectadas en Hettstädt en 1863, que celebraban el
50mo. aniversario de la Batalla de Leipzig, y 30% de los 337 afectados en
Hedersleden sólo dos años después. Si ésta fue la causa de la epidemia que golpeó
a Viena a finales del siglo XVIII –qué causó síntomas similares a los de Mozart–
habría sido definitivamente una enfermedad desconocida en ese momento.
El único problema con esta teoría, claro, es
que mientras explica virtualmente todos los síntomas de Mozart, no sigue realmente
la progresión de la enfermedad, siempre asumiendo que los testimonios de los
testigos sean confiables. La fase más temprana de la enfermedad debería haber
sido principalmente asintomática, pero acompañada por diarrea y dolor abdominal
a medida que los gusanos se alojaban en el intestino, el salpullido, hinchazón
y dolor deben haber empezado sólo cuando el sistema inmunológico engranó contra
los invasores. Además, a pesar del argumento de Hirschmann de que no se observó
ninguna deficiencia respiratoria, es muy improbable que el desorden cardioneurológico
que causó la muerte de Mozart no se asociara con una dificultad respiratoria.
Un médico practicante que fue consultado con respecto a esta materia confirmó
que la arritmia habría provocado fluctuaciones en la tensión arterial y por consiguiente
en la cantidad de oxígeno transportado, para no mencionar las perturbaciones en
el equilibrio electrolítico del torrente sanguíneo. ¡En cualquier caso, es
inconcebible que alguien muera morirse de pulmonía o complicaciones del corazón
sin sufrir problemas respiratorios!
El, Dr. Fitzgerald comentó, agudamente, con
respecto al diagnóstico del Dr. Hirschmann: había
ya 150 teorías diferentes y ahora hay una más. ¿El diagnóstico de Dr.
Hirschmann será el diagnóstico, o será
posiblemente sólo uno más?
Nota final
Mozart fue un niño prodigio que asombró a la realeza y público por igual, dotado con una habilidad inhumana de componer hazañas musicales increíbles en períodos increíblemente cortos de tiempo. Adorado por muchos y también detestado por algunos, Mozart ciertamente tenía los ingredientes de una superestrella del siglo XVIII. Así cuando su vida se abrevió trágicamente mucho tiempo antes su cenit, devino natural que las personas, en su luto, especularan románticamente acerca de por qué y cómo él se murió tan joven, cuando estaba destinado a lograr tanto más.
Y, aun así, al final de la jornada, realmente no importa cómo murió Mozart. Lo que importa es que aquí estaba un músico joven e inteligente que dio tanta música hermosa al mundo, pero no vivió para ver su 36to. cumpleaños. Mozart puede haber sido uno de los más grandes genios y el más talentoso músico que la historia tenía para ofrecer, pero al final de la jornada, él era todavía humano, como todos nosotros somos –y fue su propia mortalidad humana la que lo alcanzó en el fin.¡¡¡BOLETÍN 159!!!
La dirección electrónica desde donde podrán bajar el nuevo número del Boletín de Novedades en la Ciencia y en la Tecnología, el 159.
https://www.dropbox.com/scl/fi/5xzaetncna50k66pzl1oj/CyT-159.docx?dl=0&rlkey=kvuww4lo71bzcnz062joalgnw
Recuerden que, la manera de operar es copiando el enlace y pegándolo en la ranura de direcciones, luego Enter.
El número 159 del Boletín trae artículos muy interesantes, como:
BEBIDAS - Monjes alemanes crean la primera cerveza en polvo del mundo
BIOLOGÍA - Células madre humanas utilizadas para crear un nuevo tipo de implante neural biohíbrido
BIOLOGÍA - Predicen que los humanos conseguirán la inmortalidad en 8 años
INTELIGENCIA ARTIFICIAL - GPT-5 asusta: La IA podría superar este mismo año a los humanos
...y muchos más. ¡Disfrútenlo y hasta la próxima!
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