En esta nota, estimados amigos, quisiera redondear algunos temas que he tratado en notas anteriores, pero un poco tangencialmente. Dado que considero que es un tema importante quiero dedicarle toda mi atención.
Para ello, comenzaré tan lejos como en el Paleolítico. En aquellos tiempos la lucha del ser humano por la supervivencia fue una lucha muy dura, tanto con el medio natural como con sus competidores de otras especies animales, incluida la humana (imaginemos, por ejemplo, lo que habrá sido competir con un tigre diente de sable). Piensen ustedes que sólo una minoría de seres humanos llegaría a los 40 años de vida y los que lo lograban, seguramente tendrían una vejez difícil, aquejados de dolores de artritis, reumatismo y amenazados de muerte con cada hueso roto o muela infectada.
Es claro que, en esas difíciles condiciones,
sobrevivir solo, era una proeza inalcanzable. La supervivencia de la humanidad
durante el Paleolítico se logró en gran medida por medio de la vida
comunitaria, de ahí que aparecieran los clanes, célula básica que conformaba el
tejido social de la época y antecesores directos de la familia de hoy. Y, así
como viéramos, en la nota del 4 de octubre de 2021, la aparición de los
cangrejos Heike, que nos relatara el Dr. Carl Sagan, por medio de la selección
artificial producida por el humano, así también la selección natural seleccionó
a los individuos con una inclinación a integrar grupos de humanos. Por eso hoy
decimos que el hombre es un ser gregario.
Ahora bien, ese gran realizador que fue Stanley
Kubrick en su película 2001 Odisea del Espacio, nos da una pista de lo
que queremos plantear aquí cuando muestra un grupo de homínidos en una ribera
de un rio y otro grupo en la otra. ¿Qué están haciendo? Pues, se están
arrojando piedras y emitiendo gritos y aullidos para amedrentar a “los de
enfrente”.
Y, desde luego, esto tiene su lógica. “Los de
enfrente” competían con los de este lado por los mismos recursos, que no eran
abundantes, de modo que significaban un rival al que hay que “sacar del juego”.
Y, de hecho, si algún homínido cometía el error de vagar solo por el
territorio, se lo mataba y, probablemente, se lo comía. Dicho sea de paso, tal
sucede en la sociedad chimpancé hoy en día y téngase en cuenta que los
chimpancés son nuestros parientes más cercanos, con un ADN que difiere en menos
de un 2% del nuestro.
Así pues, el medio ambiente en debió moverse el
hombre primitivo y los otros actores participantes de la obra modelaron un
perfil de homo que la selección natural se encargó de producir.
Y esto es importante porque explica el porqué de
los atributos mencionados en el título de esta nota. Veamos:
1.- El racismo. Está claro que mis amigos, incluso
mis parientes, se encuentran en mi clan. Los otros clanes son competidores por
los recursos que yo necesito para vivir y que no son fáciles de conseguir dada
la competencia con otros animales, además de los humanos. De modo que los otros
clanes representan enemigos a los que no hay que amar, sino matar.
El racismo de la actualidad representa un resabio
de dicha realidad. Y nótese que no ha habido sociedad, a lo largo de la
historia que se haya visto libre de manifestaciones racistas. Hemos hablado, en
este foro, del pueblo alemán que, habiendo alcanzado altísimas cotas de cultura,
a fines del siglo XIX, cayó en el nazismo que no es otra cosa que una clara
ideología racista. Y este es solo UN ejemplo, no EL ejemplo.
En otras palabras, el racismo es una inclinación
en la naturaleza humana que podrá ser neutralizada por medio de la voluntad,
pero que, por el momento, no va a desaparecer.
¿Que por qué digo “por el momento”? Porque la
ingeniería genética puede llegar a modificar, en un futuro, lo que la selección
natural fabricó en el pasado.
2.- El prejuicio. El prejuicio es algo que va
unido al racismo, es la opinión previa, por lo general desfavorable, acerca de algo que se conoce mal.
Y, desde luego, nace de lo mismo que el racismo,
es decir: Todo lo que no es mi clan tiene mal aspecto, mal olor. Los “otros” no
pueden ser buenos; los buenos, los mejores, somos nosotros.
Eso explica, queridos amigos por qué, en una época
de fuerte globalización, florecen los nacionalismos a ultranza. Así, en España,
por ejemplo, los catalanes no desean integrarse sino mantener su
individualidad. Porque se sienten mejores, se sienten el verdadero sostén de
España. España los necesita a ellos, no al revés.
El prejuicio es una forma moderada del racismo.
3.- El bulling. Aparentemente, estimados, el
bulling no tendría por qué estar en la misma bolsa que el racismo y el
prejuicio, sin embargo, nace de lo mismo. Ante la dificultad de conseguir los
recursos vitales para la sobrevivencia, el clan no se podía permitir la pérdida
de tiempo, esfuerzo y alimentos en individuos débiles que no aportaran nada al
grupo. De modo que el bulling nace como una manera de detectar a los débiles e,
inclusive, eliminarlos. Es por eso que tampoco hay sociedad que se haya librado
de él. Es una inclinación impresa en nuestro ser por la selección natural.
Al respecto, viene a cuento la historia de los
espartanos y el monte Taigeto. Veamos:
Gran parte de lo que
conocemos sobre la vida y la educación en Esparta, nos ha llegado de la mano
del historiador, filósofo y biógrafo, Plutarco. Este autor griego, gran
viajero, que obtuvo la ciudadanía romana, vivió entre los siglos I y II de
nuestra era. En su obra «Vidas Paralelas», en el tomo I, encontramos un
capítulo dedicado a la Vida de Licurgo y en él una descripción de las
costumbres de Esparta. Dice Plutarco: «Nacido un hijo, no era dueño el padre de
criarle, sino que, tomándole en los brazos, le llevaba a un sitio llamado
Lesca, donde sentados los más ancianos de la tribu, reconocían el niño, y si
era bien formado y robusto, disponían que se le criase repartiéndole una de las
nueve mil suertes; mas, si le hallaban degenerado y monstruoso, mandaban
llevarle a las apotetas o expositorios, lugar profundo junto al Taigeto;»
La eugenesia
espartana estaba destinada a conseguir ciudadanos fuertes y sanos y que no
supusieran una rémora y un desgaste inútil a la ciudad. Los ancianos lo
examinaban y si no lo encontraban suficientemente robusto y sano lo arrojaban
desde la cima del monte Taigeto o lo dejaban expuesto ahí durante varios
días. Si el niño o niña superaba la prueba era devuelto a su familia para ser
criado.
Realmente, no hay
evidencias físicas que confirmen esta historia, sin embargo, se la piensa cierta,
ya que en Roma y en otras sociedades antiguas también era habitual dejar morir
a los bebés que se consideraba que no eran suficientemente aptos para la dura
vida que les esperaba.
En definitiva, queridos
amigos, lo que quiero remarcar aquí es que estos atributos de la conducta
humana no son meras “ocurrencias” de algunos, sino inclinaciones que todos
tenemos que no nos obligan a actuar según ellas, pero nos inclinan a hacerlo.
Bueno, y antes de despedirme:
Hela aquí: https://www.dropbox.com/scl/fi/mdl94hurhsrg7odsn8myp/CyT-157.docx?dl=0&rlkey=burwn4ar0cutiiqbdl3yibpt8
Recuerden que, la manera de operar es copiando el enlace y pegándolo en la ranura de direcciones, luego Enter.
El número 157 del Boletín trae artículos muy interesantes, como:
ANTROPOLOGÍA - ¿Cómo perdieron la cola los primates que se convirtieron en humanos?
ÉTICA CIENTÍFICA Y PSICOLOGÍA - Videojuegos y dilemas morales
FÍSICA - La teoría de la relatividad: explicación fácil y ejemplos
GENÉTICA - La longevidad a la vista
INTELIGENCIA ARTIFICIAL - 10 usos sorprendentes para ChatGPT Smart Chatbot
MEDICINA - Nanopartícula con múltiples fármacos anticáncer
...y muchos más. ¡Disfrútenlo y hasta la próxima!
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