domingo, 29 de enero de 2023

Del fracaso de la democracia - 2

   Lloyd Cassel Douglas, estimados amigos, nació el 27 de agosto de 1877, en Indiana, Estados Unidos y murió el 13 de febrero de 1951 en Los Ángeles, California.

 Algunos de ustedes, seguramente, lo recuerdan por sus obras, algunas de las cuales fueron llevadas al cine con buen éxito. Lloyd Douglas fue un escritor y, entre sus obras más recordadas se encuentran Sublime obsesión, (Magnificent Obsession) y El manto sagrado, (The Robe), ambas tuvieron su versión cinematográfica. La primera, un largometraje de 1954, contó con la actuación de Jane Wyman, Rock Hudson, Barbara Rush y Agnes Moorehead. Algunos de ustedes recordarán a Agnes por su papel de madre de Samantha en la serie Hechizada, emitida desde 1964 a 1972.

En cuanto a El manto sagrado, se llevó al cine en 1953 basada en la novela histórica que Douglas había publicado en 1942. Fue protagonizada por Richard Burton, Jean Simmons y Victor Mature en los papeles principales. Como dato de color, digamos que fue la primera película exhibida en Cinemascope.

 Las novelas de Douglas tienen un notable tono moral, didáctico y religioso, probablemente heredado del hecho de que su padre era un pastor luterano y él mismo fue educado para sacerdote en el seminario de Springfield, Ohio. Fue ordenado y sirvió como pastor en Indiana.

De 1911 a 1915 se desempeñó como capellán y director de asuntos religiosos en la Universidad de Illinois. Más tarde se incorporó a la Iglesia congregacional y continuó su labor como pastor en iglesias en Estados Unidos y Canadá.

En 1933 se retiró de su labor religiosa y se dedicó exclusivamente a la profesión de escritor. Su última novela El gran pescador (The Big Fisherman) fue publicada en 1948 y sería llevada al cine en 1959.

Su autobiografía Tiempo de recordar (Time to Remember) publicada en 1951, fue continuada por sus dos hijas, Virginia Douglas Dawson y Betty Douglas Wilson.


  Bien, se preguntarán ustedes, queridos amigos, si, con esta introducción, estaré a punto de recomendarles uno de los libros de Lloyd. No, no es esa mi intención. Es más, el tema que les propongo para el análisis en esta nota no es otro que una continuación de las notas anteriores Del fracaso de la democracia, publicada en este foro el 25 de abril de 2022, y De conductores y conducidos, publicada el 31 de enero de 2022.

Lo que si es cierto es que la nota de hoy la inspiró un pasaje del libro El manto sagrado que estoy releyendo, en la actualidad, por cuarta o quinta vez (sí, me gusta mucho).

De modo que, me parece oportuno comenzar por ver el pasaje de marras y luego ir a los análisis correspondientes. Sin embargo, para ello es necesario una muy breve introducción: El esclavo Demetrio charla con su amigo, el también griego, Stéfanos y con Roda, sobrina y enamorada de este, acerca de las reuniones para cenar de los primeros cristianos donde cada uno compartía lo que tenía sin miramientos.

 

Demetrio encontró que su curiosidad iba en aumento con respecto a estas cenas cotidianas.

—¿Cuánta gente va? —preguntó.

—Te sorprenderás. ¡Trescientos o más! —respondió RodaMuchos se han deshecho de sus propiedades rurales y ahora están viviendo aquí; es una colonia completa. Por lo menos cien toman sus comidas en la ekklesia.

—¿La ekklesia? —repitió Demetrio—, ¿Es así como la llaman? Eso es griego, ¿sabes? La mayoría de vosotros sois judíos; ¿no es así? ¿Cómo fue que llamasteis a vuestro lugar de reunión ekklesia?

—Stéfanos —contestó orgullosamente Roda— dijo que era un nombre adecuado para asambleas así. Además, la tercera parte de los cristianos son griegos.

—Bien, es confortante ver a judíos y griegos luchando juntos por algo —observó Demetrio—. Toda una familia grande y feliz, ¿eh? —añadió con cierto recelo.

—Por lo menos grande. ¡No hay cuestión sobre eso! —murmuró Roda. Y en seguida, haciendo una rápida enmienda a su comentario, continuó:

—La mayoría es profundamente sincera. Pero hay bastantes de la otra clase como para echarlo a perder.

—Pelean, ¿no? Temo que no llegarán muy lejos con esta nueva concepción de que lo que el mundo necesita es buena voluntad.

—¡Eso mismo dice Stéfanos! —aprobó Roda—. Está bastante desilusionado. Piensa que todo este asunto, de mantener juntos a los cristianos es un error. Cree que debieron haber quedado en sus casas, continuando la labor diaria.

—¿Y qué es lo que origina las bataholas? —Demetrio no pudo evitar la pregunta.

—¡Oh... siempre es la misma historia! —suspiró Roda—. Vosotros los griegos sois avaros, suspicaces y supersensibles en lo atañe a vuestros derechos y..,

—Y vosotros los judíos sois voraces y engañadores —interrumpió Demetrio con una sonrisa burlona.

—¡No somos ni voraces ni engañadores! —exclamó Roda con. altivez.

—¡Y nosotros, los griegos, no somos avaros! —replicó Demetrio. Ambos rieron.

—Ésta es una buena pintura, en pequeño, de las peleas —dijo Roda—. ¡Pobre Simón! ¡Tenía tan grandes esperanzas en la ekklesia!... La otra noche sentí tanta pena por él, que estuve a punto de echarme a llorar. Después de la cena nos habló seriamente, repitiendo algunas de las palabras de Jesús sobre eso de amarnos los unos a los otros, aun a los que nos maltratan, y de cómo somos todos hijos de Dios, iguales ante su vista, prescindiendo de nuestra raza. Y puedes creerme: precisamente mientras Simón estaba hablando, un anciano llamado Ananís, ¡se levantó y se fue!

Demetrio no pudo encontrar un comentario apropiado. Le daba un sentimiento de pesar el ver cómo tan elevada concepción había caído en tal descrédito, en manos de gente débil. Roda advirtió su desilusión,

—Pero, por favor, no creas que a Simón se le trata sin consideración —prosiguió—. ¡Tiene mucha influencia! ¡La gente cree en él! Cuando va por las calles, ancianos y ancianas sentadas detrás de sus ventanas le piden que se detenga y converse con ellos, Stéfanos dice que hasta sacan a sus enfermos en camillas para que él pueda tocar sus frentes cuando pasa. Y... Demetrio... ¡es maravilloso ver lo que piensan también de Stéfanos! A veces reflexiono que si alguna vez le pasara algo a Simón... —Roda titubeó.

— ...¿Stéfanos podría ser el jefe? —prosiguió Demetrio.

—¡Es grande como para eso! —declaró ella cándidamente—. Pero no le cuentes que te lo he dicho —añadió—. Sería una gran desgracia si algo le ocurriera a Simón.

Se acercaban al viejo bazar. Algunas mujeres entraban con sus cestos y unos hombres vigilaban la puerta. No se veía ningún legionario. Al parecer, los cristianos tenían libertad de ir y venir a su placer. Roda lo condujo a través de la habitación desnuda, grande y pobremente iluminada, colmada de hombres, mujeres y niños, esperando detrás de las largas mesas donde la comida había sido distribuida. Stéfanos avanzó con una sonrisa de bienvenida.

—¡Hermano Demetrio! —exclamó extendiendo ambas manos—. ¿Dónde lo encontraste, Roda?

—Te andaba buscando —contestó ella con ternura y familiaridad. —Ven, entonces —dijo—. Simón querrá verte... Estás delgado, amigo mío. ¿Qué te han hecho? Demetrio saltó involuntariamente cuando Stéfanos le tomó del brazo.

—Un pequeño accidente —explicó—. No está completamente curado.

—¿Cómo te lo hiciste? —preguntó Roda—. Tienes un tajo en la muñeca también. ¡Y bastante malo!

Demetrio procuraba evitar de contestar. Stéfanos vino en su ayuda con una pequeña pantomima de labios fruncidos y movimientos de cabeza dedicados a Roda.

— ¡Creo que has estado peleando! —susurró ella con una sonrisa de reproche—. Ya sabes que los cristianos no pelean.

Plegando los labios en una traviesa sonrisa significativa para Stéfanos, agregó:

—Ni siquiera se irritan ante las cosas.

Stéfanos, preocupado, no prestó atención a aquella salida e hizo señas a Demetrio para que lo siguiera. La conversación en el camino de vuelta fue forzada y fragmentaria. Juan Marcos y su madre caminaban adelante. Los altos griegos los seguían, uno a cada lado de Roda, quien se sentía empequeñecida y sin importancia, pues era evidente, dada su taciturnidad, que ellos deseaban estar a solas. No se resentía por eso. Estaba tan profundamente enamorada de Stéfanos que todo lo que él hacía era para ella completamente correcto, aun cuando resultaba violento que la excluyera de su camaradería con Demetrio.

Después de un rápido "¡buenas noches!", a la entrada de la casa de Marcos, los griegos prosiguieron lentamente por las calles hacia sus alojamientos, silenciosos al principio, esperando cada uno que hablara el otro. Los pasos de Stéfanos se fueron haciendo más lentos.

—Bueno... ¿Que piensas de esto? —preguntó lisa y llanamente—- Dímelo con toda sinceridad.

—No estoy aún seguro —contemporizó Demetrio.

—¡Debes estarlo! —espetó Stéfanos—. Has visto a nuestra ekklesia cristiana en acción. ¡Si no estás muy seguro, significa que piensas que hemos tomado el camino errado!

—Muy bien —asintió Demetrio, con sonrisa indulgente—. Si eso es lo que yo pienso, ¿por qué no sigues y me cuentas qué opinas tú? Has tenido mejores oportunidades para formarte una opinión. Todavía no he visto hacer a vuestra ekklesia nada más que comer... ¿Para qué más es buena? Me animaría a decir, Stéfanos, que sí yo estuviera seleccionando un grupo de gente para comprometerlas en una tarea peligrosa, que requiera coraje y fe ilimitada, hubiera descartado a unos cuantos de los presentes esta noche.

—¡Ahí está! —se lamentó Stéfanos—. ¡Eso es lo que me perturba! Jesús nos ordenó continuar con su trabajo, sin reparar en privaciones, penas y azares; y todo lo que según parece llegamos a hacer es una casa de holganza para cualquiera que diga: "yo creo".

—Sin duda las intenciones de Simón eran buenas —observó Demetrio, advirtiendo que esperaba su comentario.

— ¡Excelentes! —asintió Stéfanos—. Si todos los, que están en conexión con la ekklesia tuvieran la firmeza y la bondad de Simón Pedro, la institución adquiriría un gran poder... Mira, al comienzo, lo que él deseaba era un grupo selecto de hombres que dedicaran todo su tiempo a este trabajo. Pensó que viviendo juntos se inspirarían unos a otros. ¿Recuerdas cómo era en la tienda, Demetrio?: los discípulos gastaban horas en sus amistosas conferencias. Pues Simón deseaba aumentar ese círculo, buscando otros hombres devotos, y reuniéndolos en espíritu y propósitos...

—...Y el círculo resultó demasiado grande —sugirió Demetrio.

Stéfanos hizo un alto y negó tristemente con la cabeza

—Todo el plan careció de solidez —dijo desconsoladamente—. Simón anunció que cualquier cristiano podría vender su propiedad y traer su producto a la ekklesia, bajo la promesa de que su subsistencia sería asegurada.

—¿Sin importar que tuviera mucho o poco?

—¡Exacto! Si tenías un viñedo o una granja la vendías, probablemente con sacrificio, y le traías el dinero a Simón. Si no tenías más que unos cuantos pollos, una cabra y un asno, venias con el dinero que habías conseguido por eso. Y todos vivirían juntos en amor fraternal.

Con tristeza Stéfanos relató las desventuras del infeliz experimento.

—Circuló rápidamente la versión de que toda la familia cristiana podía asegurar su manutención uniéndose a la ekklesia. No escasearon los aspirantes. Simón estaba entusiasmado al ver el gran número de gente que se confesaba cristiana. En unas de las conferencias de todas las noches, en la tienda de Benyosef, estuvo fuera de sí de felicidad. ¡El reino crecía! Aquella noche — continuó Stéfanos— se decidió que Simón quedara en Jerusalén para supervisar nuestra ekklesia, los otros apóstoles irían a ver si se podían poner en práctica proyectos similares con los cristianos de Jope, Cesárea, Antioquía... —Stéfanos hizo un gesto que incluía a todos los demás—. Tú sabes que Simón es impetuoso. Cuando captura una idea, la ensilla, le pone bridas... ¡y cabalga a todo galope! —¡Y la ekklesia creció! —¡En número, sí! Grandes familias sin nada que hacer, se lanzaron a vivir en la holganza, cantando himnos y fervientes oraciones, pero casi sin conocer qué significaba todo aquello, excepto que tenían tres comidas al día y muy buena compañía.

—¿Y qué le pareció a la otra gente, la que había poseído considerables bienes?

—Bueno. ...Ése fue otro problema. Comenzó a experimentar cierta superioridad sobre los indigentes. Cuanto mayor era el dinero con que habían contribuido a la ekklesia, tantos más derechos creyeron tener para dictar las normas de la institución. — Stéfanos sonrió tristemente—. Sin ir más lejos, esta mañana, un arrogante anciano se puso en contra de algo que Simón había dicho y se mostró defraudado de la ekklesia. Cuando Simón le increpó, se enfureció tanto que le dio un ataque y murió. Y Simón probablemente será culpado por eso.

—¡Esto es como para descorazonar a cualquiera!

—¡Eso no es todo! —suspiró Stéfanos—. ¡Con esa cena diaria! Muchos mercaderes van ahora a las reuniones llevando, su comida; ello sería muy loable, pero claramente patrocinan la ekklesia por razones comerciales. En resumen: la ekklesia se está volviendo muy popular, ¡demasiado popular!

—¿Qué se puede hacer para remediarlo? Stéfanos marchaba lentamente, moviendo la cabeza.

—Demetrio, antes de que la ekklesia empezara a extender sus fronteras, la comunidad cristiana era una fuerza apreciable. Los hombres se dedicaban a sus ocupaciones habituales, cuidadosos de tratar a todos con honestidad, ansiosos de vivir de acuerdo con los mandamientos de Jesús y hablando de su manera de vivir a cuantos pudieran encontrar... Por las noches se reunían, para el ágape y para infundirse valor unos a otros. Simón se ponía de pie y los instaba a realizar mayores esfuerzos. Repetía las palabras de Jesús y renovaba sus energías. ¡Era magnífico! —Stéfanos se detuvo nuevamente y miró a su amigo con amargura—. Lo has oído esta noche derrochando sus espléndidas exhortaciones a seres egoístas y pendencieros para que olviden sus rencillas y terminen de hostigarse unos a otros. ¿Notaste acaso la sonrisa con que los instaba a ser más generosos en sus regalos a la ekklesia? ¡Bueno, aquél para mí no era Simón! ¡Aquél no era el Simón que encendía los corazones de los hombres que solían encontrarse por las noches para mantenerse unidos todos en la causa de Cristo!... ¡Es una desgracia! —Stéfanos cruzó ambas manos sobre su cabello recortado y sacudió la cabeza con desaliento. —¿Y para esto —gimió— sufrió Jesús en la cruz, murió y resurgió del sepulcro?

—¿Has conversado con Simón de todo esto? —preguntó Demetrio después de un discreto intervalo.

—Últimamente no. Hace un par de semanas, cuando ya era evidente que iba a haber una ruptura entre judíos y griegos, varios de nosotros le preguntamos si podíamos ayudarle en algo; entonces él nombró a siete para que supervisáramos la justa distribución de alimentos y ropas; pero, Demetrio, el sentimiento por Jesús y su legado al mundo es una especie de pasión exaltada ¡y no puede rebajarse a reparar en las desagradables pendencias sobre por qué le dieron a Rubén Isacar una túnica mejor que al pequeño Nicolás Timenodes!

Demetrio tuvo una expresión de disgusto y aconsejó a su amigo que desechara tales preocupaciones.

Y hasta aquí el pasaje que les decía.

¿Que qué fue lo que me sugirió?

Pues, lo endeble de la naturaleza humana. Fíjense ustedes que un grupo de cristianos reunidos siguiendo las indicaciones de Jesús, a quien todos admiran y siguen, terminan en inútiles rencillas que muestran lo poco permeables que han sido al mensaje de Este.

¡Pero, Martín, se trata solo de una novela! Me dirán ustedes.

Si, es una novela, pero pinta una realidad absolutamente posible y que podemos ver en muchos campos de la actividad humana. Es más, me pregunto si el origen del tal pasaje no estuvo en el contacto que Douglas tuvo con su feligresía cuando fue predicador.

Y, precisamente, uno de los campos de la actividad humana donde podemos ver este tipo de actitud es en la vida pública bajo un régimen democrático. Ya hemos charlado, en las notas que mencioné más arriba que la gran mayoría de los ciudadanos no participa de la vida política de su comunidad, no se informa de las iniciativas en curso; no solicita citas con sus representantes para pedirle explicaciones o sugerirles medidas a tomar; no se ofrece para voluntariados y no se afilia a un partido político para trabajar desde allí por su comunidad. Solo se limita a votar cada cierto tiempo, ¡y porque es obligatorio! Eso sí, si las cosas van mal se queja a voz en cuello, pero participar para que las cosas funcionen, ¡Ah, no, eso no! ¡Es mucho trabajo!

En las notas que mencioné más arriba reflexiono sobre una posible solución a este problema de la inconsistente naturaleza humana. Sin embargo, hoy quiero detenerme sobre una posibilidad que no hemos analizado en profundidad. Para ello, rescataré dos frases del artículo De conductores y conducidos. Son las siguientes:

Michel de Montaigne nos advierte que:

 …estoy convencido que es más fácil y más satisfactorio seguir que conducir…

Y, por su parte, Julio César:

 …la propia naturaleza ha creado siempre hombres para mandar y hombres para obedecer.

Y con estas frases en mente y el pasaje de El manto sagrado, me puse a pensar que: ¿Qué pasa si aceptamos que el hombre es así, como dicen Montaigne, César y Douglas? ¿Qué tal si dejamos de pedirle cosas que no va a cumplir, como que sea un buen ciudadano? ¿Qué tal si aceptamos que hay humanos que quieren ser conducidos y no ser ellos quienes gobiernen su propio destino?

¡Ah, pero eso tiene un costo! ¡Tiene un corolario inmediato!

—¿Y cuál es ese costo Martín?

  Pues, el costo es que ese tipo de individuo ya no puede vivir en democracia, sino en sistemas autocráticos, si el poder y la toma de decisiones se centran en una sola figura o aristocráticos si se centran en un grupo de personas.

  En dichos sistemas de gobierno, el o los mandatarios no tienen el deber de responder de sus acciones ante ningún tipo de control o mecanismo político y social.

—¡Ah, no, Martín! ¡Yo conozco mis derechos y eso los vulnera!

—¡Mentira ciudadano! ¡Usted no conoce sus derechos y muchísimo menos sus obligaciones!

Y, nuevamente, queridos amigos, resuenan en nuestros oídos los nombres de Orwell (1984) o Huxley (Un mundo feliz) y tantos otros. Es decir, por un lado, reconocemos como ciertas las frases de Montaigne y de César, pero, por otro lado, le decimos al ciudadano que quiere ser conducido: ¡Liberté, égalité, fraternité! Por un lado reconocemos que muchos no tienen condiciones para ser ciudadanos y, por el otro, los animamos a serlo. ¿No será que estamos encarando mal las cosas?

¿Habrá que caer a un Gran Hermano?

Ya ven ustedes a qué me llevó el pasaje de El Manto sagrado.

 Me permito recomendarles, estimados amigos, que relean o lean, según el caso, las notas que he mencionado, (y agrego la nota ¿Liberté, égalité, fraternité? del 8 de agosto de 2022) de modo que puedan juzgar el tema con una visión holística.

 Y ya sobre el final, les traigo, como es habitual, esta noticia: La dirección electrónica desde donde podrán bajar el Boletín de Novedades en la Ciencia y en la Tecnología 156.

 Hela aquí: https://www.dropbox.com/scl/fi/5a6vqk25e1fz8lfwijfc4/CyT-156.docx?dl=0&rlkey=vam0mbyvzc8hnmogg3duscyfl
 Recuerden que, la manera de operar es copiando el enlace y pegándolo en la ranura de direcciones, luego Enter.

  El número 156 del Boletín trae artículos muy interesantes, como:

  CIENCIA DE LOS MATERIALES - Una aleación simple reclama la corona del material más resistente jamás registrado

  OBSTETRICIA - Útero con vista: la granja de bebés EctoLife elimina el embarazo y el parto

  MEDICINA - La leucemia "incurable" de un adolescente se cura con una nueva terapia génica de edición básica

  INTELIGANCIA ARTIFICIAL - ¿Qué sigue para la IA?

  MEDICINA - "Horquillas" hechas de ADN artificial sujetan y matan el cáncer

  AUTOMOTORES - Bertone resurge con un hipercoche de 1.100 CV alimentado con residuos plásticos

...y muchos más. ¡Disfrútenlo y hasta la próxima!

 

 

 

domingo, 22 de enero de 2023

Las pruebas de Tomás

 La tarde discurría morosamente cuando Nivi (o sea, yo, ¿recuerdan?) dio en recordar una anécdota del pasado… que añoro, un tiempo viejo que lloro y que nunca ha de volver…, eehhh, no, perdón. Digo, una anécdota del pasado en la que, con unos briosos 29 años, me encontraba con unos amigos disfrutando de una deliciosa pizza en una pizzería céntrica de Mendoza, Argentina.

La charla derivaba por diversos carriles cuando, imprevistamente, fuimos a dar al origen del Cosmos. Orgulloso, expuse entonces una hipótesis que se me había ocurrido a mis aún más briosos 17 años (dicho sea de paso, la Ciencia también la ha contemplado). La misma consistía en suponer que el Universo, que se había iniciado con un Big Bang, o sea con una Gran Explosión se expandiría, haciéndose cada vez más grande, hasta que la gravedad de la materia que contiene lo frenaría y comenzaría una etapa de compresión que terminaría con un Big Crunch, o sea con un Gran Aplastamiento, para recomenzar con un nuevo Big Bang.

Uno de los comensales, mientras masticaba una especial de jamón y queso, me preguntó:

Þ          ¿Y cuándo ocurrió este proceso por primera vez?

Þ           Nunca, contesté. Ha ocurrido siempre y siempre ocurrirá. Es cíclico.

Alarmado, a mi amigo casi se le atraganta el bocado y, dejando la porción en el plato, me dijo:

Þ          ¿Qué? ¿Supongo que no pensarás que voy a creer que un proceso natural no tiene comienzo ni fin, que es eterno?

Mantuve la calma ante ese embate iconoclasta y, sabiendo que mi amigo era creyente, contraataque diciendo:

Þ          ¿Pero cómo? ¿Vos si podés creer que un ser poderoso, llamado Dios, que no podemos ver ni palpar, es eterno y ha existido siempre y siempre existirá y no podés creer que un Universo, que si podés ver y palpar, tiene los mismos atributos?

Un pesado silencio se abatió sobre la mesa y juzgamos oportuno entonces dedicarnos, mejor, a cosas más mundanas como la especial de jamón y queso.

 

Pues bien, queridos amigos, el recordar esta anécdota me hizo reflexionar también en lo mucho que el hombre ha querido siempre “inventar” a Dios. Al menos, en el curso de la Historia (o sea sin contar con la Prehistoria de la que no tenemos registros) no ha habido civilización que no haya tenido un Dios o varios Dioses. Y, siguiendo la cadena de pensamientos, fui a parar a Tomás de Aquino y sus cinco pruebas de la existencia de Dios. Y es acerca de ellas que quiero que reflexionemos en esta nota.

 

La existencia de Dios ha sido durante mucho tiempo un tema de gran interés para las personas de todo el mundo. Numerosos teólogos, filósofos y observadores cotidianos tienen argumentos avanzados a favor y en contra de la probabilidad de que una Deidad todopoderosa reine sobre el universo. El teólogo y filósofo medieval Tomás de Aquino aportó, en el siglo XIII, cinco argumentos clásicos intentando demostrar la existencia de Dios.

Pero… ¿Quién fue Tomás de Aquino?

Tomás de Aquino (también conocido como Tomás de Aquin o Aquino) fue un sacerdote dominico italiano de la Iglesia Católica medieval. El nombre «Aquino» no es un apellido, sino más bien un nombre que se le dio en virtud de su lugar de origen.

Nacido en el año 1225, Tomás se convertiría en uno de los teólogos más destacados de la Europa anterior a la Reforma. Fue un prolífico defensor de la teología natural y fue inmensamente influyente en el pensamiento occidental.

Gran parte de la filosofía moderna tiene una deuda de gratitud con sus escritos.

Como queda dicho, Tomás nació en el año de 1225 en el reino de Nápoles. Hijo del Conde Landulf y la Condesa Teodora de Theati, Su familia esperaba que siguiera el camino benedictino, ya que era el destino esperado para cualquier hijo de la nobleza italiana.

Por lo mismo, muy pronto comenzó su formación en instituciones educativas y religiosas. A los 16 años dejó la Universidad de Nápoles, donde había estudiado con los dominicanos y franciscanos.

Tenía la intención de continuar su formación dominicana, lo que no agradó a su familia. De hecho, los biógrafos de Tomás de Aquino cuentan que decidieron encerrarlo durante más de un año en el castillo de Roccasecca, donde había nacido, para evitar su ingreso en dicha orden. ¡Vaya con los métodos pedagógicos de la familia!

Finalmente, pasado el encierro, ingresó en 1244 a la Escuela Dominicana de Colonia (insistidor el hombre), y en 1245 a la Universidad de París, donde se formó en filosofía y teología de la mano de Alberto Magno. Para 1248 fue nombrado profesor, y es esta la época donde inicia formalmente su vida académica, literaria y publica.

Después de haber estado durante muchos años en Francia, donde desarrolló gran parte de su obra, Tomás de Aquino regresó a Nápoles. Murió en la misma ciudad el 7 de marzo de 1274 por una enfermedad repentina. 50 años después de su muerte fue canonizado y reconocido como uno de los intelectuales más representativos del medievo.

  El 11 de abril de 1567 el papa Pío V honró su memoria con el título de Doctor de la Iglesia, título otorgado por el papa o un concilio ecuménico a ciertos santos en razón de su erudición y en reconocimiento como eminentes maestros de la fe para los fieles de todos los tiempos.

  El pensamiento filosófico de Aquino es uno de los más influyentes en la liturgia cristiana, especialmente en la Iglesia Católica Romana. Se le reconoce como un importante empirista de tradición aristotélica, que influyó en el desarrollo posterior de la filosofía occidental.

Entre otras cosas, Aquino sostenía que para el ser humano era imposible adquirir cualquier conocimiento verdadero sin ayuda de Dios, ya que es este último quien tiene el poder de transformar el intelecto en acto.

Decía, no obstante, que los seres humanos sí tenemos la posibilidad de conocer una parte del mundo de manera natural (sin intervención divina). Había entonces dos tipos de componentes del conocimiento verdadero. Por un lado, la verdad se conoce a través de la razón, es decir, por “revelación natural”. Por otro lado, la verdad se conoce por medio de la fe, que se corresponde con una “revelación sobrenatural”. Esta última nos es dada en las sagradas escrituras y las enseñanzas los profetas; mientras que la primera tiene que ver con la naturaleza humana.

Para Tomás de Aquino, era posible encontrar pruebas racionales de la existencia de Dios y de sus atributos (la verdad, el bien, la bondad, el poder, el conocimiento, la unidad). En cambio, la Trinidad sólo se puede conocer a través de revelaciones sagradas especiales.

Más que elementos contradictorios, para Tomás de Aquino, la razón y la fe son complementarios, y su ejercicio es lo que lleva al conocimiento verdadero.

Entre los filósofos anteriores, que marcaron de manera importante sus obras, se encuentra Platón, las principales teorías de Aristóteles, el pensamiento del judío Avicena, y la obra de Alberto Magno, con quien se formó durante muchos años.

Su pensamiento teológico estuvo influenciado de manera importante por la obra de Agustín de Hipona, la biblia y los decretos de los concilios y los papas. Es decir, combina el pensamiento de la filosofía griega con la doctrina cristiana.

Retomando la conexión entre razón y fe, para Aquino, la teología (la doctrina sagrada) es en sí misma una ciencia. Y las escrituras sagradas son la replicación fiel de los datos de dicha ciencia, ya que han sido producidas tanto por revelación como por conocimiento natural.

Para Aquino, el objetivo último de la teología es el uso de la razón para conocer a Dios y para encontrar salvación verdadera. En la misma línea habló de las propiedades esenciales de Dios, sosteniendo que su existencia no es evidente y que no puede ponerse fácilmente a prueba.

En una de sus grandes obras, Summa Theologica, sostiene sus argumentos ontológicos sobre la existencia de Dios: hay cinco vías que se corresponden con cinco cualidades de Dios y son, por lo tanto, pruebas racionales de su existencia:

Vía Primera: Dios en simple (no se descompone en partes más simples).

Vía Segunda: Dios es perfecto (a diferencia de cualquier otro ser, no le falta nada).

Vía Tercera: Dios es infinito (porque su naturaleza es distinta de la finitud de la física).

Vía Cuarta: Dios es inmutable (su esencia y carácter no se modifican).

Vía Quinta: Dios es unidad (no se diversifica dentro de sí mismo).

Así mismo, Tomás de Aquino sostiene que la existencia de Dios puede comprobarse a través del movimiento de los objetos, a través de la jerarquía de los valores y los elementos del mundo, a través de cómo están ordenados los cuerpos naturales y a través del mundo de las posibilidades.

Y así llegamos a las cinco pruebas de la existencia de Dios de Tomás de Aquino.

Partiendo de la lógica del maestro Aristóteles, Tomás de Aquino describió razones, que juzgó convincentes, para que las personas adopten la existencia de Dios. Sus argumentos fueron:

Argumento del movimiento

Dicho de manera muy simple, la prueba de movimiento dice que algo en movimiento tenía que ponerse en tal situación. En otras palabras, si algo se está moviendo, alguien o algo tuvo que moverlo. Por ejemplo, un automóvil se mueve porque un pie empuja el acelerador. Sin embargo, ¿quién empuja el pie? Por supuesto, la persona pegada al pie lo hace. Pero, ¿quién empuja a la persona que empuja el pie, que empuja el coche? En una escala mayor, ¿quién empuja la Tierra?, ¿quién mueve a la persona, ¿quién empuja el pie, ¿quién empuja el automóvil?

La respuesta firme de Aquino es Dios. Dios es el primer y último motor. ¡El movimiento es prueba de que Él existe!

Argumento de causa

Es similar a la prueba del movimiento, esta prueba argumenta que todo lo que es se ha hecho. Dicho de otra manera, alguien hizo que existiera. Sí, algunas cosas tienen muchos creadores, ¡pero en última instancia debe haber un creador supremo que hizo todos los demás creadores!

Por ejemplo, echemos un vistazo a la jalea. La gelatina está hecha de frutas y azúcar. Algún agricultor en algún lugar plantó algunas semillas para obtener caña de azúcar y fresas, pero ¿quién hizo las semillas? Más aún, ¿quién hizo al granjero? Del mismo modo, el aire está compuesto de oxígeno y nitrógeno, pero ¿quién compuso estos elementos? Estamos hechos de agua y sustancia viscosa, pero ¿quién nos hizo?

Una vez más, Tomás de Aquino respondió: Dios. Dios es el primer y último creador. ¡Él lo ha causado todo!

Argumento de la perfección

El universo contiene una pirámide de seres (desde organismos simples y básicos hasta organismos avanzados como los humanos). Este «grado de perfección cada vez mayor» apunta hacia un ser final que debe ser perfecto e ideal.

Argumento del diseño

El mundo contiene un orden o diseño observable. Tal diseño no puede atribuirse al objeto u objetos en cuestión. Debe haber un Diseñador externo para dar cuenta de la complejidad de la vida y el orden del universo. De nuevo, si hay un reloj, debe haber un relojero. No puede el reloj provenir de la nada.

Argumento de la necesidad

Todo lo que existe lo hace en relación con otras cosas. Dentro de esta red observada de relaciones, todo lo que existe depende de otra cosa. Sin embargo, una regresión infinita de tales relaciones es contradictoria e imposible. Debe haber un «ser necesario» que no depende de nada más para su existencia.

 

Bien, hasta aquí la inteligente labor de Tomás. No queda sino reconocer que fue una sólida argumentación para el siglo XIII. Sin embargo, los siete siglos transcurridos desde entonces han aportado otras alternativas a la misma. Comencemos por considerar la que casi hace atragantar a mi amigo con la especial de jamón y queso:

El Universo, tal como lo conocemos, comienza con un gran estallido, el Big Bang como lo bautizara risueñamente el físico ruso George Gamow. A partir de allí, el tal Universo se expande, producto de la explosión, pero, la materia que contiene ejerce una fuerza de atracción que provoca que dicha expansión se vaya frenando, se detenga y se invierta el movimiento, de modo que ahora el Universo se contrae hasta que llega al punto inicial, donde la materia, brutalmente condensada (es el Big Crunch), explota nuevamente provocando otro ciclo de expansión-contracción.

Este ciclo de expansión-compresión podría haber existido desde siempre y existir por siempre, tornando innecesaria la labor de un Creador. ¿Qué puede haber existido igual un Creador? Si, puede haber existido igual, pero ya no es necesario como suponía Tomás.

Cabe acotar que los últimos descubrimientos destacan que la velocidad de expansión se está acelerando, no frenando. Sin embargo, aún queda mucha materia y energía por detectar en el Universo, las así llamadas materia oscura y energía oscura, por lo que el tema está sobre el tapete.

 

Y, en segundo lugar, hay que considerar que en el momento inicial del Big Bang, la materia ocupa un volumen infinitesimal por lo que entra en juego la rama de la Física que estudia lo muy pequeño: la Mecánica Cuántica. Y, según esta, deja de tener validez aquello de que nada puede provenir de la nada. De hecho, y usando el lenguaje técnico, El propio Universo podría haber aparecido debido a una “fluctuación cuántica de la nada”. O sea, todo este Universo, con sus miles de millones de galaxias, sus cientos de miles de millones de estrellas, polvo, seres vivos, etc. podrían provenir… ¡de la nada!

Justo es reconocer que la nada, en Física, no es equivalente a ausencia de absolutamente todo. De hecho, existe una energía de la nada.

Pero, la Mecánica Cuántica es una rama extremadamente compleja de la Física por lo que no pretendo explayarme aquí sobre ella, baste decir que pone en duda la inevitabilidad del principio de causalidad, tan fundamental a los argumentos de Tomás. Para darnos una idea de lo compleja que es la Mecánica Cuántica, nada mejor que escuchar al físico americano, premio Nobel de Física, Richard Feynman quien dijo: “si usted cree haber comprendido la Mecánica Cuántica, es que no ha entendido nada”.

Existen por lo menos tres objeciones al principio de causalidad desde la mecánica cuántica:

La primera es que el carácter no determinista de los sistemas cuánticos es incompatible con el principio de causalidad.

La segunda es que las desigualdades de Bell muestran que hay correlaciones sin una explicación causal. Me siguen, queridos amigos, hay correlaciones, entre partículas, por ejemplo, para las que NO EXISTE UNA EXPLICACIÓN CAUSAL. ¡Sorprendente!, ¿no?

La tercera es que las teorías cuánticas de campo muestran que las partículas pueden venir a la existencia y dejar de existir al azar. ¡Más sorprendente! ¿no?

 

En suma, estimados amigos, yo felicitaría a Tomás de Aquino por su excelente labor, llevada a cabo en el siglo XIII. La actualidad, al considerar otros factores en la ecuación arroja dudas sobre su argumentación. Esto, sin embargo, no quita el mérito por su estupendo trabajo en el tiempo que le tocó vivir.

Y, antes de finalizar, queridos amigos, no resisto la tentación de contarles la anécdota de la vez que Tomás de Aquino me habló. Verán, me encontraba yo huroneando en la biblioteca de los jesuitas, habrá sido en mi cuarto o quinto año de secundaria, cuando vi, en un anaquel, los trece tomos de la Suma Teológica de Tomás. Curioso, elegí uno al azar y lo abrí en una página al azar. Hecho lo cual, seleccione un párrafo al azar y lei: Lo superior a ti, no escudriñes. Juzgué que el propio Tomás me lo decía y entonces, obediente, cerré el libro y lo volví al anaquel... 😄

  Y ya sobre el final, les traigo, como es habitual, esta noticia: La dirección electrónica desde donde podrán bajar el Boletín de Novedades en la Ciencia y en la Tecnología 156.

 Hela aquí: https://www.dropbox.com/scl/fi/5a6vqk25e1fz8lfwijfc4/CyT-156.docx?dl=0&rlkey=vam0mbyvzc8hnmogg3duscyfl
 Recuerden que, la manera de operar es copiando el enlace y pegándolo en la ranura de direcciones, luego Enter.

  El número 156 del Boletín trae artículos muy interesantes, como:

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domingo, 15 de enero de 2023

¡No solo Ciencia Ficción!

  Hace unos pocos días, charlaba yo con un amigo y el tema se decantó hacia un libro que leí hace ya muchas lunas y que significó un antes y un después en mi vida. De él dijo Jorge Luis Borges: “…es, además de una prodigiosa novela, un sistema probable o verosímil de la pluralidad de los mundos y de su dramática historia”.

Estamos hablando de una novela a la que el epíteto “prodigiosa” que usó Borges le cuadra muy bien. Sin embargo, cuando yo la leí me vino a la mente otro calificativo, para mi se trata de una novela “enorme”.

Enorme porque, si bien formalmente es una novela de Ciencia Ficción, en los hechos es mucho más que eso. Es una obra de Ciencia Ficción, sí, pero también de Filosofía, Sociología, Psicología, Ontología… O sea: ¡Es enorme!

Desde luego que, con la irrefrenable curiosidad de ustedes, se estarán preguntando de qué novela estoy hablando. Pues, se trata de una novela que, no lo dudo, muchos de ustedes conocerán y habrán leído, pero quizás algunos no y para reparar esa grave desnutrición literaria es que, al final de esta nota les dejo un enlace para bajarla de Internet.

Bueno, ahora sí, estoy hablando, estimados amigos, de la excelente novela Hacedor de Estrellas. ¿De quién? De William Olaf Stapledon (10 de mayo de 1886 - 6 de septiembre de 1950).

¿Y quién fue Stapledon?, dirán ustedes.

Bueno, Stapledon fue un escritor y filósofo inglés, conocido sobre todo por sus obras de Ciencia Ficción (Ciencia Ficción porque hay que dar un nombre, ya que, como les digo, sus obras son mucho más que eso). En 2014, fue incluido en el Salón de la Fama de la Ciencia Ficción y la Fantasía.

William Olaf Stapledon

Nació cerca de Liverpool, Inglaterra, y fue el único hijo de William Clibbert Stapledon y Emmeline Miller. Los seis primeros años de su vida los pasó con sus padres en Puerto Saíd, Egipto. Se educó en la Escuela Abbotsholme y en el Balliol College de Oxford, donde obtuvo una licenciatura en Historia Moderna en 1909 y una maestría en 1913. Después de un breve tiempo como docente en la Manchester Grammar School, trabajó en oficinas de envíos de Liverpool y Puerto Saíd, desde 1910 hasta 1913.

Durante la Primera Guerra Mundial sirvió, bajo objeción de conciencia, en una unidad de ambulancias entre Francia y Bélgica desde julio de 1915 a enero de 1919. El 16 de julio de ese año se casó con Agnes Zena Miller (1894-1984), una prima de Australia con la que se reunió por primera vez en 1903 y con quien mantuvo correspondencia durante toda la guerra. Tuvieron una hija, Mary Sydney Stapledon (1920 -), y un hijo, John David Stapledon (1923 -).

En 1925 Stapledon recibió el doctorado en filosofía por parte de la Universidad de Liverpool. En 1929 escribió su Modern Theory of Ethics, sin embargo, pronto se volcó a la ficción con la meta de alcanzar un público mayor. Su novela Last and First Men, traducida como "Primera y última humanidad", o en ocasiones "Primer y último hombre", tuvo un gran éxito y lo convenció de convertirse en un escritor de tiempo completo.

Después de 1945 Stapledon viajó mucho dando conferencias; visitó los Países Bajos, Suecia y Francia, y en 1948 habló en el Congreso de Intelectuales por la Paz, en Polonia. Asistió a la Conferencia para la Paz Mundial, celebrada en Nueva York en 1949, siendo el único británico al que se le concedió una visa para ello. En 1950, se integró al movimiento contra el apartheid. Poco después, al terminar una semana de conferencias en París, canceló un previsto viaje a Yugoslavia y regresó a su casa en Caldy, donde murió repentinamente de un ataque al corazón. Su viuda y sus hijos esparcieron sus cenizas en la arena de los acantilados sobre el estuario de río Dee, uno de los lugares favoritos de Olaf, que le inspiró más de una idea para sus libros.

Olaf Stapledon influyó directamente en Arthur C. Clarke, Brian W. Aldiss, Stanisław Lem, C. S. Lewis y John Maynard Smith, e indirectamente en muchos otros, contribuyendo con creativas e inteligentes ideas al mundo de la Ciencia Ficción que, como queda dicho, muchas de ellas inspiradas en su profundo interés por la filosofía. "Star Maker", traducido como Hacedor de estrellas, contiene la primera descripción conocida de las esferas de Dyson. En ese libro, como también en La última y la primera humanidad (Last and first men) y en otras novelas, aborda temas como la evolución biológica, la genética, el cosmos, otras formas de vida y el desarrollo de la inteligencia y la espiritualidad como características de la vida.

Stapledon era agnóstico, hostil hacia las instituciones religiosas, pero no así hacia la búsqueda espiritual presente en esas corrientes de pensamiento. 

En 2020 se estrenó en el 70 Festival Internacional de Cine de Berlín Last and First Men, debut como director del compositor islandés Jóhann Jóhannson, basada en la novela homónima de 1930 de Stapledon. George Pal compró los derechos de "Odd John", Juan raro, en español.

A lo largo de su vida trabajó también con otros estilos literarios, escribiendo diversos libros sobre temas políticos y éticos, en los cuales abogó por el crecimiento de los valores espirituales, que definió como los valores expresivos de un anhelo por un estado de mayor conciencia en cada individuo, dentro de un contexto más amplio: la personalidad de una comunidad.

 

En cuanto al libro que nos ocupa, queridos amigos, Hacedor de Estrellas, no quiero adelantarles mucho, pero sí les daré una idea de su contenido.

Una noche de amargura y desencanto, un hombre contempla el firmamento desde lo alto de una colina. De pronto, se da cuenta de que su mente se ha separado del cuerpo y se ve a sí mismo “desde arriba”. Se ha transformado, como dice Stapledon, en un “punto de vista descarnado” que, al principio se mueve sin ton ni son. Lentamente comienza a “manejar” su mente a voluntad. Esto le permite trasladarse por toda la galaxia, de la que explorará el nacimiento y el ocaso, conocerá mundos, civilizaciones y viajará por el espacio y el tiempo. Encontrará otras mentes, humanas y no humanas, que se encuentran en su misma situación y formará parte de una mente comunal, mucho más poderosa que las mentes individuales que la componen, pero donde estas últimas no pierden su individualidad. Así las cosas, esta mente comunal se desplaza por el espacio y el tiempo buscando aprender y madurar para cuando, al final de su jornada, se enfrente al Hacedor de estrellas y pueda aprovechar algo de dicho encuentro. La meta última es comprender la naturaleza de la fuerza primigenia, el enigmático "Hacedor de estrellas". Para ser una obra escrita en el año 1937, Stapledon hace gala de unos vastos conocimientos de cosmología incluso desconocidos para su época y claramente anticipándose a lo que sería conocimiento mundial décadas más tardes. Como muestra de esto que les digo, les comento que una esfera de Dyson, que mencioné más arriba, es una megaestructura hipotética propuesta en 1960 por el físico Freeman Dyson, en un artículo de la revista Science. Es  básicamente una cubierta esférica de talla astronómica (es decir, con un radio equivalente al de una órbita planetaria) alrededor de una estrella, que permitiría a una civilización avanzada aprovechar al máximo la energía lumínica y térmica del astro.

  Aunque el mérito se asocia a Freeman Dyson, Stapledon propuso una idea similar en Hacedor de Estrellas, ¡veintitres años antes! 

Es así, queridos amigos, que, finalmente, la mente comunal se enfrenta al Hacedor y es muy interesante ver lo que encuentra, que difiere bastante de los conceptos tradicionales.

No les digo más y los invito a leer esta maravillosa obra y luego comentarla en este foro.

 Como les dije, aquí les dejo un enlace desde donde la podrán bajar gratis.

  https://bajaepubgratis.com/ebook/hacedor-de-estrellas/

 

 Bibliografía de Stapledon

La última y la primera humanidad (Last and First Men: A Story of the Near and Far Future, 1930)

In London (1932)

Juan Raro (Odd John: A Story Between Jest and Earnest, 1935)

Hacedor de estrellas (Star Maker, 1937)

Darkness and the Light (1942)

Old Man in New World (1944)

Sirio (Sirius, 1944). Acerca de esta novela, les comento que Sirio es un perro, pero un perro inteligente. Ingeniosamente Stapledon lo bautiza Sirio que es el nombre de la estrella más importante de la constelación de Can Mayor (la estrella alfa de Canis Majoris). ¿Cómo podría llamarse el más importante de los perros sino Sirio?

Death into Life (1946)

The Flames: A Fantasy (1947)

A Man Divided (1950)

Far Future Calling: Uncollected Science Fiction and Fantasies of Olaf Stapledon (1979)

Nebula Maker (1976)


Y ya sobre el final, les traigo, nuevamente, esta noticia: La dirección electrónica desde donde podrán bajar el Boletín de Novedades en la Ciencia y en la Tecnología 156.
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domingo, 8 de enero de 2023

Acerca de los organoides

 

Quisiera, en esta oportunidad, estimados amigos, referirme a un adelanto concreto en la Biología que, por las profundas implicancias que puede llegar a tener en el futuro, merece una atenta revisión.

Veamos:

A fines del 2021, investigadores de la Universidad de Cambridge, en el Reino Unido, informaron que habían lograron producir “minicerebros” que permiten estudiar un trastorno neurológico mortal e intratable que causa parálisis y demencia. Por primera vez se los pudo cultivar durante casi un año (cosa que, hasta ese momento no se había logrado). El objetivo concreto de los minicerebros era la búsqueda de tratamientos para una forma común de la enfermedad de la neurona motora, la esclerosis lateral amiotrófica que a menudo se superpone con la demencia frontotemporal (conocida por las iniciales ELA/FTD). La enfermedad ocurre principalmente después de los 40-45 años y causa síntomas devastadores de debilidad muscular con cambios en la memoria, el comportamiento y la personalidad.

Así son los mini-cerebros que desarrollaron en la Universidad de Cambridge, a partir de células de pacientes con esclerosis lateral amiotrófica que superpone con la demencia frontotemporal (ELA/FTD) / Andras Lakatos/University of Cambridge

El desarrollo de estos pequeños modelos de cerebro similares a órganos -se los llama organoides- permitió a los investigadores comprender lo que sucede en las primeras etapas de la enfermedad, mucho antes de que comiencen a aparecer los síntomas, y detectar posibles fármacos que resulten efectivos.

Ahora bien, los organoides, a menudo denominados “mini órganos”, se utilizan cada vez más para modelar la biología y las enfermedades humanas. ¡Y no solo para simular células nerviosas! Solo en la Universidad de Cambridge, los investigadores los utilizan para reparar hígados dañados, estudiar la infección pulmonar por SARS-CoV-2 y modelar las primeras etapas del embarazo, entre muchas otras áreas de investigación.

Y se preguntarán ustedes cómo se logran estos organoides. Bueno, por lo general, los investigadores toman células de la piel de un paciente y las reprograman a su etapa primitiva de células madre, un momento muy temprano en el desarrollo, en el que son pluripotentes, es decir, tienen el potencial de convertirse en la mayoría de los tipos de células, hepáticas, cerebrales, de la piel, etc. Luego, se las cultiva buscando que imiten elementos particulares de un órgano. Como muchas enfermedades son causadas por defectos en el ADN, esta técnica permite a los investigadores ver cómo los cambios celulares, a menudo asociados con estas mutaciones genéticas, conducen a la enfermedad.

Los científicos del Centro John van Geest para la Reparación del Cerebro de la Universidad de Cambridge, publicaron su investigación en la revista Nature Neuroscience, donde detallaron que utilizaron células madre derivadas de pacientes que padecían ELA/FTD para cultivar organoides cerebrales que son aproximadamente del tamaño de una arveja. Estos se asemejan a partes de la corteza cerebral humana en términos de sus etapas de desarrollo embrionario y fetal, arquitectura 3D, diversidad de tipos de células e interacciones célula-célula.

Como les comenté más arriba, esta no es la primera vez que los científicos cultivaban mini cerebros a partir de pacientes con enfermedades neurodegenerativas, pero la mayoría de los esfuerzos solo habían logrado hacerlo durante un período relativamente corto, lo que representa un espectro limitado de trastornos relacionados con la demencia.

En los hallazgos publicados en Nature Neuroscience, el equipo de Cambridge informó que estos modelos crecieron durante 240 días a partir de células madre que albergan la mutación genética más común en ELA/FTD, lo que no era posible anteriormente, y en un trabajo posterior, el equipo informó que los cultivó durante 340 días.

  Bien, esto fue en 2021. Pero, como era dable esperar, se han producido avances desde entonces.  
 
  El progreso reciente en la tecnología de células madre ha producido organoides corticales humanos, es decir, de aquellos sitios de la corteza cerebral que tienen asignadas funciones, lo que permite un estudio experimental. Este avance de la bioingeniería se muestra prometedor como la próxima generación de modelos de enfermedades, plataformas para la detección de fármacos y medicina personalizada, y prótesis neurales trasplantables para restaurar regiones cerebrales específicas perdidas, degeneradas o dañadas.

De hecho, una reciente investigación experimental, publicada en la revista Nature, reveló que estos organoides del cerebro humano, implantados en la corteza de un ratón, pueden compartir funciones y reaccionar a estímulos de forma similar. Es decir, se integran al cerebro de los roedores en un mix humano-ratón.

 Pongámoslo en blanco y negro: Haciendo uso de estos avances, un equipo de ingenieros y neurocientíficos ha demostrado por primera vez que los organoides cerebrales humanos implantados en ratones han establecido una conectividad funcional con la corteza de los animales y han respondido a estímulos sensoriales externos. 
  Los organoides implantados, reaccionaron a los estímulos visuales de la misma manera que los tejidos circundantes, una observación que los investigadores pudieron hacer en tiempo real durante varios meses gracias a una innovadora configuración experimental.

Los hallazgos en el estudio de los organoides sugieren que estos establecieron conexiones sinápticas con el tejido de la corteza circundante tres semanas después de la implantación y recibieron información funcional del cerebro del ratón.

Los investigadores continuaron con estos experimentos durante once semanas y demostraron la integración funcional y morfológica de los organoides cerebrales humanos implantados, con la corteza de los ratones anfitriones.

Como pueden ver, estimados amigos, esta nueva biotecnología promete maravillas y dispara en nosotros ideas que, por ahora, son solo ciencia ficción como el trasplante de cerebros, o trasplantar un cerebro humano a un gorila, por ejemplo…

¡Ciencia ficción!

¡Ciencia ficción!

¡Por ahora!

Bien, espero que les haya interesado el tema. Les dejo, a continuación, más lectura para ampliarlo.

¡Hasta la próxima!

 Seguir leyendo

Por qué implantar neuronas humanas en cerebros de ratas puede ayudar a explicar trastornos como el autismo

Qué son los organoides y de qué manera la virología los usa para aprender cómo detener al SARS-CoV-2

“Los ‘mini cerebros’ nos pueden ayudar a conocer qué nos hace humanos”, afirmó una experta en neurociencias

Alzheimer: crearon un “minicerebro” para analizar los factores de riesgo genético

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Conjeturas, hipótesis, teorías.

La especulación o conjetura, es una forma filosófica de pensar para ganar conocimiento yendo más allá de la experiencia o práctica tradicion...