Mis ojos pecadores
discurrían morosamente por los videos de Youtube cuando un rubro de ellos en
particular, reclamó mi vigorosa atención. Se trataba de los videos que trataban
con las ECM, las Experiencias Cercanas a la Muerte.
Sucede que sus títulos
eran muy llamativos, por ejemplo: Todo apunta a que la muerte no existe, o
bien, El camino del más allá, o incluso, Por qué ya no temo a la
muerte y cosas por el estilo.
Vi algunos de ellos y mi mente científica quedó asombrada de que solo se diera una posible explicación al fenómeno sin atender otras posibilidades. Veamos. Comencemos diciendo que se mencionan las características ya conocidas de las ECM, o sea:
1.- Que un racconto
de la vida del moribundo pasa ante sus ojos rápidamente.
2.- Que ven una luz al
final del túnel.
3.- Que ven ángeles o
incluso a Dios y
4.- Que se reencuentran
con seres queridos ya fallecidos, como la madre, por ejemplo, que les hablan y
los quieren llevar al “otro mundo”.
De todo esto deducen
que la muerte no es más que un tránsito al “otro mundo”, a “otra vida”, plena
de luz y felicidad.
Sin duda, esta es una
explicación posible del fenómeno. No es lo que quiero criticar aquí. Lo que
quiero criticar es que se la considere la única explicación
posible del fenómeno. Esa no es una aproximación científica al mismo. Una tal
aproximación debe considerar todas las explicaciones posibles y
someterlas a prueba para desechar las que no la pasen y, solo así, quedarse con
una explicación final. Muchas veces se considera una sola explicación porque es
la que uno quiere que sea cierta, no porque haya pruebas que la
avalen. Lo que si parece es que los autores de estos videos no han leído el
cuento Mizuki, aparecido en policromiadeideas el 3 de
enero próximo pasado. Veamos que aportaba la bella japonesita al tema en
cuestión:
-
Recordarás seguramente, Martín san, la película 2001: Odisea del espacio.
Lo que tal vez no recuerdes es que, cuando la computadora que dirigía la nave,
la HAL 9000, comienza a ser desconectada por el protagonista, podríamos decir,
cuando agoniza, comienza a cantar "Una bicicleta para dos", canción
que había aprendido en sus primeros días. Pues bien, Stephen L. Thaler, físico
de la McDonnell Douglas, descubrió que esa vuelta a lo aprendido en una fase
temprana es lo que realmente le ocurre a una red neuronal artificial cuando
poco a poco se la va “matando”. A medida que se acerca a la “muerte”, empieza
a emitir, no incoherencias, sino información aprendida con anterioridad; por
así decirlo, su vida de silicio pasa como un destello ante sus ojos.
- Es imposible que esto no nos recuerde las llamadas experiencias en el umbral
de la muerte; al fin y al cabo, los creadores de redes neuronales pretenden al
diseñarlas remedar la estructura y función de un cerebro biológico. Una red
neuronal, como el cerebro, es capaz de aprender. Redes neuronales instruidas
pueden tomar a su cargo multitud de tareas, desde la compresión de datos hasta
la modelización de los mercados bursátiles.
- Pues bien, mientras investigaba aplicaciones posibles para ellas, Thaler, por
curiosidad, se puso a ver qué pasaba cuando se aniquilaba una red neuronal.
Preparó a tal fin un programa que fuera destruyendo la red gradualmente,
cortando al azar las conexiones entre unidades. Tras cada paso, Thaler
examinaba la salida de la red.
- Cuando se destruían entre el 10 y 60 por ciento de las conexiones, la red
escupía un galimatías sin sentido. Pero cuando el número de conexiones
destruidas se acercaba al 90 por ciento, la salida empezaba a estabilizarse en
valores bien caracterizados. En el caso de la red de Thaler, gran parte de lo
producido eran los estados con los que fue instruida.
- De modo que redes neuronales construidas a imagen y semejanza del cerebro,
cuando son “desmontadas” paso a paso, “recuerdan” lo que primero aprendieron.
Del mismo modo que un humano cercano a la muerte recuerda a seres queridos que
ya no están como su madre, por ejemplo.
…………………………………………………………………………………………………
-
Es más, si hiciéramos lo mismo con redes más complejas, por ejemplo, una que
produjera imágenes. ¿Te extrañaría que al “desmontarla” mostrara en el monitor
una luz que brilla al extremo de un largo túnel?
Como vemos, según Mizuki, las ECM son el resultado
de la química y de la estructura cerebral. Y también de algo más: El paso de
miles de años y generaciones ha permitido que la evolución darwiniana filtre,
por selección natural, esta forma de morir que, de alguna manera, representa una
forma agradable de hacerlo. En otras palabras, la madre Naturaleza nos ha
proporcionado una manera distendida de morir, lo menos traumática posible.
Pues, Mizuki también abordó este tema, diciendo:
Strassman, un psiquiatra en Nuevo México, alega
que la espiritualidad es el efecto que produce un compuesto llamado
dimetiltriptamina o DMT. En su libro DMT: The Spirit Molecule, Strassman
explica que el cerebro humano secreta la DMT y ésta desempeña un profundo papel
en la conciencia humana. En concreto, plantea la hipótesis de que la DMT
provoca visiones místicas, alucinaciones psicóticas, experiencias de abducción
extraterrestre, experiencias cercanas a la muerte y otros fenómenos cognitivos
exóticos.
- ¡Pero esas son sólo hipótesis! –interrumpí.
- Si, Martín san, pero sucede que, más allá de esta DMT producida por el
cerebro, existe también la DMT artificial. Resultó ser el principal ingrediente
activo de la ayahuasca, un té alucinógeno que es ingerido como un sacramento
por algunos indios del Amazonas y del que se la sintetizó en 1931. La DMT pura
normalmente no tiene ningún efecto sobre la consciencia cuando se la consume
por vía oral, debido a que una enzima en el intestino la torna inactiva. Pero
en la década de 1950 se descubrió que cuando se inyecta, la DMT desencadena un
viaje alucinógeno extremadamente poderoso que dura alrededor de una hora.
Estos descubrimientos dieron lugar a la
especulación de que la DMT endógena, tal vez producida en exceso o mal regulada
por el organismo provoca, naturalmente, los efectos alucinógenos que llevaron,
por ejemplo, a santa Teresa de Jesús a tener visiones de Cristo.
- Si, si, pero, tú misma lo has dicho, eso es una especulación...
- Si, Martín san, pero, motivado por ella, Strassman, que sospechaba que la DMT
endógena jugaba un papel importante en el desencadenamiento de estas
experiencias místicas obtuvo, en 1990, el permiso de las autoridades federales
para inyectar el fármaco en voluntarios humanos. De 1990 a 1995, Strassman
supervisó más de 400 sesiones de DMT en las que participaron 60 voluntarios de
la Universidad de Nuevo México. Las sesiones aportaron abundante material a
Strassman. Muchos de sus sujetos reportaron sensaciones cuasireligiosas de
dicha, inefabilidad y atemporalidad; una certeza de que la conciencia sigue
después de la muerte del cuerpo y contacto con “una presencia sumamente
poderosa, sabia y amorosa”. Otros atravesaron clásicas experiencias cercanas a
la muerte, sintiendo que abandonaban sus cuerpos y se movían a través de un
túnel hacia una luz radiante. Sin embargo, Martín san, los voluntarios también
reportaron visiones que no encajaban con la visión científica o espiritual del
mundo de Strassman. Algunos refirieron haberse encontrado con seres de otro
mundo descritos como payasos, duendes, robots humanoides, insectos, de estilo
E.T., o “entidades” que desafiaron descripción. Estos seres extraños no siempre
eran amables. Uno de los sujetos de Strassman afirmó que había sido devorado
por un insecto. En parte debido a la preocupación acerca de esta experiencia
negativa, Strassman suspendió su investigación.
Quizás, enfermedades como la esquizofrenia sean causa de una producción descontrolada de DMT y, entonces, el paciente ve visiones y escucha voces que le hablan e, incluso, le dan órdenes.
Hemos hablado, en la nota De conductores y
conducidos, del 31 de enero pasado, del caso de Juana de Arco que pudo ser una
víctima de la esquizofrenia. También he mencionado el caso de Teresa de Ávila.
Este es un caso interesante por las siguientes razones:
Alrededor de los veinte
años de edad, fue afectada por una enfermedad de la que se tienen escasas
referencias.
Teresa comenzó su
noviciado el 2 de noviembre de 1536. Profesó como monja el día 3 de noviembre de 1537.
Tras entrar al convento
su estado de salud empeoró. Padeció desmayos, una cardiopatía no definida y
otras molestias. Así pasó el primer año. Se hallaba centrada y a gusto con la
vida compartida en aquella comunidad de casi 180 monjas, pero su consagración a
Dios fue tan radical que cambió la oración sencilla y de amistad que tenía
antes de su entrada en la Orden por una oración sistemática que seguía la
técnica de los maestros de aquel tiempo.
Perdió su jovialidad, su alegría en la comunicación y la tristeza la invadió,
en tanto que las penitencias corporales no contentaban su búsqueda de amor y de
intimidad con Dios. Todo eso terminó por generar un desequilibrio de orden
psíquico, que tuvo su contraparte de orden físico.
Y esto es interesante
porque otros de los signos de la esquizofrenia son:
·
Falta
de motivación. La persona pierde interés en cosas que antes le interesaban.
·
Distanciamiento
de amigos y familia. La persona ya no participa de reuniones sociales o no
busca a los afectos que antes formaban parte de su vida.
·
Cambios
dramáticos de estados de ánimo. De casi un estado catatónico o comatoso a la
irracional hiperactividad.
Fue
tratada por una curandera que comenzó sometiéndola a una purga diaria durante
un mes con varios tipos de hierbas y también pociones hechas con uñas de rana,
alas de mosca y excrementos de culebra. Con esto, Teresa empeoró. Ya no era
capaz de tenerse en pie ni de comer nada sólido.
A mediados de julio de
1539, su padre la llevó de nuevo a Ávila.
Alonso recurrió de nuevo a los médicos de la ciudad, sin resultado. Pensaron que tenía tuberculosis. El 15 de agosto de 1539 sufrió
un ataque repentino y violento —que ella llamó «parajismo», es decir,
paroxismo— de su enfermedad, una serie de convulsiones seguidas de pérdida de
conocimiento. Le dieron la extremaunción y luego pensaron que estaba muerta.
Pusieron un espejo junto a su boca y no había rastro de vaho. Le pusieron cera
en los ojos para evitar que, tras la muerte, estos permanecieran entreabiertos.
La envolvieron en un sudario y pusieron un crespón fúnebre en la puerta de la
casa. Oficiaron una misa de difuntos en su honor, probablemente en el convento
de frailes carmelitas de San Pablo de la Moraleja, donde su tío, Lorenzo
de Cepeda, era sacerdote. También cavaron su tumba. Su padre decidió esperar varios días antes de
enterrarla. Un par de días después, cuando su hermano Lorenzo estaba junto al
lecho de Teresa, esta recuperó el conocimiento. Le quitaron la cera de sus
ojos.
Se había tratado de
un coma profundo de nivel 3 que duró cuatro días.
Esta fue la experiencia
más fuerte que tuvo en su juventud y, a partir de ella, comenzaron sus visiones
que, no solo eran de Cristo o María o los ángeles, también eran de lo que pensó
como el infierno o de animales desagradables. O sea, lo que es dable esperar en
un esquizofrénico.
Aunque no abandonó la
lectura, sí iba dedicando menos tiempo a la oración y pasaba muchas horas en el
locutorio del convento con visitas. Según su testimonio, hacia 1543 se le
apareció Jesucristo reprendiéndole para que dejase de ver a una
persona con la que se reunía a charlar habitualmente de cosas mundanas en el
locutorio. Otro día se le apareció un sapo
enorme que avanzaba hacia ella.
Al principio ella era
muy escéptica con las experiencias sobrenaturales. Conocía las de santa Brígida y no les
prestaba atención.
En 1553 se fundó en
Ávila un colegio de la Compañía de Jesús.
Teresa dijo:
Habían
venido aquí [a Ávila] los de la Compañía de Jesús, a quien yo, sin conocer a
ninguno, era muy aficionada de solo saber el modo que llevaban de vida y
oración.
Vida.
Capítulo 23.
Teresa mantuvo relación
con varios jesuitas considerados excepcionales. Diego de Cetina llegó a Ávila en 1555 y fue su
confesor durante dos meses. El jesuita Juan de Prádanos fue confesor de Guiomar
de Ulloa. Esta le habló de él a Teresa, y fue su confesor y director espiritual
entre mayo de 1555 y finales de 1558.
Francisco de Borja fue a Ávila en 1554 y predicó en la Catedral de Cristo
Salvador. Regresó en la Semana Santa de 1557 y ella aprovechó para ir a
visitarlo. Francisco de Borja le dijo que lo que le ocurría era de Dios y que
no se preocupase.
En 1558 tuvo su primer
rapto y la visión del infierno. Habla de la entrada como una cavidad parecida a un horno oscuro, sucio y
maloliente con reptiles en el suelo, para luego llegar a un lugar donde sufren
su pena los condenados en el fuego.
Tomó por confesor, en
1559, a Baltasar Álvarez, que era maestro de novicios de los jesuitas. Este fue su confesor hasta 1562.
El 29 de junio de 1559,
mientras estaba rezando, tuvo la sensación de que Cristo estaba a su derecha y
le hablaba.
En abril de 1560,
cuando estaba en casa de Guiomar de Ulloa, se produjo la Transverberación.
Vi
a un ángel cabe mí hacia el lado izquierdo en forma corporal... No
era grande, sino pequeño, hermoso mucho, el rostro tan encendido que parecía de
los ángeles muy subidos, que parece todos se abrasan... Veíale en las manos un
dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Este
me parecía meter por el corazón algunas veces y que me llegaba a las entrañas:
al sacarle me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor
grande de Dios. Era tan grande el dolor que me hacía dar aquellos quejidos, y
tan excesiva la suavidad que me pone este grandísimo dolor que no hay desear
que se quite, ni se contenta el alma con menos que Dios. No es dolor corporal, sino
espiritual, aunque no deja de participar el cuerpo algo, y aun harto. Es un
requiebro tan suave que pasa entre el alma y Dios, que suplico yo a su bondad
lo dé a gustar a quien pensare que miento... Los días que duraba esto andaba
como embobada, no quisiera ver ni hablar, sino abrasarme con mi pena, que para
mí era mayor gloria, que cuantas hayan tomado lo criado.
Vida.
Capítulo 29.
Este acontecimiento,
también conocido como el Éxtasis de Santa Teresa, ha tenido una gran relevancia
en la devoción y el arte católicos. El papa Benedicto XIII estableció
el 26 de marzo de 1726 la fiesta de la Transverberación del corazón de santa
Teresa el día 25 de agosto.
De acuerdo al biógrafo
francés Pierre Boudot:
En
todas las páginas (del libro de su vida) se ven las huellas de una pasión viva,
de una franqueza conmovedora, y de un iluminismo consagrado por la fe de
fieles. Todas sus revelaciones atestiguan que creía firmemente en una unión
espiritual entre ella y Jesucristo; veía a Dios, la Virgen, los santos y
los ángeles en todo su esplendor, y de lo alto recibía inspiraciones
que aprovechaba para la disciplina de su vida interior. En su juventud las
aspiraciones que tuvo fueron raras y parecen confusas; sólo en plena edad
madura se hicieron más distintas, más numerosas y también más extraordinarias.
Pasaba de los cuarenta y tres años cuando por vez primera vivió un éxtasis.
Sus visiones intelectuales se sucedieron sin interrupción durante dos años y
medio, entre 1559–1561. Sea por desconfianza, sea para probarla, sus superiores
le prohibieron que se abandonase a estos fervores de devoción mística, que
eran para ella una segunda vida, y le ordenaron que resistiera a estos
arrobamientos, en que su salud se consumía. Obedeció ella, mas, a pesar de sus
esfuerzos, su oración era tan continua que ni aun el sueño podía interrumpir su
curso. Al mismo tiempo, abrasada de un violento deseo de ver a Dios, se sentía
morir. En este estado singular tuvo en varias ocasiones la visión que dio
origen al establecimiento de una fiesta particular en la Orden del Carmelo.
El biógrafo francés
agrega:
Hasta
exhalar el último suspiro Teresa gozó la dicha de conversar con las personas
divinas, que la consolaban o revelaban ciertos secretos del cielo; la de ser
transportada al infierno o al purgatorio, y aun la de presentir lo venidero.
¿Fue realmente así,
queridos amigos? ¿Gozó Teresa de la dicha de conversar con las personas
divinas? ¿O fue una persona con un desorden mental que hoy llamamos
esquizofrenia?
Evidentemente, los años
transcurridos y la precariedad de la medicina de aquel entonces, hacen imposible
responder con certeza estas preguntas. Sin embargo, lo que ha sido mi interés
en esta nota es establecer que la actitud más prudente es barajar todas las
posibilidades y no aceptar ciegamente una de ellas sin considerar posibles
alternativas.
¿Son las ECM solo un efecto
de la química y la estructura del cerebro? ¿O demuestran que hay un más allá
donde nos esperan Dios y los seres queridos?
Tampoco podemos
responder con absoluta certeza estas preguntas, aunque en esta nota he ofrecido
posibles explicaciones. Quedará, entonces en cada uno de nosotros inclinarse
por alguna de las respuestas o, inclusive, encontrar otras alternativas.
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