domingo, 8 de mayo de 2022

Las ECM y su interpretación

 

Mis ojos pecadores discurrían morosamente por los videos de Youtube cuando un rubro de ellos en particular, reclamó mi vigorosa atención. Se trataba de los videos que trataban con las ECM, las Experiencias Cercanas a la Muerte.

Sucede que sus títulos eran muy llamativos, por ejemplo: Todo apunta a que la muerte no existe, o bien, El camino del más allá, o incluso, Por qué ya no temo a la muerte y cosas por el estilo.


Vi algunos de ellos y mi mente científica quedó asombrada de que solo se diera una posible explicación al fenómeno sin atender otras posibilidades. Veamos. Comencemos diciendo que se mencionan las características ya conocidas de las ECM, o sea:

1.- Que un racconto de la vida del moribundo pasa ante sus ojos rápidamente.

2.- Que ven una luz al final del túnel.

3.- Que ven ángeles o incluso a Dios y

4.- Que se reencuentran con seres queridos ya fallecidos, como la madre, por ejemplo, que les hablan y los quieren llevar al “otro mundo”.

De todo esto deducen que la muerte no es más que un tránsito al “otro mundo”, a “otra vida”, plena de luz y felicidad.

Sin duda, esta es una explicación posible del fenómeno. No es lo que quiero criticar aquí. Lo que quiero criticar es que se la considere la única explicación posible del fenómeno. Esa no es una aproximación científica al mismo. Una tal aproximación debe considerar todas las explicaciones posibles y someterlas a prueba para desechar las que no la pasen y, solo así, quedarse con una explicación final. Muchas veces se considera una sola explicación porque es la que uno quiere que sea cierta, no porque haya pruebas que la avalen. Lo que si parece es que los autores de estos videos no han leído el cuento Mizuki, aparecido en policromiadeideas el 3 de enero próximo pasado. Veamos que aportaba la bella japonesita al tema en cuestión:

 

- Recordarás seguramente, Martín san, la película 2001: Odisea del espa­cio. Lo que tal vez no recuerdes es que, cuando la computadora que dirigía la nave, la HAL 9000, comienza a ser desconectada por el protagonista, podríamos decir, cuando agoniza, comienza a cantar "Una bicicleta para dos", canción que había apren­dido en sus primeros días. Pues bien, Stephen L. Thaler, físico de la McDonnell Douglas, descubrió que esa vuelta a lo aprendido en una fase temprana es lo que realmente le ocu­rre a una red neuronal artificial cuando poco a poco se la va “ma­tando”. A medida que se acerca a la “muerte”, empieza a emitir, no incohe­rencias, sino información aprendida con anterioridad; por así decirlo, su vida de silicio pasa como un destello ante sus ojos.
- Es imposible que esto no nos re­cuerde las llamadas experiencias en el umbral de la muerte; al fin y al cabo, los creadores de redes neuronales pretenden al diseñarlas remedar la estructura y función de un cerebro biológico. Una red neuronal, como el cerebro, es capaz de aprender. Redes neuronales instruidas pue­den tomar a su cargo multitud de tareas, desde la compresión de datos hasta la modelización de los mercados bursátiles.
- Pues bien, mientras investigaba aplicaciones posibles para ellas, Thaler, por curio­sidad, se puso a ver qué pasaba cuando se aniquilaba una red neuronal. Preparó a tal fin un programa que fuera des­truyendo la red gradualmente, cortan­do al azar las conexiones entre uni­dades. Tras cada paso, Thaler examinaba la salida de la red.
- Cuando se destruían entre el 10 y 60 por ciento de las conexiones, la red escupía un galimatías sin sen­tido. Pero cuando el número de co­nexiones destruidas se acercaba al 90 por ciento, la salida empezaba a estabilizarse en valores bien caracte­rizados. En el caso de la red de Thaler, gran parte de lo producido eran los estados con los que fue instruida.
- De modo que redes neuronales construidas a imagen y semejanza del cerebro, cuando son “desmontadas” paso a paso, “recuerdan” lo que primero aprendieron. Del mismo modo que un humano cercano a la muerte recuerda a seres queridos que ya no están como su madre, por ejemplo.

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- Es más, si hiciéramos lo mismo con redes más complejas, por ejemplo, una que produjera imágenes. ¿Te extrañaría que al “desmontarla” mostrara en el monitor una luz que brilla al extremo de un largo túnel?

 Aquí, sin embargo, podemos hacer una observación: Si, al igual que una red neuronal artificial, el cerebro moribundo “repasa” la vida vivida, cabría la posibilidad de que el túnel, con la luz brillante al final fuera la primera imagen grabada en él, o sea, el canal de parto y la luz del mundo exterior al nacer. Si así fuere, no sería dable esperar el mismo recuerdo de una red neuronal artificial, puesto que no han nacido, a menos que fuera lo primero que se grabó en ella.

Como vemos, según Mizuki, las ECM son el resultado de la química y de la estructura cerebral. Y también de algo más: El paso de miles de años y generaciones ha permitido que la evolución darwiniana filtre, por selección natural, esta forma de morir que, de alguna manera, representa una forma agradable de hacerlo. En otras palabras, la madre Naturaleza nos ha proporcionado una manera distendida de morir, lo menos traumática posible.

 ¿Y qué decir de las experiencias paranormales, las místicas, por ejemplo?

Pues, Mizuki también abordó este tema, diciendo:

 - Comencemos con Rick Strassman.

Strassman, un psiquiatra en Nuevo México, alega que la espiritualidad es el efecto que produce un compuesto llamado dimetiltriptamina o DMT. En su libro DMT: The Spirit Molecule, Strassman explica que el cerebro humano secreta la DMT y ésta desempeña un profundo papel en la conciencia humana. En concreto, plantea la hipótesis de que la DMT provoca visiones místicas, alucinaciones psicóticas, experiencias de abducción extraterrestre, experiencias cercanas a la muerte y otros fenómenos cognitivos exóticos.
- ¡Pero esas son sólo hipótesis! –interrumpí.
- Si, Martín san, pero sucede que, más allá de esta DMT producida por el cerebro, existe también la DMT artificial. Resultó ser el principal ingrediente activo de la ayahuasca, un té alucinógeno que es ingerido como un sacramento por algunos indios del Amazonas y del que se la sintetizó en 1931. La DMT pura normalmente no tiene ningún efecto sobre la consciencia cuando se la consume por vía oral, debido a que una enzima en el intestino la torna inactiva. Pero en la década de 1950 se descubrió que cuando se inyecta, la DMT desencadena un viaje alucinógeno extremadamente poderoso que dura alrededor de una hora.

Estos descubrimientos dieron lugar a la especulación de que la DMT endógena, tal vez producida en exceso o mal regulada por el organismo provoca, naturalmente, los efectos alucinógenos que llevaron, por ejemplo, a santa Teresa de Jesús a tener visiones de Cristo.
- Si, si, pero, tú misma lo has dicho, eso es una especulación...
- Si, Martín san, pero, motivado por ella, Strassman, que sospechaba que la DMT endógena jugaba un papel importante en el desencadenamiento de estas experiencias místicas obtuvo, en 1990, el permiso de las autoridades federales para inyectar el fármaco en voluntarios humanos. De 1990 a 1995, Strassman supervisó más de 400 sesiones de DMT en las que participaron 60 voluntarios de la Universidad de Nuevo México. Las sesiones aportaron abundante material a Strassman. Muchos de sus sujetos reportaron sensaciones cuasireligiosas de dicha, inefabilidad y atemporalidad; una certeza de que la conciencia sigue después de la muerte del cuerpo y contacto con “una presencia sumamente poderosa, sabia y amorosa”. Otros atravesaron clásicas experiencias cercanas a la muerte, sintiendo que abandonaban sus cuerpos y se movían a través de un túnel hacia una luz radiante. Sin embargo, Martín san, los voluntarios también reportaron visiones que no encajaban con la visión científica o espiritual del mundo de Strassman. Algunos refirieron haberse encontrado con seres de otro mundo descritos como payasos, duendes, robots humanoides, insectos, de estilo E.T., o “entidades” que desafiaron descripción. Estos seres extraños no siempre eran amables. Uno de los sujetos de Strassman afirmó que había sido devorado por un insecto. En parte debido a la preocupación acerca de esta experiencia negativa, Strassman suspendió su investigación.

 En otras palabras, estimados amigos, la dimetiltriptamina existe naturalmente en el cerebro y es, quizás, la responsable de la imaginación, la creatividad o de la visualización que un artista tiene de su obra en curso, cuando esté terminada. Eso cuando se produce en cantidades adecuadas o cuando el organismo controla su cantidad. Sin embargo, cuando por cualquier causa se produce en grandes cantidades genera delirios, alucinaciones y visiones de todo tipo.

Quizás, enfermedades como la esquizofrenia sean causa de una producción descontrolada de DMT y, entonces, el paciente ve visiones y escucha voces que le hablan e, incluso, le dan órdenes.

Hemos hablado, en la nota De conductores y conducidos, del 31 de enero pasado, del caso de Juana de Arco que pudo ser una víctima de la esquizofrenia. También he mencionado el caso de Teresa de Ávila. Este es un caso interesante por las siguientes razones:

Alrededor de los veinte años de edad, fue afectada por una enfermedad de la que se tienen escasas referencias.

Teresa comenzó su noviciado el 2 de noviembre de 1536.​ Profesó como monja el día 3 de noviembre de 1537.

Tras entrar al convento su estado de salud empeoró. Padeció desmayos, una cardiopatía no definida y otras molestias. Así pasó el primer año. Se hallaba centrada y a gusto con la vida compartida en aquella comunidad de casi 180 monjas, pero su consagración a Dios fue tan radical que cambió la oración sencilla y de amistad que tenía antes de su entrada en la Orden por una oración sistemática que seguía la técnica de los maestros de aquel tiempo. Perdió su jovialidad, su alegría en la comunicación y la tristeza la invadió, en tanto que las penitencias corporales no contentaban su búsqueda de amor y de intimidad con Dios. Todo eso terminó por generar un desequilibrio de orden psíquico, que tuvo su contraparte de orden físico.

Y esto es interesante porque otros de los signos de la esquizofrenia son:

·        Falta de motivación. La persona pierde interés en cosas que antes le interesaban.

·        Distanciamiento de amigos y familia. La persona ya no participa de reuniones sociales o no busca a los afectos que antes formaban parte de su vida.

·        Cambios dramáticos de estados de ánimo. De casi un estado catatónico o comatoso a la irracional hiperactividad.

Fue tratada por una curandera que comenzó sometiéndola a una purga diaria durante un mes con varios tipos de hierbas y también pociones hechas con uñas de rana, alas de mosca y excrementos de culebra. Con esto, Teresa empeoró. Ya no era capaz de tenerse en pie ni de comer nada sólido.

A mediados de julio de 1539, su padre la llevó de nuevo a Ávila. Alonso recurrió de nuevo a los médicos de la ciudad, sin resultado. Pensaron que tenía tuberculosis. El 15 de agosto de 1539 sufrió un ataque repentino y violento —que ella llamó «parajismo», es decir, paroxismo— de su enfermedad, una serie de convulsiones seguidas de pérdida de conocimiento. Le dieron la extremaunción y luego pensaron que estaba muerta. Pusieron un espejo junto a su boca y no había rastro de vaho. Le pusieron cera en los ojos para evitar que, tras la muerte, estos permanecieran entreabiertos. La envolvieron en un sudario y pusieron un crespón fúnebre en la puerta de la casa. Oficiaron una misa de difuntos en su honor, probablemente en el convento de frailes carmelitas de San Pablo de la Moraleja, donde su tío, Lorenzo de Cepeda, era sacerdote. También cavaron su tumba. Su padre decidió esperar varios días antes de enterrarla. Un par de días después, cuando su hermano Lorenzo estaba junto al lecho de Teresa, esta recuperó el conocimiento. Le quitaron la cera de sus ojos.

Se había tratado de un coma profundo de nivel 3 que duró cuatro días.

Esta fue la experiencia más fuerte que tuvo en su juventud y, a partir de ella, comenzaron sus visiones que, no solo eran de Cristo o María o los ángeles, también eran de lo que pensó como el infierno o de animales desagradables. O sea, lo que es dable esperar en un esquizofrénico.

Aunque no abandonó la lectura, sí iba dedicando menos tiempo a la oración y pasaba muchas horas en el locutorio del convento con visitas. Según su testimonio, hacia 1543 se le apareció Jesucristo reprendiéndole para que dejase de ver a una persona con la que se reunía a charlar habitualmente de cosas mundanas en el locutorio. Otro día se le apareció un sapo enorme que avanzaba hacia ella.

Al principio ella era muy escéptica con las experiencias sobrenaturales. Conocía las de santa Brígida y no les prestaba atención.

En 1553 se fundó en Ávila un colegio de la Compañía de Jesús. Teresa dijo:

Habían venido aquí [a Ávila] los de la Compañía de Jesús, a quien yo, sin conocer a ninguno, era muy aficionada de solo saber el modo que llevaban de vida y oración.

Vida. Capítulo 23.

Teresa mantuvo relación con varios jesuitas considerados excepcionales. Diego de Cetina llegó a Ávila en 1555 y fue su confesor durante dos meses. El jesuita Juan de Prádanos fue confesor de Guiomar de Ulloa. Esta le habló de él a Teresa, y fue su confesor y director espiritual entre mayo de 1555 y finales de 1558. Francisco de Borja fue a Ávila en 1554 y predicó en la Catedral de Cristo Salvador. Regresó en la Semana Santa de 1557 y ella aprovechó para ir a visitarlo. Francisco de Borja le dijo que lo que le ocurría era de Dios y que no se preocupase.

En 1558 tuvo su primer rapto y la visión del infierno.​ Habla de la entrada como una cavidad parecida a un horno oscuro, sucio y maloliente con reptiles en el suelo, para luego llegar a un lugar donde sufren su pena los condenados en el fuego.

Tomó por confesor, en 1559, a Baltasar Álvarez, que era maestro de novicios de los jesuitas. Este fue su confesor hasta 1562.

El 29 de junio de 1559, mientras estaba rezando, tuvo la sensación de que Cristo estaba a su derecha y le hablaba.

En abril de 1560, cuando estaba en casa de Guiomar de Ulloa, se produjo la Transverberación.

Vi a un ángel cabe mí hacia el lado izquierdo en forma corporal... No era grande, sino pequeño, hermoso mucho, el rostro tan encendido que parecía de los ángeles muy subidos, que parece todos se abrasan... Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces y que me llegaba a las entrañas: al sacarle me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. Era tan grande el dolor que me hacía dar aquellos quejidos, y tan excesiva la suavidad que me pone este grandísimo dolor que no hay desear que se quite, ni se contenta el alma con menos que Dios. No es dolor corporal, sino espiritual, aunque no deja de participar el cuerpo algo, y aun harto. Es un requiebro tan suave que pasa entre el alma y Dios, que suplico yo a su bondad lo dé a gustar a quien pensare que miento... Los días que duraba esto andaba como embobada, no quisiera ver ni hablar, sino abrasarme con mi pena, que para mí era mayor gloria, que cuantas hayan tomado lo criado.

Vida. Capítulo 29.

Este acontecimiento, también conocido como el Éxtasis de Santa Teresa, ha tenido una gran relevancia en la devoción y el arte católicos. El papa Benedicto XIII estableció el 26 de marzo de 1726 la fiesta de la Transverberación del corazón de santa Teresa el día 25 de agosto.

De acuerdo al biógrafo francés Pierre Boudot:

En todas las páginas (del libro de su vida) se ven las huellas de una pasión viva, de una franqueza conmovedora, y de un iluminismo consagrado por la fe de fieles. Todas sus revelaciones atestiguan que creía firmemente en una unión espiritual entre ella y Jesucristo; veía a Dios, la Virgen, los santos y los ángeles en todo su esplendor, y de lo alto recibía inspiraciones que aprovechaba para la disciplina de su vida interior. En su juventud las aspiraciones que tuvo fueron raras y parecen confusas; sólo en plena edad madura se hicieron más distintas, más numerosas y también más extraordinarias. Pasaba de los cuarenta y tres años cuando por vez primera vivió un éxtasis. Sus visiones intelectuales se sucedieron sin interrupción durante dos años y medio, entre 1559–1561. Sea por desconfianza, sea para probarla, sus superiores le prohibieron que se abandonase a estos fervores de devoción mística, que eran para ella una segunda vida, y le ordenaron que resistiera a estos arrobamientos, en que su salud se consumía. Obedeció ella, mas, a pesar de sus esfuerzos, su oración era tan continua que ni aun el sueño podía interrumpir su curso. Al mismo tiempo, abrasada de un violento deseo de ver a Dios, se sentía morir. En este estado singular tuvo en varias ocasiones la visión que dio origen al establecimiento de una fiesta particular en la Orden del Carmelo.

El biógrafo francés agrega:

Hasta exhalar el último suspiro Teresa gozó la dicha de conversar con las personas divinas, que la consolaban o revelaban ciertos secretos del cielo; la de ser transportada al infierno o al purgatorio, y aun la de presentir lo venidero.

 

¿Fue realmente así, queridos amigos? ¿Gozó Teresa de la dicha de conversar con las personas divinas? ¿O fue una persona con un desorden mental que hoy llamamos esquizofrenia?

Evidentemente, los años transcurridos y la precariedad de la medicina de aquel entonces, hacen imposible responder con certeza estas preguntas. Sin embargo, lo que ha sido mi interés en esta nota es establecer que la actitud más prudente es barajar todas las posibilidades y no aceptar ciegamente una de ellas sin considerar posibles alternativas.

¿Fueron Juana de Arco y Teresa de Ávila dos esquizofrénicas? Imposible afirmarlo.

¿Pueden haber sido Juana de Arco y Teresa de Ávila dos esquizofrénicas? Si, pueden haberlo sido. 

¿Son las ECM solo un efecto de la química y la estructura del cerebro? ¿O demuestran que hay un más allá donde nos esperan Dios y los seres queridos?

Tampoco podemos responder con absoluta certeza estas preguntas, aunque en esta nota he ofrecido posibles explicaciones. Quedará, entonces en cada uno de nosotros inclinarse por alguna de las respuestas o, inclusive, encontrar otras alternativas.

 

 

 

 

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