domingo, 23 de enero de 2022

¿Filosofía versus Ciencia?

 


En la antigüedad clásica, el filósofo era, a la vez, científico. Sin embargo, en llegando la Edad Media, se diferenció la Filosofía de la Filosofía Natural, como se llamaba a la Física por aquel entonces. Así pues, la Filosofía Natural quedaba como una parte de la Filosofía, quizás un capítulo de la misma.

Ahora bien, llegados al siglo XVII, la Física (en general la Ciencia) comienza a desarrollarse a un gran ritmo, mientras que la Filosofía parece estancarse. Se acentúa, entonces, una disputa histórica de larga data, una discusión entre los físicos y filósofos acerca de la naturaleza de sus disciplinas y los límites de la ciencia. ¿Pueden los instrumentos y experimentos (o la razón pura y modelos teóricos) revelar alguna vez la naturaleza última de la realidad? ¿El triunfo de la física moderna convierte la filosofía en obsoleta? ¿Qué filosofía, si tienen alguna, podría decirse que poseen los físicos teóricos modernos? Diversos pensadores abordan todas estas cuestiones y tratan de reparar el creciente cisma entre estas dos grandes escuelas de pensamiento. Cuando los físicos hacen afirmaciones sobre el universo también están participando en una gran tradición filosófica que se remonta a miles de años. Inevitablemente, los físicos son filósofos, también.

Pero, no nos adelantemos. Comencemos por el principio: ¿Qué es la Filosofía? Y ¿Qué es la Ciencia y, en particular, la Física?

Desde que las condiciones socio-económicas permitieron que el hombre se sentara a pensar sobre las cuestiones que despertaban su curiosidad como, por ejemplo, qué es el hombre, cuál es el significado de su existencia sobre el planeta, hay vida después de la muerte, existe Dios, etc., comienza a acumularse un conjunto de reflexiones sobre la esencia, las propiedades, las causas y los efectos de las cosas naturales, especialmente sobre el hombre y el universo. Es a este conjunto de reflexiones a lo que llamamos Filosofía.

En su acepción literal, la filosofía es, según su etimología, el amor a la sabiduría (viene del griego filos: amor y sophia: sabiduría). Es el estudio de problemáticas diversas como son el conocimiento, la mente, la consciencia, la ética, el lenguaje, la belleza, la moral.

Pues bien, ¿Y qué es la Ciencia?

Podemos decir que: Ciencia es la rama del saber humano constituida por el conjunto de conocimientos objetivos y verificables sobre una materia determinada que son obtenidos mediante la observación y la experimentación, la explicación de sus principios y causas y la formulación y verificación de hipótesis y se caracteriza, además, por la utilización de una metodología adecuada para el objeto de estudio y la sistematización de los conocimientos.

Como vemos, las definiciones coinciden grandemente y solo difieren en la parte instrumental, es decir, en el cómo se obtiene el conocimiento, pero, por lo demás, son similares.

Ahora bien, ¿Por qué se las compara con el objeto de preferir una y denostar la otra? Veamos algunas posturas en uno y en otro sentido:

En abril de 2012 el físico teórico, cosmólogo y autor de best sellers Lawrence Krauss se vio en apuros en una entrevista con Ross Andersen para The Atlantic titulada “¿Ha trans­formado la Física en obsoletas la Filosofía y la Religión?” La respuesta de Krauss a esta pregunta consternó a los filósofos porque comentó, “la filosofía solía ser un campo que tenía contenido”, a lo que más tarde añadió: “La filosofía es un campo que, por desgracia, me recuerda esa vieja broma de Woody Allen, "aquellos que no pueden hacer, enseñan, y los que no pueden enseñar, enseñan gimnasia”. La gente en la filosofía se siente amenazada –y tienen todo el derecho a sentirse amenazados, porque la ciencia progresa y la filosofía no”.

Más tarde ese año Krauss tuvo una discusión amigable con el filósofo Julian Baggini en The Observer. Aunque mostrando un gran respeto por la ciencia y de acuerdo con Krauss y la mayoría de los físicos y cosmólogos que no hay “más cosas en el universo que las de la ciencia física”, Baggini se quejó de que Krauss parece compartir “algunas de las ambiciones imperialistas de la ciencia”. Baggini expresa la opinión común de que “hay algunos problemas de la existencia humana que simplemente no son científicos. No puedo ver cómo meros hechos podrían alguna vez resolver la cuestión de lo que es moralmente correcto o incorrecto, por ejemplo”.

Krauss distingue entre “preguntas que son con­testables y las que no lo son” y las contestables caen mayormente en el “dominio del co­nocimiento empírico, también conocido como la ciencia”. En cuanto a las cuestiones mo­rales, Krauss afirma que sólo son respondidas por “la razón... basada en la evidencia empírica”. Baggini no puede ver cómo cualquier “descubrimiento de hechos jamás podría resolver una cuestión del bien y el mal”.

Notables filósofos se molestaron con la entrevista de The Atlantic, incluyendo a Daniel Dennett, de la Universidad de Tufts que escribió a Krauss. Como resultado, Krauss escri­bió una explicación más cuidadosa de su posición que fue publicada en la revista Scienti­fic American en 2014 bajo el título "La consolación de la filosofía". Allí fue más generoso con la contribución de la filosofía al enriquecimiento de su propio pensamiento, aunque concedió poco de su posición básica: “Como físico experimental... Yo, y la mayoría de los colegas con quienes he discutido este asunto, hemos encontrado que las especulaciones filosóficas sobre la física y la natura­leza de la ciencia no son particularmente útiles y han tenido poco o ningún impacto sobre el progreso en mi campo. Aunque, en varias áreas asociadas con lo que con razón se puede llamar Filosofía de la Ciencia he encontrado reflexiones muy útiles”.

Krauss no está solo entre los físicos en su desdén por la filosofía. En septiembre de 2010 los físicos Stephen Hawking y Leonard Mlodinow publicaron un disparo que se escuchó alrededor del mundo y no sólo el mundo académico. En la primera página de su libro, The Grand Design, escribieron: “La filosofía ha muerto”, porque “los filósofos no se han mantenido al día con los desarrollos modernos de la ciencia, en particular la física. Los científicos se han convertido en los portadores de la antorcha del descubrimiento en nuestra búsqueda del conocimiento”.

Las preguntas que la filosofía ya no es capaz de manejar (si alguna vez lo fue) incluyen: ¿Cómo se comporta el universo? ¿Cuál es la naturaleza de la realidad? ¿De dónde vino todo? ¿Necesita el universo un creador? Según Hawking y Mlodinow, sólo los científicos ––no los filósofos– pueden proporcionar las respuestas.

El famoso astrofísico y divulgador de ciencia Neil deGrasse Tyson se ha unido al debate. En una entrevista en el podcast de Nerdist, de mayo de 2014, Tyson comentó: “Mi pre­ocupación es que los filósofos creen que en realidad están haciendo preguntas profundas sobre la naturaleza. Y para el científico es, ¿Qué están haciendo ustedes? ¿Por qué se enfrascan en el significado del significado. Su mensaje general fue claro: La ciencia se mueve; la filosofía permanece sumida, inútil y efectivamente muerta.

Ni que decir tiene, Tyson también ha sido fuertemente criticado por sus puntos de vista. Su posición puede ser aclarada viendo el video de su aparición en un foro en la Universi­dad de Howard en 2010, cuando estaba en el escenario con el biólogo Richard Dawkins. El argumento de Tyson es sencillo y es el mismo que expresara Krauss: Los filósofos desde la época de Platón y Aristóteles han afirmado que el conocimiento sobre el mundo se puede obtener sólo por el pensamiento puro. Como explica Tyson, tal conocimiento no se puede obtener por alguien sentado en un sillón. Sólo se puede obtener mediante la observación y el experimento. El físico Richard Feynman había expresado una vez una opi­nión similar sobre los “filósofos de sillón”. Dawkins estuvo de acuerdo con Tyson, seña­lando que la selección natural fue descubierta por dos naturalistas, Charles Darwin y Al­fred Russel Wallace, que trabajaban en la recolección de datos de campo.

Lo que estamos viendo aquí no es un fenómeno reciente. En su libro de 1.992 Sueños de una teoría final, el premio Nobel Steven Weinberg tiene todo un capítulo titulado “Contra la Filosofía”. Weinberg sorprende acerca de “la irracional ineficacia de la filosofía”.

Sin embargo, como decíamos más arriba, no hace mucho en la historia no se hacía distinción entre la Física y la Filosofía. Thales de Mileto (circa 624-546 antes de nuestra era; a.n.e.) es considerado generalmente como el primer físico, así como el primer filósofo, de la tradición occidental. Buscaba explicaciones natu­rales de los fenómenos que no hacían ninguna referencia a la mitología. Por ejemplo, ex­plicó los terremotos como el resultado de la Tierra descansando sobre el agua y siendo sacudida por las olas. Razonó esto desde la observación, no desde el pensamiento puro: La Tierra está rodeada de agua y se ve que los barcos se sacuden en el agua. Aunque la explicación de Thales para los terremotos no era correcta, significaba una mejora sobre la mitología de que son causados por el dios Poseidón golpeando el suelo con su tridente.

Thales es famoso por predecir un eclipse de sol que los astrónomos modernos calculan que ocurrió sobre Asia Menor el 28 de mayo de 585 a.n.e. La mayoría de los historiadores de hoy, sin embargo, dudan de la verdad de esta historia. La contribución más significa­tiva de Thales fue proponer que todas las sustancias materiales se componen de un solo constituyente elemental, verbigracia, el agua. Si bien estaba (no sin razón) equivocado sobre que el agua es elemental, la propuesta de Thales representa el primer intento re­gistrado, al menos en Occidente, de explicar la naturaleza de la materia sin la invocación de espíritus invisibles.

Thales y otros filósofos jónicos que siguieron sostuvieron una visión de la realidad, que ahora se llama monismo material, en la que todo es materia y nada más. Hoy en día esto sigue siendo la opinión predominante de los físicos, que encuentran no hay necesidad de introducir elementos sobrenaturales en sus modelos, que describen con éxito todas sus observaciones hasta la fecha.

La brecha a la que Tyson se refería, se formó cuando la física y la filosofía natural comen­zaron a divergir en disciplinas separadas en el siglo XVII, después de que Galileo y New­ton introdujeran los principios que describen el movimiento de los cuerpos. Newton fue capaz de derivar de los primeros principios las leyes del movimiento planetario que habían sido descubiertos antes por Kepler. La exitosa predicción del regreso del cometa Halley en 1759 demostró a todos el gran poder de la nueva ciencia.

El éxito de la física newtoniana abrió la perspectiva de una postura filosófica que se cono­ció como el universo de relojería, o, alternativamente, la máquina newtoniana del mundo. De acuerdo con este esquema, las leyes de la mecánica determinan todo lo que sucede en el mundo material. En particular, no hay lugar para un dios que desempeñe un papel activo en el universo. Como evidenció el matemático, astrónomo y físico francés Pierre-Simon, marqués de Laplace, las leyes de Newton eran en sí mismas suficientes para ex­plicar el movimiento de los planetas en toda la historia anterior. Esto lo llevó a proponer una noción radical que Newton había rechazado: No se necesita nada aparte de la física para entender el universo físico.

Mientras que el universo de relojería ha sido invalidado por el Principio de Incertidumbre de Heisenberg de la Mecánica Cuántica, ésta sigue siendo endiabladamente difícil de in­terpretar filosóficamente. En lugar de decir que la física "entiende" el universo, es más exacto decir que los modelos de la física siguen siendo suficientes para describir el mundo material como lo observamos con los ojos y los instrumentos.

Ahora bien, estimados amigos, quisiera volver atrás y detenerme en el párrafo donde Julian Baggini expresa una queja contra Krauss diciendo: Hay algunos problemas de la existencia humana que simplemente no son científicos. No puedo ver cómo meros hechos podrían alguna vez resolver la cuestión de lo que es moralmente correcto o incorrecto, por ejemplo. 

¡Ah, mes amies! Frases tan categóricas (podemos incluir aquí varias de las que hemos visto más arriba) no auguran un buen futuro al que las profiere. La ciencia tiene la simpática costumbre de acallar categóricos. Y como para muestra basta un botón, si me permiten, les contaré una pequeña anécdota: El, por algunos, considerado creador del positivismo Auguste Comte (que más allá de esta anécdota fue una muy buena persona), cayó en la tentación de ser categórico y en cierta oportunidad afirmó: Si hay algo que el hombre nunca podrá saber, es de qué están hechas las estrellas. Lo que Comte no sabía es que, años antes, en 1814, Joseph von Fraunhofer había investigado con seriedad acerca de las líneas de absorción en el espectro del Sol, con la invención del espectroscopio. Líneas se siguen llamando en nuestros días líneas de Fraunhofer en honor suyo. Fue el primero en darse cuenta de que los espectros de Sirio y de otras estrellas brillantes eran distintos entre sí y del Sol, iniciando de ese modo la espectroscopia estelar, que es la disciplina con la que hoy sabemos... ¡de qué están hechas las estrellas!

Volviendo a nuestro amigo Julian Baggini, diré que, en la enseñanza de la física, se hace ver al alumno que ésta trata sólo con magnitudes. Si algo es una magnitud, entra en el dominio de la Física; si no lo es, no entra. Pero entonces, ¿Qué es una magnitud? Una respuesta fácil y directa es que magnitud es todo aquello que se pueda medir. Por ejemplo, la longitud, ¿Se puede medir? ¡Por supuesto, hasta con un metro de costurera! Pues entonces, la longitud es una magnitud. El tiempo, ¿Se puede medir? Sí, el tiempo se puede medir. Luego el tiempo es una magnitud física. Pero, la bondad, ¿Se puede medir? Pues, hasta aquí, no, ergo, la bondad no es una magnitud física y, en consecuencia, la Física no trata con ella (en general no son magnitudes ninguna virtud o vicio, que es lo que postula Baggini). Ahora bien, queridos amigos, ¿Será esto siempre así? ¿Podemos afirmar que nunca podremos medir la bondad, transformándola en una magnitud física? Creo que sería arriesgado afirmarlo. Piénsese si no, en que en el Medioevo y antes no había manera de medir la capacidad intelectual, hoy tenemos el CI que es justamente eso, una medida de la capacidad intelectual (con sus defectos y críticas, todavía). En otras palabras, puedo estar de acuerdo con Julian en que hoy la Física no trata con la moral, bondad, ética, etc. En lo que no puedo estar de acuerdo es que eso será siempre así.

Por último, y para concluir, yo diría que no está bien enfrentar la Filosofía con la Ciencia. Más bien, pienso que se están fundiendo una en la otra, enriqueciéndose mutuamente. Creo que los científicos deben incorporar los métodos y conocimientos desarrollados por la filosofía y los filósofos deben incorporar los métodos y conocimientos desarrollados por la ciencia.

Tal vez estamos a punto de ver nacer la Filociencia o la Ciensofía.

¡Hasta la próxima!

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