Bien, mis estimados amigos, está claro que, con el paso del tiempo, cambian las costumbres, los hábitos, los procedimientos, los sistemas. Es así, entonces, que lo que otrora funcionó bien, o muy bien, deba ser aggiornado o, incluso, reemplazado.
En
esa situación se encuentra, a mi modo de ver, el sistema de gobierno bautizado
como democracia. Sistema que, en otros tiempos, funcionó razonablemente
bien, pero en la actualidad adolece de fallas que hacen necesaria su
actualización. Esto lo he venido discutiendo en este foro en varias notas
anteriores que los invito a repasar, ellas con:
Acerca
del derecho del más fuerte – Parte 1 de 2 – 13/9/2021
Acerca
del derecho del más fuerte – Parte 2 de 2 – 20/9/2021
De
conductores y conducidos – 31/1/2022
Del
fracaso de la democracia – 25/4/2022
Ciencias
Políticas – 22/5/2022
¿Liberté,
égalité, fraternité? – 8/8/2022
Anatomía
del populismo – 12/9/2022 – Parte 1 de 2
Anatomía
del populismo – 19/9/2022 – Parte 2 de 2
Del
fracaso de la democracia – 2 – 30/1/2023
Del
fracaso de la democracia – 3 – 20/3/2023
Del
fracaso de la democracia – 4 – 27/3/2023
Socialismo
y populismo, ¿primos? – 17/4/2023
Panem
et circenses – 10/7/2023
De
la incompatibilidad hombre-democracia – 22/4/2024
Voy
a resumir en esta nota estas catorce anteriores sin que esto excluya la
conveniencia de releerlas, ya que aportan citas, detalles, historias que no
incluiré en este resumen.
Comencemos
from the very begining.
En
el alba de la Historia se consolidó un sistema de ordenamiento político-social
que constaba, básicamente, con dos estamentos: Uno superior, constituido por el
rey, emperador o faraón, una casta militar, los grandes generales, una casta
religiosa, constituida por los sacerdotes del culto en boga y una reducida
aristocracia formada por los miembros familiares de los arriba mencionados.
Y
el otro estamento, el inferior, constituido por el pueblo, que no tenía ni voz
ni voto y que se dedicaba a la producción de alimentos y enseres domésticos. El
comercio estaba poco desarrollada a este nivel y no constituía una actividad
primordial.
Obviamente,
era un sistema rígido, donde el movimiento entre clases sociales era escaso o
nulo. Esto tenía el lado negativo en que se perdían recursos. Por ejemplo,
supongamos que nacía en el pueblo un individuo que, bien educado, podría haber
sido un Arquímedes, por ejemplo. Y dado que no recibiría esa educación, se
perdía como recurso de la población.
Por
el otro lado, al saber cada uno el lugar que le corresponde dentro de esas
sociedades, se obtenía una relativa calma social sin movimientos de protesta o
rebeliones.
Es
importante notar aquí que, este primer sistema de ordenamiento socio-político
responde a la lógica de que el grupo debe seguir lo que ordena el macho alfa.
Es decir, como manera de ordenar las sociedades, debía haber un conductor que
marcara el rumbo y seguidores que obedecieran lo que este ordenaba.
Y
este sistema no había surgido de la nada, sino de la necesidad. Piénsese que,
en el Paleolítico, un individuo solo tenía muy pocas posibilidades de
sobrevivir, rodeado como estaba de peligrosos depredadores como el tigre diente
de sable, por ejemplo. Esto hizo que, al igual que las demás especies animales,
el humano se agrupara en los denominados clanes. El vivir en un grupo le
otorgaba muchas más posibilidades de sobrevivir. Pero, como costo de dicha
mejora de posibilidades, aparecía ahora la necesidad de ordenar el
funcionamiento del clan. Y, como hicieron la mayoría de las especies animales,
esto se logró con la figura del macho alfa como conductor del grupo.
Habida
cuenta de que las facultades mentales del homo sapiens aun no estaban demasiado
desarrolladas, la elección del conductor se basó en su fuerza física y
capacidad de mando que, obviamente, eran cualidades de nacimiento.
Y
quiero hacer un alto, por un momento, para analizar el impacto que tiene hoy en
día este ordenamiento socio-político inicial. Impacto, desde luego, que nos ha
llegado vía selección natural:
1.-
Hay una tendencia natural a seguir al macho alfa. Por eso los grandes líderes
de la historia han conquistado a las masas con personalidades fuertes, fuertes
y decididas.
2.-
El hecho de que sobrevivir en el Paleolítico era difícil hizo que se avivara la
competencia entre los clanes. Competencia por los recursos. Y esta competencia
llevó a la lucha entre ellos. Hoy se ve lo mismo, por ejemplo, los de este
lado del rio Grande somos mejores que los del otro lado y no los dejaremos
pasar. Y noten, queridos amigos que esta competencia entre clanes se ve
reflejada hoy en las hinchadas de fútbol, por ejemplo. Se dice yo soy de
River y los de Boca son una porquería y viceversa. A tanto llega la
rivalidad que frecuentemente se pelean las hinchadas.
Pero,
la competencia entre clanes tiene su descendiente más dramático en el racismo.
No hace falta ir muy lejos para encontrarnos con el nazismo del siglo XX que
propugnaba la predominancia de la raza aria sobre las demás. Algo no respaldado
por la ciencia que ni siquiera reconoce que el humano esté dividido en razas.
3.-
El famoso bulling también hunde sus raíces en el amanecer de la
humanidad. La competencia por los recursos era tan importante que no había
lugar en un clan para albergar débiles. El nacido con alguna patología
inhabilitante seguramente era abandonado a su suerte. No se podía gastar comida
en él. Hoy, herencia de ese comportamiento, no se lo abandona, pero se hace
burla de él.
Pero,
¿vos decís Martín que esos comportamientos son genéticos?
Sí.
Prueba de ello es que siempre han acompañado al hombre y no hay sociedad que
esté libre de ellos.
Bien,
continuemos.
Como
es dable esperar, este sistema del macho alfa tiene sus puntos a favor y sus
puntos en contra. Está claro que, si toca un macho alfa capacitado, honesto y
visionario, se podrá tener un siglo de oro, como sucedió en la Grecia antigua
con Pericles. En el extremo opuesto tenemos, por ejemplo, a Nerón que fue el
imperceptible origen de la decadencia del Imperio Romano.
Pero,
la gran virtud de este sistema es que cada cual sabe que lugar ocupa en la
sociedad y no hay mayores discusiones al respecto; es decir, se goza de paz
social.
Y
así llegamos al siglo VI antes de la era común en que el propio Pericles, en
gran medida, acompañado por Solón y Clístenes dan origen a un sistema
revolucionario para la época: La democracia griega. Y, si bien la tal
democracia es considerada la base de las modernas democracias, especialmente
las que están vigentes en los países occidentales, tenía diferencias muy
marcadas en comparación con nuestra moderna idea de lo que es democrático.
Similar
a como sucede en la actualidad, la democracia griega estaba conformada por tres
órganos de gobierno: la Ekklesía, la Boule y la Dikasteria.
1.
La Ekklesia
La
Ekklesía, también conocida como la Asamblea, fue el órgano principal y soberano
del gobierno ateniense. Esta institución sería comparable a la de los
parlamentos actuales en las democracias modernas, el poder legislativo de la
época.Los miembros de la Ekklesía no eran elegidos.
En
esta institución se decidía sobre leyes, se elegían magistrados y se acordaba
el proceder sobre la guerra y la paz. Los asistentes podían hablar libremente,
aunque muy pocos solían hacerlo, y votaban a mano alzada o metiendo una piedra
blanca o negra dentro de una urna. Se trataba de una democracia directa y no
representativa.
Cualquier
ciudadano varón adulto, mayor de 20 años, podía participar y, de hecho, se
esperaba que todos los hombres libres así lo hicieran en sus reuniones. La
Ekklesía era un club exclusivo, y las mujeres, los esclavos y residentes
extranjeros tenían prohibida su participación.
Todo
individuo que quisiera que su voz y voto fueran escuchadas tenía que acudir
presencialmente al lugar de reunión. Estar de servicio militar o simplemente
fuera de la ciudad de Atenas imposibilitaba formar parte del proceso
democrático, dado que no existía el voto por correo.
Dado
el gran privilegio y suerte que implicaba ser elegido, el no querer asistir a
la Ekklesía no era bien visto. De hecho, quienes eran invitados y no iban
eran conocidos como “idiotai”, en cuyo sentido más literal y clásico significa
algo así como “ciudadano privado”. Esta palabra es el origen etimológico de
“idiota”.
2.
La Boule
La
segunda institución era la Boule, también conocida como el consejo de los
Quinientos, que vendría a ejercer de poder ejecutivo. El principal
objetivo de esta institución era llevar a cabo el poder práctico del gobierno,
reuniéndose de forma frecuente para decidir qué temas serían los que se
discutirían en la Ekklesía.
Consistía
en un consejo conformado por 500 hombres. Estos procedían de las 10 tribus
atenienses, quienes enviaban a 50 hombres cada una de ellas para ser
representadas en la Boule. Estos hombres eran seleccionados por sorteo. Los
hombres elegidos debían servir en el consejo durante un año.
3.
La Dikasteria
La
Dikasteria era los tribunales populares, sirviendo como rama judicial de
la antigua Atenas. Tenía 500 hombres como la Boule, que eran conocidos como
jurados y también eran seleccionados por sorteo. Para ser elegible como jurado
se tenía que ser mayor de 30 años.
No
obstante, cualquier persona mayor de 20 años podía presentar sus litigios en la
Dikasteria, llevando casos ante el tribunal, y defendiendo la acusación o la
defensa. Los veredictos y las sentencias eran aprobadas por el gobierno de la
mayoría.
Digamos,
de paso, que la curia romana conserva el nombre con los Dicasterios que es la
denominación que se utiliza para referirse a sus departamentos u
organismos especializados.
No
cabe duda que la democracia griega fue un gran desarrollo para la historia de
la civilización occidental, y que las democracias actuales toman muchos
elementos de ella. Sin embargo, y por mucho que pueda sorprender, en la época
también había voces que se mostraban críticas con la concepción de lo que era
democrático en su momento. Filósofos como Platón y Aristóteles vieron fallas en
este sistema de gobierno.
Por
ejemplo, Aristóteles, en su “Política", escribió que la democracia es
la forma perversa de un régimen de gobierno. En este sistema la prioridad
máxima era la de beneficiar a unos pocos, mientras que el beneficio de la
mayoría era una cuestión dejada para último momento. En esencia, no era una
democracia verdadera, sino otra oligarquía que se preocupaba solo por quienes
ostentaban el poder.
Y
en la “República” de Platón también se pueden encontrar críticas a este sistema
de gobierno. Platón consideraba que ofrecer los puestos de la Ekklesía, la
Boule y la Dikasteria por sorteo implicaba que muchos cargos
gubernamentales serían ocupados por gente que no tendría las capacidades de un
buen gobernante. Algo sobre lo que volveremos más adelante.
Ahora
bien, hay que reconocer que, si bien fue un sorprendente ensayo de gobierno
para la época, la democracia griega tenía una limitante importante: Regía sobre
ciudades; o sea, pequeña extensión territorial y no muchos habitantes. Piensen
ustedes, estimados amigos, que, en su época de mayor esplendor, Atenas tenía
alrededor de 600.000 habitantes, de los cuales, para la democracia, hay que
descontar a las mujeres, a los menores de 20 años y a los esclavos, con lo cual
la cantidad de “demócratas” se reduce bastante.
Así
pues, la posta la tomó el Imperio Romano, que a finales del siglo I alcanzó su
máxima extensión (desde Hispania hasta Asia Menor y desde el norte de África
hasta casi el mar Báltico) lo cual hizo que fuera absolutamente impracticable
la idea de los griegos.
¿Y
entonces, Martín?
Entonces,
se volvió a la conducción por medio del macho alfa, que fue el emperador.
Existían los patricios que constituían la aristocracia, los plebeyos y los
esclavos.
Sin
embargo, algo había cambiado, el romano plebeyo ya era “ciudadano” romano y,
por lo tanto, había que reconocerle ciertos derechos. ¡
¡Y
entonces, apareció el “ruido” social!
Algo
que está representado en el siguiente chiste gráfico, si bien pobremente porque
era mucho más grave.
Así
pues, era necesario hacer algo para que este ruido social no obstaculizara la
acción de gobierno (y, de paso, para que la clase gobernante hiciera lo que
quisiera) y los romanos dieron con una solución que es la que se aplica hoy en
día todavía, perfeccionada por los años: El famoso panem et circenses, “pan
y juegos de circo”. Démosle al pueblo pan (la famosa annona, dos hogazas
de pan diarias) y juegos de circo de modo que estén ocupados en ello y “no
molesten”. Esto se sigue haciendo hoy en día en forma más perfeccionada… ¡y
perversa!
¿Cómo
se sigue haciendo, Martín?
Hoy
en día, el sistema se ha perfeccionado y, más allá de los juegos de circo, se
implementan ideas fuerza que atrapen la atención del pueblo y lo encolumnen detrás
de ellas, de modo que esté ocupado en otras cosas y no en la acción de gobierno
que queda así en manos de la clase gobernante.
Estas
ideas fuerza incluyen el aborto, la eutanasia, la homosexualidad, la transexualidad
y hasta (y aquí lo perverso) la droga que, sin duda, es una muy eficaz manera
de apartar al “usuario” de la cuestión pública.
Bien,
sigamos, a la caída del Imperio Romano de Occidente en 476 comienza la Edad
Media en la que se siguió con el sistema del macho alfa: Un rey o emperador
(faraón ya no se usaba), una aristocracia y los plebeyos, los siervos de la
gleba, como se les decía a los individuos sometidos a un señor feudal
que se encontraban asociados a una heredad de la cual no podía desvincularse,
incluso si esta cambiaba de propietario.
Y
parecía que las cosas seguirían así, pero…
Un
nuevo actor hizo su aparición en escena: ¡La burguesía!
Los
términos burgués y burguesía provienen de la
Edad Media y se empleaban para referirse a los habitantes de los
“burgos” que eran los nuevos asentamientos que se instalaban alrededor de los
castillos medievales. Los burgueses eran comerciantes que acumulaban riquezas a
partir de la práctica de un oficio, del intercambio mercantil o del préstamo de
dinero.
En
términos históricos, la burguesía fue la clase social europea que
creció durante el siglo XVII y se convirtió en propietaria de
grandes extensiones de tierra (burguesía agraria) y de empresas comerciales
(burguesía mercantil).
La
expansión y el empoderamiento de este grupo social fueron factores clave en la
transición del sistema feudal medieval a la aparición del capitalismo en la
Edad Moderna.
Los
burgueses no estaban sujetos a ningún señor feudal de la misma manera que el
campesinado. No tenían privilegios como la nobleza y el clero, pero
tampoco se encontraban atados a la servidumbre y el trabajo agrícola de la
tierra.
Sus
oficios eran valorados por las clases altas, ya que los miembros de la nobleza
y el clero podían acceder a bienes de lujo traídos por los comerciantes o a
bienes manufacturados producidos por artesanos especializados.
Las
condiciones que diferenciaban a los burgueses de los campesinos durante la Edad
Media permitieron que los burgueses de diferentes partes de Europa crecieran
como grupo social y acumularan riquezas monetarias.
Por
otro lado, los cambios económicos de los siglos XVI y XVII hicieron que la
sociedad europea se volviera más compleja y más variada. Aparecieron
diferencias dentro de los distintos grupos sociales y la burguesía comenzó a
tener divisiones internas.
En
Inglaterra y otros países de Europa occidental, apareció la burguesía
agraria, conformada por campesinos enriquecidos que se habían convertido
en grandes terratenientes y comenzaron a contratar a jornaleros (mano de obra
asalariada) para el trabajo de la tierra. Se trataba de un grupo social que no
trabajaba personalmente sus tierras (por lo que no eran campesinos) pero
tampoco estaba conformado por nobles (que era la clase social que
tradicionalmente era dueña de las tierras).
Por
otro lado, apareció un grupo denominado “la alta burguesía”, conformado
por comerciantes más ricos, dueños de las empresas que organizaban los
intercambios entre los reinos europeos con América, Asia y África. Debido a sus
enormes ganancias y la gran acumulación de riquezas, se convirtieron además en
prestamistas de dinero y entre sus clientes se encontraban nobles, clérigos y
reyes de diferentes partes de Europa.
En
las ciudades, otra parte de la burguesía urbana estaba compuesta por los
maestros que controlaban los gremios de artesanos. Los más ricos eran los que
controlaban la producción y los precios de los bienes de lujo (como telas
finas, muebles y joyas) para el consumo de los nobles.
Por
último, apareció otro grupo burgués que estaba ligado al comercio y los
mercados locales y regionales. Se trataba de empresarios que desarrollaron la
industria rural a domicilio: una forma de organización de la producción que
utilizaba la mano de obra campesina (ubicada en los campos) para producir
bienes que se vendían luego en los mercados urbanos.
Y,
los profundos cambios económicos y sociales de los siglos XVII y XVIII llevaron
al crecimiento de la burguesía como clase social. Si bien era la clase más
adinerada y con mayor poder económico, esto no se reflejaba en la estructura
política de las diferentes sociedades europeas, que estaba dominada por la
aristocracia.
Y
así fue que, la primera expresión de este conflicto fue la Revolución francesa
de 1789. Luego, durante el siglo XIX, en Europa se sucedieron una serie de
revoluciones que buscaron limitar el poder de las noblezas terratenientes y
promover sistemas políticos acordes a los intereses de la burguesía.
Estas
oleadas revolucionarias se conocen como “revoluciones burguesas” o
“revoluciones liberales” y se caracterizaron por haber acabado con los
gobiernos absolutistas y haber establecido formas de gobierno liberales.
Con
el tiempo, la burguesía desarrolló su propia ideología basada en los valores y
principios que mejor representaban sus intereses. La principal corriente
de pensamiento burgués fue el liberalismo político (al que hoy en día se
llama “liberalismo clásico”, para diferenciarlo de otras ideas posteriores).
El
liberalismo clásico sostenía que la sociedad estaba compuesta por un conjunto
de individuos racionales y libres, cuyas libertades debían garantizarse en un
marco legal. El individuo era la base de la sociedad y sus
derechos y necesidades eran más importantes que las del Estado y la religión.
Para
los filósofos políticos liberales, el Estado tenía el deber de garantizar la
seguridad de los individuos sin limitar las libertades personales. El
liberalismo promovía la libertad de expresión, asociación y comercio y se
basaba en el derecho de la propiedad privada.
En
su expresión política, sostenía que los derechos de las personas debían
garantizarse a través de la creación de una Constitución y que el gobierno
debía estar constituido por representantes elegidos por la ciudadanía.
Las
revoluciones burguesas del siglo XIX seguían el pensamiento liberal y buscaron
limitar el poder absoluto del rey y crear gobiernos parlamentarios. Otras
características del pensamiento liberal eran la defensa del sufragio censitario
(es decir, del voto de las personas con propiedades), la separación de la
Iglesia y el Estado, y la división de poderes.
Entre
los principales pensadores del liberalismo clásico se encuentran John
Locke, Montesquieu, Voltaire, Thomas Jefferson, Benjamín Franklin y Alexis
de Tocqueville.
Ahora
bien ¿Qué diferencias existían entre burguesía y aristocracia, Martín?
La
aristocracia era la clase que detentaba el poder en el orden feudal. Los
integrantes de esta casta compartían un origen noble y eran los grandes poseedores
de tierras y propiedades. El origen de su nobleza estaba ligado a las historias
de grandes héroes militares que habían defendido los reinos europeos.
La
burguesía, en cambio, no poseía títulos de nobleza de origen ni grandes
propiedades, pero sí la capacidad para generar y administrar dinero. Esto llevó
a que durante los siglos XVIII y XIX, cada vez más familias de la nobleza se
emparentaran con familias adineradas de la burguesía.
¿Y
entre la burguesía y el proletariado?
A
diferencia de la burguesía, el proletariado y el campesinado estaban compuestos
por las clases bajas de la sociedad, que no tenían otra cosa que ofrecer que su
mano de obra, su fuerza y capacidad de trabajo.
En
la Edad Media los campesinos trabajaban las tierras de un señor feudal, al que
estaban sujetos por los lazos de vasallaje que caracterizaban a la sociedad
feudal. Con la aparición del sistema de producción capitalista, parte del
campesinado empobrecido que no tenía tierras para trabajar se mudó a las
ciudades para emplearse en las fábricas como asalariados.
Esta
nueva clase social urbana se llamó proletariado y se caracterizó en solo poseer
su capacidad de trabajo, ya que no era dueña de ningún tipo de medio de
producción (tierra, herramientas, materias primas o capital). La
burguesía, en cambio, era la dueña de los medios de producción y se enriquecía
con el trabajo del proletariado.
Bien,
podríamos seguir hablando largo sobre este tema, pero no quiero apartarme de la
idea central de esta nota que apunta a un método para aggiornar la
democracia. Solo dejaré los puntos clave que resumen esta última parte:
·
La
burguesía es una clase social que se define por ser propietaria de los medios
de producción.
·
En
el sistema capitalista es la clase social dominante.
·
Según
el marxismo, la burguesía se beneficia de la explotación de la clase obrera.
·
Fue
la protagonista de las revoluciones
Bien,
hasta aquí todo claro y positivo, ¿cuál es, entonces el problema, Martín?
El
problema aparece cuando se piensa que se les da libertades y derechos a muchos
que ni siquiera saben qué diantres hacer con ellos.
Por
ejemplo, en una democracia, sistema de ordenamiento social caracterizado por la
participación de los ciudadanos en el ejercicio del poder, con seguridad que
todos ustedes han escuchado decir:
·
No, la política no es para mí.
·
Yo no me meto en política.
Y
cosas por el estilo. Esto, viviendo en democracia, es como decir:
·
No, yo en el mantenimiento de mi hogar no me meto. No es para
mí.
Y
es aquí, entonces, donde voy a apelar a lo que ya nos han dicho diversos
pensadores a lo largo de la Historia, como lo he hecho en notas anteriores
comenzando por De conductores y conducidos, del 31 de enero de 2022. Y
antes que ninguna otra, quiero rescatar la de Cayo Salustio Crispo, ese
preclaro historiador romano del siglo I antes de la era común. Nos dijo
Salustio:
“Son pocos los que
prefieren la libertad,
la mayoría prefiere un amo
justo.”
¡Se
ve que en la época de Salustio también había ciudadanos que decían Yo no me
meto en política!
Pero
entonces, Martín ¿Qué hay de aquello de Liberté, égalité, fratenité?
Pues,
les diré, es una bonita frase, pero solo eso, una bonita frase…
Más
aun, ese desapego a involucrarse en política lleva a la ignorancia de lo que uno
puede, lo que uno vale y lo que se le debe. Pero, esto ya nos lo había dicho
Voltaire cuando nos advirtió que:
“...encuentro
que todo está al revés entre los hombres, que nadie conoce sus derechos ni sus
deberes (...)”
Habrán
escuchado ustedes, como yo, decir con aire contundente: Yo conozco mis
derechos. ¡Falso! La gran mayoría de los ciudadanos ni conoce sus derechos
ni las obligaciones que estos conllevan, ¡mucho menos las obligaciones!
Pero,
sigamos escuchando a los sabios precursores. Analicemos la pregunta, ¿Por qué
la mayoría de los hombres no querría la libertad?, podemos comenzar por
escuchar al moralista y pensador francés Michel de Montaigne quien nos advierte
que:
…estoy convencido que es
más fácil y más satisfactorio seguir que conducir…
Esto
explica, sino totalmente al menos en un buen porcentaje, la aparición del líder,
del macho alfa. Su figura canaliza la insuficiencia de los que no saben
conducir su propia vida. Es como si el seguidor dijera: Toma mi vida,
que yo no sé qué hacer con ella. Y, como contraparte, el líder
dijera: Dame tu vida, que yo te diré qué hacer con ella.
Y,
obviamente, no todo el mundo nace para líder. Ya nos lo dijo Cayo Julio César
cuando nos advirtió que:
…la propia naturaleza ha
creado siempre hombres para mandar y hombres para obedecer.
De
hecho, la existencia del esquema líder-seguidores parece ser el orden natural
de las cosas. Piénsese, por ejemplo, que los organismos biológicos tienen un
cerebro que es el conductor que maneja todo el organismo, no dos o más. Del
mismo modo, el organismo social parece requerir de un “cerebro”, que sería el
líder. Y del mismo modo que cuando el cerebro funciona mal, funciona mal el
organismo biológico; cuando el líder funciona mal, el organismo social funciona
mal.
Pero,
no quiero terminar esta recopilación de frases que nos han dejado los
precursores sin rescatar la respuesta de Voltaire a por qué la abundancia de
dictadores si la gente dice preferir la democracia. Parece tomada de Salustio:
…la verdadera razón se
encuentra en que raramente los hombres son dignos de gobernarse por sí mismos.
Es
decir, nuevamente se indica que la manada necesita un macho alfa que la
conduzca. Y digo manada sin intención despectiva, lo uso porque es muy gráfico
a la hora de señalar que el grupo sigue al líder sin chistar.
Tampoco
quiero demonizar, queridos amigos, a quienes no se interesan por la política.
Está claro que, si la vocación de una persona es ser investigador, digamos en
el área de la Biología, su interés está puesto allí y no en la Política. Pero,
si uno vive en democracia, tiene obligaciones para con la sociedad.
Entonces,
¿Cómo resolvemos este intríngulis, Martín?
Bueno,
yo propongo dos medidas a tomar, una ya la expuse en la mencionada nota De
conductores y conducidos y trata de ilustrar al pueblo en el ejercicio de
la Democracia, pero no como una materia más que hay que estudiar para luego
olvidar al salir de la escuela. Ilustrar haciendo vivir la democracia al joven
educando. Los invito a que lean esta primera parte de la solución en la
mencionada nota donde está extensamente tratada.
En
cuanto a la segunda medida que yo propongo, se trata de aceptar que no todo el
mundo está interesado en la Política. Reconociendo esto, propongo que, llegado
a la mayoría de edad, el ciudadano decida si quiere participar en ella o no.
Si
decide participar, deberá afiliarse a un partido político y deberá asistir a
sus reuniones donde se expondrá la plataforma de dicho partido, deberá hacer
aportes, como proyectos de leyes, por ejemplo, personalmente o en grupo. Deberá
debatirlo en su partido y, al menos una vez al año deberá realizar tareas que
emanen del propio partido.
¿Y
el que decide no participar, Martín?
Todo
bien con él, podrá no hacerlo, pero… ¡No tendrá derecho a votar en las
elecciones a cargos públicos ni tampoco a ocupar los tales cargos públicos!
¿Pero,
por qué, Martín?
Porque,
si no está interesado en la Política, no se preocupa por saber de ideas,
proyectos, plataformas, planes de candidatos, etc. su voto es un tiro al aire.
Recordemos lo que decía Platón que ofrecer los puestos de la Ekklesía, la Boule
y la Dikasteria por sorteo implicaba que muchos cargos gubernamentales
serían ocupados por gente que no tendría las capacidades de un buen gobernante.
Lo mismo puede decirse de quien no tiene ningún interés en la Política y no se
preocupa por informarse: Permitir que voten o que ocupen cargos públicos sería
peligroso porque no tendrían las capacidades para ser buenos gobernantes.
Y,
lo que es más grave, como no les interesa el tema pueden llegar a vender su
voto.
¡Usted
participa, usted vota!
¡Usted
participa, usted puede ocupar cargos públicos!
Desde luego, algún Ministerio del Gobierno deberá encargarse de controlar que los que han apostado por la Política cumplan con la reglamentación vigente.
Bien
amigos, hasta aquí el tema de hoy. Espero que haya sido del interés de todos.
Y,
antes de terminar, una nota de color. Varios de ustedes me preguntaron si la
presentadora del lunes pasado, la chica del Reino de Bohemia, era una creación
de una IA. La respuesta es sí y no.
No
porque la chica realmente existió, vivió en el siglo XIX y tocaba la mandolina.
Su nombre… su nombre se ha perdido en la bruma del tiempo.
¿Y
por qué sí? Porque fue coloreada y puesta a hablar por una IA.
Aquí
tienen la foto original de donde fue extraída. ¡Con la mandolina!
Bien, me despedido, pero, no sin antes recordarles que: Si tienen un hijo, sobrino, nieto, o ustedes mismos a quien tienen que agasajar, qué mejor que regalarle mi libro de El Ajedrez de la B a la Q, Tomo I (no se demoren que ya viene el Tomo II), que podrán encontrar en Mi Librería:
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Ahora si, queridos amigos, llegados a este punto, me despido con un sonoro:
¡Hasta la próxima!