domingo, 2 de junio de 2024

La novela de la Historia

Era un 18 de marzo de 1314, Jaques de Molay, Gran Maestre de la Orden del Temple, moría quemado en la hoguera. Unos años antes, en 1306, tras la expulsión de los judíos, el estado de la economía francesa rozaba la ruina. El rey Felipe IV había pedido varios préstamos a la Orden del Temple, que no podía devolver. Por este motivo hizo devaluar la moneda varias veces, ante el disgusto de sus súbditos.

El monarca, desesperado, hizo correr la voz de que los templarios tenían un comportamiento herético y junto con el consejero real Guillaume de Nogaret, un personaje sin escrúpulos, el confesor real, Guillem Imbert y el papa Clemente V, que veía con malos ojos el creciente poder de la orden del Temple, urdieron un plan para destruir a la Orden y quedarse con sus bienes.

En el año 1307, el papa Clemente V y Felipe IV ordenaron la detención de Jacques de Molay junto con la de los demás caballeros templarios bajo la acusación de sacrilegio contra la Santa Cruz.


Bajo brutales torturas, Molay declaró y reconoció los cargos que le habían imputado, aunque con posterioridad se retractó. A pesar de ello, en 1314 fue quemado vivo en la hoguera frente a la catedral de Notre Dame. Antes de expirar volvió a retractarse de forma pública de todas las acusaciones, proclamando la inocencia de la Orden y, según rezan los Anales de la Historia de Francia, desde la pira en la que iba a ser quemado y mirando desafiante a Felipe, Clemente y Nogaret, que lo observaban desde un palco, gritó con todas las fuerzas que le quedaban: ¡Papa Clemente!… ¡Rey Felipe!… ¡Caballero Guillermo de Nogaret! Yo os emplazo, antes de un año, a que comparezcáis ante el Supremo Tribunal de Dios para recibir vuestro condigno castigo. Y tú, Felipe, os maldigo a vos y a toda tu descendencia.

     
                      Templarios, los banqueros de Europa

Y a poco de su muerte, la maldición se cumplió: El papa Clemente V falleció el 20 de abril de 1314 y el 29 de noviembre fallecía Felipe IV, víctima de un accidente de caza y, finalmente, ese mismo año murió envenenado el conspirador Guillaume de Nogaret.

En cuanto al linaje de Felipe IV, él tuvo tres hijos varones que le sucedieron uno a uno en el trono sin que ninguno dejara descendencia masculina, con lo que los Capetos, que de ellos se trataba, dejaron de reinar en Francia y se hicieron con la corona los Valois.




Con esta poderosa historia da comienzo una de las mejores novelas históricas que yo he leído: Los Reyes malditos, (título original en francés, Les Rois maudits) de Maurice Druon. La componen una serie de siete novelas escritas por Druon, publicadas entre 1955 y 1977 y posteriormente adaptada, por dos veces, como miniseries por la televisión francesa.

Hela aquí:

https://www.youtube.com/watch?v=Sv_6zNOgCA4&t=1172s


Así pues, lo tenía a Druon en el podio de los mejores autores de novela histórica. Sin embargo, en este siglo XXI se le ha unido otro gran escritor: Me refiero al  valenciano Santiago Posteguillo Gómez.

Posteguillo, es profesor titular de lengua y literatura inglesa en la Universitat Jaume Í y doctor europeo por la Universidad de Valencia. Estudió literatura creativa en Estados Unidos y lingüística y traducción en el Reino Unido. Sus obras se centran en la antigua Roma, aunque no exclusivamente. Les doy un listado de las mismas:

Trilogía de Escipión El Africano:


· Africanus: el hijo del cónsul (Editorial Ediciones B, 2006)

· Las legiones malditas (Editorial Ediciones B, 2008)

· La traición de Roma (Editorial Ediciones B, 2009)

Trilogía de Trajano:

· Los asesinos del emperador (Editorial Planeta, 2010)

· Circo Máximo (Editorial Planeta, 2013)

· La legión perdida (Editorial Planeta, 2016)

Trilogía sobre la historia de la literatura:

· La noche en que Frankenstein leyó el Quijote (Editorial Planeta, 2012)

· La sangre de los libros (Editorial Planeta, 2014)

· El séptimo círculo del infierno (Editorial Planeta, 2017)

Bilogía de Julia:

· Yo, Julia (Editorial Planeta, 2018)

· Y Julia retó a los dioses (Editorial Planeta, 2020)

Serie de Julio César:

· Roma soy yo (Ediciones B, 2022)

· Maldita Roma (Ediciones B, 2023)


Y ahora una lista de sus reconocimientos:

· Finalista del Premio Internacional de Novela Histórica Ciudad de Zaragoza 2008 con Las legiones malditas

· Mejor Novelista Histórico Hislibris 2009 por La traición de Roma

· Premio de la Semana de Novela Histórica de Cartagena 2010

· Premio de Literatura Histórica 2013

· Premio de las Letras Valencianas 2010

· Galardonado en la décima edición de Valencianos para el Siglo xx

· Premio Onda Cero de la Literatura 2018 (Castellón)

· Premio Planeta 2018 por Yo, Julia

· Premio Ivanhoe 2020 del Certamen de Novela Histórica 'Ciudad de Úbeda' por su trayectoria y aportación personal al género de la novela histórica, tanto en el ámbito nacional como internacional.

Posteguillo luce una narrativa poderosa y atrapante adornada por un exhaustivo conocimiento de las costumbres, religión, milicia y política de la antigua Roma.

Ambos, Druon y Posteguillo son enteramente recomendables y es un verdadero placer leerlos.


Pues bien, me interesa someter a su aguda consideración de ustedes un pequeño pasaje de la novela de Posteguillo Maldita Roma, así como hiciera con la obra de Druon. En él, César dialoga con su amigo Labieno sobre cómo lograr transformar a Roma.


Semanas después de la reunión con Cicerón
Roma, 65 a. C.


César llevó a término sus luchas de gladiadores de la forma más fastuosa posible. Había planeado que fueran más de quinientas parejas de gladiadores, pero aun así las trescientas veinte parejas suponían el mayor número jamás reunido en unas luchas de aquel tipo, y además hizo que cada combatiente exhibiera brillantes armas de plata y lujosos uniformes vistosamente ornamentados. Los ciudadanos de Roma tardarían años en volver a ver unos Juegos gladiatorios como aquellos.

El hecho de que hiciera saber que todo aquel dispendio era en honor a su padre fallecido subrayó ante la plebe lo importante que era para él la familia, algo que la Mayoría de pueblo de Roma podía compartir. Para muchos ciudadanos con recursos limitados en extremo, la familia era su única riqueza. Que alguien enalteciera el valor de los vínculos familiares los hacía congraciarse con él,

Pero César era mucho más complejo de lo que todos imaginaban.

Cayo Julio César

Además de las luchas de gladiadores y de fieras organizadas en los meses de abril y septiembre, promovió una notable cantidad de eventos culturales. Roma carecía aún de un gran teatro de piedra al uso griego, de modo que hizo levantar uno de madera provisional en el que se representaran numerosas obras a lo largo de todo el año, además de organizar exposiciones de arte en las basílicas de la ciudad, en el foro y en una serie de columnatas que erigió en diferentes puntos de la ciudad, donde expuso obras de su colección privada y de la de algunos prohombres de la ciudad a los que persuadió para que compartieran por un tiempo aquellas obras artísticas con el conjunto del pueblo de Roma.

-¿Y todo esto para qué? —le preguntó un día Labieno, sentados en el atrio de la domus de la familia Julia—. Lo de los gladiadores lo entiendo, pero el teatro, las exposiciones de arte... Eso no le interesa al pueblo, eso no te va a hacer más popular. Parece un esfuerzo inútil.

-Sé que he de dar al pueblo lo que le gusta —se explicó César—, como los juegos de gladiadores, pero ¿qué mal hay en que el pueblo vea y esté expuesto al teatro, al arte, a la literatura?

- ¿Tú crees que tus vecinos de la Subura van a entender a Plauto o valorar una escultura como la Atalanta de Pasiteles? —preguntó su amigo con evidente escepticismo.

-Con Plauto se ríen, y he visto a muchos de esos vecinos míos de la Subura detenerse durante largo tiempo ante las estatuas de las exposiciones del foro. El pueblo es como es, pero puede ser mejor de lo que es, pensar más, sólo que el Senado no desea eso.

Labieno arqueó las cejas.

-¿Y por qué no va a desearlo?

-Porque un pueblo que sepa más, que lea, que vaya al teatro o que se admire ante el arte es un pueblo que piensa más, y quien piensa más es más exigente con quien le gobierna y está más atento a los abusos del poder y reclama más justicia.

-Tú estás haciendo carrera política y gobiernas sólo como edil, aspiras a más. ¿A ti no te da miedo un pueblo que piense más? A fin de cuentas, tú eres un senador también -opuso Labieno subrayando aquella aparente contradicción,

—Es que yo no deseo gobernar en mi propio beneficio, sino en el beneficio de todos, Tito. Por eso a mí no me da miedo que quien vota, quien puede decidir si elegirme o no como edil, pretor o cónsul piense y piense mucho. Sólo el que busca el enriquecimiento personal en perjuicio de la mayoría, sustrayendo dinero que es de todos para sí mismo anhela un pueblo ignorante, distraído constantemente por las luchas de gladiadores y de fieras. Yo he organizado las mayores luchas de gladiadores que se recuerdan, pero ¿por qué? Porque eso ha hecho preguntarse al pueblo: ¿y qué más habré organizado este nuevo edil? Y así, aunque sólo sea por curiosidad, van al teatro y ven mis exposiciones de arte. Y a lo mejor empiezan a pensar más. Autores como Plauto critican la sociedad y promueven el pensamiento. Escultores como Pasiteles conmueven. No podemos cambiar Roma sólo desde dentro de las instituciones o desde lo alto del poder. Hemos de transformarla también desde el pueblo.



Bien, aclaro que he elegido este pasaje de Maldita Roma cuando César dice:

-Porque un pueblo que sepa más, que lea, que vaya al teatro o que se admire ante el arte es un pueblo que piensa más, y quien piensa más es más exigente con quien le gobierna y está más atento a los abusos del poder y reclama más justicia.

porque se conecta con lo que hemos visto en notas anteriores como Panem et circenses. Justamente, dado que las cosas son como dice César en la novela, es decir: quien piensa más es más exigente con quien le gobierna y está más atento a los abusos del poder y reclama más justicia, es que los gobiernos populistas tienden no a fomentar la cultura, el pensamiento, la crítica sino, por el contrario, tratan de disminuir, sofocar, eliminar estos atributos. Los invito a releer la citada nota.

Pero, como vemos, y nos pinta tan bien Posteguillo, en la antigua Roma existían los mismos problemas que ahora.

Bien, no me queda sino recomendarles, una vez más, leer las obras de estos grandes de la novela histórica.

Me despedido, pero, no sin antes recordarles que: Si tienen un hijo, sobrino, nieto, o ustedes mismos a quien tienen que agasajar, qué mejor que regalarle mi libro de El Ajedrez de la B a la Q, Tomo I, que podrán encontrar en Mi Librería:

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Ahora si, queridos amigos, llegados a este punto, me despido con un sonoro:

¡Hasta la próxima!





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