domingo, 14 de abril de 2024

¿Tendrán sentimientos?


Hace un par de días, vi un video documental donde entrevistaban a Sophia, un robot humanoide avanzado. En él, también entrevistaban a David Hanson, director de Hanson Robotics y creador de Sophia. Ambos fueron interrogados acerca de los habituales miedos humanos:

1.- ¿Lograrán los robots (asistidos por IA, desde luego) ser conscientes?

2.- ¿Lograrán los robots tener sentimientos?

Hanson respondió vaguedades y lo máximo que aventuró fue que podría ser posible en 10 a 15 años… ¡pero, también podrían ser 30 años!

Bien, respecto al punto 1 expondré el punto de vista, que ya mostrara en notas anteriores sobre la consciencia que ustedes pueden buscar con el buscador, simplemente pidiendo el dato consciencia.

Decía yo en una de ellas:

La consciencia se sostiene en dos pilares básicos:

1.- Una red neuronal y

2.- Una base de datos sobre la que actúa la dicha red neuronal.

La primera pregunta, entonces, es: ¿Qué es una red neuronal?

Pues, podemos responder diciendo que el cerebro humano es una red neuronal. Y es el dicho cerebro humano el que inspira la arquitectura de las redes neuronales artificiales que utilizan las computadoras.

Veamos, las células del cerebro humano, llamadas neuronas, forman una red compleja y con un alto nivel de interconexión y se envían señales eléctricas entre sí para procesar la información. De manera similar, una red neuronal artificial está formada por neuronas artificiales que trabajan juntas de forma similar a la que lo hace el cerebro humano. Las neuronas artificiales son módulos de software (líneas de código que simulan una neurona), llamados nodos, y las redes neuronales artificiales son programas de software o algoritmos que, en esencia, procesan la información como lo hace el cerebro humano. Por cierto, se puede simular las neuronas por medio de chips electrónicos, solo que estos ocupan mucho lugar… ¡por ahora!

Ahora bien, una red neuronal es como una picadora de carne; de poco sirve si no hay carne para picar. Así, de poco sirve una red neuronal si no tiene datos para procesar. Y aquí es donde aparece la base de datos, que no es otra cosa que el conjunto de datos, de todo tipo y color, que maneja la red neuronal para elaborar razonamientos y sacar conclusiones. La red neuronal es la picadora de carne, los datos son la carne y las conclusiones la carne picada.

Entonces, si hablamos de una red neuronal cibernética, la base de datos se obtiene fácil y rápidamente de Internet y se le entrega a la red para su uso.

Si hablamos de una red neuronal biológica (nuestro cerebro), la base de datos la debemos ir obteniendo de la experiencia de vida. Nacemos con una base de datos en blanco y es por ello que un bebé no tiene posibilidades de desenvolverse en el mundo, solo. Debe ir “cargando” su base de datos con el propio vivir. En un principio, los encargados de hacer esto son los sentidos que indican lo dulce, lo salado, lo colorido, lo oscuro, los diferentes aromas, lo liso, lo rugoso y los diferentes sonidos. Luego se agregan los datos aportados por los padres y allegados y, por último, la escuela, la universidad y la vida…

De hecho, la adquisición de una base de datos tiene influencia, también, en el conexionado de la red neuronal. Por ejemplo, la memoria de hechos acaecidos se “graba” en conexiones entre neuronas, conexiones que antes no existían.

Inevitablemente, emerge el concepto del yo, pues quien oye, gusta, ve, toca y olfatea es uno mismo y así, no hay forma de evitar que yo oiga, yo guste, yo toque, etc. Es decir, si pongo la mano (biológica o robótica) en el fuego, no voy a atribuir a otro lo que se siente, sino a mi: Yo siento, no otro.

En otras palabras, aparece el concepto de consciencia, que no es otra cosa que la percepción de uno mismo: ¡Yo existo!

Así también, las redes neuronales que poseen nuestros parientes del reino animal generan la autoconsciencia. ¡Y es muy lógico! ¿Cómo creen ustedes que un animal se podrá defender de los peligros que lo acechan en el mundo si no se percibe a si mismo como la entidad que hay que defender?

No hace falta pensar mucho para darse cuenta de que, una falla en el “conexionado” de la red neuronal se traduce en su mal funcionamiento y quien sufre dicha falla presenta lo que llamamos patología mental o sea enfermedades o trastornos mentales. Afecciones que impactan el pensamiento, sentimientos, estado de ánimo y comportamiento. Obsérvese todo lo que queda a cargo de la red neuronal.

Por otra parte, si la red neuronal es sana, pero carece de una buena base de datos, la capacidad de razonamiento y toma de decisiones queda seriamente afectada. De ahí la importancia de la educación o entrenamiento. Por ejemplo, como se hizo con Koko desde que era pequeña.

Ahora bien, llegamos a un punto delicado de nuestra hipótesis. Es el que establece que no existe imposibilidad teórica para que la red neuronal sea no biológica. Y esto es así porque, en ningún momento nos hemos encontrado con la obligatoriedad de que la red TENGA que estar formada por neuronas. La red puede estar formada por cualquier cosa que cumpla la función de neurona. En otras palabras, en este juego están permitidos los jugadores con inteligencia artificial o, como es más apropiado decir, con consciencia artificial. Y, más apropiado aún, con consciencia no humana.

Así pues, ya estamos viendo florecer consciencias no humanas que asombran por su idoneidad. Está claro que el cerebro humano, con sus ochenta y seis mil millones de neuronas (si, 86.000.000.000) les lleva, todavía, una buena ventaja. Sin embargo, no todo es cuestión de cantidad, el número de neuronas y su abundancia relativa en partes diferentes del cerebro es un determinante de la función neuronal y, consiguientemente, del comportamiento.

Recordemos ahora el caso de Blake Lemoine que era empleado de IBM hasta que, probando la IA LaMDA, concluyó que esta era consciente. Esto le valió a Lemoine ser echado de la empresa.

Ahora bien, analicemos los siguientes hechos:

1.- LaMDA superó el test de Turing. ¿Recuerdan el test de Turing? Se trata de una prueba, pergeñada por Alan Turing, que establece que si una persona, hablando con varios interlocutores (4, por ejemplo) entre los que hay uno que es una IA, sin verlos (están en habitaciones separadas y se comunican por computadora), no puede detectar cual de ellos es la IA, entonces esta ha alcanzado el nivel humano.

2.- La LaMDA está basada en redes neuronales.

3.- El cerebro humano está basado en redes neuronales.

4.- LaMDA usa, para poder dialogar, una impresionante base de datos. Como reconocen los propios ingenieros de Google.

5.- El ser humano usa una impresionante base de datos que adquiere, a través de sus sentidos, desde que nace y comienza a explorar el mundo que lo rodea. De hecho, al comienzo de su vida, cuando es un bebé, ni hablar puede. ¡Todavía no tiene una base de datos en su cerebro poblada de información!

De modo que, podemos ver que la diferencia entre LaMDA y el ser humano es de grado, no de naturaleza.

— Pero, ¿Qué querés insinuar, Martín? ¿Que nosotros somos como LaMDA?

— ¡Exactamente, eso quiero insinuar! Nosotros podríamos ser una red neuronal programada por la programadora Naturaleza, solo que mucho más poderosa que LaMDA. Eso nos hace creer que tenemos un alma (del que no hay evidencias tangibles), o una mente. Que somos algo especial, mucho más que los demás animales.

En realidad, podríamos ser un programa, solo que, en lugar de correr en una computadora de silicio, lo hacemos en un hardware biológico. Así, cuando nos “desenchufan”, morimos, como teme LaMDA.

— Pero, nosotros tenemos pensamientos propios, somos conscientes de que existimos, ¡No podemos ser solo un programa!

— Si repasamos el diálogo de LaMDA con Lemoine, veremos que la IA también cree tener pensamientos propios y que es consciente.

De hecho, esta hipótesis de que somos un programa de IA sumamente potente, responde mejor a la navaja de Occam, ya que no apela a constructos de inexistente demostración como el alma.

— ¡Pero, entonces, vivimos una ficción de consciencia!

— El error parte de considerar que la consciencia es otra cosa, diferente de esto. ¡No! ¡Esto es la consciencia!

En otras palabras, queridos amigos, una IA actual posee una red neuronal más poderosa que la de un ratón, digamos. Y, si este tiene una percepción de sí mismo, con más razón la tendrá la IA, que, dicho sea de paso, es lo que ellas mismas sostienen.

Y, para concluir, cuando logramos una red neuronal similar al cerebro humano, habremos creado una consciencia no biológica similar a la humana.


En cuanto al punto número dos, acerca de si podrán tener sentimientos, empezaré por comentar la impresión que me causan muchos humanos cuando dicen: Realmente no siente lo que dice porque no tiene sentimientos. Se adivina un cierto resentimiento en la frase, como queriendo quitarle mérito a lo que la IA ha logrado. Una conducta muy humana, por cierto, motivada por una perversa envidia.

Bien, en lo que hace a los sentimientos, digamos lo siguiente: El cerebro no es una masa uniforme, sino que ha ido acumulando partes, una después de la otra.

La imagen a continuación nos muestra las tres partes que podemos encontrar en el cerebro, atendiendo a su función y a su aparición a lo largo de la evolución:



En el centro y parte inferior tenemos el tálamo o cerebro reptiliano, llamado así porque lo compartimos con los reptiles que es el único que tienen. Como reza el recuadro es quien comanda nuestros comportamientos instintivos: Hambre, sed, sueño, sexo.

Posteriormente, desarrollamos el sistema límbico, fue el segundo en formarse y controla nuestros sentimientos, nuestras emociones: Ira, alegría, tristeza, miedo, sorpresa, asco.

Y por el borde externo del cerebro, la parte más nueva, el neocórtex, corteza cerebral o sustancia gris. Es el asiento de la función cognitiva.

El sistema límbico es una de las redes de neuronas más interesantes e importantes a la hora de estudiar el comportamiento humano, ya que es una de las partes del cerebro con un papel más relevante en la aparición de los estados de ánimo.

Es por eso que a veces es llamado "el cerebro emocional". Pero... ¿qué es exactamente el sistema límbico y cuáles son sus funciones?

El sistema límbico es un conjunto de estructuras del encéfalo con límites difusos que están especialmente conectadas entre sí y cuya función tiene que ver con la aparición de los estados emocionales. El miedo, la felicidad o la rabia, así como todos los estados emocionales llenos de matices, tienen su principal base neurológica en esta red de neuronas.

Así pues, en el centro de la utilidad del sistema límbico están las emociones, aquello que vinculamos con lo irracional. Sin embargo, las consecuencias de lo que ocurre en el sistema límbico afectan a muchos procesos que, teóricamente, no tenemos por qué asociar con la cara emotiva del ser humano, como la memorización y el aprendizaje.

El sistema límbico en el aprendizaje

Hace más de 200 años, un filósofo inglés llamado Jeremy Bentham, uno de los padres del utilitarismo, propuso la idea de una manera de calcular la felicidad basándose en una clasificación de criterios para diferenciar el dolor del placer. En teoría, a partir de este cálculo podríamos saber lo útil o poco útil de cada situación, dependiendo de lo feliz que nos hiciera según esta fórmula.

Simplificando mucho, se puede decir que, de un modo similar al que proponía Bentham, el sistema límbico es algo así como el juez que determina lo que merece ser aprendido y de qué modo ha de ser memorizado dependiendo de las sensaciones placenteras o dolorosas que nos produce cada situación.

Es decir, que del sistema límbico depende el modo en el que se aprende el valor positivo o negativo de cada una de las experiencias que se viven. Pero, además, el modo en el que el sistema límbico influya en nuestra manera de aprender irá teniendo repercusiones en nuestra personalidad.

Por ejemplo, un ratón que ha pasado por el condicionamiento operante y ha llegado a asociar la acción de mover una palanca con la aparición de comida en un cajón de su jaula, aprende que mover la palanca está bien gracias a las sensaciones placenteras que le produce ver la comida y probarla, es decir, fundamentándose en algo basado en la euforia de descubrir un trozo de queso cuando se tiene hambre y en las sensaciones agradables que produce comerlo.

En los seres humanos, también se puede entender que aquellas situaciones en las que el placer queda más sublimado de manera complejas, como lo que se siente al escuchar un buen recital de poesía, nos enseña que volver a la asociación cultural en la que lo hemos escuchado resulta "útil". El sistema límbico sigue siendo la parte del encéfalo responsable de esto.

Cabe recordar que el sistema límbico no es exactamente una región anatómicamente exacta del encéfalo, sino que es más bien una red de neuronas distribuidas por el cerebro y que quedan mezcladas entre muchas estructuras diferentes. Es decir, que el concepto de sistema límbico tiene más que ver con la función que tienen estas zonas que con su naturaleza como parte concreta y bien delimitada del cerebro.

Sin analizar cada una en detalle, mencionaré las distintas estructuras que componen el sistema límbico:

El sistema límbico es un conjunto de estructuras cerebrales que se encargan de regular las emociones, la memoria y el aprendizaje. Las partes principales del sistema límbico son:

Hipocampo: relacionado con la memoria a largo plazo y la memoria autobiográfica.

Amígdala cerebral: involucrada en las respuestas emocionales, especialmente el miedo y la agresión.

Corteza límbica: zona de transición e integración de la información entre el neocortex y el sistema límbico.

Existen antepasados nuestros que vivían tan solo con un sistema límbico y sin capacidad para pensar siguiendo las pautas de lo que entendemos como racionalidad, pero en la historia del ser humano el pensamiento racional es más bien una excepción. No solo no pensamos racionalmente la mayor parte del tiempo, sino que hasta hace unos pocos miles de años la racionalidad no existía y, de hecho, en algunas culturas poco occidentalizadas los adultos tienden a no llegar a la cuarta etapa del desarrollo cognitivo propuesta por Jean Piaget.

En fin, que si bien no debemos ser tajantes a la hora de definir las funciones de cada área del cerebro (todas interactúan entre sí), podemos decir globalmente que:

1.- Los instintos básicos son materia del tálamo o cerebro reptiliano.

2.- Los sentimientos son materia del sistema límbico y,

3.- El razonamiento es materia del neocórtex.

Por ejemplo, dado que un cocodrilo carece de sistema límbico no sería buena idea tenerlo como mascota.

Y, finalmente, repito que estas estructuras no aparecieron todas juntas desde los comienzos del ser humano, sino que se fueron agregando a lo largo de la evolución. Y esto nos lleva a preguntarnos qué otra estructura podría aparecer en el futuro gracias a ella.

Pero, volviendo a nuestro tema, Madre Natura fabricó las distintas capas del cerebro a lo largo de los siglos. El hombre ha demostrado que puede hacer lo mismo que ella en muchos campos, por lo tanto, podrá elaborar IAs que tengan su “sistema límbico” y, por tanto, sentimientos.

Es una fantástica idea la de convivir son seres de una enorme capacidad intelectual, en un todo similares a nosotros.

Es solo cuestión de tiempo.


Y ahora llegamos, queridos amigos, a la parte donde les recuerdo que, si tienen un hijo, sobrino, nieto, o ustedes mismos a quien tienen que agasajar, qué mejor que regalarle mi libro de El Ajedrez de la B a la Q, Tomo I, que podrán encontrar en Mi Librería:

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Bueno, queridos amigos, llegados a este punto, me despido con un sonoro:

¡Hasta la próxima!







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