domingo, 3 de diciembre de 2023

Minitour por la historia de la Filosofía - Nota 2

Seguimos en este minitour explorando la Filosofía de la Grecia antigua, queridos amigos, aun cuando repitamos el pensamiento de algunos filósofos. Una segunda mirada siempre hace bien a la interpretación del pensamiento de estos titanes.

La Antigua Grecia es, sin lugar a dudas, el lugar privilegiado de la filosofía, marcando un antes y un después en la historia del pensamiento. Aquí emerge una nueva manera de razonar, acompañada por grandes filósofos griegos que aún son objeto de reflexión en la actualidad.

Aunque los más conocidos son Sócrates, Platón y Aristóteles, como ya hemos visto en la nota anterior, existieron muchos otros pensadores antes y después de ellos. En este artículo, queridos amigos, veremos un listado con los 19 filósofos de Grecia más importantes para la historia de esta disciplina. Abordaremos sus contribuciones y su manera de ver la realidad. ¡Vamos allá!

La vuelta a los filósofos griegos

Es posible que uno se pregunte por qué volvemos a Grecia siempre que hablamos de Filosofía.

Y es que una serie de sucesos preparó el terreno para que la filosofía emergiera. Uno de ellos es la adopción de la escritura y la adquisición de una mentalidad racional. Esto en contraposición a los relatos míticos que circulaban en su momento. De esta manera, surgió un nuevo modo de contemplar la realidad.

En este sentido, la siguiente lista de eruditos da cuenta de la nueva etapa que nace en la historia del pensamiento. Ella no solo es importante para la época en que surgió, sino también para nosotros mismos, herederos de la filosofía griega.

1. Tales de Mileto (624 a. C. – 546 a. C.)

El pensamiento de Tales de Mileto, a quien Aristóteles consideró como uno de los «primeros que filosofaron», se inscribe bajo la reflexión sobre la naturaleza. En ella este filósofo descubre un principio elemental que es causa de todo lo que existe. Los filósofos lo denominan como arché y en el caso de Tales dicho origen es la humedad o el agua.

Tales de Mileto decía que agua somos y de agua venimos, porque eso para él es la naturaleza misma, la fuente de todas las cosas, y el principio originador, el inicio del universo. Por aquel entonces creía que la Tierra era un disco plano que flotaba sobre el agua, y que el principio de todas las cosas era el agua (es decir, todo proviene del agua y, finalmente, todo vuelve al agua). Y, por lo tanto, creía que todo en el universo era solo una modificación del agua.

Un punto muy interesante de su reflexión es que no existe algo así como una naturaleza muerta o inerte; en cuanto ella existe es real y, por tanto, debe estar viva.

Su fuente de vida será la humedad. De esta manera, Tales introduce una novedad en el campo de la reflexión filosófica: la de poner en relación algo conocido con algo viviente o en movimiento. Filósofos posteriores interpretan esto como el ser humano existiendo en armonía con la naturaleza.

2. Anaximandro (610 a. C. – 546 a. C.)

Se cuenta que Anaximandro fue oyente de Tales y él también dio una respuesta a la pregunta sobre el principio de la realidad. Este filósofo sostuvo que el origen de la realidad es lo indefinido, en griego tó ápeiron. Esta indefinición tiene un aspecto material, ya que contiene los gérmenes de los elementos opuestos, es decir, caliente y frío, húmedo y seco, entre otros.

Dicha oposición se forma por fuera del principio que propone este pensador, generando así todo lo que existe. Tiempo después, Heráclito de Éfeso dirá que de estos opuestos surge la armonía. Sin embargo, Anaximandro fue el primero en darse cuenta de ello, debido a que consideraba que había un pasaje entre el equilibrio y el desequilibrio; ambos eran necesarios para volver a un estado de justicia.

Para Anaximandro pues, el principio de todo no es algo material, como si lo era para Tales; más bien es el infinito: de él se desprenden elementos como el calor, el frío, lo seco y lo húmedo y de la interacción de estos es que brota toda la naturaleza.

3. Parménides de Elea (515 a. C. – 470 a. C.)

Junto con Heráclito, Parménides es uno de los filósofos griegos más influyentes en la historia del pensamiento. En primer lugar, nos ofrece una nueva perspectiva para pensar y es la de preguntarnos por el ser de las cosas. En específico, la cuestión es divagar en torno al ser o no ser de la realidad.

Así, nos presenta dos caminos contrarios entre sí. Uno es la vía de la verdad, representado a través del ser, y el otro es la senda de la opinión, es decir, el no ser. De esta manera, aquel que desea sumergirse en las profundidades del conocimiento debe recorrer el camino del ser.

Por su parte, el segundo de ellos está formado por la ilusión que supone para nosotros las cosas sensibles u objetos. Esto se debe a que Parménides considera que la multiplicidad se opone al carácter único del ser.

De tal manera, este filósofo abre una nueva línea de pensamiento. En ella se privilegia la pregunta por la existencia de las cosas, es decir, no lo supone, como es el caso de los filósofos anteriores.

4. Heráclito de Éfeso (535 a. C. – 470 a. C.)

El pensamiento de Heráclito es divergente debido a las múltiples interpretaciones que sus fragmentos pueden ocasionar. Es uno de los filósofos griegos más reconocidos dentro de los presocráticos. Su reflexión lo lleva a postular que la naturaleza se encuentra estructurada según un logos o razón que ordena la totalidad del universo.

Dicho logos es común a todo lo que existe, por lo tanto, la tarea del sabio es descubrir esta estructura ordenadora. Heráclito considera que la razón del universo está compuesta por la unidad de los elementos opuestos. Esto se conoce como la armonía en los contrarios.

Heráclito utiliza la metáfora del río (­nunca te bañarás en el mismo río) para ilustrar la fugacidad y el cambio permanente de la realidad. Nunca te bañarás en el mismo río porque sus aguas ya no son las mismas (la siguiente vez), ni tu eres el mismo.

5. Anaxímenes (585 a. C. – 528 a. C.)

Seguidor de Anaximandro, Anaxímenes es otro de los filósofos griegos presocráticos que dio una respuesta sobre el principio de la realidad. Según él, el aire es el origen de todas las cosas.

Su propuesta filosófica es interesante porque a este elemento lo vincula con el alma. Él explica que el aire es el elemento vital del mundo, ya que sin este moriría, tal como cualquier persona fallecería sin él.

Podemos preguntarnos qué ocurre con los demás elementos. Anaxímenes propone que lo cálido, lo húmedo y lo seco derivan del elemento primordial, es decir, del aire. Yendo incluso un paso más allá, sostiene que los mismos se forman a partir de la condensación y la rarefacción del principio originario.

6. Jenófanes (570 a. C. – 478 a. C.)

Jenófanes no es de manera estricta un filósofo, más bien se dedicó a la poesía. Sin embargo, en varios de sus poemas se puede rastrear cierto contenido filosófico relacionado con la religiosidad de su época.

Este erudito fue un crítico de la religión y exhibe una propuesta revolucionaria para ese momento. Para él, existe un Dios unitario, que es el más grande de todos los hombres e incluso de los dioses mismos.

De este modo, fue considerado como el padre del monismo filosófico. Filósofos posteriores, como es el caso de Platón, redujeron su concepción religiosa de la siguiente manera: si dios es todo, y como dios es uno, todo es uno.

Asimismo, Jenófanes se encargó de delimitar los límites del conocimiento humano. En este sentido, sostuvo que los seres humanos no pueden conocer con certeza las cuestiones que conciernen a los dioses, solo pueden tener meras opiniones al respecto. Esto es muy similar a la propuesta de Platón, como veremos.

7. Anaxágoras (500 a. C. – 428 a. C.)

Anaxágoras entra también dentro de los filósofos presocráticos. Como dijimos, la reflexión de estos pensadores giró en torno al problema de la naturaleza y la razón que marca la regularidad del mundo que nos rodea. Además, era conocido en Atenas como un «experto del cielo». Esto se debe a que sus contemporáneos dicen que prestándole atención a la bóveda celeste pudo prever la caída de un meteorito.

Este hecho trajo como consecuencia que Anaxágoras considerara que los astros son piedras y no dioses. Por supuesto que fue exiliado por sus dichos, ya que no respetaba las creencias y tradiciones de los dioses. Otro concepto muy importante de este filósofo es el de noús o intelecto.

De acuerdo él, esta inteligencia era la causante del cambio y el devenir en el mundo. Anaxágoras miró a su alrededor y se dio cuenta de que no existe tal cosa como una realidad estática, sino que esta se encuentra en continuo movimiento.

8. Pitágoras (570 a. C. – 490 a. C.)

Pitágoras es uno de los filósofos griegos más importantes de la historia; inició el pitagorismo. Este movimiento filosófico sostuvo que el principio de todas las cosas se encontraba en los números. De ahí su relevancia para las matemáticas.

El hecho de que el origen de todo sean los números significa que la realidad puede explicarse a través de proporciones numéricas. Incluso, postularon su concepción de la armonía como aquella relación entre lo limitado y lo ilimitado.

Lo ilimitado se representa a través de los números pares, mientras que lo limitado se ilustra con los números impares. De la unión de ambos, surge la unidad. Por otro lado, sostuvieron una visión muy innovadora en relación con el alma humana, que luego Platón retomará con algunas modificaciones.

Según Pitágoras, el alma es inmortal y cuando alguien muere la misma pasa a otro ser humano. Así puede aproximarse de manera gradual hacia la sabiduría.

Se sabe que Pitágoras nació en Samos, probablemente en el año 569 antes de nuestra era. Aparentemente, era hijo de un mercader, al que acompañó en muchas de sus correrías. Se tiene constancia de que recibió una buena educación, la cual incluía poesía e interpretación de la lira.

Lo más probable es que sus dos grandes maestros hayan sido Tales de Mileto y Anaximandro, discípulo del primero. Parece que el propio Pitágoras los buscó para formarse con ellos cuando tenía entre 18 y 20 años. Quedó sumamente impresionado por sus conocimientos en matemáticas y cosmología. Tales le aconsejó ir a Egipto para profundizar en el mundo de los números.

Todo parece indicar que Pitágoras viajó durante varios años. Haciéndole caso a su maestro fue a Egipto, pero también a Fenicia, Babilonia, Arabia y quién sabe a cuántos lugares más. Al parecer, estuvo preso en Babilonia y allí entró en contacto con una secta de magos de la época.

No se sabe cómo fue liberado, pero sí que, luego de ello, viajó a Crotona, en el sur de Italia. Allí, dio inicio a su propia escuela que podría haber contado con más de 300 miembros en su mejor momento.

9. Empédocles (483/2 a. C. – 430 a. C.)

Empédocles es conocido por desarrollar una teoría sobre el origen del universo, partiendo de que el mismo es formado a partir de los cuatro elementos: agua, fuego, aire y tierra.

En un principio reinaban el bien y el orden. Luego el odio se interpuso generando diversificación y división en los seres. Es interesante que, en la explicación de este filósofo, el amor y el odio son dos fuerzas que generan unión o separación.

10. Protágoras (481 a. C. – 411 a. C.)

Protágoras fue un sofista griego y gran adversario de Sócrates y Platón. Estos últimos no estaban de acuerdo con las prácticas de enseñanza que mantenía, ya que las consideraban como interesadas. Sin embargo, su pensamiento tiene un profundo sentido filosófico.

En este orden de ideas, Protágoras sostiene que es imposible alcanzar una verdad absoluta y universal para todos los seres humanos. La causa de ello se encuentra en el constante cambio que sufre nuestro entorno.

Este relativismo subjetivista se encuentra representado en su célebre frase: «El hombre es la medida de todas las cosas». Con ella nos quiere demostrar que cada uno de nosotros estamos condicionados por la época en la que vivimos.

Esto quiere decir que lo que era verdad hace 100 años, puede que no lo siga siendo en la actualidad. Este postulado, entonces, es una crítica que el sofista hace contra todos aquellos que pretendían alcanzar verdades invariables y universales.

11. Sócrates (469 a. C. – 399 a. C.)

¿Habrá ser humano que no conozca a Sócrates? Es uno de los filósofos griegos más importantes de la historia. Nació en el año 469 a. C. en Atenas, donde vivió toda su vida hasta el año 399 a. C.

Su pensamiento fue muy revolucionario para la época, ya que marcó un antes y después en la reflexión filosófica. En primer lugar, convierte a la filosofía en una forma de vida y pone en el centro de su pensamiento al ser humano.

Por otra parte, se interesa en especial por el quehacer político de Atenas, en un momento histórico en que esta ciudad se encontraba en decadencia. Por lo tanto, la filosofía de Sócrates se preocupa en especial por la virtud del ser humano, para que sea un sujeto justo en el orden político.

Gracias a la biografía de Sócrates, hoy sabemos que su aspecto era motivo de burlas, ya que no era agraciado. Además, era muy austero, pues siempre llevaba la misma capa y su mesa era muy exigua. Mantenía una vida sencilla pero notable debido a su gran inteligencia. En particular, se volvieron célebres sus preguntas, siempre incisivas.

Sócrates resaltó por sus razonamientos y por la facilidad con que usaba las palabras en sus conversaciones. Filósofos como Jenofonte, Aristófanes y Platón lo describieron como un sabio apasionado por el diálogo.

Uno de sus principales aportes fueron el método del diálogo y la ética. Su filosofía enseña que la verdad está dentro de uno mismo. Por lo tanto, no hay que buscarla en el mundo, sino darle a luz a través del pensamiento, del cuestionamiento, de la filosofía.

Durante mucho tiempo, Sócrates solía caminar por Atenas, charlando con jóvenes y adultos, ya fueran ricos o trabajadores. Estas charlas eran parte de su forma especial de enseñar, llamada «mayéutica».

Sócrates decía que su técnica era como la labor de una comadrona, como lo fue su madre. Su objetivo era ayudar a la gente a «dar a luz» sus propias ideas y descubrir verdades que ya estaban en su mente. Lo hacía mediante preguntas y cuestionando las respuestas que le daban, para ver si lo que decían era real o solo una idea errónea.

En los escritos de Platón, vemos que Sócrates tenía un estilo particular al hablar. Empezaba elogiando a la persona con la que hablaba y se mostraba como alguien que no sabía nada. Luego, hacía preguntas hasta que la persona se diera cuenta de que en realidad no sabía mucho sobre el tema.

Para Sócrates, era importante que la gente se diera cuenta de su ignorancia. Decía que no puedes aprender si crees que ya lo sabes todo. El primer paso para ser sabio es admitir que no se sabe (sólo sé que nada sé). Una vez que la persona admitía esto, Sócrates usaba la mayéutica. Con más diálogo y preguntas, ayudaba a la persona a encontrar una respuesta clara.

Como ya hemos esbozado un poco, su método, la mayéutica, consistía en formular una pregunta tras otra, de modo que a través de las respuestas se fuera estableciendo un hilo discursivo coherente. Su capacidad para ahondar en cualquier tema con gran ingenio comenzó a darle fama y pronto se hizo célebre en Atenas, y llegaron a su lado muchos discípulos.

Lo que este filósofo hacía era cuestionar «las certezas». Sus seguidores lo amaban porque su método los hacía partícipes en la construcción del conocimiento y de las ideas. Su alumno más brillante fue Platón. De hecho, gracias a este último se recuperó buena parte del pensamiento socrático, ya que el padre de la filosofía nunca escribió.

El método socrático se puede dividir en dos grandes partes: la ironía socrática y la mayéutica como procedimiento. El primero, a su vez, se divide en dos:

La ironía:
Sócrates actuaba como si no supiera nada sobre el tema a discutir y preguntaba sobre ello con ironía. La ironía era una actitud que le permitía suspender sus saberes para escuchar y ayudar al interlocutor a ver sus propias verdades.

La refutación: mediante este recurso, Sócrates demostraba la ignorancia de la persona. Para ello exponía las contradicciones de las ideas y argumentos.

Después de la ironía y la refutación venía la mayéutica. Sócrates buscaba ayudar a la persona a dar a luz un nuevo conocimiento, luego de que ella se hubiera despojado de lo que sabía. Destruir para luego construir con base en una nueva verdad, esa era su ruta.

Este pensador rompió con la tradición filosófica que, hasta ese momento, solo se enfocaba en el cosmos y su origen. Por tanto, inauguró un giro en la historia de la filosofía griega —llamado período antropológico— al reflexionar sobre el ser humano y la ética.

Según Sócrates, nadie obra mal a sabiendas. Es decir, defendía que el hombre no puede hacer el bien si no lo conoce. Por ejemplo, aquel que engaña al prójimo ignora que los beneficios de la honestidad (confianza, honorabilidad, estima, etc.) son muy superiores a los que puede proporcionar el engaño (riquezas, poder, entre otros).

Asimismo, afirmaba que el ser humano aspira a la felicidad y que solo la conducta virtuosa es la que lo conduce a ella. Cabe destacar que, para este pensador, la virtud no es una cualidad innata, o que surge de manera espontánea en ciertos hombres. Al contrario, esta puede aprenderse mediante el razonamiento.

De esta forma, la sabiduría, la virtud y la felicidad son nociones inseparables en la filosofía socrática. Como vemos, el conocimiento está en el centro de las reflexiones éticas de Sócrates, y el primer paso para alcanzarlo es la aceptación de la propia ignorancia.

Así, surge con Sócrates un método que nos permite formular conceptos, desde el saber que poseemos hacia el fundamento de ese conocimiento. Esto seguirá desarrollándose a lo largo de toda la historia de la filosofía.

12. Leucipo (460 a. C. – 370 a. C.)

Poco se conoce sobre este filósofo, sin embargo, diversas fuentes revelan que fue discípulo de Parménides o Zenón de Elea. A su vez, fue maestro de Demócrito, uno de los representantes del atomismo. Los gérmenes de esta teoría se encuentran en el pensamiento de Leucipo, quien sostuvo que el universo estaba formado por átomos y vacío.

Leucipo reflexionó sobre cómo son generadas las cosas que nos rodean. En este sentido, consideraba que los objetos se producen por la unión de los átomos en el vacío. Cuando apreciamos la corrupción o la destrucción de los mismos se debe a que estas partículas se separan unas de otras en el vacío. Podemos pensar que aquí se encuentra los inicios de la física moderna, ¿verdad?

13. Demócrito de Abdera (460 a. C. – 370 a. C.)

Demócrito de Abdera es uno de los continuadores de la filosofía atomista iniciada con Leucipo. La novedad se encuentra en la herencia que recibe de los presocráticos y que supo sintetizar a la perfección. Así, Demócrito sostiene que el ser y el no ser son representados a través de los átomos y el vacío, respectivamente.

De esta manera, el fundamento de todo lo que existe está en los átomos, infinitos en cantidad. Además, ofrece un marco para pensar el cambio y la transformación de las cosas, a través de la noción de vacío. Por esto se considera que Demócrito ofrece una solución racional al problema del ser y el devenir.

14. Platón (427 a. C. – 347 a. C.)

Sin lugar a dudas, Platón es uno de los pensadores más influyentes de la filosofía. No solo por ser discípulo y continuador del pensamiento de Sócrates, sino por sus aportes a la disciplina. Ellos fueron determinantes para su desarrollo posterior.

Su contribución más importante fue su teoría de las ideas, a partir de la cual se despliega toda su filosofía. La misma sostiene que la realidad está dividida entre el mundo sensible y el mundo de las ideas. Esta última representa la verdad absoluta, y por tanto es fuente de verdadero conocimiento.

La realidad sensible solo puede ser una copia imperfecta de esta última y por eso solo pueden llegar a formularse meras opiniones sobre ella. Platón es uno de los primeros filósofos que expone de manera sistemática una doctrina filosófica. Luego, la misma será criticada o reformulada pero todavía en la actualidad es objeto de reflexión.

El mito de la caverna de Platón nos permitió entender de qué manera este filósofo percibía el mundo. Una relación entre lo físico y el mundo de las ideas que dan lugar a una realidad llena de luces y de sombras. Platón (428 a. de C.-347 a. de C.) usa esta figura alegórica para explicar la difícil tarea del filósofo de intentar guiar a las personas hacia el conocimiento verdadero, pues, de acuerdo con él, la gente puede llegar a sentirse cómoda en su ignorancia y a rechazar cualquier posible mirada emancipadora.

Podemos encontrar este texto en el libro VII de La República y se nos presenta a través de un diálogo en el cual Sócrates, maestro de Platón, conversa con uno de sus discípulos sobre la importancia del conocimiento y la educación en la forma en la que cada uno de nosotros percibe la realidad. Por una parte, tenemos la realidad tal cual es. Por otra, nos encontramos con una realidad ficcionada donde nuestras creencias e ilusiones toman protagonismo. Pero, antes de sumergirnos más en todo esto, ¿qué narra el mito de la caverna?

En el mito se nos presenta a unos hombres encadenados en lo más profundo de una caverna donde solo pueden ver una pared. Nunca, desde que nacieron, han podido salir y tampoco han podido mirar hacia atrás para saber el origen de las cadenas que les atan.

Sin embargo, a sus espaldas hay un muro y un poco más lejos una hoguera. Entre el muro y la hoguera hay hombres que portan objetos. Gracias a la hoguera, las sombras de los objetos son proyectadas sobre la pared y los hombres encadenados pueden verlas.

Los hombres sola habían visto lo mismo desde que nacieron, por lo que no tenían la necesidad, ni la curiosidad de darse la vuelta y comprobar qué era lo que reflejaban esas sombras. Pero esta era una realidad engañosa, artificial. Esas sombras los distraían de lo que era la verdad.

Sin embargo, uno de ellos se atrevió a girar y ver más allá. En un principio se sintió confuso y todo le molestaba, sobre todo esa luz que veía al fondo (la hoguera).

Entonces, empezó a desconfiar. ¿Había creído que las sombras eran lo único existente cuando no era así? Cada vez que avanzaba, sus dudas le tentaban con la posibilidad de regresar a sus sombras.

No obstante, con paciencia y esfuerzo siguió adelante. Acostumbrándose, poco a poco, a lo que ahora le resultaba tan desconocido. Sin dejarse vencer por la confusión ni entregarse a los caprichos del miedo, salió de la caverna.

Eso sí, cuando corrió hacia atrás para contárselo a sus compañeros, estos le recibieron con burlas e, incluso, violencia. Un menosprecio que reflejaba la incredulidad que sentían aquellos habitantes de la caverna por lo que el aventurero les contaba.

La Alegoría de la caverna tiene distintos planos de análisis en razón al punto de la historia en el que decidamos enfocarnos. Así, por un lado, el mito se refiere a la naturaleza humana y a nuestras propias limitaciones corporales para alcanzar la plenitud del conocimiento. El paso de la ignorancia al mundo de las ideas es posible solo si nos liberamos de nuestras ataduras perceptuales y buscamos el conocimiento a partir de la reflexión intelectual.

Por otra parte, si tomamos al sol como una metáfora del bien y del verdadero conocimiento y al preso liberado como representación de la figura del filósofo, podríamos ver en el mito la postura de Platón en cuanto a la importancia de la filosofía para guiar a las personas hacia el conocimiento y del lugar del filósofo como aquel que ha alcanzado un estadio superior y estaría en condición de mostrar a otros la verdad.

Así pues, los personajes son en realidad individuos que no tienen el conocimiento de las cosas y que son arrastrados por lo que dicen los demás y no se dejan guiar por la luz de la razón. El ascenso de los encadenados hacia la salida es la representación del largo camino que debe seguir el hombre: quitarse las cadenas, voltear el rostro y caminar cuesta arriba, hacia la salida, hacia el verdadero conocimiento, hacia la Verdad.

Finalmente, podemos hacer una interpretación desde el plano pedagógico, en cuanto el mito muestra cómo no solo es necesaria la presencia de un maestro que nos guíe, sino, sobre todo, la voluntad para buscar el conocimiento y el deseo individual de abandonar la ignorancia.

El preso que sale de la caverna debe adaptarse a la luz, o sea, a ver las cosas en su verdadera realidad. El hombre libre que ha desatado el yugo ficción y de la esclavitud debe regresar nuevamente a la caverna para llevar a la luz a los otros que se han quedado dentro de ella. Pero ¿para qué?, pues para que caminen hacia la razón y el conocimiento. Para romper las cadenas de los sujetos atrapados, el hombre libre (el filósofo) debe usar la dialéctica:

«[…]el método dialéctico es el único que marca, cancelando los supuestos, hasta el principio mismo, a fin de consolidarse allí. Y dicho método empuja poco a poco al ojo del alma, cuando está sumergido realmente en el fango de la ignorancia, y lo eleva a las alturas, utilizando como asistentes y auxiliares para esta conversión a las artes que hemos descrito» (Patón, 2011).

La dialéctica ayuda a los hombres a subir, pero también la necesidad de conocimiento que tienen en su alma y en su razón, ya que el camino de ascenso satisface este anhelo que algunos tienen por comprender la realidad de las cosas. Entonces, se puede decir, a modo de cierre, que hay personas encargadas de desencadenar a los demás y llevarlos a la luz, al conocimiento, para que vean las cosas en la realidad (Calva, 2013).

https://www.youtube.com/watch?v=PCJC1MNtryU&t=16s

15. Teofrasto (371 a. C. – 287 a. C.)

Teofrasto tiene un lugar destacado entre los filósofos griegos, ya que fue discípulo de Aristóteles, llegando incluso a compilar sus obras. Se ocupó de variados temas, no obstante, su contribución a la lógica fue muy importante. Tanto es así que es considerado como uno de los grandes lógicos de la época.

Esto se debe a que compuso un sistema lógico basado en ideas aristotélicas, sumado a sus propios descubrimientos. Asimismo, el concepto de noús o intelecto vuelve a aparecer en escena con él, pues este era considerado la parte superior y divina del ser humano.

16. Aristóteles (384 a. C. – 322 a. C.)

Aristóteles es uno de los filósofos griegos más importantes, culminando la triada de intelectuales griegos con Sócrates y Platón. Su pensamiento siguió la línea de este último en relación con el problema de los universales. Es decir, cómo podemos comprender el mundo que nos rodea de manera verdadera.

En este sentido, sugiere utilizar a la lógica como un instrumento que nos ayude a razonar correctamente. Junto con esto, su fin es llegar a consolidar definiciones o conceptos. Para ello, se aleja del dualismo platónico entre mundo inteligible y mundo sensible. En su lugar, Aristóteles nos propone que para lograr un conocimiento verdadero es necesario captar lo universal en lo individual.

Esto significa que en cada cosa presente del mundo que vivimos podemos aprehender lo general que en ello se esconde. De manera similar a Platón, desarrolló una ética-política cuyo bien principal es la ciudad.

No obstante, existen diferencias entre ambos filósofos. En este sentido, Aristóteles sostiene que para lograr la felicidad es necesario que el ser humano desarrolle sus capacidades en el seno de una ciudad.

La gran importancia de Aristóteles exigirá una nota más amplia en el futuro.

17. Epicuro (341 a. C. – 271 a. C.)

El pensamiento de este griego puede resumirse en utilizar la filosofía como medicamento de manera tal que aleje los males que afligen al ser humano. Ahora bien, ¿a qué males se refiere? Se trata de las opiniones que circulan en relación con la muerte, los dioses y el sufrimiento.

La propuesta filosófica de Epicuro es conocer la verdadera naturaleza de las cosas y aplicar estos mismos saberes a nuestra vida diaria. Sobre los dioses, este filósofo sostiene que los mismos en realidad no están tan interesados en los asuntos humanos como creemos. Por eso no debemos temerles, porque tienen poca incidencia en los asuntos mundanos.

Del mismo modo, no debemos temerle a la muerte, puesto que mientras estamos vivos no podemos sentirla. El filósofo nos invita a reconocer nuestra condición mortal. Así podremos vivir de manera plena, sabiendo que en algún momento nuestra vida tendrá un fin.

18. Zenón de Citio (334 a. C. – 262 a. C.)

A Zenón de Citio se lo conoce por ser uno de los filósofos griegos de la época helenística. El mismo fue iniciador de la escuela filosófica conocida como estoicismo. Su nombre se debe a que Zenón se reunía con sus seguidores frente a los pórticos del ágora de Atenas (stoa poikilê). Allí, la primera generación de filósofos estoicos se congregaba y daba sus conferencias. Fue la escuela más importante del periodo helenístico, y su popularidad se mantuvo también durante la época romana.

En cuanto a su pensamiento, se puede sintetizar bajo la sentencia «vivir según la naturaleza». La filosofía iniciada por este sabio es más bien práctica y un concepto que lo ilustra muy bien es el de áskesis. La misma significa afinar algo mediante una práctica. Y, en este sentido, el ejercicio que los estoicos proponían era vivir conforme a la naturaleza.

Ahora bien, ¿qué significa esto? Zenón y el estoicismo en general, nos quieren decir que debemos tomar consciencia del estado natural del ser humano. Así, debemos adecuar nuestras conductas a pautas que no pongan en peligro ese estado natural.

19. Diógenes Laercio (180 d. C.- 240 d. C.)

Diógenes Laercio fue un historiador. Merece estar dentro de la categoría de filósofos griegos debido a la importancia que su figura representa. Él es nombrado por muchos estudiosos de la filosofía porque reconstruyó en un libro gran parte del conocimiento antiguo.

En este sentido, la obra mediante la cual se hizo conocido Diógenes Laercio fue Vidas y opiniones sobre los filósofos, en la cual sostiene una gran tesis sobre el origen de la filosofía. Además, expone que la misma es y debe ser de origen griego, lugar en el que incluso sitúa el inicio de la especie humana.

Importancia de los filósofos griegos

Volver a los filósofos griegos es muy importante, no solo porque, como hemos dicho, existe un común acuerdo en situar el inicio de la filosofía en Grecia, sino porque estos pensadores marcaron la agenda del porvenir filosófico. Es decir, fueron el punto de partida alrededor de los cuales comenzó a motorizarse la historia del pensamiento.

En sus inicios, los filósofos presocráticos nos proporcionaron fundamentos racionales para explicar el origen del universo. Más aún, fueron los primeros en darse cuenta de que vivimos en un mundo en constante cambio. Ante ello, cada uno dio una respuesta distinta para explicar este fenómeno.

De esta manera, los siglos siguientes fueron discusiones sobre lo ya dicho y nuevas maneras de dar respuesta a los fenómenos con los que se encontraban. Así, la historia de la Filosofía se caracteriza por este diálogo atemporal. Todavía hoy seguimos debatiendo con estos filósofos más influyentes de la historia.

Bien, es todo por ahora. Sin embargo, me queda mencionarles que esta nota la he construido en base a los trabajos de Cristina Roda Rivera, Gema Sánchez Cuevas, Raquel Lemos Rodríguez y Jennifer Rojas, publicados en La mente es maravillosa.

Ahora sí, ¡Hasta la próxima!


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