Comencemos esta nota, queridos amigos, por definir los conceptos que figuran en su título:
Microbiota intestinal: es el conjunto de microorganismos que habitan en nuestros intestinos. Se calcula que suponen alrededor de dos kilos de nuestro peso y son fundamentales por todas las labores que desarrollan en nuestro organismo. También se lo denomina microbioma intestinal.
El intestino del ser humano contiene una combinación de bacterias buenas y bacterias malas, que se encuentran generalmente en equilibrio. Cuando las bacterias malas aumentan en número por sobre las buenas, alterando el equilibrio de la microbiota, es cuando aparecen enfermedades. Es por esto que mantener el equilibrio es indispensable.
Probióticos: Los probióticos son microorganismos vivos que, cuando se administran en cantidades adecuadas, proporcionan beneficios a la salud del individuo. Su consumo es una alternativa saludable para contribuir con el equilibrio de la flora intestinal.
Prebióticos: Los prebióticos son sustancias que favorecen el crecimiento de bacterias útiles para el organismo y, además, les permiten, a estas últimas, ejercer más eficazmente sus funciones beneficiosas sobre la salud del hospedador.
Pues bien, cada vez más personas sufren de obesidad, de diabetes, de accidentes cardiovasculares, de enfermedades autoinmunitarias, de ansiedad o de depresión, por ejemplo. Cada vez hay más personas desesperadas por largas y pesadas digestiones, malviviendo con acidez, reflujo, hinchazón, gases o estreñimiento, sin olvidar que cada vez es más frecuente encontrarnos a chicos con asma, alergias o dermatitis.
Todas estas patologías tienen un nexo en común: la alteración de la microbiota intestinal. Se sabe, por ejemplo, que la microbiota está muy implicada en el control del peso, en la prevención de enfermedades cardiovasculares, de la diabetes o en el cáncer. Además, destaca por su implicación en el sistema nervioso, ya que estos microorganismos son capaces de controlar nuestro comportamiento.
Ahora bien, que la microbiota tenga que ver con la
obesidad y la diabetes, suena muy lógico. Que también tenga que ver con
patologías cardiovasculares ya no se ve tan claro. Y, por último, que tenga que
ver con nuestro comportamiento, ya directamente no se ve.
¡Y, sin embargo, es así, estimados amigos!
Por ejemplo, los niños con autismo parecen tener
una gama y un volumen de bacterias intestinales distintivo y poco desarrollado
que no está relacionado con su dieta, según un pequeño estudio publicado en
línea en la revista 'Gut',
Tienen un número significativamente menor de
bacterias relacionadas con la actividad de los neurotransmisores y presentan 5
especies de bacterias que no suelen encontrarse en los intestinos de los niños
que no padecen la enfermedad, lo que sugiere que puede haber un perfil
microbiano característico del autismo, que podría allanar el camino para un
tratamiento temprano.
Aparte de los factores genéticos, se ha sugerido
entonces que el microbioma intestinal puede desempeñar un papel en los
trastornos del espectro autista. Y las pruebas sugieren que la vía entre las
bacterias intestinales y el sistema nervioso central, denominada eje
intestino-cerebro, tiene un profundo efecto en los comportamientos sociales.
Diagnosticar el trastorno del espectro autista
puede ser difícil, ya que no existe una prueba médica definitiva y el
diagnóstico se basa en la evaluación del médico. Para ello, se hizo un estudio
buscando comprobar si los niños de 3 a 6 años con autismo albergaban un
microbioma que difiriera significativamente del de los niños con un desarrollo normal,
lo que podría servir para facilitar un tratamiento temprano.
Compararon la variedad, el volumen y las funciones
asociadas de las bacterias en las muestras de heces de 128 niños, 64 de los
cuales padecían el trastorno del espectro autista y otros 64, no. Los factores
que se asociaron con mayor fuerza e independencia a la composición del
microbioma en las muestras de heces fueron la edad, el autismo y el peso (IMC).
La dieta no fue un factor influyente.
Las muestras de heces de los niños con autismo
mostraban una mayor variedad de microbios que las de los niños de la misma edad
y peso que no padecían la enfermedad.
Y la composición del microbioma intestinal de los
niños con autismo difería sustancialmente de la de los niños sin la enfermedad.
Estas diferencias se confirmaron además en otro
grupo de 18 niños, 8 con autismo y 10 sin él. Además, las bacterias asociadas a
las actividades de los neurotransmisores se redujeron sustancialmente en los
niños con autismo.
Se trata de un estudio pequeño. No obstante, los
investigadores escriben: "Nuestro estudio muestra por primera vez que la
microbiota intestinal de los niños con autismo está anormalmente desarrollada en
comparación con la de sus compañeros de edad", señalan.
Y, como si esto fuera poco, encontramos que
también se ha hallado que hay bacterias intestinales vinculadas a la enfermedad
de Parkinson, lo que allana el camino para un futuro tratamiento.
Efectivamente, un nuevo
estudio ha encontrado que una especie de bacteria intestinal causa los
'aglomerados' destructivos de células nerviosas que son un sello distintivo de
la enfermedad de Parkinson. El descubrimiento abre la puerta al desarrollo
de tratamientos específicos para esta enfermedad debilitante.
Desde luego que
conocemos la enfermedad de Parkinson (EP). Se trata de un trastorno
neurodegenerativo incurable caracterizado por temblores, rigidez muscular,
dificultad para moverse y problemas de equilibrio y coordinación.
Se sabe que, cuando la
proteína alfa-sinucleína (alfa-syn), que se encuentra predominantemente en las
células nerviosas, se agrupa, forma los llamados cuerpos de Lewy. Y la
presencia de cuerpos alfa-syn/Lewy en el cerebro y en todo el sistema nervioso
es un sello distintivo de la EP. Pero, resulta que también se ha encontrado
alfa-syn agrupada en el intestino y se cree que un patógeno intestinal puede
causar la agregación, que luego viaja al cerebro.
En un esfuerzo por
comprender mejor qué causa la EP, los investigadores han examinado de cerca el
papel que podría desempeñar ciertas especies bacterianas en la EP.
Descubrieron que hay
ciertas bacterias más abundantes en personas con la enfermedad. También
encontraron que, en las personas con EP, tener más de estas bacterias se
correlacionó con la gravedad de los síntomas observados.
Agregación
de alfa-sinucleína (alfa-syn), vista aquí como la materia más oscura, en una
célula nerviosa
Estos hallazgos
hacen posible la detección de los portadores de estas bacterias dañinas. En
consecuencia, pueden ser objeto de medidas para eliminar estas cepas del
intestino, lo que podría aliviar y ralentizar los síntomas de los pacientes con
enfermedad de Parkinson.
Bien, estas
dos muestras de la importancia de la microbiota intestinal, de ninguna manera
agotan su espectro de acción que, desde hace unos años, se ha visto que alcanza
todas las áreas de la salud humana.
Ahora bien,
la pregunta es: Si los probióticos aportan bacterias benéficas para el
organismo, ¿dónde hallarlos y como incorporarlos?
Pues, hay
distintas fuentes que aportan los probióticos. Veamos algunas de ellas:
El kéfir (también, kefir, búlgaros, yogur búlgaro, leche kefirada; yogur
de pajaritos, en Chile) es un producto lácteo parecido al yogur
líquido, fermentado a través de la acción de un conjunto
de levaduras (hongos) y lactobacilos (bacterias). También reciben este
nombre los gránulos o nódulos utilizados para su producción.
Los gránulos o nódulos de kéfir tienen un aspecto
similar al de la coliflor pero son más blandos y gelatinosos. Estos
gránulos son una masa biótica que
combina bacterias probióticas, levaduras, lípidos y proteínas. Los principales
microorganismos que conforman este ecosistema microbiano presente en
el kéfir son la bacteria Lactobacillus acidophilus y la
levadura (hongo unicelular) Kluyveromyces marxianus, aunque la
composición de los microorganismos que componen el Kéfir varían según las
regiones y métodos de cultivo. A continuación, les entrego una
receta de cómo hacerlo:
https://www.youtube.com/watch?v=xxwPPDDX5uY
El té kombucha o
simplemente kombucha —también hongo manchú, hongo
de té u hongo chino— es una bebida
fermentada de sabor
ácido obtenida
a base de té endulzado fermentado por la acción de una colonia de aspecto gelatinoso
compuesta por varios microorganismos.
Estos hongos y bacterias completan un proceso de
fermentación compleja. Durante este proceso la colonia crece formando en la
superficie del líquido un cuerpo de aspecto gelatinoso. Para mantener la
colonia viva se debe añadir infusión recién preparada o trasladarla a un nuevo
recipiente con infusión azucarada fresca, de este modo la colonia puede durar
muchos años. También es posible reproducirla dividiéndola y separándola en
varios recipientes.
La composición de la colonia puede variar según la
forma de preparación y el tiempo de la fermentación. A continuación, una receta de cómo hacerla:
https://www.youtube.com/watch?v=r6j2hS22Ems
El kimchi; es un
plato coreano hecho a base de preparación
fermentada que
tiene como ingrediente básico la col asiática o repollo; también existen otras
recetas en las que se utilizan ingredientes como rábanos o pepinos, entre otros vegetales,
que son acompañados comúnmente de pimiento o chile rojo
molido, ajos, cebollas u otras
combinaciones de acuerdo a diferentes zonas geográficas de Corea.
Tiene un olor fuerte y característico, su sabor
es salado y picante, puede servirse
directamente, o ingrediente en guisos y sopas. A
continuación, una receta de cómo hacerlo:
https://www.youtube.com/watch?v=m79GEVJbWHc
El sauerkraut
o chucrut alemán, que también se confecciona a partir de repollo fermentado. A
continuación, una receta de cómo hacerlo:
https://www.youtube.com/watch?v=oF66TEoOTVs&t=93s
Bien
amigos, esto es todo por hoy. Espero que se decidan a aportar probióticos a sus
organismos de ustedes y que vivan una vida plena y saludable.
¡Hasta la
próxima!
¡¡¡BOLETÍN 161!!!
La dirección electrónica desde donde podrán bajar el nuevo número del Boletín de Novedades en la Ciencia y en la Tecnología, el 161.
https://www.dropbox.com/scl/fi/y32y22ipww6qxatl9tfdv/CyT-161.docx?dl=0&rlkey=rytnnwghv8jeywehisdbkgvh7
Recuerden que, la manera de operar es copiando el enlace y pegándolo en la ranura de direcciones, luego Enter.
El número 161 del Boletín trae artículos muy interesantes, como:
ANTROPOLOGÍA - El primer beso entre amantes
ARQUEOLOGÍA - Utilizo un robot para restaurar los frescos destrozados de Pompeya
ASTRONOMÍA - Comprar terrenos en la Luna y otros astros: Una mirada a la legalidad
COMPUTACIÓN - Idean un nuevo sistema de voto electrónico resistente a ataques informáticos
COMPUTACIÓN Y MEDICINA - Descubrimiento, mediante inteligencia artificial, de un medicamento contra una bacteria farmacorresistente
GENÉTICA - El genoma humano en mayor profundidad que nunca antes
...y muchos más. ¡Disfrútenlo y hasta la próxima!
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