domingo, 9 de abril de 2023

La lógica de la vida

Cada tanto, estimados amigos, aparece la noticia de que, el origen de la vida en la Tierra se debería a que el bombardeo de meteoritos, en su etapa inicial, habría aportado los elementos químicos necesarios para generarla.

Es curioso que, la tal especie no tenga en cuenta la posibilidad de que no haya sido necesario el aporte de los meteoritos.

Veamos:

El 9 de julio de 1921 nacía en Versalles Albert Ducrocq. Fue un científico cibernético, periodista y ensayista francés al que debemos, entre otras cosas, el "zorro electrónico", uno de los primeros dispositivos automáticos, una prefiguración de las actuales máquinas robóticas.

Albert Ducrocq fue muy conocido como periodista y escritor científico y por su talento como divulgador.

Albert Ducrocq

Escribió muchos libros y, también, muchos artículos, publicados en las revistas Espace & CivilizationAtomesSciences et Avenir y Air et Cosmos, así como en las páginas científicas del diario Le Figaro. Ducrocq murió el 22 de octubre de 2001 en París.

Pues bien, dentro de sus muchos libros, escribió uno, en 1956, titulado La lógica de la vida que, como se puede inferir del tal título, trataba del hecho de que la vida es un fenómeno fisicoquímico que, dadas las condiciones adecuadas, se producirá inevitablemente en cualquier lugar del Universo donde estas ocurran.

En las postrimerías de la década de 1960, tuve la oportunidad de leer La lógica de la vida y quedé sorprendido de la claridad conceptual de Ducrocq y del contenido del libro.

El punto de partida de Ducrocq era el experimento de Miller-Urey.

¿Y quienes eran Miller y Urey y en qué consistió su experimento?

Stanley Miller (1930-2007) fue un químico y biólogo considerado por el mundo científico como el padre de la química de los orígenes de la vida en la Tierra.

Gran parte de su fama se debe al famoso experimento que realizó junto a su mentor Harold Urey, experimento denominado como Miller-Urey.

  

Miller descubrió que, si existían las condiciones apropiadas, los compuestos orgánicos simples presentes en el planeta son capaces de crear vida. Este experimento, que le dio fama a nivel mundial, lo realizó cuando el científico nacido en los Estados Unidos solo tenía 23 años.

Parte de su trabajo también consistió en recrear la sopa primitiva, que es un concepto que creó el biólogo ruso Aleksandr Oparin. En total, Miller fue el autor de más de 60 obras científicas que fueron publicadas con el paso de los años.

Miller se matriculó en la Universidad de California, en Berkeley, para estudiar química. Completó su carrera y se graduó en 1951 cuando solo tenía 21 años. Después de eso se unió al programa de doctorado que ofrecían en Berkeley.

Pasó algún tiempo tratando de descubrir cuál era el tema que quería elegir para centrar su investigación. Fue así que, por esa época, asistió a una conferencia dictada por Harold Urey, un reconocido químico estadounidense y profesor universitario, quien además había sido galardonado con el Premio Nobel de Química en 1934.

En la conferencia, Urey expuso sus ideas sobre el origen del sistema solar. Habló también sobre las posibilidades que existían de que ocurriera la síntesis orgánica en ambientes reductores, como es el caso de la atmósfera.

Este encuentro y estos temas despertaron la curiosidad en Miller, quien se unió a Urey en 1952 para iniciar algunos trabajos de investigación.

Stanley Miller decidió en 1953 probar que tan viable era la hipótesis que planteó el químico ruso Aleksandr Oparin. Para ello tuvo la ayuda de su mentor, el químico Harold Urey. Entre ambos trabajaron para ver si la sopa primordial (metáfora sobre el origen de la vida) era capaz de producir algún producto bioquímico sencillo.

Urey al principio no estaba muy convencido de la línea de trabajo elegida por Miller. El profesor universitario quería que su alumno de posgrado se enfocara en otros temas, como en el talio en meteoritos.

Prevaleció la idea de Miller y realizaron juntos el que sería denominado más adelante como experimento Miller-Urey. El objetivo era lograr descubrir un experimento que permitiera formar las proteínas, ladrillos básicos de la vida. En el experimento, se usaron mezclas de gases como amoníaco, metano, el hidrógeno y el vapor del agua. Para Miller estos eran los elementos que muy probablemente habían estado presentes en la atmósfera primordial.

Una vez preparada la mezcla primigenia, nos cuenta Ducrocq que Miller y Urey la bombardearon con radiación ultravioleta, recordemos que en aquella atmósfera no había oxígeno y, por lo tanto, no había ozono. Así pues, la radiación ultravioleta del sol bombardeaba la Tierra sin freno. Además, dispararon en ella chispas eléctricas que simulaban los rayos de las tormentas y, por último, calor; el que emanaría de los volcanes.

¿Qué resultó de todo ello?

Obviamente, se produjeron reacciones químicas que dieron origen a nuevos compuestos. Pero, observa el francés, de los miles que se podían producir, una buena cantidad de ellos fueron aminoácidos.

¿Y qué importancia tiene que fueran aminoácidos?

Pues, que los tales aminoácidos son los ladrillos de los que están formadas las proteínas. Más aun, los aminoácidos tienen tendencia a formarlas, por lo que aparecieron proteínas.

Y nos hace ver Ducrocq que las proteínas tienen lo que él llama capacidad de sometimiento del medio, es decir, la propiedad de obligar al medio en el que se encuentran a formar nuevas proteínas.

Vemos pues que, las proteínas, compuestos básicos de los seres vivos, debían formarse inevitablemente en las condiciones reinantes en la Tierra primitiva. Y, lo que es más, deben formarse inevitablemente en cualquier lugar del Universo en el que reinen condiciones similares.

Así pues, estimados amigos, que la mentada hipótesis de que la vida en la Tierra fue aportada por los meteoritos que la bombardearon, si bien puede tener parte de verdad, no es necesaria para la aparición de la vida.

Además, es trasladar el problema un escalón más atrás pues, ¿De dónde sacaron los meteoritos los ladrillos de la vida?

Ahora bien, queridos amigos, como vemos, La lógica de la vida nos permite avanzar con paso firme sobre la incógnita de cómo se inició la vida en nuestro planeta y, más aún, nos permite sospechar que la vida debe ser un fenómeno harto frecuente en nuestro Universo. Y, si bien los bloques básicos sobre los que se edifica son los mismos, las formas que adopten los seres vivos que de ellos surjan puede ser muy diferente a nosotros. De hecho, la vida en la Tierra ha adoptado formas muy diferentes y podemos sospechar que así será en el resto de lugares donde aparezca.

Por último, me interesa destacar un punto en particular: Creo que la posteridad ha sido un poco mezquina con Ducrocq que ha demostrado una lógica y seriedad científica intachables. Su nombre no diría que ha sido olvidado, pero…

                              ¡¡¡NUEVO NÚMERO!!!

La dirección electrónica desde donde podrán bajar el nuevo número del Boletín de Novedades en la Ciencia y en la Tecnología, el 159.

https://www.dropbox.com/scl/fi/5xzaetncna50k66pzl1oj/CyT-159.docx?dl=0&rlkey=kvuww4lo71bzcnz062joalgnw

 Recuerden que, la manera de operar es copiando el enlace y pegándolo en la ranura de direcciones, luego Enter.

El número 159 del Boletín trae artículos muy interesantes, como:

ARQUITECTURA - Impresionante pabellón en espiral para exhibir la experiencia checa en vidrio

BEBIDAS - Monjes alemanes crean la primera cerveza en polvo del mundo

BIOLOGÍA - Células madre humanas utilizadas para crear un nuevo tipo de implante neural biohíbrido

BIOLOGÍA - La técnica del bebé con tres padres podría crear bebés con riesgo de enfermedad grave

BIOLOGÍA - Predicen que los humanos conseguirán la inmortalidad en 8 años

INTELIGENCIA ARTIFICIAL - GPT-5 asusta: La IA podría superar este mismo año a los humanos

...y muchos más. ¡Disfrútenlo y hasta la próxima!


 

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