Cada tanto, estimados
amigos, aparece la noticia de que, el origen de la vida en la Tierra se debería
a que el bombardeo de meteoritos, en su etapa inicial, habría aportado los
elementos químicos necesarios para generarla.
Es curioso que, la tal especie
no tenga en cuenta la posibilidad de que no haya sido necesario el aporte de
los meteoritos.
Veamos:
El 9 de julio de 1921 nacía
en Versalles Albert Ducrocq. Fue un científico cibernético, periodista y ensayista
francés al que debemos, entre otras cosas, el "zorro
electrónico", uno de los primeros dispositivos automáticos, una
prefiguración de las actuales máquinas robóticas.
Albert Ducrocq fue muy conocido como periodista y
escritor científico y por su talento como divulgador.
Escribió muchos libros y, también, muchos artículos, publicados en las revistas Espace & Civilization, Atomes, Sciences et Avenir y Air et Cosmos, así como en las páginas científicas del diario Le Figaro. Ducrocq murió el 22 de octubre de 2001 en París.
Pues bien, dentro de sus muchos libros, escribió
uno, en 1956, titulado La lógica de la vida que, como se puede inferir
del tal título, trataba del hecho de que la vida es un fenómeno fisicoquímico
que, dadas las condiciones adecuadas, se producirá inevitablemente en cualquier
lugar del Universo donde estas ocurran.
En las postrimerías de la década de 1960, tuve la
oportunidad de leer La lógica de la vida y quedé sorprendido de la
claridad conceptual de Ducrocq y del contenido del libro.
El punto de partida de Ducrocq era el experimento
de Miller-Urey.
¿Y quienes eran Miller y Urey y en qué consistió
su experimento?
Stanley Miller (1930-2007) fue un químico y
biólogo considerado por el mundo científico como el padre de la química de los
orígenes de la vida en la Tierra.
Gran parte de su fama se debe al famoso experimento que realizó junto a su mentor Harold Urey, experimento denominado como Miller-Urey.
Miller descubrió que, si existían las condiciones apropiadas, los compuestos orgánicos simples presentes en el planeta son capaces de crear vida. Este experimento, que le dio fama a nivel mundial, lo realizó cuando el científico nacido en los Estados Unidos solo tenía 23 años.
Parte de su trabajo
también consistió en recrear la sopa primitiva, que es un concepto que creó el
biólogo ruso Aleksandr Oparin. En total, Miller fue el autor de más de 60
obras científicas que fueron publicadas con el paso de los años.
Miller se matriculó en
la Universidad de California, en Berkeley, para estudiar química. Completó su
carrera y se graduó en 1951 cuando solo tenía 21 años. Después de eso se unió
al programa de doctorado que ofrecían en Berkeley.
Pasó algún tiempo
tratando de descubrir cuál era el tema que quería elegir para centrar su
investigación. Fue así que, por esa época, asistió a una conferencia dictada
por Harold Urey, un reconocido químico estadounidense y profesor universitario,
quien además había sido galardonado con el Premio Nobel de Química en 1934.
En la conferencia, Urey
expuso sus ideas sobre el origen del sistema solar. Habló también sobre
las posibilidades que existían de que ocurriera la síntesis orgánica en
ambientes reductores, como es el caso de la atmósfera.
Este encuentro y estos
temas despertaron la curiosidad en Miller, quien se unió a Urey en 1952 para
iniciar algunos trabajos de investigación.
Stanley Miller decidió
en 1953 probar que tan viable era la hipótesis que planteó el químico ruso
Aleksandr Oparin. Para ello tuvo la ayuda de su mentor, el químico Harold Urey.
Entre ambos trabajaron para ver si la sopa primordial (metáfora sobre el origen
de la vida) era capaz de producir algún producto bioquímico sencillo.
Urey al principio no
estaba muy convencido de la línea de trabajo elegida por Miller. El profesor
universitario quería que su alumno de posgrado se enfocara en otros temas, como
en el talio en meteoritos.
Prevaleció la idea de
Miller y realizaron juntos el que sería denominado más adelante como
experimento Miller-Urey. El objetivo era lograr descubrir un experimento que
permitiera formar las proteínas, ladrillos básicos de la vida. En el
experimento, se usaron mezclas de gases como amoníaco, metano, el hidrógeno y
el vapor del agua. Para Miller estos eran los elementos que muy probablemente
habían estado presentes en la atmósfera primordial.
Una vez preparada la
mezcla primigenia, nos cuenta Ducrocq que Miller y Urey la bombardearon con
radiación ultravioleta, recordemos que en aquella atmósfera no había oxígeno y,
por lo tanto, no había ozono. Así pues, la radiación ultravioleta del sol
bombardeaba la Tierra sin freno. Además, dispararon en ella chispas eléctricas
que simulaban los rayos de las tormentas y, por último, calor; el que emanaría
de los volcanes.
¿Qué resultó de todo
ello?
Obviamente, se
produjeron reacciones químicas que dieron origen a nuevos compuestos. Pero,
observa el francés, de los miles que se podían producir, una buena cantidad de
ellos fueron aminoácidos.
¿Y qué importancia
tiene que fueran aminoácidos?
Pues, que los tales
aminoácidos son los ladrillos de los que están formadas las proteínas. Más aun,
los aminoácidos tienen tendencia a formarlas, por lo que aparecieron proteínas.
Y nos hace ver Ducrocq
que las proteínas tienen lo que él llama capacidad de sometimiento del medio,
es decir, la propiedad de obligar al medio en el que se encuentran a formar
nuevas proteínas.
Vemos pues que, las
proteínas, compuestos básicos de los seres vivos, debían formarse
inevitablemente en las condiciones reinantes en la Tierra primitiva. Y, lo que
es más, deben formarse inevitablemente en cualquier lugar del Universo en el
que reinen condiciones similares.
Así pues, estimados
amigos, que la mentada hipótesis de que la vida en la Tierra fue aportada por
los meteoritos que la bombardearon, si bien puede tener parte de verdad, no es
necesaria para la aparición de la vida.
Además, es trasladar el
problema un escalón más atrás pues, ¿De dónde sacaron los meteoritos los ladrillos
de la vida?
Ahora bien, queridos
amigos, como vemos, La lógica de la vida nos permite avanzar con paso
firme sobre la incógnita de cómo se inició la vida en nuestro planeta y, más
aún, nos permite sospechar que la vida debe ser un fenómeno harto frecuente en
nuestro Universo. Y, si bien los bloques básicos sobre los que se edifica son
los mismos, las formas que adopten los seres vivos que de ellos surjan puede
ser muy diferente a nosotros. De hecho, la vida en la Tierra ha adoptado formas
muy diferentes y podemos sospechar que así será en el resto de lugares donde
aparezca.
Por último, me interesa
destacar un punto en particular: Creo que la posteridad ha sido un poco
mezquina con Ducrocq que ha demostrado una lógica y seriedad científica
intachables. Su nombre no diría que ha sido olvidado, pero…
La dirección electrónica desde donde podrán bajar el nuevo número del Boletín de Novedades en la Ciencia y en la Tecnología, el 159.
https://www.dropbox.com/scl/fi/5xzaetncna50k66pzl1oj/CyT-159.docx?dl=0&rlkey=kvuww4lo71bzcnz062joalgnw
Recuerden que, la manera de operar es copiando el enlace y pegándolo en la ranura de direcciones, luego Enter.
El número 159 del Boletín trae artículos muy interesantes, como:
BEBIDAS - Monjes alemanes crean la primera cerveza en polvo del mundo
BIOLOGÍA - Células madre humanas utilizadas para crear un nuevo tipo de implante neural biohíbrido
BIOLOGÍA - Predicen que los humanos conseguirán la inmortalidad en 8 años
INTELIGENCIA ARTIFICIAL - GPT-5 asusta: La IA podría superar este mismo año a los humanos
...y muchos más. ¡Disfrútenlo y hasta la próxima!
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