domingo, 24 de julio de 2022

El pueblo contra Gregorio IX, Papa.

   ¡De pie, señores!

Se abre el juicio del pueblo contra Gregorio IX, Papa, por presunta contribución al desarrollo y esparcimiento de la Peste Negra en la Europa del siglo XIV. Preside la jueza Historia.

(Entra la jueza y toma asiento)

¡Pueden sentarse!

Jueza Historia: Señores abogados, ¿Listos para presentar sus alegatos?

Fiscal: Si, su señoría.

Defensor: Si, su señoría.

Jueza Historia: Proceda entonces, señor fiscal.

 

Fiscal: ¡Gracias, su señoría! Bien, el 13 de junio de 1233, señores del jurado, el Papa Gregorio IX alumbró la primera bula de su papado: La Vox in Rama. La bula surgió en respuesta a los informes de cultos satánicos en Alemania por parte del gran inquisidor de la zona, Conrado de Marburg. Vox, o “Voz en Rama”, en honor a la ciudad de Ramah en la antigua Judá, exhortó a los arzobispos Mainz y Hildesheim a que prestaran todo su apoyo a Conrado en sus esfuerzos por erradicar el culto y sus adherentes. Sin embargo, también fue una legislación notable en otro sentido, ya que Vox fue la primera bula papal en asociar el gato con la brujería.

Como lo escuchan, señores del jurado, la Vox describió los rituales depravados del culto satánico en detalle, retratando al diablo adorado por las brujas como una figura sombría mitad gato y mitad hombre. Esto acarreó un efecto a largo plazo que fue remodelar la visión del gato en la sociedad europea en general, transformándolo de un animal sagrado pagano en un agente del infierno.

Una bruja y su gato. Cuentos extraños, Vol 36. Dominio público. Wikimedia Commons

Desde Bastet, diosa egipcia de la armonía, representada como un gato o bien, una mujer con cabeza de gato, hasta Freya, diosa nórdica cuyo carruaje es empujado por felinos domésticos, durante la Antigüedad la humanidad encontró en el gato a un aliado poco común que, si bien no poseía características específicas como otros animales de trabajo domesticados previamente, su presencia y carácter depredador resultaba eficaz para ahuyentar a los roedores y otros animales pequeños que amenazaban con comer o contaminar las cosechas de granos.

Sin embargo, a partir del siglo XII la relación entre gatos y humanos cambió radicalmente. Con el cristianismo como pensamiento dominante, la noción de que todos los seres vivos estaban creados por y para servir a Dios y que podían ser utilizados por el hombre era ampliamente aceptada; sin embargo, los felinos no entraban en tal definición: Se trata de animales semisalvajes que mantienen un carácter independiente. No están dispuestos a seguir órdenes ni cuentan con la zalamería típica de los perros, el ejemplo de animal doméstico por antonomasia.

Esta naturaleza, definida como altiva y desinteresada llevó a generar serias dudas sobre su comportamiento, en especial cuando el sistema moral de la época, modelado por el cristianismo, exigía ascetismo y obediencia, mientras las relaciones económicas feudales, con base en el vasallaje, se basaban en el servilismo y la lealtad de los siervos hacia los señores feudales. El temperamento propio de los gatos fue interpretado a partir de estos principios y sumó a la visión que más tarde habría de convertirse en una catástrofe para su población: «Esto provocó una especie de tensión conceptual. Si bien el gato posee las características de un buen cazador, es útil, “pero, permanece domesticado de manera incompleta”. Los herejes también –en un sentido metafórico– no están completamente domesticados, ya que desafían el pensamiento ortodoxo y vagando libremente aquí y allá en su interpretación de las creencias religiosas, asemejándose a la definición de salvajismo incluida en los bestiarios. Simbólicamente, los gatos podrían ser el animal herético por excelencia».

Expulsados de conventos y monasterios donde antes eran bien recibidos, expulsados de los centros urbanos, en especial si eran negros, los gatos comenzaron a aparecer frente a los ojos del europeo medieval como intrusos, seres no deseados que representaban herejía y desobediencia –la misma que dentro de la fe cristiana, pretende el diablo para alejarse de las enseñanzas de Dios–. La bula papal de Gregorio IX, señores del jurado, marcó oficialmente el inicio de la caza de gatos. En palabras de Abigail Tucker en su investigación sobre la domesticación e historia felina:

«En 1223, el papa Gregorio IX escribió Vox in rama, una bula papal que describe orgías de brujas confraternizando con Lucifer disfrazado de gato negro. Aunque el documento también implicaba ranas y patos, un prejuicio antifelino barrió Europa y un incontable número de gatos fueron posteriormente cazados y ejecutados bajo sospecha de brujería».

El beso obsceno, grabado en madera de la edición de 1608 del Compendium Maleficarum. Dominio público. Wikimedia Commons

Esta idea fue replicada por distintas autoridades eclesiásticas en las décadas posteriores, hasta implantarse en el imaginario colectivo y dar forma a una persecución constante contra los felinos domésticos, al menos en los dos siglos subsecuentes. A modo de ejemplo, Guillermo de Auvernia, Obispo de París en 1230 no dudó en afirmar que «Lucifer puede aparecer ante sus adoradores bajo la forma de un gran gato negro…»,

Nadie puede decir con certeza cuántos gatos fueron asesinados por la asociación que hizo Vox in Rama entre ellos y la brujería. Sin embargo, el historiador Donald Engel cree que Vox actuó como una sentencia de muerte para el gato. De hecho, la creencia de que torturar o matar gatos podía romper hechizos continuó en el norte de Europa. El Fastelavn de Dinamarca que se llevó a cabo al comienzo de la Cuaresma se basó en la premisa de que para que comenzara la primavera, el mal tenía que ser desterrado. Ese mal llegó a ser pulcramente personificado en forma de gatos negros que fueron golpeados hasta la muerte para purgar la nueva temporada de malos espíritus.

En otras partes de Europa, el legado de la matanza de gatos se convirtió en prácticas populares. La quema de gatos se convirtió en un pasatiempo medieval favorito en Francia, donde los gatos eran suspendidos sobre el fuego en jaulas o rociados y prendidos fuego, incluso perseguidos en llamas por las calles por cazadores de gatos. En Ypres, Bélgica, era costumbre arrojar gatos desde el campanario de las iglesias locales y luego prenderles fuego durante el festival de los gatos o Kattenstoet. Esta práctica cruel continuó hasta 1817, aunque el Kattenstoet continúa hasta el día de hoy, involucrando gatos disecados en su lugar.

Si bien no hay evidencia de que los gatos en la Inglaterra medieval fueran perseguidos, sus habilidades para cazar ratones fueron comparadas con la habilidad del diablo para atrapar almas. Así, el comerciante del siglo XV William Caxton comentaba que “el diablo juega a menudo con el pecador, como el gato lo hace con el ratón”.

Como pueden ver, señores miembros del jurado, esta demonización condujo a la persecución violenta y generalizada de los gatos, los negros en particular. Y esta persecución fue tan salvaje que algunos eruditos creen que para el año 1300, el número de gatos en Europa se había reducido lo suficiente como para evitar que mataran ratas y ratones de manera eficiente, permitiendo así que se propagara la peste bubónica, ya que, una vez que los felinos fueron ahuyentados, sucedió la proliferación de su inmediato inferior en la cadena alimenticia: La rata negra, especie que a su vez carga consigo la pulga, vector natural de transmisión de la Peste Negra hacia los humanos, la Yersinia pestis, la pandemia cuyo primer brote surgió un siglo después de la bula papal de Gregorio IX (1346) y acabó con algo más de 50 millones de personas en todo el mundo medieval.

Queda claro, entonces, señores del jurado, que el descenso de la población felina influyó poderosamente en la proliferación de la Peste Negra, la mortal enfermedad que cambió la forma de concebir el mundo durante el Medioevo.

Por este motivo, los exhorto a emitir el veredicto de culpabilidad para este procesado.

¡He dicho, su señoría!

 

Jueza Historia: Bien, tiene la palabra el abogado defensor.

 

Defensor: ¿El papa Gregorio IX mandó masacrar gatos y por eso sucedió la peste? ¡Ja, permítanme que ría, señores del jurado! Muchos sitios web posmodernistas que alardean de tener un “conocimiento histórico” solo realizan una desinformación y difamación contra la Iglesia, siempre apelando al sentimentalismo. En esta ocasión vamos a derribar ese mito de “La iglesia persiguió a los gatos y por eso sucedió la pandemia de la peste” y mostrar por qué está lleno de anacronismos, conjeturas y mucha imaginación.

1.- Mito número uno: “La peste se extendió por Europa ya que no había gatos” creo que cualquier persona seria, fuera de sentimentalismos y con un poco de conocimiento histórico, tiene la suficiente capacidad intelectual para no comprar esta idea errónea de que “La peste se expandió porque no había gatos” y esta idea es errónea por el hecho de que la peste fue usada como arma biológica por los tártaros en su asedio militar a Kaffa. En 1348 y 1349 el notario genovés Gabriele de Mussi relataba como los tártaros usaban los cadáveres de su gente que fue infectada y como los arrojaban sobre la ciudad, también como infectaban los canales y los arrojaban al mar. Fueron los tártaros quienes primeramente propagaron la infección usando los cadáveres de sus propios soldados para infectar a los italianos, también cabe mencionar que la mayoría de las personas no morían por picadura de pulga, esto es ridículo, sino que la enfermedad de transmitía por medio del aire infectado por la tos y los estornudos de las personas que poseían la enfermedad, si bien es cierto que las pulgas eran portadoras de la enfermedad, solo una minoría de personas fue infectada por estos parásitos, en conclusión: Aquí derribamos una parte del mito, el cual consiste en creer que las ratas no eran depredadas por los gatos y por ende sus pulgas “propagaban la enfermedad”.

2.- En el punto número dos veremos las entrañas del mito y nos vamos a dirigir exactamente a los tiempos del Papa Gregorio IX pero… ¿Qué fue lo que él hizo? El papa Gregorio IX redactó una bula papal en contra de una secta localizada en Marburgo, su bula Vox in Rama menciona cómo la secta de Marburgo, en su ritual de iniciación, utilizaban un sapo sobre la persona iniciada, también se utilizaban patos o gansos, luego un hombre buscaría que el iniciado se olvidara de su fe católica, posteriormente se incluyó un gato, el cual debía caminar hacia atrás con la cola erguida para que el iniciado y el líder le besaran el ano, para posteriormente completar el ritual e iniciar una orgía donde serían visitados por alguien descrito como mitad humano y mitad gato.

Como podemos observar en lo ya mencionado, no hay ninguna mención donde el papa Gregorio IX mande a exterminar gatos, tampoco existe ningún tipo de evidencia arqueológica de una “masacre de gatos” durante la peste negra. También cabe mencionar que la localización y el año de ambos sucesos, vox in rama y la peste negra, no tienen ningún tipo de relación; en el caso de vox in rama era una bula papal dirigida a una localidad de Alemania en específico y era para el inquisidor Conrad von Marburg el cual tenía la tarea de cerrarle el paso a las herejías albigenses, todo esto sucedió en el año 1233. Mientras que la peste negra llegó a Europa por África, como ya he dicho, de Etiopía, ciudad de Kaffa, la cual era un dominio italiano, la peste llegó por medio de una infección de las aguas y de la contaminación por medio de cadáveres al dominio italiano de Kaffa y estamos hablando del año 1348, por lo cual estamos hablando de 115 años después de la Bula papal, en otra parte del mundo y que no tiene ningún tipo de conexión con los gatos, recordemos que la enfermedad se esparció por el aire, no hay ningún tipo de evidencia que conecte a la bula Vox in rama con la peste negra, esto de nuevo es parte de la imaginación colectiva de internet.

Queda claro, entonces, señores del jurado, que, ni el Papa Gregorio ni su bula Vox in Rama pueden vincularse con la aparición y esparcimiento de la peste negra en Europa. Por este motivo, pido la absolución de mi defendido.

He dicho, su señoría.

 

Jueza Historia: Bien, señores del jurado, pueden retirarse a la sala de conferencias para emitir el veredicto.

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