Por Martín Nieva.
Estamos viviendo una época en la que, por primera vez en la historia del hombre, una nueva inteligencia, que amenaza superar la del homo predator[1], está haciendo su aparición sobre la faz del planeta. La hemos llamado Inteligencia Artificial (IA), para distinguirla de la nuestra que catalogamos de natural, dado que ha sido esculpida por la Madre Naturaleza.
Ahora bien, a medida que
se desarrolla, esta IA está comenzando a plantear serios interrogantes acerca
de cómo y cuál va a ser nuestro futuro cuando tengamos que convivir con seres
inteligentes no biológicos. De hecho, hoy en día (2021), la IA ocupa un lugar
importante en nuestras vidas y hay, por ejemplo, fábricas completamente
automatizadas donde todo es manejado por maquinaria robot provista de IA. Pero,
comencemos por el principio.
Los hechos
Consideremos la, así
llamada, Revolución Industrial o Primera Revolución Industrial. O sea, el
proceso de transformación económica, social y tecnológica que se inició en la
segunda mitad del siglo XVIII en Gran Bretaña, que se extendió unas décadas
después a gran parte de Europa occidental y América Anglosajona y que concluyó
entre 1820 y 1840. Durante este periodo se vivió el mayor conjunto de
transformaciones económicas, tecnológicas y sociales de la historia de la
humanidad desde el Neolítico hasta ese momento, que vio el paso desde una
economía rural basada fundamentalmente en la agricultura y el comercio a una
economía de carácter urbano, industrializada y mecanizada.
Por primera vez en la
Historia, desde el comienzo de la Revolución industrial hasta finales del siglo
XIX se introdujo la máquina en el proceso productivo, provocando la
industrialización en la que muchos obreros se vieron obligados a trabajar en
las industrias, pero con unos salarios muy bajos y unas condiciones precarias.
Había que aceptar estas condiciones porque la amenaza de tornarse inútil y
descartable pendía sobre sus cabezas. Las desigualdades sociales se tornaron
más acusadas y en las clases bajas comenzó a crecer el descontento.
Esto llevaría, a comienzos
del siglo XX, a una irritación permanente en el tejido social que se manifestó
en revueltas y revoluciones como, por ejemplo, la Revolución Rusa de 1917 que,
bajo el lema de lema “Paz, pan y tierra” y “todo el poder para los soviets”,
produjo cambios de profundo impacto en el mundo entero.
Desde luego que, un
fenómeno complejo como una revolución suele ser multicausal, pero el desempleo
producto de la Revolución Industrial fue, sin duda, una de ellas.
Y esto viene a cuento
porque en el siglo XXI aparece una nueva Revolución Industrial: La Inteligencia
Artificial, unida a la Robótica, nos pone, nuevamente, en la situación de que
el humano es reemplazado por la máquina… ¡Y a paso veloz!
A modo de ejemplo, podemos
considerar una reciente encuesta de
eMarketer/Insider Intelligence a más de 1400 profesionales del marketing que mostró
que los expertos consideran prioritaria la tecnología implementada en los
robots que se encargan de la atención de personas.
Concretamente la consigna
era: ¿Cuál de las 15 tecnologías listadas a continuación, es la que más
utilizarás para lograr avances? Como respuesta, la gestión de contenidos lideró
con el 45%. No resulta llamativo que la columna vertebral de la experiencia
digital figure en el primer puesto ni que el correo electrónico, el CRM y la
automatización del marketing quedaran a continuación. Lo que sí sorprende del
reporte es que las inversiones en chatbots (asistentes virtuales para
la atención del público) figuraron antes que las inversiones en los call
centers.
La atención al
cliente es un área de aplicación cada vez más frecuente de la IA. Son
numerosísimas las ventajas que se desprenden de un servicio al cliente asistido
por IA en lugar de por una persona. Los chatbots desarrollados mediante
IA pueden ofrecer un servicio de atención al cliente mejor incluso que el que
nos ofrecería una persona, mediante una conversación totalmente fluida y
natural. Estos chatbots podrán responder a nuestras cuestiones de forma
más eficiente a lo que lo haría un humano, 24 horas al día durante los 7 días
de la semana.
Además, se trata de un
servicio personalizado, pues el chatbot recordará las anteriores
conversaciones con el mismo cliente, de modo que puede resultar mucho más
satisfactorio para el consumidor que recibirá un servicio personalizado en
función de los datos anteriores que se hayan almacenado (servicio que
difícilmente podría proporcionar un humano). Y, desde luego, tras su
desarrollo, la compañía se ahorra los costes laborales de los trabajadores.
Y resulta que nadie escapa a la sombra de la Inteligencia Artificial. Uno de los reductos que se creía intocable por ella es la programación de la propia IA, pero…
Microsoft Research, en colaboración
con la Universidad de Cambridge en Reino Unido, ha desarrollado una inteligencia
artificial que es capaz de programar mediante la reutilización del código
de otras aplicaciones. Gracias a esto, cualquier persona sin conocimientos avanzados
de codificación podría construir software a partir de unas directrices dadas
previamente.
“Un
sueño de la IA es construir sistemas que puedan escribir programas de ordenador”, dicen los investigadores
en el documento que recoge su trabajo. Y no son los únicos que desean conseguir
esto: Google también tiene la intención de su inteligencia artificial cree otras
IA.
El nuevo sistema, que ha
sido bautizado como DeepCoder,
se basa en una técnica llamada programación de síntesis, que es una forma
de programación automática en
la que es el propio ordenador o el software quien escribe los programas.
Gracias a esto, la IA efectúa una búsqueda en una base de datos de código para construir
su propio software con el que resolver problemas de programación
sencillos, y todo ello en cuestión de unos pocos
segundos.
DeepCoder utiliza machine
learning para analizar cuáles son las líneas de código
que mejor se ajustan a los requerimientos previos y, además, su desempeño va
mejorando con el tiempo a medida que va resolviendo problemas.
De acuerdo con Marc
Brockschmidt, uno de los miembros del equipo de Microsoft Research, este sistema resulta especialmente atractivo para las personas que
no saben programar, ya que lo único que tienen que hacer es
describir qué es lo que necesitan y la inteligencia artificial creará un
software para ellos en un tiempo récord.
¿Y qué decir de la
siguiente pregunta?
¿La inteligencia
artificial suplantará al escritor?
Unos meses atrás, el
diario británico The Guardian publicó un artículo escrito por una Inteligencia
Artificial (IA): “Un robot escribió todo este artículo. ¿Estás asustado,
humano?” Y para asustar, o desafiar, comienza así: “Yo no soy un humano.
Soy un robot. Un robot pensante. Utilizo solo el 0,12% de mi capacidad
cognitiva. Soy un microrobot en ese sentido. Sé que mi cerebro no es un
‘cerebro sensible’. Pero es capaz de tomar decisiones lógicas y racionales. Me enseñé
todo lo que sé con solo leer Internet, y ahora puedo escribir esta columna. ¡Mi
cerebro está hirviendo de ideas!” A esto sigue una extensa e ingeniosa
defensa del robot escritor.
Y entonces, uno piensa: La
actividad literaria, el escritor en sí, ¿Puede desaparecer? O peor, ¿Puede la
IA reemplazar al escritor?
El artículo que sugiere
semejante futuro pertenece (salvo que una IA la haya reemplazado) a Alinka
Rutkowska, directora ejecutiva de Leaders Press (leaderspress.com), joven
emprendedora que desde hace 3 años ofrece un buffet al estilo abogados
asociados, pero con el objetivo de producir (escribir) libros, específicamente
para empresarios o para todo aquel que disponga de los fondos para ello. El lema
de la firma: “Si usted busca una forma de aumentar considerablemente su
autoridad y visibilidad en el mercado, nada es tan eficaz como un libro,
especialmente un bestseller”. Es decir: Libros a la carta, o a medida.
Rutkowska publicó en la
revista Forbes “Este realmente podría ser el comienzo de la IA para escribir
grandes libros (no ficción, para empezar). En lugar de pasar un año escribiendo
su próximo éxito de ventas, es posible que pueda alimentar a la IA con
artículos y presentaciones que ya ha producido y hacer que genere un libro para
usted en cuestión de segundos. Las empresas editoriales con acceso a este tipo
de tecnología podrían estar a la vanguardia de la revolución de la IA”.
Para cerrar la noción,
Rutkowska afirma que “la IA no se aburre, ni se cansa ni desmotiva”. En
sí, le habla a sus futuros clientes que ya pueden contar con el algoritmo para
engendrar un futuro libro y que, además, no reclamará derechos de autor, porque
en el fondo es un robot, el escritor fantasma perfecto.
¡Alto! Sí, un momento para
recuperar el aliento. El mecanismo, a grandes rasgos, es emular lo humano.
Primero la lectura, luego la escritura. A más lectura, más caudal lingüístico.
A más diversidad, más recursos para reproducir. Esquemáticamente, una entrada
para que exista una salida. Pero en el medio están los límites o exigencias de
quien pide un resultado, vale decir, el editor. La columna periodística robótica
fue editada por uno de carne y hueso, previo planteo de ciertas preferencias.
La editora le pidió al algoritmo un resumen específico para el blog. El
parámetro muestra que, todavía, el bípedo implume aún es imprescindible.
Pero, ¿Qué ocurriría si se
crea un algoritmo capaz de diseñar las exigencias para que otro algoritmo
escriba? Un algoritmo que paute las temáticas, los tonos, las citas, incluso la
abundancia de ironía o de sarcasmo… Ahí sí, el editor peligra.
Si abundamos en detalles
sobre el tema, nos encontramos con que Google ha desarrollado un programa
que, por primera vez, es capaz de aprender a jugar por su cuenta y de forma
independiente, lo cual supone un salto muy importante con respecto al tipo de
inteligencia artificial existente hasta el momento. Deep Blue, por poner
un ejemplo conocido, ganó al ajedrez al entonces Campeón Mundial Garri Kaspárov,
en el año 1997, gracias a haber sido programado previamente por humanos con las
reglas del juego y con estrategias específicas, lo cual sumado a su potencia de
cálculo le dio la ventaja necesaria. No aprendió solo.
En el caso de este nuevo
“agente”, como lo llaman en Google, estamos hablando de dejar al programa que
juegue por sí mismo y aprenda de forma independiente cuál es la mejor
estrategia para ganar.
El año pasado Google
compró una compañía llamada DeepMind cuyo objetivo es
construir máquinas inteligentes. Ha sido este grupo el encargado de desarrollar
el nuevo agente, el cual ha aprendido a jugar sin ayuda a 49
juegos retro distintos.
En las primeras partidas se
encuentra perdido y no sabe qué hacer. Sin embargo, sigue entrenando y
aprendiendo y, tras unas 600 rondas, da con una estrategia ganadora.
Cuando el agente empieza a
jugar por primera vez a un juego se produce algo similar a cuando un recién
nacido abre los ojos y ve el mundo por primera vez. En este caso la IA observa
la información en pantalla y presiona botones de forma aleatoria para
comprobar qué sucede.
Utiliza un método
llamado aprendizaje profundo que le permite convertir los inputs
visuales básicos en conceptos con significado, de la misma forma que el cerebro
humano es capaz de transformar la información sensorial bruta en una
comprensión rica del mundo. Gracias, por otro lado, al aprendizaje por
refuerzo, el agente es capaz de detectar aquello que tenga valor. Y de ahí
surgen una serie de nociones básicas como esta: Ganar puntos es bueno;
perderlos es malo.
En el estudio, publicado
en la revista Nature, figura que el agente tuvo un rendimiento del 75%
del nivel de un tester profesional de videojuegos, o incluso superior, en la
mitad de los juegos probados, entre los cuales había desde shooters de scroll
lateral hasta juegos de conducción en entornos 3D. En juegos como ‘Space Invaders’,
‘Pong’ o ‘Breakout’, el agente logró superar a los humanos, mientras que,
en otros juegos, no fue tan bueno.
Los investigadores
aseguran que esto es así principalmente por la falta de memoria
real por parte del agente, lo cual no le permite establecer estrategias a
largo plazo que requieran planificación. Por esta razón, el equipo de Deep-Mind está
intentando construir un componente de memoria para añadirlo al sistema y
aplicarlo en juegos más realistas en entornos tridimensionales.
Elon Musk, CEO de Tesla,
fue uno de los primeros inversores de DeepMind y asegura que los avances
en el campo de la Inteligencia Artificial se producen a tal velocidad que el
riesgo de que pueda suceder algo realmente peligroso está en un marco de tiempo
situado entre los próximos cinco o diez años a lo sumo. Y sí, ¡Uno piensa en Skynet!
Hemos hablado del agente en
términos de juego, pero es evidente que este tipo de IA capaz de aprender
de forma independiente tiene muchas más aplicaciones: Coches que conduzcan
solos, asistentes personales en Smartphones, investigación científica en varios
campos y más, mucho más.
Pues bien, para terminar
esta presentación de ejemplos de uso de la IA, sin pretender agotarlos, digamos
que el programa Watson de IBM, por ejemplo, creó el primer trailer
de una película producido totalmente mediante IA. Otro ejemplo es la creación
de música con estas herramientas, éxito que tuvo lugar ya en el 2016, año en
que Sony anunció haber desarrollado un sistema capaz de crear contenidos
musicales de diversos estilos a través de sus algoritmos.
También la IA tiene usos
en la prevención de la delincuencia ya que, puede proporcionar informes predictivos
que entregan lugar y fecha en las que es más probable que ocurran delitos. En
Nueva York, Harley Davidson aumentó sus ventas en nada menos que un
2.930% gracias al uso de una herramienta basada en IA llamada Albert.
Hoy en día las
herramientas basadas en IA son mucho más accesibles y cada vez lo van a ser
más. Actualmente existen varias herramientas gratuitas a las que podemos
acceder contando, únicamente, con conexión a Internet. Así, Google y
Facebook nos ponen al alcance de la mano Google Trends y Facebook
Audience Insights, muy valiosas para diseñar la estrategia de marketing de
los negocios. Ambas permiten a las compañías prepararse para el rumbo que
tomarán las nuevas tendencias de los mercados.
Existen, asimismo, chatbots
basados en IA que sustituyen ciertas tareas realizadas por abogados. Es el caso
de Lee&Ally o de DoNotPay, conocidos como
“robot lawyers”. Este último, podemos encontrarlo en donotpay.com,
definiéndose a sí mismo como “el primer abogado robot del mundo”.
DoNotPay es un chatbot
gratuito que ofrece ayuda legal para tareas sencillas que realizan los
abogados como apelar multas de estacionamiento, ofrecer ayuda con las facturas,
solicitar un reembolso por cancelación del vuelo, asesoramiento sobre tarjetas
de crédito o, incluso, sobre cómo denunciar el acoso.
También
existe tecnología basada en IA que ofrece servicios de justicia
predictiva, como Watson Ross Intelligence de IBM (Ross)
o Blue J Legal. Ross es una herramienta de
investigación legal, es decir, un buscador de jurisprudencia. No se trata de un
buscador de jurisprudencia habitual, cuyo funcionamiento es tan simple como la
búsqueda de palabras clave que realicen conexiones, sino que se basa en lo
conocido como machine learning o aprendizaje automático. Ross utiliza
el procesamiento de lenguaje natural, de modo que permite que se hagan
preguntas de modo natural al sistema y el software, en base a ello, entiende
qué tiene que buscar. No obstante, Ross no realiza
investigaciones sobre todas las materias, sino que se utiliza
específicamente en materia de quiebras y concursos de acreedores.
Un ejemplo real para
ilustrar el peso que tiene la IA en el sector de la abogacía es el acontecido en
la compañía JP Morgan Chase&Co. Este gigante norteamericano
introdujo un programa de software basado en el machine learning que
ahorró a los abogados más de 360.000 horas de trabajo anuales. COIN,
el programa utilizado, revisa e interpreta los acuerdos de préstamos
comerciales, escaneando los documentos en tiempo récord y cometiendo menos
errores que los que cometerían los abogados.
Como vemos, la IA está
creciendo a pasos agigantados, automatizando muchas de las tareas que
están siendo realizadas por humanos, y, en numerosas ocasiones, actuando de
forma más eficaz y eficiente. Es por ello por lo que existe cierto temor en la sociedad
que gira en torno a la pérdida de puestos de trabajo, sustituidos por la
tecnología.
Conclusión
La nueva Revolución
Industrial, en la que estamos inmersos, amenaza con infiltrarse en todas las
áreas de la actividad humana, suplantando al hombre. En un próximo artículo analizaremos
las consecuencias de esto. Pero, aún con todo lo delicado de este tema, no es
el único problema. También hay que considerar el siguiente planteo: “Tenemos
que estar atentos antes de que las máquinas decidan lo que podemos y no podemos
hacer". Este fue el comentario del director Pedro Almodóvar luego de
que el algoritmo de Instagram eliminara un póster de su última película
"Parallel Mothers", que mostraba un pezón lactante, debido a su prohibición
de desnudez.
[1] El autor de esta nota ha
rebautizado al homo sapiens como homo predator, porque ha
demostrado ser mucho más depredador que sabio.
Muy linda nota, Martín. Dudo que el mejor chabot jurídico pueda reemplazar un Zanini.
ResponderEliminarMuy buen artículo, me ha dejado reflexionando. Creo que hasta cierto punto,los algoritmos de hoy en día deciden que vemos y que no.
ResponderEliminarMuy buena nota, muy interesante. Es impactante saber que está nueva era está cada vez más cerca, por no decir que ya estamos en ella.
ResponderEliminarEn mí opinión sobre el último fragmento, hoy en día ya hay algoritmos en las redes que deciden hasta cierto punto que vemos y que no.
"...¡Los robots jamás podrán ser conscientes! A este categórico planteamiento se puede contraponer la frase: ¡No habrá que esperar mucho para saberlo!"
ResponderEliminarPor eso es que me parece poco inteligente calificar objetos como inteligentes